Reconstrucción de Tarragona por Hugo Frade
Tarraco fue una de las principales ciudades de
Cneo,
tras desembarcar en Emporion (Ampurias), estableció una primera guarnición
junto a un antiguo asentamiento ibérico del siglo V a.C, que en futuro se
convertiría en la ciudad de Tarraco. A finales del siglo I d.C., Plinio el
joven diría que “Tarraco fue obra de los
Escipiones como Cartago Nova (Cartagena) lo fue de los púnicos” (Historia Natural. III.21) La ciudad
creció rápidamente pues a la llegada de los soldados, se unió la de
comerciantes romanos lo que propició la consolidación de una nueva cultura.
Uno
de los principales motivos que impulsó al auge de Tarraco fue su situación
estratégica y, sobre todo, el puerto del que se decía en el siglo I d.C. “que era el más rico de esta costa”
(Pomponio Mela). No obstante, la edificación romana más antigua y mejor
conservada sería la muralla presidida hoy por una copia en bronce de la
escultura de Augusto de Prima Porta.
Murallas presididas por una copia del Augusto de Prima Porta
Sin
embargo, fue durante los años 26-24
a .C. cuando la ciudad floreció y adquirió gran
relevancia, al convertirse en la capital del Imperio romano durante ese período,
gracias a que Augusto la eligió como lugar de residencia durante su estancia en
Hispania para dirigir las guerras cántabras. Aún quedan restos del Palacio
donde se cree que se alojó el Príncipe durante la convalecencia de su
enfermedad, en lo que se conoce actualmente como Cuartel de Pilatos o Torre del Pretorio.
Augusto divisa el Mare Nostrum junto a la Torre del Pretorio
Torre del Pretorio
Augusto siguiendo con su política de
crear ciudades a imagen y semejanza de Roma impulsó el urbanismo de Tarraco,
patrocinando la construcción de los edificios más importantes de la ciudad. Asimismo,
construyó la Via Augusta ,
que se convertiría en una de las más importantes de la Península pues
conectaría al nordeste con Barcino (Barcelona) y al sur con Dertosa (Tortosa),
Saguntum (Sagunto) y Valentia (Valencia).
Cuenta
Quintiliano una anécdota curiosa sobre Augusto y Tarraco. Dice el retórico
hispano que la ciudad regaló al Príncipe un altar en el que al cabo de un tiempo
creció una palmera, símbolo de Apolo, su dios protector. Parece ser que es algo que llamó la atención de las gentes
de Tarraco por lo que a través de sus embajadores pusieron en conocimiento del
prodigio al emperador. Éste haciendo gala de su campechanía y buen sentido del
humor les respondió que el fenómeno daba fe del poco uso que le estarían dando
el altar (Institutio Oratoria, VI, 3,
77). A pesar de ello, el hecho no debió dejar indiferente al Príncipe, tan
devoto como era de estas premoniciones, por lo que la ciudad, que tenía
potestad para acuñar monedas, inmortalizó el altar con la palmera en algunas
acuñaciones y representaciones variadas.
Moneda con el rostro de Augusto en el anverso y el altar con la palmera en el reverso
Tras
la muerte y deificación de Augusto en 14 d.C. se edificó un templo en su honor
a petición de la ciudad tal y como recoge Tácito: “se accedió a la solicitud de los hispanos para erigir un templo a
Augusto en la colonia de Tarraco y con ello se dio a todas las provincias un
ejemplo” (Anales. 78.1). De ello se deduce la gran vinculación de la ciudad
con Augusto desde siempre, afecto que se mantiene en la actualidad como ha
quedado patente en la conmemoración del bimilenario de su fallecimiento.
Tal
es la monumentalidad del legado romano de Tarraco que en el año 2000 fue
nombrado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco.
Aquí analizaremos algunos ejemplos de la arquitectura de época augustea
que aún quedan en pie.
- Teatro
Edificado
por Augusto a finales del siglo I a.C. en las cercanías del puerto, sigue el
esquema del teatro Marcelo en Roma, aunque a diferencia de aquel sostiene su
graderío al modo griego sobre la pendiente natural del terreno. Se convirtió en
uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.
De
él se conservan apenas las 5 primeras filas del graderío y dos de las tres
escaleras de acceso al mismo. También se alza aún la base del proscaenium
(escenario) y del frons scaenae (frente
escénico) que debió ser de gran monumentalidad. En la parte posterior de aquel
se erigía una plaza con jardines dominado por un gran estanque.
- Acueducto de les Ferreres
Se
conoce también como Puente del Diablo. Se construyó a finales del siglo I a.C.
para abastecer de agua a la ciudad de Tarraco desde el río Francolí, a base de sillares
aprovechando la pendiente natural del terrero. Sus 217 metros de largo
salvan un valle.
Se
compone de dos niveles de arcos superpuestos: 11 en la parte inferior y 25 en
la superior.
Corona
la construcción una conducción por donde circulaba el agua originariamente
tapada e impermeabilizada con oppus
signinum (especie de mortero) para evitar fugas.
- Arco de Barà
Es uno de los arcos de triunfos mejor
conservados de España. Se construyó en el año 13 a .C. a 20 km de Tarragona sobre la
Vía Augusta a instancias de Lucio Licinio
Sura, tal como se deduce de la inscripción hallada en él. Probablemente
establecía una frontera entre dos pueblos nativos íberos: los ilérgetes y los
casetanos.
Edificado
en piedra caliza a base de sillares perfectamente encuadrados probablemente precedía
de canteras de la zona; es un arco de un solo vano en arco de medio punto que
mide 12 metros
de altura. El cuerpo central que se eleva sobre un podio está decorado con
falsas pilastras corintias acanaladas. En la parte superior el entablamento
está compuesto de arquitrabe, friso (en el que originariamente se encontraba la
inscripción) y cornisa (hoy desaparecida).
Muy buena descripción!!!
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