martes, 24 de enero de 2017

El ascenso de Sejano

En el año 26 d.C. Tiberio decidió retirarse a la isla de Capri (a su suntuosa Villa Jovis), dejando todos los asuntos de gobierno en las manos de su Prefecto del Pretorio, Lucio Elio Sejano, de quien el emperador dependía cada vez más a medida que crecía su aborrecimiento por el poder.

Busto de Tiberio. Siglo I d.C. Colonia. Romish-Germanisches Museum
Fuente: By Carole Raddato from FRANKFURT, Germany - Tiberius, Romisch-Germanisches Museum, CologneUploaded by Marcus Cyron, CC BY-SA 2.0, 

Sejano nació en 20 a.C. en el seno de una familia de orden equestre originaria de Volsinii (actual Bolsena en Etruria). Su abuelo entró en la esfera de la familia imperial a través de su amistad con Terencia, la mujer de Mecenas (uno de los más grandes colaboradores de Augusto). Entre los años 2 y 4 a.C. Sejano fue nombrado miembro de la guardia pretoriana, acompañando al nieto y heredero de Augusto, Cayo Cesar, en su campaña en Armenia en el año 1 a.C.. Cuando Tiberio se convirtió en emperador nombró a Sejano Prefecto del Pretorio, como colega de su padre Lucio Seio Estrabón, aunque al año siguiente éste último fue nombrado gobernador de Egipto quedando Sejano como el único comandante al mando del prestigioso cuerpo.
Y fue entonces, a partir del año 17,  cuando Tiberio realizó un profundo cambio en la estructura y funcionamiento de la guardia pretoriana: dejó de ser un simple cuerpo de salvaguarda del emperador para convertirse en una organización de gran influencia en la vida administrativa, en los asuntos de gobierno y en la Seguridad Pública pues el nuevo César le traspasó la protección de la ciudad. En ese momento, los distintos campamentos en los que los pretorianos se dispersaban por la ciudad de Roma fueron trasladados a uno construido especialmente para ellos, la Castra Praetoria, dándole a Sejano el mando de entre 6.000 y 9.000 soldados, en los que aquel sustentó su anhelo de poder.


Sejano (Patrick Stewart) en un fotograma de la serie Yo, Claudio

En su  nueva posición, Sejano cultivó desde el primer momento el favor de Tiberio, un hombre desconfiado y carente de afectos sinceros a su alrededor, convirtiéndose pronto en su principal asesor. El emperador no dudaba en demostrar su afecto hacia él, llamándole su “compañero” y mandando erigir estatuas del prefecto por toda la ciudad. Del mismo modo, lo nombró pretor y nombró a los seguidores de Sejano en importantes puestos.
Estos privilegios concedidos al prefecto del pretorio no sentaron nada bien a la clase senatorial ni a algunos miembros de la familia imperial, especialmente a Druso, el hijo de Tiberio. La enemistad entre ellos se remonta al año 15 cuando ambos partieron hacia Germania y Panonia a sofocar un motín de las legiones allí acantonadas. Esta animadversión fue creciendo a lo largo de los años, incrementándose a la muerte de Germánico cuando Druso fue nombrado claramente sucesor al trono del Imperio y Tiberio empezó a delegar tareas de gobierno en él. A pesar de ello, Sejano no cesó en su empeño de acercarse a la familia imperial consiguiendo concertar el matrimonio entre su hija y el hijo del futuro emperador Claudio, sobrino nieto de Tiberio. Este matrimonio no llegaría a celebrarse.
 Entre los dos se originó incluso una pelea en la que Druso golpeó a Sejano. Éste último, inseguro aún de su posición en esta etapa, ocultaba su fiero carácter y le respondía con un tono amable que denigraba aún más al hijo de Tiberio que “se quejaba repetidamente de que su padre, teniendo un hijo vivo, llamara a otro como ayudante en el Imperio” (Tácito. Anales. Libro IV, 7, 1).


