“Después de Dios, tú fuiste el primero que
me iluminaste. Tú actuaste, sin saberlo, como un hombre que lleva tras sí una
luz iluminando a quienes te siguen”.
Palabras que Dante Alighieri dirige a Virgilio a través de Estacio.
Canto XXII, Divina Comedia
Virgilio entre las Musas. Mosaico del Siglo III d.C. Túnez. Museo del Bardo
El regreso desde Oriente fue lento
porque Augusto iba recibiendo en audiencia a todas las comunidades que salían a
su encuentro con el afán de solicitarle favores, que él intentaba atender en la
medida de lo posible. Volvió a recalar durante varias semanas en Atenas
coincidiendo en la capital helena con el poeta Virgilio que se encontraba
viajando por Grecia cotejando datos y localizaciones de su gran epopeya “Eneida” en la que llevaba trabajando
desde hacía más de 10 años.
Publio Virgilio Marón era uno de los
poetas del círculo de Mecenas y el favorito de Augusto, quien probablemente le
sugirió la idea de su obra maestra. Es uno de los poetas más influyentes de la
historia, admirado en todas las épocas y reverenciado ya en vida. Nació el 15
de octubre de 70 a .C.
en Andes, una pequeña población cercana a Mantua, llamada hoy Virgilio en su
honor.
Monumento a Virgilio. Mantua
La fuentes no se ponen
de acuerdo sobre si su padre era un campesino o un pequeño terrateniente, pero
lo cierto es que debía ser lo bastante rico para poder dar al único hijo que le
sobrevivió una educación esmerada, primero con un pedagogo en su localidad
natal y después en Cremona con un grammathicus;
allí Virgilio amplió sus estudios en griego, gramática, historia y literatura. Su padre,
reconociendo sus altas capacidades, adelantó en dos años la ceremonia de
asunción de la toga virilis. Así
pues, con 15 años fue reconocido legalmente como mayor de edad y partió hacia
Milán para iniciar sus estudios en retórica pues su progenitor había proyectado
para él un futuro en política. Al poco tiempo (en el año 54 a .C.) se instaló en
Roma, no teniendo éxito en sus primeras
intervenciones como abogado, pues su voz demasiado dulce unida a su precaria
salud y a su gran timidez le impidieron destacar
en el Foro.
La visión de la gran
urbe, donde se encontraba cuando estalló la guerra civil entre César y Pompeyo,
debió impresionarlo bastante como recoge en un diálogo entre dos pastores en la
Égloga I de sus Bucólicas “A la urbe que llaman Roma, ingenuo de mí,
la había imaginado, Melibeo, semejante a la nuestra, donde con frecuencia
acostumbramos los pastores destetar de las madres las tiernas crías. Igual que
los cachorros se asemejan a sus madres, así, a partir de las pequeñas cosas,
acostumbraba yo a imaginar las cosas grandes. Pero tanto ha destacado ésta
(Roma) entre las demás ciudades como los cipreses suelen descollar de los
flexibles juncos”.
Virgilio en un grabado. Anónimo
Fuente: http://www.buzzle.com/articles/virgil-publius-vergilius-maro-roman-poet.html.
Con licenza Pubblico dominio tramite Wikimedia Commons - http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Virgil_.jpg#/media/File:Virgil_.jpg
Aunque partidario de
César no es seguro que participase en la contienda debido a su débil salud. No
obstante, todos los acontecimientos de la guerra afectaron profundamente al
alma sensible del poeta que marchó, tras la batalla de Farsalia, a Nápoles
(ciudad que se convertiría en su segunda patria), donde se unió al círculo del epicúreo Sirón,
frecuentado por filósofos y artistas e incluso por el mismísimo vencedor de la
contienda, Julio César. Tras el asesinato de éste, Virgilio vio como sus
tierras eran confiscadas por los triunviros, sin embargo, el entonces conocido
como Octavio, gracias a la intervención de Mecenas, le devolvió sus
propiedades, lo que creó un lazo indisoluble entre ambos, y una gran devoción
de Virgilio hacia el que sería el primer emperador romano.
Escenas de pastores en las Bucólicas
Poco después, en 39 a .C. fueron publicadas las Bucólicas, sugeridas por Asinio Polión,
partidario de Marco Antonio. Esta obra, dedicada a la vida y trabajo de los
pastores, gozó de un gran éxito desde el principio lo que brindó a Virgilio una
inmensa fama y popularidad que digirió mal debido a su carácter retraído, poco
proclive a la vida mundana. En 38
a .C. comenzó a escribir por mediación de Mecenas, sus Geórgicas (publicadas en 29 a .C.), cuatro libros de
poesía didáctica relacionada con la vida en el campo que escondía
implícitamente un canto a la reconstrucción de la madre Italia devastada por
las guerras civiles. El poema lo dedicó a Mecenas fervorosamente. También
recoge alabanzas al gobierno de Augusto comparándolo con la labor que realizan
las abejas en sus colmenas.
Escenas agrarias en las Geórgicas
Física y
psicológicamente es poco lo que sabemos del poeta. Era alto y moreno, de aspecto
campesino y rudo. Desconocemos el alcance de sus dolencias pero al parecer
padecía del estómago, de la garganta y de grandes dolores de cabeza a lo que se
sumaba frecuentes hemorragias. Probablemente tenía problemas del pecho y
respiratorios. Estas circunstancias debieron influir notablemente en su
carácter melancólico, tímido e introvertido que le llevaba a rehuir el trato
con la gente por lo que siempre que pudo llevó una vida solitaria prefiriendo
la vida alejada en el campo antes que al ajetreo y el bullicio de la gran urbe.
