Vespasiano. Siglo I d.C., Florencia, Galería degli Uffizi
Los Flavios se
mantuvieron fieles a la política de Augusto de mantener la paz en el Imperio y
reducir los gastos militares. Vespasiano nada más asumir el poder absoluto
licenció cuatro legiones para
sustituirlas por sólo tres.
Para abaratar costos, comenzó a reclutar soldados en áreas próximas a los campamentos. Además
para dar rentabilidad al ejército, cuando los soldados no estaban inmersos en alguna campaña bélica fueron empleados en la construcción de vías, puentes
y otras obras públicas.
Los principales focos de
conflicto a los que tuvieron que hacer frente los Flavios durante el Principado
de Vespasiano fueron la guerra galo-germánica, el asunto de Britania y la
guerra judaica.
Como consecuencia de la
participación de las legiones germanas en las guerras civiles que tuvieron
lugar tras la muerte de Nerón, Julio Civil, líder de los bátaros, se levantó en
el año 69 contra Vitelio pero pronto se le unieron algunos pueblos galos y
germanos, lo que dio un espíritu nacionalista al ejército rebelde. Julio Civil
inició una campaña abierta contra ciudades romanizadas obteniendo algunos
éxitos iniciales. Vespasiano tuvo que destinar 8 legiones para aplacar el
levantamiento. Petilio Cerial acabó con él durante el año 70. Posteriormente se
tuvieron que realizar varias campañas en el Rin, incluso años después con Domiciano.
Britania en época Flavia
Fuente: De my work - Based on Frere's Britannia and Jones' & Mattingly's Atlas of Roman Britain — sources are cited in the image legendThe topographical map is from a sub-region of File:Uk topo en.jpg, with the copyright notice {{Bild-GFDL-GMT|migration=relicense}} and original date of 7 July 2006, copy made in 2008, with the annotations removed by myself., CC BY-SA 3.0,
Por otro lado, en
Britania también se vio perjudicado el orden a raíz de las guerras civiles.
Vespasiano solucionó el problema nombrando gobernador de la región a su general
de confianza, Petilio Cerial que acabó temporalmente con la revuelta. No
obstante, la estabilidad no se conseguiría hasta el año 77 cuando fue nombrado
gobernador Julio Agrícola, que no sólo mantuvo a raya a las tribus rebeldes sino
que amplió el dominio romano hacia el norte, hasta las tierras bajas de
Escocia.
Sin embargo, el
conflicto que consagró a los Flavio fue la guerra judaica, la primera de las tres
importantes rebeliones de los hebreos de Judea contra el poder Imperial. Desde
hacía un tiempo, la provincia se había convertido en una región muy turbulenta.
El odio a Roma se había incrementado por los robos producidos en sus templos y
por la insensibilidad de los romanos hacia su religión.
Los primeros éxitos de
la revuelta, incluido la resistencia al sitio de Jerusalén y la batalla de Bet-
horón, provocaron que Nerón enviara al general Vespasiano a la zona para sofocarla,
algo que consiguió en parte en el año 68. La guerra de Judea fue concluida por
su hijo Tito, que recibió bajo su mando un ejército de unos 40.000 hombres.
Tito. Siglo I d.C. Nápoles, Museo Arqueológico
El asedio de Jerusalén
fue más duro de lo que Tito habría esperado. Al no poder romper la defensa de la
ciudad en un solo ataque, el ejército romano se vio forzado a sitiarla, por lo
que cortó el suministro de alimentos y agua a una ciudad abarrotada pues habían
llegado peregrinos en centenares para la celebración de la Pascua judía. La
gente moría por millares a causa del hambre y las enfermedades, pero los judíos
no estaban dispuestos a rendirse y arrojaban desde arriba de las murallas a los
pacifistas.
Tito recurrió también a
la guerra psicológica desplegando todo el poder de su ejército delante de las
murallas, y asimismo, apeló al ex prisionero judío Flavio Josefo (protegido de
los Flavios) para que mediara en el conflicto. Josefo no tuvo éxito por mucho
que intentó hacer razonar a sus compatriotas con frases como “Dios que hace pasar el imperio de una
nación a otra, está ahora con Italia” (Guerra
de los judíos V, 367), “¿Creéis que
Dios permanece aún entre los suyos convertidos en perversos?” (Guerra de los judíos V, 413) o “nuestro pueblo no ha recibido nunca el don
de las armas, y para él hacer la guerra acarreará forzosamente ser vencido en
ella” (Guerra de los judíos V, 399).
El conflicto finalizó
con la conquista de Jerusalén en el año 70, cuando los romanos derribaron las
murallas de la ciudad, que fue saqueada y el templo incendiado, según Flavio
Josefo contra la voluntad de Tito, que “deseando
guardar la ciudad y conservar el templo, compelió a los rebelados a pedir la
paz y concordia” (Guerra de los
judíos, prólogo)
Dos legiones fueron
transferidas al río Éufrates. Los últimos focos se opusieron a Roma por algún
año más, lo que llevó al asedio de Masada en el año 73 y al segundo sitio de Jerusalén.
Como castigo e indemnización de guerra, los judíos se vieron obligados a pagar
al Fisco el diezmo que destinaban anualmente al Templo. Así y todo, los hebreos
del resto del Imperio fueron siempre vigilados de cerca por los romanos.
Tito pasea en su carro triunfal. Relieve del Arco de Tito. Siglo I d.C., Roma 2011
Tito volvió a Roma en el
año 71 disponiendo que los líderes del levantamiento (Simón y Juan) junto a
otros 700 prisioneros fueran enviados a Roma para desfilar encadenados a su
carro triunfal. A pesar de que el Senado decretó un triunfo para Vespasiano y
otro para Tito, el emperador decidió celebrar un único triunfo para los dos.
La guerra judaica quedó
eternamente inmortalizada en uno de los monumentos más hermosos del Foro
romano, el arco que Domiciano construyó en honor de su hermano Tito que aún hoy
se alza imponente sobre la Vía Sacra.
Arco de Tito, Siglo I d.C., Roma 2013
Pocos años después Vespasiano
cerró las puertas del templo de Jano (permanecían abiertas siempre que Roma
estaba en guerra) y el mundo romano estuvo en paz durante el resto de su
Principado.