Druso el Menor. Siglo I d.C. Museo de las Termas. Roma 2013

Sin embargo Sejano entre bambalinas, sedujo a la esposa de Druso, Claudia Livila y entre ambos envenenaron al hijo de Tiberio en 23 d.C. haciendo creer a todos que su muerte había acaecido de forma natural a causa de los numerosos excesos de la vida licenciosa que llevaba en la que predominaba su asistencia a banquetes, bacanales y prostíbulos
Tiberio, amargado porque sus planes se habían frustrado, empezó poco a poco a desentenderse de las tareas de gobierno dejando gran parte de los asuntos que antes delegaba en Druso en manos de Sejano, mientras que crecían los hijos de Germánico (en esa época el mayor Nerón tenía 17 años) y su único nieto natural Tiberio Gemelo (su hermano había fallecido siendo muy pequeño).
No obstante, Sejano, que es uno de los personajes más ambiciosos y oscuros de la antigua Roma, tenía otros planes. Así en el año 25, tras divorciarse de su esposa Apicata solicitó al emperador la mano de Livila para asegurarse un puesto en la dinastía Julio Claudia como candidato al trono imperial. Pero él no era Agripa ni Tiberio Augusto, así que para estupor de todos el emperador declinó su oferta dándole un toque de atención y recordándole cual era su posición: “te engañas, Sejano, si crees que permanecerás en el mismo rango social, y que Livila, que estuvo casada primero con Cayo César (nieto de Augusto) y luego con Druso, va a hacerse a la idea de envejecer al lado de un caballero romano. Suponiendo que yo lo permita ¿crees que lo soportarán quienes han visto a su hermano, a su padre y a nuestros mayores en los más altos mandos? Cierto que tú quieres permanecer en el lugar que ocupas; pero aquellos magistrados y notables que, aunque tú no quieras, llaman a tu puerta y te consultan sobre todo, no ocultan sus quejas de que ya hace tiempo que has sobrepasado el nivel propio de un caballero y que has superado con mucho las amistades de mi padre; y por envidia a ti, me acusan también a mí” (Tácito. Anales. Libro IV, 40,4).
Esta replica inesperada no amilanó a Sejano, sólo lo obligó a cambiar de estrategia. Por un lado, consiguió casar a su hermana Elia Petina con el sobrino del emperador Claudio (en el año 28) y por otro, empezó a idear en su mente la eliminación uno a uno de todos los descendientes de Germánico, aprovechando los recelos de Tiberio hacia lo que él creía la desmesurada ambición de Agripina la mayor (nieta de Augusto y madre de los jóvenes).
Así, con Tiberio en Capri, Sejano leía toda la correspondencia entre él y el Senado. A pesar de ello, sus aspiraciones desmedidas se veían frenadas por el gran poder que aún detentaba desde la sombra una anciana mujer de 87 años que, aunque retirada de la vida pública en su Villa de Prima Porta, seguía poseyendo una inmensa red de influencias y, por encima de todo, el favor del pueblo de Roma, siendo su única presencia capaz de mantener a raya tanto a Tiberio como a Sejano. Livia, que seguía gozando de una salud de hierro, aunque también recelaba de Agripina, quizás por fastidiar a su hijo y parar los pies a Sejano, la tenía bajo su protección tanto a ella como a sus hijos. De hecho, el menor de ellos, Cayo Calígula (que a la muerte de Druso el menor tenía 11 años), vivía con ella desde el momento en que las relaciones entre Agripina y Tiberio comenzaron a tensarse. 


Livia (Sian Phillip) en unn fotograma de Yo, Claudio. 1976

2 comentarios:

  1. Livia con 87 años...qué vitalidad!!! Es como si llegara hoy a los 120. Sí que se cuidó bien.

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    1. Dicen que el secreto de su longevidad residía en que tomaba cada día un vasito de Pucino, un vino italiano famoso en aquella época, y que hoy en día no saben a ciencia cierta con que clase de vino se corresponde. Además era muy aficionada a la naturopatía con plantas que ella misma cultivaba en Prima Porta. Elaboró incluso un dentrífico. Una mujer excepcional, sin duda.

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