Agripina la Menor, Siglo I d.C, Copenhage, New Carlsberg Glyptotek
Julia Agripina (también
conocida como Agripina la menor) fue la hija mayor de Germánico y Agripina la
mayor. Nació el año 15 d.C. en Oppidum
Ubiorum (actual Colonia), por tanto era tres años más pequeña que su
hermano Calígula. Sin embargo, a pesar de su ilustre linaje, ha pasado a la
historia principalmente por ser la madre de Nerón, con quien tuvo una relación
tan convulsa que la encumbró como la más famosa emperatriz romana.
Su infancia estuvo
marcada por la dramática muerte de su padre y la caída en desgracia de su madre
y hermanos mayores. Tras la desaparición de éstos, vivió junto con sus hermanas
Drusila y Livila en casa de su abuela Antonia la menor.
En la domus de la estricta Antonia las tres
niñas se educaron en las labores propias de las matronas romanas (como la lana
y el telar), pero también recibieron lecciones de retórica, latín y griego.
En el año 28 d.C, con
tan sólo trece años, se casó por imposición del emperador Tiberio (también su
tío abuelo) con su primo segundo Cneo Domicio Enobarbo, 32 años mayor que ella.
Según las fuentes antiguas, Domicio era un hombre despreciable, disoluto y
cruel además de mujeriego y corrupto. De hecho fue acusado por Tiberio de lesa
majestad, adulterio e incesto con su hermana Lépida, pero la muerte del
emperador le libró de la condena. En definitiva, una pésima influencia para la
adolescente Agripina.
Del matrimonio nació el
único hijo de la pareja, Lucio Domicio (futuro emperador Nerón) el 15 de
diciembre del año 37 d.C. Según Suetonio, “al
recibir [Domicio] las felicitaciones
de sus amigos, exclamó que nada podía nacer de Agripina y de él que no fuera
detestable y para desgracia pública” (Vida
de Nerón, 6,1-2).
No obstante, Lucio
Domicio se convirtió en el centro de la existencia de su madre. Desde el primer
instante que lo acunó entre sus brazos albergó para él grandes planes; lo
primero que hizo fue proponerle a su hermano Calígula (ya emperador) que
pusiera nombre al pequeño con la esperanza que lo adoptara (hay que recordar
que Calígula no tenía herederos). Calígula, con sorna, le sugirió el nombre del
tío de ambos, Claudio, al que todos consideraban idiota. Agripina lo rechazó
con desprecio.
Moneda con Calígula en el anverso y sus hermanas en el reverso
En los inicios del
Principado de su hermano gozó de grandes privilegios, pero tras la grave
enfermedad que sufrió éste, quedó claro que su predilecta era Drusila en
detrimento de las otras dos hermanas. Tras la muerte de aquella, Calígula
perdió el interés por Livila y Agripina. Ésta última, dominada desde siempre
por una ciega ambición, no lo digirió bien.
Tres años después
enviudó al morir Enobarbo. Agripina contaba con 25 años. Sin embargo, no pudo
disfrutar mucho de su libertad pues meses después fue desterrada a la isla de
Pandataria por orden de Calígula, acusada junto con su otra hermana Livila de
conspirar para matar al emperador. Sufrió también la humillación de tener que
portar hasta Roma a pie las cenizas de su amante Emilio Lépido (amigo del
emperador y acusado igualmente de estar implicado en la conjura). Agripina
asumió su destino sin bajar la cabeza, pero su corazón sufrió un gran revés al
tener que separarse de su hijo y verse obligada a ceder su tutela a Domicia
Lépida, hermana y supuesta amante de Domicio.
Tras la muerte de
Calígula, el nuevo emperador Claudio llamó del exilio a sus dos sobrinas. Al
contrario de su hermana Livila (mandada ejecutar al poco tiempo bajo las
intrigas de Mesalina), Agripina se alejó de la vida de la corte. Volvió a
contraer matrimonio con Cayo Salustio Pasieno Crispo, que al morir en el año 47
le dejó una gran fortuna. Hubo rumores de que éste había sido envenenado.
