domingo, 7 de octubre de 2018

Séneca vuelve del exilio

Una de las primeras medidas que tomó Agripina tras establecerse en el Palacio Imperial fue la de buscar el mejor tutor para su hijo Nerón. Por ello, convenció a Claudio para que perdonase al filósofo y escritor Lucio Anneo Séneca que se encontraba exiliado en la isla de Córcega por orden del propio Claudio desde el año 41 (acusado de un improbable adulterio con la hermana menor de Agripina, Livila). Así, en el año 49, Séneca fue nombrado Pretor de la ciudad, y dos años después, preceptor del joven Lucio Domicio de 13 años. Probablemente Agripina lo eligió debido a su enorme popularidad e influencia. También pretendía ganar un potente aliado muy ligado al Senado en sus planes de entronizar a Nerón.

Posible busto de Séneca. Siglo I d.C. Museo de las Termas. Roma

Séneca sin dudarlo aceptó el reto pues la oportunidad de educar al futuro gobernante del mundo era única. En su mente siempre estuvo el recuerdo de Alejandro Magno y Aristóteles. No obstante, a Agripina no le interesaba tanto la enseñanza de filosofía como la oratoria. Desde el primer momento que Nerón se dirigió al Senado, siendo apenas un adolescente, quedó clara la influencia de su maestro. El joven dejó impresionados a todos, al no mostrar nerviosismo ni inquietud, con una perfecta modulación de las palabras y elocuencia. Quedó patente que había nacido para ello.
A pesar de sentirse orgulloso de sus logros, pronto pudo darse cuenta Séneca de que su joven pupilo ni se iba adaptar fácilmente a sus dictados ni poseía las virtudes de Alejandro Magno. De hecho apunta Suetonio que se decía que la noche que conoció a Nerón, Séneca soñó que su alumno era Calígula. (Vida de Nerón, 7.1).

El pequeño Nerón aún con la bulla infantil en su cuello. París. Museo del Louvre

Así y todo, Séneca no desistió en el intento de mostrar a Nerón las vías más adecuadas de detentar el poder supremo. A pesar de ser consciente del verdadero papel del emperador como monarca absoluto, el cordobés creía en las antiguas tradiciones que había defendido Augusto. Por ello centró sus enseñanzas en algunos preceptos que él consideraba fundamentales: obediencia a los que estaban al mando, férrea disciplina de las legiones,  defensa de la familia como centro de la vida del individuo y respeto por el deber. Esos eran los pilares que había llevado a Roma a dominar el mundo y su deseo era que Nerón no lo olvidase nunca. Al mismo tiempo intentó inculcarle el valor sagrado de la benevolencia
Su influencia, imprescindible durante adolescencia de Nerón, fue diluyéndose con el pasar de los años.

Nerón y Séneca. Eduardo Barrón. Finales del siglo XIX. Madrid. Museo del Prado

Agripina había completado el círculo, pues Palas su principal valedor estaba firmemente al mando de las finanzas, a la cabeza de los pretorianos había colocado a Afranio Burro, mientras que Séneca actuaba de enlace con el Senado. Todos los puestos claves estaban ocupados por afines a ella, dispuestos a despejar el camino de la sucesión para Nerón.

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