La mayoría de
historiadores coinciden en que Claudio se inspiró en el modelo político de Augusto
para desarrollar su labor de máxima autoridad del mundo romano, aunque salpicado
por algunos matices del de Julio César. Pero es sobre todo el patrón augusteo el
que se evidencia en muchas de sus intervenciones políticas.
Augusto Pontifex Maximus. Siglo I d.C, Museo de las Termas. Roma 2011
En primer lugar, frente
a las tendencias orientales manifestadas por Calígula, él volvió sus ojos hacia
Occidente. Al igual que el primer emperador protegió las tradiciones religiosas
romanas y no admitió que se le tributaran en vida honores divinos. Su política
militar, su labor municipalizadora y su política exterior también están
claramente basadas en las de Augusto. No obstante, en esta última faceta, al
retomar el anhelo de Julio César de conquistar Britania se apartó ligeramente de
la idea de su tío abuelo de no expandir más las fronteras del Imperio
A pesar de esta
influencia inició una serie de proyectos de mejora dentro de la administración
del imperio.
Claudio heredó unas
finanzas públicas muy mermadas como consecuencia de los derroches de Calígula y
de la gestión administrativa de los senadores. Para mejorar la administración
financiera la dotó de personal especializado, reemplazando al Senado (que había
controlado al Tesoro Público) por cuestores que fueran responsables del mismo.
Claudio incluso llegó a servirse del ejército para mejorar los ingresos
haciendo a las legiones trabajar duro en la extracción de minas y en la
construcción de infraestructuras.
El Templo de Saturno, erario de Roma. 42 a.C. Roma 2011
Del mismo modo, el nuevo
emperador reorganizó los servicios centrales de la administración, ampliando el
número de secciones con funciones específicas. Así a la oficina central ad epistulis, (encargada de la
correspondencia oficial y dirigida por el liberto Narciso), se le añadieron otras:
a libellis (regentada por Calixto y
encargada de atender peticiones), a
studiis (responsable de proyectos administrativos), a cognitionibus (oficina que preparaba los documentos sobre
procesos judiciales en los que intervenía el emperador, a rationibus (oficina central de finanzas bajo la dirección de
Palas). De ésta dependían otras ubicadas en cada capital de provincia imperial,
las que a la vez controlaban la actividad de otras sedes menores encargadas del
cobro de impuestos indirectos. Al igual que en épocas anteriores había poca
distinción entre el Erario público y la fortuna personal del emperador.
En esto se pone de
manifiesto el gran poder que Claudio depositó en sus libertos imperiales. Sin
ser el primer emperador que usó libertos para ayudarle en sus tareas, sí que
incrementó su influencia, debido en parte a la gran desconfianza que sentía
hacia el Senado, una institución que le era muy hostil. La gran centralización
de funciones a las que se vio abocado derivó en el nombramiento de más
libertos, al mismo tiempo que pretendía rebajar el gran poder acumulado por
Calixto (el liberto de Calígula). Así, Narciso se convirtió en su secretario
personal, Palas en secretario a cargo de la tesorería, Calixto fue nombrado secretario
de justicia mientras que Polibio se encargaba de asuntos varios. No obstante,
en contra de muchas fuentes antiguas (que convierten en muchas ocasiones a
Claudio en un títere a manos de los antiguos esclavos) hay evidencias de que el
emperador mantuvo el control en todo momento pues, cuando alguno cambió, la
política siguió siendo la misma.
Claudio. Siglo I d.C, Roma. Museos Vaticano
En cuanto a la justicia,
Claudio siguiendo el ejemplo de Augusto intervino activamente en su
administración. Dos características propias de esta época son en primer lugar
que el emperador actuaba de juez en procesos extraordinarios; en segundo lugar,
consiguió otorgar capacidad jurídica a los procuradores para resolver pleitos
menores relacionados en la esfera de su competencia. Ambas medidas limitaban
los campos de actuación de los senadores pero consintieron una administración
de justicia más ágil y menos corrupta.
Por otro lado, fue más
generoso que Augusto a la hora de conceder la ciudadanía romana a gentes de
provincias pues entendió que el Imperio no podía continuar marcando una acusada
diferencia entre Italia y el resto de las provincias cuando éstas soportaban
las cargas fiscales y militares en mayor medida que Italia. Según recoge Tácito
en los Anales, en el año 28 a.C. con Augusto el censo de ciudadanos romanos
adultos estaba en 4.063.000 mientras con Claudio en el años 47, d.C. los
ciudadanos romanos ascendían a 5.987.072. No obstante, Claudio castigó la
asunción ilegal de ciudadanía con dureza.
Inscripción con la concesión de la ciudadanía romana otorgada por Claudio a los habitantes de Volubilis (actual Marruecos)
Fuente: De Dorieo - Trabajo propio, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=38579583
Los edictos en época de
Claudio son abundantes y de muy variada índole. Por ejemplo, en el campo de la
medicina hay uno que aconsejaba el uso de tejo europeo (a pesar de su gran
toxicidad) contra la mordedura de serpiente. Otro muy famoso es aquel que
fomentaba la expulsión de flatulencias en público para mejorar la salud. Uno de
sus edictos más famosos hace referencia a los esclavos enfermos, que eran
abandonados en el Templo de Asclepio por sus amos para que muriesen. Si alguno
sobrevivía los amos lo reclamaba. Claudio estipuló que los que se recuperasen
serían libres. Además, si algún dueño decidía optar por matar al esclavo
enfermo, sería acusado de asesinato.
Claudio también fue un
gran promotor de obras públicas destacando en su Principado la construcción del
Puerto de Ostia que debía evitar las frecuentes inundaciones y acabar con la
escasez de grano.