Busto de Germanico. Siglo I d.C, París, Museo del Louvre
Julio César Germánico nació el 24 de
mayo del año 15 a .C.
siendo llamado con el nombre de Nerón Claudio Druso Germánico. Era el
primogénito del matrimonio formado por Druso el mayor y Antonia la menor, por
tanto era sobrino nieto de Augusto, nieto de Livia y sobrino de Tiberio.
Germánico quedó huérfano de padre
cuando sólo contaba 6 años. Desde ese momento junto con su madre y sus hermanos
(Livila de 4 años y el futuro emperador Claudio de 1 año) se trasladaron con su
abuela Livia a su casa del Palatino. Allí, los niños recibieron la misma
educación que los nietos y nietas de Augusto, el cual siempre sintió una
especial predilección por Germánico, al igual que antes la había sentido por su
padre Druso, pues el pequeño era la viva imagen de su progenitor y el digno
heredero de sus virtudes. Siempre fue también el preferido de su madre Antonia.
El pequeño Germánico entre sus padres en el Ara Pacis. 13-9 a.C. Roma 2013
No obstante, sólo a la muerte de sus
nietos Cayo y Lucio consideró Augusto a Germánico como futuro heredero al trono
imperial, poniéndolo por delante de su nieto Póstumo. Por ello, en el año 4 d.C., al mismo tiempo
que adoptó a Tiberio, obligó a éste último a adoptar a Germánico, aún cuando
Tiberio ya tenía un hijo de más o menos la misma edad: Druso el menor.
Para dejar constancia de sus
expectativas, al año siguiente el emperador casó a Germánico con su nieta
favorita, Agripina la mayor, esperando que tras el paréntesis de Tiberio, su
legado pasara a su propia descendencia, es decir, a los hijos nacidos de esta
unión.
Agripina la mayor. Siglo I d.C. Roma, Museos
Capitolinos
A pesar de ser un matrimonio por
motivos políticos, Germánico y Agripina se habían criado juntos y estaban
enamorados desde siempre, convirtiéndose en una de las parejas más sólidas del
momento, hasta el punto que Augusto siempre los ponía de ejemplo de verdaderos
romanos en el cumplimiento de sus leyes sobre el matrimonio. Tuvieron 9 hijos,
de los que sobrevivieron 6: Nerón, Druso, Calígula, Agripina la menor, Drusila
y Livila. “Como aun así, el estamento
ecuestre, durante un espectáculo público, reclamaba insistentemente la
abolición (de la leyes matrimoniales), Augusto mandó a buscar a los hijos de
Germánico y, situados unos a su lado, otros en el regazo de su padre, los
mostró ostentosamente, dando a entender a los caballeros, con su gesto y su
expresión que no rehusaran imitar el ejemplo del joven” (Suetonio. Vida de Augusto. 34,2).
La adopción de Germánico supuso una
aceleración de su cursus honorum y de su instrucción militar, campo en
el que siguiendo la estela de su padre, comenzó pronto a sobresalir. Por ello,
cuando contaba con sólo 22 años, en 7 d.C., Augusto lo envío a Panonia para que
ayudara a su padre adoptivo Tiberio en una rápida resolución del conflicto que
había estallado en aquel territorio. El hijo de Livia no pudo disimular su
disgusto ante lo que él consideró una nueva falta de confianza por parte de
Augusto hacia su persona, comenzando a sentir cierta animadversión hacia su
sobrino. Así y todo, Germánico, siempre humilde, acataba sus órdenes al tiempo
que realizó una buena campaña por la que se le condecoró con ornamentos
triunfales frente al triunfo con el que se obsequió a Tiberio.
Germánico. Siglo
I d.C. Roma. Fondazione Sorgente Group
Sin embargo, las campañas que
encumbraron a Germánico fueron las dos que llevó a cabo en Germania; el objetivo de las mismas fue recuperar el control de la provincia (tras el desastre que supuso la pérdida de
15.000 legionarios romanos en la batalla del bosque de Teutoburgo acaecida en el 9 a.C.)
La primera de ellas emprendida junto
a Tiberio se desarrolló entre los años 10 y 13 d.C. En ella Tiberio, demostrando
nuevamente su genialidad en el campo de batalla, sofocó la gravísima situación
que se había originado en Germania.
