Supuesto retrato de Claudia Octavia. Siglo I d.C. Museo de las Termas. Roma 2018
Una de las primeras
órdenes que Nerón dio a Tigelino fue en relación a Octavia, la esposa que le
había sido impuesta en su adolescencia y por la que no sentía amor alguno. La
muchacha como su bisabuela homónima (la hermana de Augusto) era una discreta
y virtuosa matrona romana, y como
aquella, muy amada por el pueblo a causa de su bondad y atenciones con los más
necesitados. Aunque era bella como su madre Mesalina, nada de su carácter podía
atraer a un pasional Nerón.
Tras la muerte de
Británico y Agripina, la joven (que dormía en estancias separadas) se había
mantenido en segundo plano sin llamar la atención mientras su marido vivía un
tórrido romance con Popea Sabina, que era totalmente público. Así y todo, ante
la insistencia de su amante, Nerón había tratado en varias ocasiones de
librarse de su esposa para poder contraer nuevas nupcias con Popea. Burro y
Séneca siempre se lo habían desaconsejado. Desaparecidos los dos de la corte,
Tigelino no puso ningún impedimento cuando el emperador se divorció de ella
acusándola de esterilidad. Según Tácito, Popea no contenta con esto compró a
uno de los sirvientes de Octavia para
acusarla de amores con un esclavo. La mayoría de las esclavas se mantuvo fiel a su ama, de hecho una de ellas espetó a Tigelino cuando la torturaba para
que confesase que “el sexo de Octavia era
más casto que la boca de él” (Anales,
60, 4). A pesar de ello la hija de Claudio fue condenada por yacer con un
esclavo. Así, se le apartó de la corte, tras el divorcio y después se la relegó
a Campania, bajo escolta militar.
Supuesto retrato de Claudia Octavia. Siglo I d.C. Museo de las Termas. Roma 2018
No obstante, el pueblo
(tal y como habían vaticinado los antiguos consejeros imperiales) montó en
cólera, tanto que Nerón estuvo a punto de dar marcha atrás. “Inmediatamente el pueblo sube alegre al
Capitolio para dar gracias a los dioses; derriban las efigies de Popea, llevan
a hombros imágenes de Octavia, las cubren de flores y las colocan en el Foro y
en los templos. Se llega incluso a pronunciar alabanzas del príncipe con
estrepitosas voces de veneración. Y ya llenaban el palacio con su multitud y
sus clamores, cuando se les soltaron bandas de soldados que con látigos y
hierro en mano los disolvieron dispersándolos. Se dio vuelta a lo que por
sedición habían hecho cambiar y Popea se vio repuesta en sus honores”
(Tácito. Anales, 61, 1). Continúa
Tácito relatando que Popea indignada y aterrorizada de que Nerón cambiara de
opinión, se le abrazó a las rodillas llorando y le gritó “que su situación había llegado a tal punto que ya no luchaba por su
matrimonio, que le era más caro que la vida, sino que su vida misma estaba en
peligro por obra de los clientes y esclavos de Octavia, que habían dado el
nombre de plebe […]. Le decía […]
que sólo les había faltado un jefe, fácil
de hallar en medio en medio de la agitación; bastaba con que abandonara la
Campania y se presentara en persona en la ciudad aquella que con un gesto de su
cabeza, estando ausente podía, podía mover tales tumultos (Anales, 61, 2-3).
De este modo, Tigelino
dispuso una nueva acusación mejor preparada que la primera por lo que Octavia
fue exiliada a Pandataria “no hubo
desterrada que provocara tal misericordia en los ojos de quienes la veían.
Algunos todavía se acordaban de Agripina (la mayor), relegada por Tiberio, y más reciente era la memoria de Julia (Livila,
hermana de Calígula), exiliada por
Claudio. Pero éstas se hallaban en la
plenitud de la edad, habían conocido cierta dicha y podían aliviar la crueldad
presente con el recuerdo de su mejor fortuna pasada. En cambio, para Octavia el
día de su boda fue como su funeral, llevada a una casa en la que no vería más
que duelos, arrebatado su padre por el veneno y poco después su hermano; y
luego aquella criada con más poder que su señora, y Popea, cuyo romance no
podía traer más que la perdición de la esposa; por último aquella acusación más
grave que cualquier clase de muerte” (Tácito, Anales, 63, 2-3).
Moneda con Nerón y Popea Sabina
Fuente: De Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2192239
Mas esto no fue
suficiente para Popea, por lo que a los pocos días Octavia fue condenada a
muerte, contando apenas 20 años de edad. Su cabeza fue el regalo de bodas que
recibió con más gozo. Corría el año 62 d-C., el mismo que Nerón presentaba al
mundo a su nueva emperatriz, con la que contrajo matrimonio once días después
de haberse divorciado.
Es difícil saber, hasta
qué punto es cierta una implicación tan clara de Popea en el asesinato de
Octavia, del cual no hay ninguna duda fue ordenado por el emperador. Suetonio
menciona igualmente los tumultos que siguieron al divorcio de Nerón pero no dice
que Nerón actuara influenciado por Popea. Quizás Tácito (que inventó la figura
de Livia como temible madrasta) también haya exagerado la participación de la
entonces amante. No obstante, todas las fuentes coinciden en lo mucho que Nerón
amaba a Popea y lo influenciable que éste era. Lo cierto es que incluso casi un
siglo después Tácito se muestra conmovido por el destino desgraciado de la
joven e inocente hija de Claudio, lo que es prueba de la gran consternación que
provocó su infausto destino.