martes, 25 de marzo de 2014

Retratos de Augusto

A excepción del busto de la Gliptoteca de Munich (mi favorito entre los que se conservan del emperador) la Exposición ha logrado reunir los más importantes retratos de Augusto. Ya se han analizado los dos más imponentes: el Augusto de Prima Porta y el Pontifex Maximus. Ahora quiero hacer una recopilación de otros tantos interesantes en los que se refleja su evolución desde un joven triunviro ansioso de poder a la imagen serena de un príncipe perfecto de belleza apolínea acorde con las reformas de la moral y la dignitas que él mismo impulsó. 
  • Busto de Octaviano. 40 a.C. Roma. Museos Capitolinos


         Este modelo tan fidedigno, en el que se aprecian sin ninguna duda los rasgos del futuro Augusto, es el primer tipo de retrato oficial que se le conoce. Aquí el heredero de César (con tan sólo 23 años) se nos muestra en toda su plenitud; de rostro delgado y cabellos despeinados hacia un lado, su expresión tensa está llena de la ambición que habría de llevarlo a detentar el poder absoluto. El ceño fruncido concentra la fuerza expresiva en la mirada, de la cual emanaba ese ímpetu divino,  del que tanto hablan las fuentes.
Transmite la imagen de un hombre de acción, de un líder resolutivo que a pesar de su corta edad se enfrenta a la misión de reorganizar la República a través del apoyo del pueblo y de sus legiones a las que guía con absoluta seguridad. 

  • Estatua ecuestre del Mar Egeo. Último cuarto del Siglo I a.C. Atenas. Museo Arqueológico Nacional
         

        Este tipo ecuestre en bronce, único que se ha conservado de la Edad Augustea, fue encontrado en los años 70 en el Mar Egeo junto a la Isla de Eubea.
Puede datarse casi con toda seguridad con posterioridad a la Batalla de Accio, pero no mucho más por su parecido fisonómico al busto anterior, aún exento de un alto grado de idealización, aunque su rostro es más maduro. Muestra al Príncipe con la vestimenta militar propia de los equites senatoriales (una túnica con una tira púrpura denominada clavus purpurea) con una espada al lado y el manto de flecos de campaña cubriendo sus hombros atado sobre el brazo derecho por un broche lo que lleva a la interpretación de la escultura como un general victorioso que regresa de la campaña dotado de un imperium legítimo. Su mano derecha alzada en posición de saludo refuerza esta imagen.

  • Busto con corona cívica. 27 a.C. Roma. Museos Capitolinos
     

       En uno de sus bustos más bellos el príncipe ciñe sus sienes con una espectacular corona que según algunos es de mirto y para otros es una corona triunfal de oro enriquecida con tres grandes piedras preciosas. El rostro no difiere mucho del modelo Prima Porta (impuesto a partir del 27 a.C cuando recibe el título de Augusto) que lo idealiza y lo priva de toda expresión lo que incrementa la espiritualidad.

  • Busto de Augusto de Meroe (Nubia). 29-20 a.C. Londres. Museo Británico


Es un retrato en bronce que sigue también la estela de Prima Porta; sin embargo difiere de éste en el vigoroso movimiento de la cabeza y en la boca semiabierta lo que le confiere una mayor expresividad, que se acentúa en la mirada en la que el excelente estado de conservación de la policromía hace recordar el “fulgor del sol” que atribuye Suetonio al rostro de Augusto.

  • Escultura de Augusto heroizado. siglo I d.C. Arlés. Musée departemental Arles Antique


 Esta escultura colosal (mide 2,30 metros) fue hallada en el teatro antiguo de Arlés (Francia). El modelo a seguir es nuevamente el de Prima Porta y el Doríforo de Policleto con sus formas plenas y geométricas. El cuerpo semidesnudo se cubre con unos ropajes en los que están conseguidos el estudio de los pliegues. En el rostro se identifican las dulces facciones del Príncipe aunque esculpidas de forma más rudimentaria lo que puede deberse a que sea una obra local no importada desde Roma. Aquí el emperador se identifica con Júpiter, padre de todos los dioses, en un tipo de representación que como ya he indicado en otra ocasión no le era muy grata.

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