Nunca se casó ni se le conocen romances, por lo que en Nápoles, lo llamaban Parthenias (la virgen). Eso no le
impidió ser el poeta que con más sensibilidad ha tratado las emociones amorosas
en sus obras; sus personajes están exentos del fuego de la pasión, pero los
domina la ternura y los sentimientos más profundos, como plasma por ejemplo en
los amores entre Dido y Eneas o en los conmovedores versos dedicados al fallecido
Marcelo, ambos fragmentos de la “Eneida”.
Virgilio lee la Eneida a Augusto.Vincenzo Camuccini. 1836
No obstante, cuando
narra las gestas de Augusto, lo hace con un enardecimiento sin límites, como se
aprecia en los versos que encabezan este blog. Su relación con el Príncipe fue
la más incondicional de su vida pues incluso de Mecenas y Horacio, con quienes
en algunas etapas mantuvo una estrecha amistad, acabó alejándose, probablemente
debido a la disparidad de caracteres entre ellos pues los dos primeros eran
unos hedonistas amantes de todo tipo de placeres tan alejados del gusto del
poeta de Mantua. Augusto siempre protegió y mimó a Virgilio aunque este no
participara activamente en asuntos políticos (le regaló incluso una villa en
Roma). Hasta tal punto era su devoción por su obra que al volver de vencer a
Marco Antonio y Cleopatra en Accio se paró en Atella donde Virgilio le leyó
alternando con Mecenas, durante cuatro días seguidos, las Geórgicas.
En su viaje a Grecia
Virgilio enfermó debido a una insolación, por lo que al coincidir con Augusto
en Atenas, decidió regresar con él a Italia. Al desembarcar en Brindisi y sintiendo
próximo su final, el poeta mandó traer el manuscrito de la Eneida prácticamente
acabado, pidiéndole a Augusto que lo quemara, única súplica que le negó el
Príncipe, que mandó publicar el texto tal como estaba, tras la muerte del poeta
acaecida en de septiembre del 19
a .C., cuando contaba 52 años. Fue enterrado en Nápoles
junto a la via Puteolana. Sella su lápida el famoso epitafio: “Mantua me genuit. Calabrae rapuere; tenec
nun Parthenope. Cecini pasqua, rura, duces” (“Mantua me engendró. Calabria me arrebató la vida. Para siempre
me quedaré en Nápoles. Canté a los pastores, a los campos, a los caudillos”).
Tumba de Virgilio en el Parque Virgiliano. Nápoles
En cuanto a estilo poético,
Virgilio aúna como nadie la tradición literaria griega (era un gran admirador
de la métrica alejandrina) y el patriotismo romano con una elegancia sublime
sin precedentes, que lo encumbró como el más grande poeta latino. El marcado
carácter platónico de su lírica, dota a su obra de un alto grado de misticismo.
Es grandioso el reflejo que hace de la época en que le tocó vivir y el estudio
psicológico de sus personajes capaces de emocionar a través de los siglos. En su poesía
expresa sus grandes anhelos de paz, de ahí, su gran admiración hacia el hombre
que estaba pacificando el mundo romano, a pesar de ser consciente de que era
una paz sustentada por las armas y de no estar siempre de acuerdo con la forma
de actuar del Príncipe.
Aunque contó con
detractores, la influencia posterior de Virgilio fue inmensa. Ya en vida tuvo
el inusual honor de que las Bucólicas y las Geórgicas fueran usadas
como textos en los libros de las escuelas. La Edad Media y el
cristianismo casi lo santificaron al reconocer en él un nuevo profeta que
anunció en la Égloga IV de sus Bucólicas el nacimiento de Jesucristo. En
el Renacimiento el poeta es definitivamente encumbrado por los grandes
escritores italianos del momento sobre todo por Dante Alighieri que lo eligió
como su guía en el descenso a los infiernos y al purgatorio en su Divina
Comedia, obra que tiene grandes reminiscencias del Libro VI de la Eneida (Eneas es
llevado a los infiernos por la
Sibila de Cumas) y por Petrarca, devoto Virgiliano que
convirtió al poeta latino en todo un referente en el humanismo lo que le supuso
una gran difusión en la literatura moderna europea.
Dante y Virgilio en el infierno. William A. Bouguereau. 18250. París. Musée D'Orsay
Magnífico respaso a la vida del gran Virgilio. ¡Qué difícil se me hace imaginarlo como un hombre rudo! En realidad, me resulta imposible. Saludos cordiales.
ResponderEliminarPienso igual que tú Isabel....un hombre con una sensibilidad tan inmensa no podía ser rudo...las fuentes seguramente se refieran a su aspecto curtido de la vida en el campo, aunque yo prefiero imaginarlo como el dulce joven coronado de laurel del grabado anónimo. Muchas gracias por leerme. Un saludo
ResponderEliminarTengo una gran duda después de leer el texto ¿La muerte de Virgilio fue natural o se debió a una causa política?
ResponderEliminarMurió de muerte natural. Virgilio era muy cercano a Augusto, nunca tuvo ningún problema con él. Saludos
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