domingo, 9 de agosto de 2015

Hasta siempre...Agripa



Marco Vipsanio Agripa. Siglo I a.C. París. Museo del Louvre
            
         En 14 a.C. las tribus de Panonia empezaron a organizarse contra Roma. Ante la incapacidad de los generales allí destinados de frenar la sublevación, Augusto mandó a Agripa a poner orden. A pesar de haber comenzado el crudo invierno, el yerno del Príncipe partió enseguida al mando de las tropas. Julia estaba embarazada de su quinto hijo, pues ya habían nacido en el matrimonio Cayo, Lucio, Julia Menor y Agripina Mayor. La escaramuza fue breve, pues la sola presencia de Agripa en la zona sirvió para sofocar la revuelta, así que en 12 a.C. inició su regreso a Roma, ciudad a la que no logró volver.
            Ya en la península Itálica, tuvo que parar en Campania al encontrarse gravemente enfermo. Augusto, que se encontraba presidiendo unos juegos en honor de Cayo y Lucio partió junto a él nada más conocer la noticia. No consiguió encontrarlo con vida. Corría el mes de marzo, el mismo mes en que empezó la historia de su vida tras el asesinato de César. 

Monumento a Agripa. Mérida 2014

Fue un golpe tremendo para Augusto pues Agripa había sido su más fiel amigo y colaborador desde la infancia, el único que jamás lo había traicionado, el que siempre había estado junto a él, su sombra, aquel que había puesto toda su inmensa inteligencia a su servicio y al del Estado, sin pedir jamás nada a cambio y sabiendo mantenerse en segundo plano. El emperador lloró amargamente, quizás por primera vez en su vida. Si la muerte de Marcelo (acaecida 11 años antes) fue un duro varapalo, la de Agripa supuso el primer gran vacío en el corazón del hombre más poderoso del mundo.
            No se sabe de qué murió el general, que contaba con 51 años y que siempre había tenido una salud de hierro. Quizás fuera víctima de una de las muchas epidemias habituales en el mundo antiguo o tal vez su salud se deteriorara debido a los estragos del invierno en la campaña que acabada de llevar a cabo. Si padecía alguna dolencia, tan acorde con su carácter, jamás lo manifestó públicamente.
Lo cierto es que la pérdida para Roma fue inmensa e irreparable pues aunque sin el apoyo de Augusto, Agripa no hubiera llegado a ser tan poderoso, él fue el instrumento que dio forma a toda la política pensada por el emperador, quien venció  en el campo de batalla a sus enemigos, quien modeló la ciudad de mármol soñada por Augusto y, a su imagen y semejanza, edificó multitud de pequeñas Roma distribuidas por todo el Imperio, su gran legado a la posteridad.


Teatro romano, patrocinado por Agripa. Siglo I a.C. Mérida 2014

Narran las fuentes que muchos presagios anunciaron la muerte de Agripa, entre ellos el incendio de la cabaña de Rómulo junto a su casa en el Palatino.



Mausoleo de Augusto. Roma 2005

            Augusto (que llevó luto durante un mes entero) le dedicó un funeral de Estado, encargándose él mismo de leer el discurso funerario así como de depositar la urna con las cenizas en su Mausoleo, donde ya reposaban las de Marcelo. Cuando nació su último hijo (al que no llegó a conocer) Augusto lo llamó Agripa Póstumo para que no se perdiera el nombre de su padre. Agripa en su testamento legó toda su fortuna al emperador y los baños que había construido y sus jardines, al pueblo de Roma, que aún hoy recuerda su figura con gran cariño. El Panteón, el más bello ejemplo arquitectónico de la antigua Roma, sigue exhibiendo su nombre en su dintel. La mejor manera de alcanzar la inmortalidad por parte de un hombre ejemplar.


Panteón de Agripa. Siglo II d.C. Roma 2013

   “Fue enterrado en el propio Mausoleo del emperador, aunque Agripa había preparado uno para sí mismo en el Campo de Marte. Este fue el final de Agripa, que en todos los sentidos se había mostrado claramente como el más noble de los hombres de su época y había utilizado su amistad con Augusto, con miras de ofrecer el mayor provecho tanto para el propio emperador como para el Imperio. El que superó a todos en excelencia, se mantuvo por su propia voluntad a las ordenes del emperador y al mismo tiempo dedicó toda su sabiduría y valentía a los más altos intereses de Augusto, y todos ellos prodigados y por el honor e influencia que recibió de él hacía el beneficio de los demás. 
Es por esto, en particular, que él nunca se convirtió en odiado por Augusto ni por sus conciudadanos, por el contrario, ayudó a Augusto para establecer la monarquía, como si fuera realmente un dedicado valedor del régimen autocrático. Y se ganó a la gente en su beneficio, como si fuera el más alto grado de un gobierno popular. 
En cualquier caso, incluso a su muerte dejó sus jardines y los baños que llevan su nombre para que en ellos puedan bañarse los ciudadanos sin pagar y, a tal fin dio a Augusto determinadas fincas. Y el emperador no sólo revirtió éstas al Estado, sino también distribuyó a la población cuatrocientos sestercios a cada uno, dando a entender que había sido Agripa quién así lo ordenara. De hecho Augusto había heredado la mayor parte de los bienes de Agripa, incluida la Chersonese en el Hellespont, que habían llegado de alguna manera u otra a ser propiedad de Agripa. 
Augusto sintió su pérdida durante mucho tiempo y, por tanto, propició que fuera honrado a los ojos del pueblo, y llamó al hijo póstumo nacido de él como Agripa”.
                                                                                  Dión Casio. Historia Romana

4 comentarios:

  1. Magnífico homenaje al gran Agripa. Enhorabuena. Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  2. Al parecer, uno de los pocos hombres consecuentes y leales de aquella época.

    ResponderEliminar
  3. Si...un gran hombre con mayúscula...Un saludo

    ResponderEliminar