Agripina y Claudio
Y así, tras la ejecución
de Mesalina, volvió a acercarse al emperador Claudio, a quien se dirigía con
grandes muestras de cariño y adulación. Con 34 años se casó con él, a pesar de que
eran tío y sobrina. Esa contrariedad la solucionó el Senado, que promulgó un
decreto permitiendo este tipo de matrimonios. Agripina regresó por la puerta
grande al centro del poder.
Desde ese momento, Claudio
la cubrió de honores que ni siquiera Livia había recibido de Augusto. Por
primera vez. una mujer lució el título de Augusta con un emperador vivo.
Asimismo, se le dedicaron esculturas que la representaban como diosa y se
acuñaron monedas con su rostro, que a diferencia de las de Mesalina, que
siempre iban acompañadas en el reverso por gestas del emperador, la nueva
emperatriz sólo las compartía con su hijo.
La
emperatriz había tenido siempre clara su prioridad: un futuro glorioso para Nerón, a
quien consideraba el verdadero heredero de Augusto. De hecho cuando consultó a unos astrólogos caldeos sobre el
destino del pequeño “le respondieron que
había de reinar y de matar a su madre; ella dijo: que la mate, con tal que
reine” (Tácito. Anales, XIV, 9,
3).
Moneda que representa a Agripina junto a Nerón
Ahora en su nuevo papel
de emperatriz, Agripina vio cómo había llegado el momento de colocar a su hijo
en la posición ideal para que heredara el trono imperial, pese a que Claudio ya
tenía a su hijo Británico. Para conseguirlo, convenció al emperador que
adoptara a Nerón en el año 50, cuando éste tenía 13 años y, posteriormente, consiguió
que aceptara el matrimonio del joven con la hija de Mesalina, Octavia. Incluso le
persuadió para nombrar como Prefecto del Pretorio a un hombre de su total confianza: Sexto Afranio Burro; de esta forma
Agripina se aseguraba la lealtad del hombre al mando del ejército que
sustentaba el poder imperial. Para culminar su plan, mandó traer del exilio al
filósofo Lucio Anneo Séneca para que ejerciera como tutor de Nerón.
El por qué accedió Claudio
a elegir a Nerón por delante de su propio hijo ha suscitado siempre grandes
dudas en la historiografía. En su época, el emperador fue menospreciado por
muchos que lo acusaban de dejarse manipular nuevamente por una mujer. Sin
embargo, teorías más actuales se inclinan por pensar que al sentirse enfermo y
que su vida llegaba a su fin, Claudio no quería sumir al Imperio en una gran
inestabilidad al dejar el poder en un niño de 9 años, que podía ser aprovechado
por muchos para iniciar un nuevo período de guerras civiles. Nerón era 4 años
mayor y por tanto, podía comenzar antes a ser instruido en las labores de
gobierno.
No obstante, Claudio seguía vivo cuando
Británico cumplió 14 años lo que le hizo empezar a replantearse su apuesta por
Nerón. Agripina no estaba dispuesta a perder lo que tanto esfuerzo le había
costado conseguir. Aprovechando una ausencia del liberto Narciso (principal
protector de Claudio), envenenó al emperador con un plato de setas. Esta teoría
no está confirmada pero ningún historiador antiguo ni moderno la pone en duda.
Era el año 54 d.C. y Nerón tenía 17 años. Conocedor del papel ejercido por su madre
en su ascenso al trono, su primer santo y seña dado a los pretorianos fue “la mejor de las madres” (Suetonio. Vida de Nerón, 9).
Agripina coronando a Nerón. Siglo I d.C. Afrodisias, Museo
Fuente: De Carlos Delgado, CC BY-SA 3.0,