“Cuando recibió la noticia de
esta derrota, Augusto fijó guardias por toda la ciudad, para prevenir cualquier
tumulto, y prolongó su mandato a los gobernadores de las provincias para que
pudieran contener a los aliados al ser personas expertas en el trato con ellos.
Hizo también voto a Júpiter Óptimo Máximo de unos grandes juegos si la
situación política cambiaba para mejor, como se había hecho en la guerra de los
cimbros y en la de los marsos. Cuentan, por último, que quedó tan consternado
que durante varios meses se dejó crecer la barba y los cabellos; que se
golpeaba a veces la cabeza contra las puertas gritando: “Quintilio Varo,
devuélveme mis legiones!”, y que consideró cada año el día de la derrota como
día de dolor y de luto”.
Suetonio. Vida de Augusto. Libro II, 23, 1-2
Augusto. Siglo I a.C. París. Museo del Louvre. Foto de Bill Storage y Laura Maish
Poco duró la alegría en la familia imperial
pues sólo 5 días después de la finalización de la revuelta Ilírica, en otoño
del año 9 d.C., los ejércitos romanos asentados en Germania fueron duramente
masacrados en la batalla del bosque de Teutoburgo y que sería la mayor
derrota sufrida por Augusto durante su Principado.
En aquellos años, era gobernador de
Germania Publio Quintilio Varo, casado con una sobrina nieta de Augusto. Aunque
no era un brillante general había prestado buenos servicios en Siria donde
había sofocado una rebelión judía. Su política era romanizar lo antes posible
Germania y a la fuerza en caso necesario. Ese fue su gran error. "Los soldados romanos se encontraban en Germania invernando y fundando ciudades, mientras los bárbaros se adaptaban al nuevo tipo de vida, frecuentaban las plazas y se reunían pacíficamente [...] sin haber olvidado sus antiguas costumbres [...] iban progresivamente perdiéndolas [...], pero cuando Varo asumió el mando del ejército que se encontraba en Germania [...] los forzó a adecuarse a un cambio demasiado violento, imponiendo sus órdenes como si se dirigiese a esclavos y obligándolos a unos impuestos exagerados [...]. Los germanos no toleraron esta situación, por lo que sus líderes comenzaron a restablecer el antiguo y tradicional estado de cosas, mientras sus pueblos preferían los precedentes ordenamientos antes que el dominio de un pueblo extranjero. Pero aún no se rebelaron abiertamente".(Dión Casio. Historia Romana. LVI, 18).
A esto se unía la incompetencia de Varo para entender la psicología del pueblo cuyo control se le había encomendado "[...] Varo creía que los germanos podían ser civilizados con el derecho y las leyes, aquel pueblo que no se había podido domar con las armas. Con esta convicción llegó a Germania donde esperaba encontrar hombres que gozaban de la serenidad de la paz y se pasaba el período estivo impartiendo justicia [...] delante de su tribunal [...] pero los germanos, muy astutos en su extrema ferocidad fingiendo haberse romanizado indugeron a Varo a una total desatención de los problemas reales. Varo pensaba que era un Pretor urbano impartiendo justicia en el Foro romano en lugar del comandante en jefe de un ejército en Germania". (Veleyo Paterculo. Historia Romana. II, 117).
Para consolidar su posición llevó a cabo una red de alianzas con algunos pueblos germanos, en especial con los queruscos, liderados por un tal Arminio, ciudadano romano de 25 años, miembro de los equites debido a que había luchado en el ejército romano. Algunos de los oficiales al mando de Varo trataron de prevenirle sobre Arminio, pero el gobernador no les prestó atención.
Mapa de la
Germania romana
Fuente: De Cristiano64 - Trabajo propio, CC BY-SA
3.0,
Busto atribuido a Arminio.Siglo I a.C. Moscú. Puskin Museum
Para consolidar su posición llevó a cabo una red de alianzas con algunos pueblos germanos, en especial con los queruscos, liderados por un tal Arminio, ciudadano romano de 25 años, miembro de los equites debido a que había luchado en el ejército romano. Algunos de los oficiales al mando de Varo trataron de prevenirle sobre Arminio, pero el gobernador no les prestó atención.
