miércoles, 5 de febrero de 2014

El sobrino nieto de César


 Augusto de Prima Porta. S. I d.C.  Museos Vaticano. Roma 2011
Julio César. S. II d.C. Roma. Museos Capitolinos.
Fuente: http://www.enigmasdelmundo.com/2011/05/julio-cesar-una-premonicion-fatal.html


El primer acto público del adolescente Octavio fue en el 51 a.C cuando con 12 años fue el encargado de leer el panegírico funerario en el entierro de su abuela Julia. A pesar de su corta edad, logró llamar la atención de todos, por su belleza, cuidada oratoria y saber estar.
No se sabe con certeza cuando empezaron los contactos con Julio Cesar, sin duda alguna la relación más importante de su vida, pues durante la infancia de Octavio el gran general estuvo ausente conquistando las Galias. Sí sabemos que el 18 de octubre del 48 a.C, el mismo día de la ceremonia en la que Octavio vistió la toga viril, dejando atrás su condición de niño, César en calidad de Pontifex Maximus ordenó nombrarlo pontífice de su Colegio sacerdotal.
También sabemos que desde que lo conoció, César, que no tenía descendientes, pues su única hija legítima, Julia, murió muy joven intentando dar a luz, se sintió fascinado por la inteligencia, perspicacia y seriedad del muchacho, prefiriéndolo claramente a los otros nietos de sus hermanas. Por eso, a su vuelta de Egipto en el 47 a.C,  lo  nombró patricio, lo que liberaba a Octavio de su dudoso origen.
Cuando César tuvo nuevamente que partir en dirección a África para combatir a los últimos reductos pompeyanos, Octavio, que ya tenía 16 años quiso acompañarlo, pero su madre Atia se lo prohibió alegando su juventud, y  como no gozaba de buena salud, prudente como era, el joven obedeció.
El afecto de César por su sobrino queda patente a su regreso victorioso cuando lo cubrió de honores: lo hizo desfilar a su lado en la celebración de sus Triunfos de sus victorias  militares y lo condecoró con insignias militares a pesar de no haber participado en las campañas, lo nombró Prefecto de la Ciudad, lo que permitió al  joven celebrar juicios, aunque de carácter simbólico en el Foro por primera vez, empezando a despertar la admiración de todos. Del mismo modo se hacía acompañar por él en numerosos actos públicos. Era tal el acercamiento entre ambos que la gente empezó a acudir a Octavio para obtener favores de César, a los que éste accedía la mayoría de las veces.

Cuando César partió una vez más en dirección Hispania detrás de los hijos de Pompeyo, Octavio tampoco pudo acompañarlo en esta ocasión al encontrarse de nuevo seriamente enfermo, algo que preocupó mucho al dictador. No obstante, en cuanto notó una cierta mejoría, aún convaleciente lo siguió en un viaje cargado de vicisitudes en el que sobrevivió incluso a un naufragio. Si bien cuando tío y sobrino se reunieron, la guerra hacía 7 meses que había terminado, César se sintió profundamente complacido de su arrojo y tesón al haber sabido vencer todos los obstáculos para alcanzar su objetivo.
Por eso, en el 45 a.C lo nombró jefe de la caballería y lo envío a Apolonia, con el fin de que se entrenara con el ejército acampado en dicha ciudad griega y al mismo tiempo completara su formación académica. En 4 meses se encontrarían de nuevo allí para iniciar la guerra contra los partos. Por primera vez, Octavio tendría la oportunidad de luchar a lado de César en una verdadera batalla.

Busto de un jovencísimo Octavio en su época de Apolonia. S. I a.C. Roma. Museos Vaticanos
Fuente: http://www.adevaherranz.es/Arte/UNIVERSAL/EDAD%20ANTIGUA/ROMA/ESCULTURA/Art%20Esc%20I

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