domingo, 25 de marzo de 2018

Aliter dulcia o el origen de la torrija

Como hoy comienza la Semana Santa quiero dedicar esta breve reseña al origen romano del dulce más típico de la Cuaresma: la torrija.
La primera referencia de un producto de elaboración parecida la realizó el gastrónomo Apicio, que vivió en época Tiberio. Marco Gavio Apicio es un extravagante personaje que dedicó su vida y su fortuna a la organización de impresionantes banquetes en los que se deleitaba en asombrar a sus invitados con nuevos y exóticos sabores. A él se debe, el libro de cocina más antiguo conservado: De Re Coquinaria.


En éste incluye la receta de un dulce que él denomina Aliter dulcia, que consistía en pan bañado en leche, cocido y cubierto de miel. Apicio indica que se debe “poner en leche la miga de pan de mosto (el de África es el de mejor calidad). Cuando haya absorbido bien la leche, ponerlo en el horno sólo un momento, para evitar que se seque. Sacar y untarlo con miel mientras está caliente, pichándolo para que la absorba. Espolvorear pimienta y servir” (De Re Coquinaria, Libro VII, XI).
En España, la torrija aparece ya documentada en el siglo XV. Comenzó a prepararse para insuflar energía a las parturientas tras dar a luz.
Con posterioridad se asoció a la Cuaresma, aunque no se sabe el motivo con exactitud; quizás porque en el tiempo que no se podía comer carne era una forma de no desperdiciar el pan sobrante, que también se consumía en menor cantidad o, al ser un producto de gran aporte calórico, se utilizaba para compensar los períodos de abstinencia.
No sólo se elaboran en España sino que muchos países tienen su propia versión, como es el caso de Francia (pain perdu), Gran Bretaña (knights of Windsor)o Alemania (Arme ritter), entre otros.

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