Druso. Siglo I. Nápoles. Museo Archeologico Nazionale
Nerón Claudio Druso era el
segundo hijo de Livia y del primer marido de aquella, Tiberio Claudio Nerón.
Nació el 14 de enero del año 38
a .C., estando ya su madre prometida con Augusto, de ahí
que corrieran rumores sobre la verdadera paternidad del recién nacido “Hay afortunados que tienen hijos a los tres
meses” (Suetonio. Vida de Claudio
1).
Si bien basta una mirada a
los retratos que han llegado de Druso para descartar la paternidad de Augusto
(las facciones del joven son por completo claudianas muy semejantes a las de su
hermano Tiberio), con la finalidad de acallar rumores en una etapa en la que su
posición política era muy incierta, envió al pequeño junto con su hermano
Tiberio a casa de su padre. Por mi parte pienso que Druso no podía ser de
ninguna manera hijo de Augusto pues éste anhelaba más que nada en el mundo un
heredero varón de su sangre; nadie le hubiera impedido siendo ya emperador y el
hombre más poderoso del mundo reconocerlo como tal o incluso adoptarlo (algo
que nunca hizo).
Aula Sacra del Teatro romano con copias de las imágenes de Augusto, Tiberio y Druso. Mérida
Así Druso pasó los primeros
años de su infancia alejado de su madre surgiendo un fuerte vínculo entre los hermanos a pesar de
la disparidad de sus caracteres. En 33 a .C. al morir
su padre se trasladaron con su madre y su padrastro, siendo educados por éstos
a partir de entonces.
Augusto adoraba a Druso y
nunca se molestó en disimular su preferencia hacia él entre los hijos de su
esposa. Por lo que se extrae de las fuentes era imposible no querer a Druso
pues su carácter abierto y franco le hacía ganarse las simpatías de todos,
incluido su hermano Tiberio, cuya personalidad era diametralmente opuesta a la suya, pero que jamás albergó hacia Druso envidia alguna. Al
contrario, no dudaba en afirmar que se contaba entre las pocas personas a las
que amaba sinceramente.
Antonia, Druso y el pequeño Germánico en el Ara Pacis. 13-9 a.C. Roma 2013
En 19 a .C. Druso se casó con
Antonia Menor, sobrina favorita de Augusto e hija de Marco Antonio y Octavia.
El gran amor que se profesaba la pareja ha quedado plasmado para la posteridad
en el friso meridional del Ara Pacis
Augustae en una de las escenas más bellas en él representadas. Antonia, que
lleva de la mano a Germánico (primer hijo del matrimonio nacido en 15 a .C.) mientras avanza en la
procesión vuelve la mirada hacia Druso que la mira con dulzura. Tuvieron dos
hijos más: Claudia Livila (nacida en 13 a .C.) y el que sería el futuro emperador
Claudio (nacido en 10 a .C.).
Hombre de elevados principios morales, siempre se mantuvo fiel a su esposa, que
lo acompañaba en sus campañas militares cuando era posible.
Bajo el patrocinio de
Augusto, Druso accedió a diversas magistraturas 5 años antes de lo estipulado
en las leyes: así fue cuestor en 18
a .C. y pretor en 11 a .C. Con sólo 28 años alcanzó el consulado
en 9 a .C.
Druso como magistrado. Siglo I. Museo Nacional de Arte Romano. Mérida 2005
Sin embargo, la política no
era algo que entusiasmara particularmente al joven (que se declaraba
abiertamente republicano, algo que divertía sobremanera a Augusto), el segundo
hijo de Livia se consideraba fundamentalmente un soldado y era entre las
legiones, lejos de Roma, donde se sentía plenamente realizado.
Fue un general muy
prestigioso y competente, al que sus soldados adoraban, llegándolo a proclamar
incluso imperator. Las primeras
campañas lideradas por él (junto a Tiberio) tuvieron lugar en los Alpes y la
Galia , tras la muerte de Agripa. No
obstante, fue en Germania donde Druso consiguió sus éxitos más rotundos.
Druso (Ian Ogilvy). Fotograma de la serie Yo, Claudio. 1976
Durante los meses de
invierno de los años 13-12 a .C.
reiteradas incursiones de guerreros germanos fueron rechazadas por Druso quien
en primavera lanzó nuevos ataques contra las tribus al este del Rin. Parte del
ejército se desplazó por tierra y el resto por el mar del norte. En esta
ocasión los barcos quedaron varados debido a un descenso de la marea pero
gracias a la ayuda de sus aliados frisios salieron del grave aprieto. A pesar
del percance, la campaña fue un gran éxito pues se saquearon pueblos enteros lo
que disuadió a algunas tribus más a someterse para escapar de la ira romana.