En el año 12 d.C., Germánico regresó
a Roma, donde fue nombrado cónsul con 28 años, 5 años antes de la edad legal.
En el 13 fue nombrado como comandante en jefe de las legiones del Rhin, partiendo
nuevamente a Germania acompañado por su mujer Agripina y del pequeño Cayo
(nacido en 12 d.C), que con sólo 1 año se paseaba por el campamento vestido con
su uniforme de soldado y sus pequeñas caligae (sandalias militares), de
ahí que fuera adoptado por las tropas como su talismán, su muñequito, siendo
apodado por ellas con el nombre por el que sería conocido desde entonces:
Calígula.
El año 14 estando en Germania, el
joven general recibió la noticia de la muerte de Augusto y el nombramiento de
Tiberio como nuevo emperador; éste concedió a Germanico imperio proconsular
dándole autonomía plena en sus intervenciones en la provincia. Por su parte, el
hijo de Druso prestó juramento de fidelidad a Tiberio.
No obstante, la muerte de Augusto sumió al
Imperio en un período de incertidumbre. En Germania se sucedieron una serie de
motines de las legiones allí acantonadas. Germánico que se encontraba en la Galia partió de inmediato hacía
allí. Los soldados le exigían el licenciamiento de los veteranos y un mayor sueldo
para los jóvenes. Germánico se dirigió a ellos sin temor, desde la primera
línea. Los legionarios entregados ante su discurso le ofrecieron el Imperio si
él quería; él contestó que prefería darse muerte antes que faltar a su
juramento de fidelidad hacia Tiberio. Como no lo dejaban retirarse a deliberar,
pues le exigían que aceptara marchar hacia Roma para hacerse con el trono
imperial, Germánico se colocó su espada en el corazón y amenazó atravesarse el
pecho con ella hasta que le permitieron retirarse a su tienda.
Al no cesar la oleada de violencia, el general ordenó a su mujer Agripina y al pequeño Calígula que marchasen
hacia lugares más seguros. Las tropas se reunieron entonces en torno a ellos
implorando que no dejaran marchar a los descendientes del entonces divino
Augusto, y sobre todo al pequeño, adorado por las legiones. Finalmente en
nombre de Tiberio, Germánico concedió el licenciamiento a los soldados que
llevaran más de 20 años de servicio y dobló el sueldo a quienes lo reclamaban. Tiberio
refrendó esta decisión. Aunque Agripina partió (al encontrarse en avanzado estado de gestación), Calígula permaneció con las legiones a condición de que entregaran a los precursores de la sedición para que fueran
debidamente castigados.
Agripina la mayor y Calígula. Detalle del Gran Camafeo de Francia. 19 d.C. París. Gabinete de Medallas
Una vez retornada la calma,
Germánico preparó la ofensiva contra Arminio (el líder querusco que había
dirigido la sublevación de las tribus germánicas que había concluido con la
clamorosa derrota romana de Teutoburgo). Llegó al mismísimo lugar de la masacre
con sus legiones y allí dio sepultura a los restos esparcidos de los casi
15.000 legionarios que habían perdido la vida 6 años antes.
En el año 16 por fin se enfrentó a
Arminio en la batalla de Idistaviso donde consiguió derrotarlo pero no matarlo
ni apresarlo. Sin embargo, menoscabó tanto su influencia sobre las tribus
germánicas que ellos mismos acabaron dándole muerte algunos años después.
Germánico apresó a la mujer de Arminio y recuperó dos de las tres águilas
perdidas en el desastre de Varo. Al mismo tiempo devolvió el orden en toda la
zona pero no consiguió recuperar los territorios arrebatados pues Tiberio, no
sabemos si por celos hacia el joven (a quien creía perfectamente capaz de
llegar nuevamente hasta el Elba para su mayor gloria) o por deseo de seguir las
indicaciones de Augusto de dejar las fronteras del Imperio en el Rhin, le
ordenó volver a Roma donde se le honró con un triunfo, en el que se hizo
patente la veneración no sólo de las legiones sino de todo el pueblo romano
hacia Germánico.
Arminio lucha en la Batalla del
Bosque de Teutoburgo
Por ello, Tiberio prefirió alejarlo
de Roma y lo envío a Oriente el año 17. Allí decidió ponerle un hombre de su
absoluta confianza para que controlara a Germánico: Cneo Calpurnio Pisón, pues el
emperador temía que debido a las dotes militares de su sobrino y a la
fascinación que provocaba en todos fuera tentado de querer emular a Alejandro
Magno, a quien también le unía cierto parecido físico.