Así en el año 9 d.C., Varo cruzó el
Rin y estableció sus legiones en territorio querusco. Sólo dejó dos en la otra
orilla del río. Alertado por Arminio de una presunta sublevación, un inmenso
ejército formado por tres legiones (la
XVII , la XVIII
y la XIX ), 6
cohortes auxiliares y 3 alas encabezadas por Varo se adentraron en el bosque de
Teutoburgo. En un momento determinado Arminio se alejó con la excusa de organizar la fuerzas aliadas, uniéndose a los germanos que esperaban ocultos por la
niebla y por la frondosidad del bosque. Al mismo tiempo habían construido una empalizada
camuflada y excavada en la montaña, donde podían esperar al enemigo sin ser
visto. Habían cortado árboles que dejaron caer al paso de las
legiones romanas creando gran desconcierto, momento que aprovecharon los
germanos para lanzar una lluvia de dardos. A continuación se produjo una lucha
cuerpo a cuerpo en la que el pesado equipo de las legiones se volvió en su
contra en un terreno como el de Teutoburgo. En un determinado punto los romanos
comenzaron a huir y Varo fue herido. Temiendo ser capturado se suicidó. La
mayoría de los altos oficiales siguieron su ejemplo.
Batalla del
bosque de Teutoburgo. Otto Albert Koch. 1909
Fuente: De Otto Albert Koch -
www.lwl.org, Dominio público,
El ejército romano fue masacrado
produciéndose un gran número de bajas (se piensa que unos 18.000 hombres perdieron la vida). Así
y todo hubo lugar para alguna heroicidad: el joven oficial Casio Querea (que
años después se haría famoso por asesinar a Calígula) dirigió la huida de
algunos legionarios, que fueron los encargados de difundir el desastre. Los
germanos apresaron a unos 1500 prisioneros, de los que algunos fueron vendidos
como esclavos y la mayoría fueron sacrificados en altares como ofrendas a sus dioses.
La cabeza de Varo fue enviada a Augusto, a quien la derrota lo
alteró más que ninguna otra cosa en su vida. Ni siquiera la muerte ni la deshonra
de sus seres más queridos lo llevaron a un estado de desolación tan grande, pues
sólo ahora sintió que el logro de su vida estaba a punto de desvanecerse. El emperador,
con 72 años, deportó a todos los germanos de su guarda personal así como a las
comunidades gala y germanas que vivían en Roma. Nunca se recuperó del tremendo
golpe. Se rasgó las vestiduras y llevó luto durante mucho tiempo sin afeitarse
ni cortarse los cabellos. Cada aniversario del desastre lo vivió con hondo
pesar.
A pesar de la angustia del Príncipe nunca hubo una amenaza real
de invasión de Italia y el descalabro fue menos importante de lo que se ha venido considerando; no obstante el gran miedo psicológico que provocó en el pueblo romano la posibilidad de que se produjera una invasión bárbara resucitó el antiguo pánico que invadió a la población cuando Aníbal, algunos siglos antes, consiguió llegar hasta las puertas de Roma. Aunque sí es cierto que a partir de ahí, Roma no intentó
más someter el norte de Germania pues era una zona muy conflictiva para los
escasos beneficios que reportaba. Las
fronteras quedaron fijadas en el Rin y en el Danubio. Nunca más se usaron los
números de las legiones masacradas para nominar otras nuevas.
En principio el Príncipe envió a Tiberio para restablecer el
orden en la zona con un nuevo ejército formado con veteranos y libertos. El hijo adoptivo de Augusto demostró una vez más ser un excelente general, pues sin temor alguno, no se contentó con pacificar la zona, sino que organizó nuevos ataques, abriendo nuevos caminos y devastando todos los territorios por los que pasaba sin registrar pérdidas en su ejército. Ya en el año 13, el emperador envío a sustituirlo a Julio César Germánico, que con sólo 28 años
llegó hasta el mismísimo bosque de Teutoburgo, donde aún se esparcían los
restos de los legionarios derrotados.
Bosque de
Teutoburgo bajo la Niebla.