Druso mandó edificar algunas fortalezas fijas para controlar mejor la zona a la
vez que construyó varios canales gigantescos más allá del Rin, conocidos como
canales de Druso, para transportar la flota desde el Rin al Zuiderzee, siendo el primer general romano que navegó el océano
septentrional.
En el año 10 a .C. durante una estancia en
Roma Druso recibió una ovatio, lo que
unido a su inmensa popularidad, motivó
a Augusto a otorgarle Imperium proconsular que le permitió regresar a Germania
a seguir con su campaña de pacificación de la provincia. Desde la nueva
fortaleza de Maguncia combatió a numerosas tribus, tales como los sugambros,
queruscos y suevos. A fines de ese año partió hacia Lyon donde se encontró con
su hermano Tiberio y con Augusto, que estaba consagrando un altar allí. Viajaba
con él su mujer Antonia en avanzado estado de gestación, por lo que en la ciudad francesa dio a luz a
Claudio. Todos regresaron desde allí a Roma para celebrar el nacimiento de un
nuevo varón en el seno de la familia imperial.
Mas Druso no podía vivir
mucho tiempo alejado del campamento militar, así que el enero del 9
a .C., tras ser nombrado cónsul volvió a Germania donde
inició una nueva campaña de contención de tribus rebeldes. Esta vez condujo sus
tropas hasta el río Elba. En las cuatro campañas Druso había conseguido que la
mayoría de los pueblos cercanos al Rin y al Elba reconocieran el poder de Roma
lo que fue un logro enorme.
Campañas de Druso en Germania. 12-9 a.C.
Fuente: "Druso in Germania
per Wikipedia" di Cristiano64 - Lavoro proprio, self-made. Con licenza CC
BY-SA 3.0 tramite Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Druso_in_Germania_per_Wikipedia.JPG#/media/File:Druso_in_Germania_per_Wikipedia.JPGç
En el camino de regreso
Druso sufrió un accidente al caer del caballo hiriéndose una pierna de
gravedad. A pesar de las misivas imperiales que le instaban al volver a Roma,
el joven rechazó moverse de Germania. Después de un mes en el que sufrió
grandes dolores murió a causa de la cangrena que le produjo la infección de la
herida. A su lado, en su lecho de muerte estuvo su hermano Tiberio, que sufrió
la pérdida más grande de su vida, de la que nunca se repuso. De hecho, el
primogénito de Livia (que se encontraba en Panonia) al recibir las primeras
noticias de la enfermedad de su hermano corrió a su lado, en una travesía
frenética a caballo en la que no se permitió ni un segundo de descanso. Al
conocer Druso que Tiberio estaba llegando a su campamento, incluso moribundo,
envió a sus legiones que salieran a su encuentro y lo recibieran como
comandante en jefe. Druso murió en brazos de su hermano.
Un desconsolado Tiberio (George Baker) llora la muere de Druso (Ian Ogilvy) Fotograma de Yo, Claudio. 1976
El campamento donde murió
se llamó desde entonces “el maldito”.
Sus soldados le levantaron un cenotafio funerario en Mongontiacum (Maguncia) ciudad situada en la orilla derecha del
Rin, en torno al cual debían desfilar cada año. Éste sería el mayor monumento funerario de época romana
localizado en la actual Alemania. En la parte frontal del mismo se colocó un
poema que le había dedicado el propio Augusto. Igualmente en Roma el Senado le
decretó un arco triunfal en la
Via Appia y le concedió el título de Germánico que desde
entonces podían llevar todos sus herederos.