Germánio solucionó con rapidez todos
los problemas que hacían temer cualquier rebelión en las provincias orientales:
puso un nuevo rey en Armenia al mismo tiempo que convirtió Capadocia en
provincia romana, mientras que Cilicia la dejó bajo influencia siria. El
invierno decidió pasarlo en Egipto junto a Agripina y sus hijos que lo
acompañaban como siempre. De regreso a Siria en el 19 entró en graves
conflictos con Pisón que había anulado todas las disposiciones aprobadas por él.
Así, Pisón decidió abandonar la provincia y marchar hacia Roma.
Moneda con el
perfil de Germánico
Nada más partir Pisón, Germánico
comenzó a sentirse indispuesto muriendo el 10 de octubre de ese mismo año. En
el lecho de muerte el general confesó a Agripina y a sus amigos su convicción
de que Pisón lo había mandado envenenar y les suplicó que vengaran su muerte.
Convencida de ello, la nieta de Augusto ordenó que el cuerpo sin vida de su
marido fuera expuesto en el Foro de Antioquía para que todos pudieran ver las
extrañas manchas de su cuerpo. Sin embargo, no quedó claro si presentaba
señales de envenenamiento. El dolor de todos fue inmenso “(La muerte de Germánico) causó gran duelo en la provincia y en los
pueblos cercanos. Lo lloraron las naciones y reyes extranjeros; tanta había
sido su benevolencia con los enemigos” (Tácito. Anales. Libro II. 72-2).
La muerte de
Germánico. Nicolás Poussin. 1627. Mineápolis. Mineápolis Institute of Art
Después de la incineración, Agripina partió hacia
Roma con las cenizas de su marido acompañada de sus hijos. “A todos producía pena ver a aquella mujer, la primera por su alcurnia
y que hasta ese momento viviera un maravilloso matrimonio, a quien siempre se
había visto rodeada de veneración y gratitud, marchar entonces llevando en su
seno aquellos fúnebres despojos” (Tácito. Anales. Libro II. 75, 1-2). La urna con las cenizas de Germánico
fueron depositadas en el Mausoleo de Augusto. Su funeral, a pesar de que no
tuvo la solemnidad de los entierros pues se celebró sin máscaras funerarias ni
grandes pompas, fue memorable por la entrega del pueblo.
Agripina con las cenizas de Germánico. Benjamín West. 1768. Yale. Museo de de la Universidad
Fuente: De
Benjamin West - The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM,
2002. ISBN3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Dominio
público,
La consternación de la Ciudad Eterna no tenía
límites. “En Roma, desde que se
multiplicaron las noticias de la enfermedad de Germánico, y a causa de la
distancia todo se exageraba para mal, reinaban el dolor, la ira y estallaban
las lamentaciones. Para eso, se decía, se lo había relegado al extremo del
mundo; […]. Bien habían dicho los
viejos a propósito de Druso (padre de Germánico): a los que reinan les molesta
que sus hijos tengan temperamento liberal; Druso y Germánico habían sido
interceptados en su carrera sólo porque pretendían organizar al pueblo romano
en igualdad de derechos devolviéndole la libertad. El ambiente de estas
conversaciones del vulgo se incendió de tal manera con la noticia de la muerte
que, acordado el duelo antes del edicto de los magistrados y antes del decreto
del Senado, quedaron desiertos los foros y se cerraron las casas. Por todas
partes silencio y llanto, sin nada de amañada ostentación, y aunque no se
abstenían de las muestras externas de duelo, más profundo era el dolor de los
ánimos” (Tácito. Anales. Libro
II. 1-4).
Toda esta amargura y rabia se volvió
hacia Tiberio (quien ni siquiera participó en las exequias de su hijo adoptivo
escudándose en su propia pena); lo acusaban de haber dado la orden a Pisón de
eliminar al joven de 34 años. Agripina, sostenida por las masas, no cesó en sus
ansias de venganza hasta que Pisón fue llevado a los tribunales y obligado a
quitarse la vida, lo que generó un odio atroz de Tiberio hacia ella. A partir
de entonces, fuera cierta o no la implicación de Tiberio en la muerte de Germánico,
el emperador se volvió enormemente impopular.