Fuente: De Nikater - Trabajo
propio, GFDL,
“Germánico avanzó hasta el
confín extremo de los brúcteros, y fue devastado todo el territorio entre el
Ems y el Lippe, no lejos del bosque de Teutoburgo, en el que se decía que
estaban insepultos los restos de Varo y sus legiones. Por ello se apoderó de
Germánico el deseo de rendir postreras honras a aquellos soldados y a su
general; todos los militares presentes se movían a conmiseración al pensar en
los allegados, en los amigos, en fin, en los reveses de la guerra y en la
suerte humana. Tras enviar por delante a Cécina con la misión de explorar las
partes escondidas de los bosques y de tender puentes y terraplenes sobre el
suelo húmedo y poco seguro de los pantanos, penetran en aquellos tristes
lugares de aspecto y memoria siniestros. El primer campamento de Varo, por lo
amplio de su recinto y las medidas del puesto de mando, denotaba el trabajo de
las tres legiones. Luego se veía que los restos ya diezmados del ejército se
habían asentado en una fortificación que se hallaba medio derruida, con una trinchera
de escasa profundidad. En mitad del llano, huesos blanquecinos, esparcidos o
amontonados según hubieran huido o resistido. Al lado yacían trozos de armas y
restos de caballos; también había cabezas clavadas en los troncos de los
árboles. En los bosques cercanos estaban los altares de los bárbaros, ante los
cuales habían sacrificado a los tribunos y a los centuriones de los primeros
órdenes. Y los supervivientes de aquel desastre, que habían escapado del
combate o del cautiverio, contaban cómo aquí habían caído los legados, allá les
habían arrebatado las águilas; donde había recibido Varo su primera herida,
donde había hallado la muerte por un golpe de su desdichada diestra; en que
tribuna había pronunciado Arminio su arenga, cuántos eran los patíbulos para
los cautivos, cuáles las fosas, y cómo habían hecho altanero escarnio de
enseñas y águilas.
Así el ejército romano que
allí había llegado, a los seis años del desastre, daba sepultura a los huesos
de las tres legiones; nadie sabía si enterraba restos de extraños o de los
suyos, mas procedían como si todos hubieran sido allegados y aun consanguíneos,
acrecentada su ira contra el enemigo y a un tiempo tristes y llenos de odio.
Germánico colocó el primer terrón para levantar el túmulo, en un gesto de piedad
para con los muertos y asociándose al dolor de los presentes. Ello no le
pareció bien a Tiberio, ya porque juzgara mal todo cuanto Germánico hacía, ya
por creer que la visión de aquellos hombres muertos e insepultos menguaría los
ánimos del ejército de cara al combate y ante un enemigo tan temible, y que un
general en jefe, investido con el augurio y los más antiguos ritos, no debía
haber puesto su mano sobre objetos fúnebres”. (Tácito. Anales. Libro I, 60-63).
Germanico. Siglo
I d.C. Amelia Terni. Museo Archeologico
Fuente: Di Moreno Lupparelli -
Opera propria, CC BY-SA 3.0,
Germánico no sólo demostró su inmensa calidad humana sino que
también ahuyentó cualquier mal augurio; así, obligó a salir a Arminio,
derrotándolo en la batalla de Idistaviso (en el año 16), donde se puso de
manifiesto su genialidad militar, acabando con la sublevación y recuperando dos de los estandartes arrebatados a las legiones. La batalla se saldó con 15.000 bajas germanas frente a sólo 1000 romanas. A pesar de ello no logró
capturar ni matar al líder querusco, aunque lo anuló casi por completo hasta el
punto que acabó siendo asesinado por los suyos. Sí apresó en cambio a su esposa Thusnelda entregada al joven general por su propio padre al haberse casado con Arminio contra su voluntad. Thusnelda fue exhibida en el desfile triunfal de Germánico por las calles de Roma.
En 1987, el arqueólogo británico Anthony Clunn descubrió el lugar exacto donde se había desarrollado la batalla, en Kalkriese enla Baja Sajonia.
Actualmente un museo alberga en el lugar los hallazgos arqueológicos hallados
en la zona.
Arminio se despide
de Thusnelda. Johannes Gehrts, 1884
Fuente: De Johannes Gehrts
- http://www.lippische-wochenschau.de, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6381855
En 1987, el arqueólogo británico Anthony Clunn descubrió el lugar exacto donde se había desarrollado la batalla, en Kalkriese en
A pesar de su derrota final, Arminio se convirtió en un símbolo
para el nacionalismo alemán en la segunda mitad del siglo XIX. Por su parte,
Germánico se consagró como uno de los mejores generales de la historia Roma y
su popularidad ante el pueblo romano alcanzó tales extremos que suscitaría los
celos de su padre adoptivo y tío, Tiberio.
Monumento a
Arminio en Grotenburg en las cercanía de Teutoburgo. 1875