Cenotafio de Druso en Maguncia (Alemania)
Fuente: Con licenza CC BY-SA 3.0 tramite Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Zitadelle_Mainz_Drususstein.jpg#/media/File:Zitadelle_Mainz_Drususstein.jpg
El cuerpo del joven general
(contaba sólo con 29 años) fue trasladado a Roma con gran ceremonia encabezando
Tiberio el cortejo funerario a pie todo el trayecto. El féretro fue portado por
sus soldados y por ciudadanos insignes
de las colonias romanas. Las muestras de dolor se sucedieron a lo largo de todo
el recorrido poniendo de manifiesto la popularidad de Druso. Tiberio pronunció
el discurso funerario principal en la rostra
del Templo del Divino Julio en el Foro Romano mientras que Augusto leyó otro en
el Circo Flaminio en el que comenzaba diciendo que rogaba a los dioses que sus
queridos nietos Cayo y Lucio se asemejaran a él y que tuvieran una muerte igual
de gloriosa. Fue un funeral tan esplendoroso que años después Séneca diría que
más que un entierro parecía que se hubiera celebrado un triunfo. Por tercera
vez en 4 años se abrieron las puertas del Mausoleo de Augusto para acoger las
cenizas de otro miembro de la familia imperial.
Livia. Siglo I a.C. Moscú. Museo Pushkin
Livia estaba destrozada por
la muerte de su hijo y para sobrellevar el dolor consultó a un filósofo
alejandrino, Ario Didimo, que le aconsejó que no reprimiera sus sentimientos y
que colgara retratos de Druso en lugares públicos y privados así como que no
dejara de hablar de él. A diferencia de Octavia, no permitió que el dolor la dominara
hasta el extremo de volverse amargada y rencorosa; una muestra de la diferencia
de caracteres de las dos mujeres. La emperatriz no podía flaquear pues ella era
la imagen de Roma.
Sólo una persona resultó
inconsolable, la amada esposa de Druso, Antonia, que quedó desolada, hasta tal
punto que pidió a Augusto dispensa para no volver a contraer matrimonio, a
pesar de su belleza y juventud (tenía 27 años). A partir de entonces se
trasladó con su suegra Livia a las estancias que esta poseía en la Casa de
Augusto en el Palatino y se dedicó en exclusiva a cuidar a sus hijos y a sus
nietos. Cuando murió en 37 d.C. sus últimas palabras suplicaban perdón a Druso
por haberle hecho esperar tanto tiempo.
Antonia Menor. Siglo I a.C. Museo de las Termas. Roma 2018
Camafeo con Druso y Antonia. Siglo I d.C, San Pesterburgo. Museo del Hermitage
A pesar de la conmoción que
produjo la muerte de Druso en la familia imperial nuevamente surgieron rumores
de juego sucio. Suetonio apunta a que fue mandado envenenar por Augusto debido
a sus ideas republicanas, sin embargo, el mismo autor lo descarta al instante
pues “a decir verdad, Augusto quería
tanto a Druso, que como admitió en alguna ocasión ante el Senado, le
consideraba tan heredero suyo como a sus hijos Cayo y Lucio” (Vida de Claudio. 1-5). De hecho el
emperador no dudó, por consejo de Druso, durante el año de su consulado en
reforzar la posición del Senado e incluso escribió una biografía sobre su
hijastro que desgraciadamente se ha perdido.
Ya hemos trazado algunas
pinceladas acerca del carácter de Druso: era amable, extrovertido, dulce y
encantador. No obstante, no hay que olvidar que era un fiero guerrero, y como
tal se comportaba en el campo de batalla, siendo despiadado en la lucha cuando
las circunstancias lo requerían. Era además orgulloso y valiente y anhelaba la
gloria por lo que con frecuencia persiguió a los jefes enemigos hasta los más
recónditos lugares con el ansia de obtener una spolia opima (prestigioso trofeo que se otorgaba a quien en la
batalla había derrotado a un general enemigo en combate singular). No obstante,
nunca anidaron en él vicios ni maldad alguna.
Copia de bustos de Druso y Tiberio en el Ara Pacis Augustae. Roma
Físicamente era alto y
atlético; de gran atractivo, su rostro era absolutamente Claudiano. Como su
hermano había heredado la mirada ligeramente apagada de su madre Livia, aunque
lo que en Tiberio podía revelar oscuridad en Druso irradiaba viveza y
bondad.
Su pronta desaparición fue
una gran pérdida para el Imperio romano. Quizás si Druso hubiera tenido una
vida más larga el devenir de la dinastía Julio-Claudia hubiera sido muy
diferente y no hubiera caído en la degeneración que ésta sufrió tras la muerte
de Augusto. Druso era el único camino de Tiberio hacia a la luz, que sin la influencia de su hermano fue volviéndose cada vez más siniestro, maldad que transmitió
a su heredero Calígula, que aún siendo nieto de Druso fue el miembro más funesto de la famosa dinastía.