domingo, 18 de octubre de 2020

Coliseo, la eternidad de Roma

                             

Roma 2018

            No hay palabras para explicar lo que significa el Coliseo para mí. Cada vez que estoy frente él, no puedo evitar que un escalofrío recorra mi cuerpo y mis ojos se humedezcan. Éste cúmulo de emociones no me lo produce el hecho de que sea uno de los monumentos más importantes del mundo, ni su perfecta arquitectura, ni su grandiosa imagen, ni siquiera que fueran de mi agrado el tipo de espectáculos que allí tenían lugar en sus orígenes. Simplemente, provoca en mi alma esa mezcla de sensaciones la realidad palpable de que el Coliseo y, sólo el Coliseo, es Roma. Como dice un antiguo dicho romano “Mientras exista el Coliseo existirá Roma; si cae el Coliseo caerá Roma... y si cae Roma caerá el mundo”.

Roma se mira en el Coliseo como en un espejo y la imagen que proyecta es la de su eternidad. Es curioso que un arte romano en tantas ocasiones infravalorado haya sido capaz de levantar dos de los edificios más imponentes y bellos del mundo: el Anfiteatro Flavio y el Panteón de Agripa.

Con éste, inicio hoy una serie de artículos dedicados al monumento romano más legendario e icónico, reflejo genuino de la grandeza del mayor Imperio que ha existido.


Antecedentes


              En el año 29 a.C. se construyó en el Campo de Marte el primer gran anfiteatro de la ciudad de Roma, que quedó destruido durante el incendio del año 64 d.C. en época de Nerón.




              Así, tras la muerte de éste, y en un llano entre las colinas del Celio, Esquilino y Palatino en unos terrenos que ocupaba la Domus Aurea (lugar destinado al disfrute del último emperador de la dinastía Julio- Claudia) Vespasiano durante el año 70 d.C. mandó edificar con el botín de las guerras judías el más espectacular edificio para al entretenimiento del pueblo romano. La ubicación del nuevo anfiteatro era el espacio ocupado por el gran lago artificial de los jardines de Nerón ante el coloso con su imagen, de ahí que el anfiteatro Flavio se conociera popularmente como Coliseo. Su construcción duró unos 10 años, por lo que el encargado de inaugurarlo fue Tito en el año 80 d.C.


Materiales y estructuras


              El Coliseo es sin duda la obra cumbre de la ingeniería romana y en su edificación se usaron las más variadas técnicas constructivas. La propia ubicación del edificio obligó a excavar hasta 14 metros y realizar una cimentación a una profundidad de 13 metros de hiladas alternando argamasa de cal y piedras.

Se utilizaron diferentes materiales en su construcción tales como travertino, hormigón, madera, ladrillo, piedra, mármol y estuco.


Roma 2018


Los arcos y las pilastras son de travertino realizados sin argamasa. En la parte inferior y en los sótanos se usó toba colocada del mismo modo. Por su parte, las bóvedas de los pasillos internos se hicieron vertiendo argamasa de cemento directamente sobre las cimbras de madera, una innovación para aligerar el peso.


Velario


Para aliviar el impacto del sol, el edificio constaba de un velario (cubierta de tela) que se desplegaba a través de poleas durante los meses más calurosos del año. La tela (primero realizada en vela y después en lino) se apoyaba en un entramado de cuerdas, sin bien, el mecanismo exacto utilizado se desconoce aún hoy en día. Se han encontrado los huecos donde se sujetaban los 250 mástiles de madera que soportaban las cuerdas que irían ancladas al suelo para contrarrestar el excesivo peso.


Exterior


              La planta elíptica del Coliseo mide 188 metros de largo por 156 metros de ancho y se eleva a más 50 metros.


Roma 2018

              Su fachada externa se compone de tres niveles que se dividen en 80 arcadas en las que se superponen los tres órdenes: toscano, jónico y corintio, en una fórmula ya usada en el Teatro Marcelo y que tendrían gran difusión a partir del Renacimiento. El cuarto piso en forma de pared ciega con pilastras adosadas y pequeñas ventanas fue añadido por Domiciano. Las comunicaciones entre los pisos se realizaban a través de escaleras y galerías concéntricas.



Roma 2018


Roma 2018


Roma 2018

Roma 2013


              El revestimiento exterior es de travertino pero algunos pasillos fueron enyesados y adornados con relieves policromados de los que aún se conservan algunos restos. Bajo los arcos se alzaban una serie de esculturas.