Ya he ido apuntando algunas ideas
sobre la personalidad de Germánico. Físicamente era muy parecido a su padre y poseía
la belleza de la gens Julia, heredada de su madre Antonia. Tácito (quien a
pesar de vivir años después que él sentía veneración hacia el hijo de Druso) lo
definió como “un joven de talante
liberal, de una admirable bondad, tan diferente en el modo de hablar y de mirar
de Tiberio, arrogante y sombrío” (Tácito. Anales. Libro I. 33, 2-3). Igualmente dice de él que “verlo y oírlo inspiraba pura veneración,
pues conservando la grandeza y gravedad de la suma fortuna, huía de los motivos
de envidia y arrogancia” (Tácito. Anales.
Libro II. 72-2). Era bondadoso, dulce, un marido virtuoso y un padre excelente. Sólo su pronta desaparición puede explicar la degeneración en la
que se educaron sus hijos, que se convirtieron bajo el amparo de Tiberio en lo
peor de la dinastía. La alegría del pueblo romano cuando un hijo de Germánico
(Caligula) accedió al trono imperial corroboran las opiniones de Tácito.
Germánico. Siglo I d.C. Copenhague. NY Carlsberg Gliptoteca
“Había
quienes asimilaban su figura, su edad, el género de su muerte, incluso la
cercanía de los lugares donde pereció, al destino de Alejandro Magno. Pues ni
uno ni otro, bellos en lo físico y de linaje insigne, habían sobrepasado en
mucho los 30 años, y habían muerto por asechanzas de los suyos entre gentes
extrañas. Sin embargo Germánico, amable para con los amigos, moderado en los
placeres, fiel a una sola esposa, con sólo hijos legítimos, no había sido menos
guerrero, aunque no tenía la temeridad de Alejandro, y se le había impedido
someter a servidumbre las Germanias abatidas en tantas victorias. Y si hubiera
sido el único árbitro del Estado, si hubiera tenido derecho y título de rey,
hubiera obtenido la gloria militar tanto antes que Alejandro cuanto lo
sobrepasaba en clemencia, templanza y demás buenas cualidades” (Tácito. Anales. Libro II, 1-2).
Con la muerte prematura de Germánico
una vez más se puso de manifiesto que la Roma Imperial era un
lugar extremadamente peligroso para las buenas personas, pues muy distinto
hubiera sido el devenir de la dinastía Julio-Claudia si Druso y Germánico no
hubieran desaparecido en la flor de la vida.
Estimada Lucía Augusta, como enamorada de la Roma de ayer y de hoy, hago mías las palabras del poeta Horacio en sus Carmina I, XXXVI , "Cressa me careat pulchra dies nota", al hallar ayer, casi por casualidad, tu magnífico blog en este universo virtual.
ResponderEliminarBuscando información detallada sobre el Mausoleo de Augusto encontré tus entradas sobre él y me parecieron excelentísimas tanto en la información como en las fotos, así como en el hecho de que responden a experiencias personales tuyas.
Ando ahora sumergida en la lectura de tus demás artículos que disfruto enormente.
Mi felicitación más afectuosa y mil biquiños.
Por supuesto quedas disculpada!. Por si te es de utilidad, la última información que tengo sobre la restauración del Mausoleo es que desgraciadamente vuelve a haber retrasos en el inicio de las obras. Al parecer, esta vez son problemas con las ofertas, excesivamente bajas en la adjudicación de la obra, por lo que no se fían en adjudicar la restauración de un monumento tan delicado y emblemático a tan bajo coste, así que han iniciado una investigación. Esperemos que la situación se desbloquee pronto.
EliminarComo tú soy una enamorada de Roma en todas sus épocas, y cuando hablo de ella me es imposible no hacerlo desde el corazón. Muchas gracias por leerme y por citar a Horacio, uno de mis preferidos!. Un saludo
Estimada Livia Augusta, ha sido un lapsus "correctoris", sé que sabrás disculparme.
ResponderEliminarHola. Muy buen blog, me alegro que lo siga actualizando.
ResponderEliminarMuchas gracias! Es un duro trabajo pero mi amor por Roma me anima a seguir adelante contando su historia. Un saludo
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