domingo, 29 de noviembre de 2015

El retiro de Tiberio

A finales del año 7 a.C. Tiberio volvió a partir hacia Germania y Augusto regresó a Roma siendo recibido con gran algarabía. Para la ocasión, Cayo César presidió unos juegos en su honor en los que Julia (la gran ausente en el triunfo de Tiberio) estuvo muy presente, lo que puso de manifiesto las diferencias irreconciliables entre el matrimonio por estas fechas.


Área construida por Agripa en el Campo de Marte

Igualmente tanto Cayo como Lucio César presidieron la inauguración del Diribitorium proyectado por su padre Agripa y que fue un gran logro de ingeniería para la época. Su techo, que se elevaba sin columnas, era el más grande de estas características construido por los romanos. Para la ocasión se celebraron juegos funerarios en honor de Agripa. Las luchas de gladiadores tuvieron lugar en la Saepta (edificio también mandado construir por el inolvidable general) en conmemoración de su gran generosidad hacia el pueblo. Todos los invitados iban vestidos de luto a excepción de Augusto. Fue un gran año para sus hijos adoptivos, que vieron ascender su popularidad hasta el punto que Cayo fue elegido durante ese mismo año cónsul con sólo 14 años y sin ser legalmente un hombre. Augusto se negó a que se llevara a cabo tal nombramiento. Y lo propuso para el cargo en el año 1 d.C., cuando tuviese 20 años.
Todas estas acciones irritaron enormemente a Tiberio, tanto, que al regresar a Roma a finales del año 6 a.C. decidió retirarse de la vida pública. Augusto había previsto enviar a su hijastro a Armenia a aplacar unas revueltas, a lo que Tiberio respondió con su anuncio alegando que “estaba cansado del cargo y necesitaba un descanso”. Argumentó que estaba agotado tras años de duro trabajo por lo que  solicitaba marchar a la isla de Rodas para llevar una vida privada tranquila en la que continuar con sus estudios.

Isla de Rodas

Augusto montó en cólera y le denegó el permiso con rotundidad. Tras varios intentos sin éxito, Tiberio se declaró en huelga de hambre hasta que el emperador aceptó. El Príncipe condenó públicamente el abandono de las tareas de gobierno por parte de su yerno, considerándolo como una traición.
El hijo de Livia salió de Italia discretamente, viajando como un particular y en Rodas se instaló en una casa modesta. Desde entonces Augusto no ocultó su desprecio hacia un hombre al que nunca había querido verdaderamente.

Busto de Tiberio. siglo I d.C. Palermo. Museo Archeologioco Regionale
Fuente: "Tiberius palermo" di User:ChrisO - Opera propria. Con licenza Pubblico dominio tramite Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Tiberius_palermo.jpg#/media/File:Tiberius_palermo.jpg

Esta situación conllevó que por primera vez en su vida y con 57 años, el Príncipe tuviera que enfrentarse solo a las tareas de gobierno, pues Cayo y Lucio eran demasiado jóvenes para ser tomados seriamente en cuenta.

Augusto (Brian Blessed) juega con los pequeños Cayo y Lucio en un fotograma de Yo, Claudio. 1976

La decisión de Tiberio desconcertó no sólo a Augusto sino que las fuentes de la  época no supieron explicar a ciencia cierta los motivos que empujaron a un hombre sano, de tan solo 36 años y altamente capacitado a desear retirarse de la vida pública.
Muchas son las interpretaciones al respecto: algunos dicen que no soportaba más las humillaciones a los que le sometía Julia y que él pensaba eran aprobadas por Augusto, otros que estaba hastiado de trabajar duramente para después legar el mando a los consentidos Cayo y Lucio, cuya facción estaba en auge. O simplemente que quería allanarle el camino a los hijos de su esposa, pues Tiberio nunca tuvo empatía con el pueblo ni un particular ansia por participar en las tareas de gobierno. Aumentaron su desazón la separación obligada de su primera esposa Vipsania y la muerte de su hermano Druso a quien tan unido se sentía.
No obstante, nadie creía que su retirada fuera definitiva por lo que todos los romanos distinguidos que viajaban a las provincias orientales hacían una parada en Rodas para presentarle sus respetos.

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