Interior


              Con capacidad para más de 50.000 espectadores y estructura radial, el graderío seguía el esquema de este tipo de edificios en la Antigua Roma, es decir, en ellos se distribuía el público según su condición social.


Roma 2018


Dividido en cinco niveles, en el piso más cercano a la arena se situaba el palco imperial y otro reservado al magistrado que a veces presidía los juegos. Los dos palcos se ubicaban  en ambos extremos del eje menor. El resto de este graderío inferior lo ocupaban senadores, magistrados, sacerdotes y quizás las vestales. Los espectadores, al estar tan próximos a la arena, estaban protegidos por una red metálica.

              A medida que se ascendía se acomodaban los magistrados que no pertenecían al Senado, los ciudadanos ricos y los pobres, y en el último, cuyos asientos eran de madera (el resto eran de mármol) la plebe, los esclavos y las mujeres.


Fuente: http://www.jdiezarnal.com/lassietemaravillasdelmundoelcoliseo.html

              El acceso hasta las gradas se realizaba a través de 76 vomitorios que permitían la entrada y el desalojo de mucha gente en poco tiempo (unos 20 minutos tardaba en vaciarse), en un sistema que aún se usa en los estadios actuales.


Roma 2018


              La arena, que era un óvalo de 75 por 44 metros, se apoyaba sobre un laberinto subterráneo donde se instalaban las jaulas para las fieras, se alojaban los gladiadores y condenados. Aquí también se ha hallado un sistema impermeable de conducción de agua que permitía transformar la arena en un estanque para la organización de naumaquias. Este subterráneo, con una profundidad de 6 metros es conocido como hipogeo y es de época de Domiciano. El suelo disponía de varias trampillas y montacargas que comunicaban el sótano con el exterior y eran usados en los espectáculos.


Acceso del Coliseo

Reconstrucción del montacarga


              Para acceder a la arena había dos puertas: la “Porta Triunphalis” por donde entraban los gladiadores y los animales y la “Porta Libitinenensis” donde salían los cadáveres de los caídos en la lucha.


Usos


              Aunque el anfiteatro estaba diseñado principalmente para albergar las luchas entre gladiadores también se destinó a otros usos muy populares entre el pueblo romano como las venatio o caza de animales, representaciones mitológicas con condenados a muerte o naumaquias, aunque no está claro si estas últimas se llevaron alguna vez a cabo en el Coliseo, si bien la arqueología demuestra que sí.


La última oración de los mártires cristianos,  Jean Leon Gerome, 1883, Baltimore, Walters Arts Museum


              En cuanto a los martirios infringidos a los cristianos, los escritos antiguos no dejan claro que hayan tenido lugar en el Coliseo, a pesar de que la Iglesia Católica lo nombró lugar santo en el siglo XVIII y aún celebra entre sus muros el Viacrucis cada Viernes Santo. Los lugares de martirio están muy vagamente descritos y podían haber sido sin duda cualquier estadio o incluso el Circo Máximo.


El Coliseo a través de los siglos


El Coliseo desde el primer momento se convirtió en el centro de gravedad del mundo romano y por todo el imperio se edificaron anfiteatros siguiendo su esquema constructivo, aunque ninguno igualaría su grandeza y leyenda.


Interior del Coliseo, Grabado de Piranesi, siglo XVIII


En el año 217, el edificio fue gravemente dañado por un incendio que destruyó el suelo de madera, por lo que tuvo que restaurarse en múltiples ocasiones, mientras estuvo en uso hasta mediados del siglo VI, aunque la última pelea de gladiadores sobre su arena tuvo lugar en  el año 435.


Grabado de Piranesi, 1776


En la Edad Media el majestuoso inmueble experimentó grandes cambios: se construyó una pequeña iglesia en su interior, sus arcadas se usaron para acoger fábricas, fue una fortaleza e incluso un cementerio…..así hasta caer en un estado de abandono que le produjo un gran deterioro, agravado por los sucesivos terremotos. Uno de éstos en 1349 derrumbó el lado sur. A partir de ahí el monumento sirvió como cantera para construir otros edificios en la ciudad de Roma, tónica que siguió durante la Edad Moderna, hasta que en 1749 Benedicto XV consagró el monumento como lugar sagrado dedicado a los mártires cristianos que fueron allí torturados (aunque hoy en día se cree que aquellos murieron sobre todo en el Circo Máximo). A partir de ahí se inició un proceso de mejora y consolidación del monumento que continua en la actualidad.




Designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1980 (junto al resto del centro histórico de la Ciudad Eterna) hoy en día el Coliseo es Roma, y no sólo eso, pues es el monumento más visitado de Italia, el único de Europa elegido por el público como una de las Siete maravillas del Mundo Moderno, concurso celebrado en Lisboa en el año 2007. En julio de 2016 terminó la restauración de todo el exterior, sufragado por el empresario italiano Diego della Valle, dueño de Tod’s . Aún siguen los trabajos en el interior del edificio. 1940 años después el Coliseo desafía al tiempo más deslumbrante que nunca y sigue en pie, sosteniendo entre sus arcadas milenarias la  inmortalidad de Roma.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Incendio y pestilencia del año 80 d.C.

        “Sin embargo, un segundo fuego, sobre la tierra, se produjo al año siguiente y se extendió sobre grandes sectores de Roma mientras Tito estaba ausente en Campania, atendiendo a la catástrofe que había asolado aquella región. Consumió el Templo de Serapis, el Templo de Isis, la Saepta, el Templo de Neptuno, los baños de Agripa, el Panteón, el Diribitorium, el teatro de Balbo, la escena del teatro de Pompeyo, los edificios Octavianos junto con sus libros y el Templo de Júpiter Capitolino con sus templos circundantes”

Dión Casio. Historia Romana, Libro LXVI, 24)

 



        El año 80 trajo nuevas desgracias al Principado de Tito, la primera de ellas un devastador incendio que envolvió a la ciudad de Roma durante tres días y tres noches de consecuencias tan trágicas como el acaecido en el año 64 en época de Nerón. Sin embargo, este nuevo incendio no es tan famoso como el que se produjo durante el Principado del último emperador de la dinastía julio- Claudia ni nadie acusó a Tito de haber incendiado la ciudad. De hecho, Dión Casio señala que “seguramente el desastre no fue de origen humano, sino divino” (Historia Romana, Libro LXVI, 24).

Lo cierto es que los incendios eran muy frecuentes en la capital del Imperio por lo que tanto César como Augusto implantaron medidas para combatirlos con eficacia, siendo la más significativa la creación de cuerpo de bomberos por parte del primer emperador. Roma era una ciudad insalubre llena de ínsulas de madera y ladrillo con numerosos locales donde se almacenaban productos altamente inflamables de todo tipo.

En esta ocasión el fuego se inició en las cercanías del Circo Flaminio, edificio que ardió en su totalidad, al igual que el Pórtico que Augusto dedicó a su hermana Octavia junto con su biblioteca. El Teatro Marcelo también se vio afectado.


Panteón de Agripa, Roma 2013

El Campo de Marte también quedó bastante arrasado. Se salvaron de las llamas el Mausoleo de Augusto y el Horologium Augusti, dos obras que han perpetuado la memoria del Padre de la Patria hasta nuestros días. No tuvieron tanta fortuna el Diribitorium, la Saepta Iulia y el Panteón, diseñados y patrocinados por el genial Agripa, que quedaron reducidos a cenizas. No obstante, los ángeles tenían planes para el más sublime edificio que se concibió jamás: restaurado por Domiciano, el Panteón fue nuevamente destruido en tiempos de Trajano, por lo que Adriano en el siglo II, inspirado por criaturas celestiales (tal y como le gustaba pensar a Miguel Ángel), lo levantó de nuevo para la mayor gloria de Roma.

Otra zona muy perjudicada fue el Capitolio donde se quemaron los templos más sagrados de la ciudad, incluido el de Júpiter.

A los edificios públicos destruidos se unen numerosas tabernas, negocios y viviendas de los más humildes, por lo que puede deducirse la gran entidad del mismo.

“Durante su mandato (el de Tito) ocurrieron algunas calamidades fortuitas, como la erupción del Vesubio en Campania, un incendio, en Roma que duró tres días y tres noches, y una peste de tales proporciones y una peste de tales proporciones como apenas se recordaba otra. En este cúmulo de adversidades de semejante calibre mostró  no sólo la solicitud de un Príncipe sino incluso el cariño que sólo un padre sabe demostrar” (Suetonio. Vida de Tito, 8, 3). Dión Casio también se hace eco de esta epidemia, diciendo que fue terrible, pero no aporta mucho más datos.


Reconstrucción del Coliseo

Ante tanta desolación Tito regaló al pueblo y a los dioses romanos lo más notable de su Principado, más de 100 días de juegos para inaugurar la más impresionante obra que Roma iba a legar a la posteridad: el Coliseo.