Tras la batalla de
Filipos, casi todos los asesinos de César habían muerto y la República con ellos. Ante
la sospecha de que Lépido había colaborado con Sexto Pompeyo (fiel a la causa
republicana), Antonio y Octavio reorganizaron nuevamente los territorios del
triunvirato: redujeron los dominios de Lépido solamente a África mientras que
Octavio se hizo cargo a partir de entonces de Italia y Antonio unió a las
posesiones bajo su mando la Galia
Narbonense.
Acto seguido, Antonio
marchó hacia Oriente con la finalidad de recaudar dinero para pagar a las
tropas y el más joven de los triunviros marchó hacia Roma para afrontar la
molesta tarea de establecer a un gran número de veteranos del ejército; para empezar
tuvo que confiscar tierras en 18 ciudades cuyos propietarios fueron
desposeídos. Como los terrenos expropiados seguían sin ser suficientes para
contentar a todos los legionarios, el descontento de unos y otros contra Octavio fue
en aumento, dando lugar a múltiples disturbios. La situación se agravó al interceptar
Sexto Pompeyo las naves de trigo que tenían que alimentar a la población romana
y que provenían fundamentalmente de Sicilia, Cerdeña y África propiciando que
el hambre asolara la capital del Imperio.
Para colmo de males
de Octavio, Antonio no hacía más que aumentar su prestigio en Oriente, donde
ya era conocido como el nuevo Dioniso. Necesitado de dinero para financiar la
campaña parta, había puesto sus ojos en Egipto por lo que había mandado llamar
a Tarsos a la reina Cleopatra; no sólo comenzaron entonces una relación
sentimental sino que él la siguió a Alejandría donde pasaron todo el invierno.
El banquete de Cleopatra. Giovanni Battista Tiepolo. 1744. Victoria (Australia). Galeria Nacional
Así que mientras Marco
Antonio vivía rodeado de lujos y placeres, la situación en Italia se deterioraba a pasos
agigantados. En el año 40 a .C. el cónsul Lucio
Antonio y Fulvia, respectivamente hermano y esposa del triunviro, movilizaron a
campesinos desposeídos de tierras y a legionarios contrariados y desafiaron a
Octavio, quien cedió el mando de sus legiones a Agripa y Salvidieno los cuales
arrinconaron a Lucio y sus partidarios en Perugia. La ciudad fue sitiada y
sellada con un foso y una empalizada de más de once kilómetros de longitud por
lo que su rendición fue rápida. Lucio fue enviado a España por Octavio y
Perugia fue saqueada y destruida. Algunas fuentes recogen que la venganza del
triunviro fue implacable pues estando cercano los idus de marzo mandó
sacrificar a 300 prisioneros ante el altar del Divino Julio.
Antonio afirmó no estar
al corriente de lo que habían hecho su hermano y esposa en su nombre, pero en
el momento que supo de la caída de Perugia abandonó Egipto en dirección a
Atenas donde se encontró con Fulvia quien murió ese mismo año en extrañas
circunstancias. Antonio recibió en esos días una misiva de Sexto Pompeyo que le
proponía una alianza contra Octavio, el cual para evitarla, se divorció de la
hija de Fulvia (sin haberla tocado pues le repugnaba todo lo que tuviera
relación con la esposa de su colega), y contrajo un nuevo matrimonio con
Escribonia, tía de Sexto, mucho mayor que él y a la que no le unía ningún
sentimiento pero que se convertiría en la madre de su única hija, Julia.
Antes estos acontecimientos
Antonio partió hacia Italia con la intención de enfrentarse a Octavio. Incluso
convenció a Sexto Pompeyo para que atacara el país transalpino haciéndose con
el control de Cerdeña. Nuevamente en el horizonte parecía vislumbrase una nueva
guerra civil; sin embargo, los triunviros se encontraron con un problema
añadido: los soldados de ambos ejércitos (todos veteranos de César) se negaban
a luchar entre ellos y derramar, una vez más, sangre romana por lo que sólo
quedaba como opción la vía de la negociación.
Áureo con Antonio y Octavio en cada cara
Fuente: http://it.wikipedia.org/wiki/Secondo_triumvirato#mediaviewer/File:Antony_with_Octavian_aureus.jpg
Asinio Polión actúo en
nombre de Antonio y Mecenas en el de Octavio, que esta vez salió claramente
favorecido. El triunvirato fue renovado por otros 5 años y el imperio dividido
en dos partes: Oriente para Antonio y Occidente para Octavio. Italia sería compartida
pues ambos podrían reclutar soldados allí. Lépido conservaría África. Ahora
Sexto debería colaborar con Octavio y Antonio castigaría Partia. Para sellar el
Tratado de Brindisi se concertó la boda de Antonio con Octavia, la hermana del
futuro Augusto, que acababa de enviudar de su marido Cayo Claudio Marcelo.
Octavio adoraba a su hermana y es difícil pensar que la hubiera entregado a
Antonio si sus deseos de reconciliación no hubieran sido sinceros.
Octavia fue la primera mujer en aparecer en una moneda. Aquí junto a Marco Antonio
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Octavia_la_Menor#mediaviewer/Archivo:Mark_Antony_and_Octavia.jpg
Por su parte Octavio
salió reforzado de la guerra de Perugia: había quedado claro que el joven
triunviro no era sólo el fruto del capricho de César y que había llegado a la
política para quedarse. Su obstinado carácter convirtió la hostilidad del
pueblo hacía él por sus políticas impopulares en confianza y respeto. Todos sus
sacrificios y esfuerzos habían tenido éxito. Lo único negativo de este período
es que descubrió que su amigo Salvidieno había conspirado a sus espaldas. No
tuvo más remedio que procesarlo ante el Senado y condenarlo a muerte. A partir
de ahora Agripa sería el único general de sus ejércitos.