Agripina coronando a Nerón. Siglo I d.C. Afrodisias, Museo
Durante los primeros momentos del
Principado de Nerón, Agripina acumuló tal cantidad de poder y de prerrogativas
que escandalizaron al propio Séneca; hasta el punto que en una embajada con
representantes de Armenia pretendía recibirlos junto a su hijo. Nerón,
convencido por su preceptor de lo inapropiado del gesto, con tacto, la condujo a otro lado de la sala
cuando su madre llegó.
El joven César escuchaba
a su madre, pero las exigencias de ésta eran cada vez más desorbitadas: se
acuñaron monedas en los que aparecían los dos al mismo nivel, llevaba el doble
de lictores que Livia al enviudar, se mandaron esculpir estatuas en los que
Agripina coronaba a su hijo…además, no cesaba de recordarle que el Imperio se lo
debía a ella.
Nerón y Agripina en una moneda
Los problemas entre
madre e hijo se incrementaron cuando Nerón se enamoró de una liberta, Actea,
relación a la que Agripina se oponía. Fue la gota que colmó el vaso de la
paciencia de Nerón, que no soportó bien la intromisión de que su madre en su
vida privada. Se aprovechó de ello el círculo de amigos del joven César
que poco a poco fueron poniéndolo en
contra de su madre.
Por otro lado, la
rivalidad entre Agripina y Séneca por controlar al emperador fue en aumento, lo
que cansaba cada vez más a Nerón, aunque éste era consciente que la debilidad
de su posición le impedía prescindir de ambos por el momento. Séneca
fue ganando la partida.
Cada vez más denigrada
por su hijo, Agripina decidió recordarle con contundencia a quien debía su posición
por lo que comenzó a acercarse a Británico; al poco tiempo el joven murió. Nerón fue
acusado por todos los historiadores antiguos de haberlo envenenado.
Entonces, Agripina fue
expulsada del palacio imperial y cada vez más arrinconada fue perdiendo todos
sus privilegios: se le retiraron los guardaespaldas y su rostro dejó de
aparecer en las monedas y esculturas. Había cometido el error de subestimar a
Nerón.
Busto de Agripina la menor. Siglo I d.C, Warsaw- National Museum
Fuente: By Anonymous (Rome) - Own work (BurgererSF), CC0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=20389789
En el año 59 éste,
enamorado de Popea Sabina (relación a la que su madre también se oponía) y
presionado por ella, cada vez se alejó más de su madre. En esta época es cuando
empezaron a difundirse los rumores de incesto entre madre e hijo, pues se decía
que Agripina estaba tan desesperada por recuperar a Nerón que incluso intentó
seducirlo, aprovechando el carácter lascivo del joven.
No obstante, meses
después las relaciones entre ambos parecieron mejorar; de hecho en marzo Nerón invitó a su madre a
pasar las vacaciones con él en Bayas. Primero, la recibió en Anzio en persona y
le regaló un lujoso yate para que ella se adelantara por mar hacia el sur de
Italia. La última noche que Agripina pasó con su hijo, él estuvo muy cariñoso:
le concedió el lugar de honor a su lado, habló con ella hasta la madrugada y la
acompañó hasta el barco. Allí se despidió de ella con un abrazo y un beso susurrándole
que nunca olvidaba que por ella vino al mundo y que gracias a ella gobernaba.
Agripina no sospechó en ningún momento que el yate era una trampa mortal pues
estaba preparado para que el tejado cediera y se hundiera simulando un
accidente. La madre de Nerón cayó al mar y, al comprobar horrorizada que una
de sus sirvientas al exclamar que era Agripina esperando ser salvada fue
asesinada a golpes con los remos, se alejó
nadando hacia la costa.
Agripina. Siglo I d.C. Roma, Centrale Montemartini
Fuente: Di sconosciuto - Opera propria, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2224854
Aun en shock ante la
perspectiva de que Nerón había querido asesinarla, tuvo la sangre fría de
enviarle un mensaje contándole lo que había sucedió y que ella estaba a salvo.
No le dio tiempo a
celebrarlo pues a los pocos días soldados pretorianos rodearon la villa donde
se alojaba para acabar con su vida. Agripina, con gran dignidad, se descubrió
el vientre y ordenó que la hirieran allí donde había llevado a Nerón. Así murió
la última hija viva de Germánico a los 44 años de edad. Su cadáver se incineró
rápidamente y sus cenizas fueron enterradas en un promontorio junto al mar.
Nerón ante el cadáver de su madre. Arturo Montero y Calvo. 1887. Madrid, Museo del Prado
A pesar de todo lo que
se ha escrito, Nerón no superó nunca el asesinato de su madre. Cuenta Dión
Casio en su Historia Romana que se
decía que antes de incinerarla mandó desnudar su cadáver y lo inspeccionó
detalladamente exclamando que no sabía que tenía una madre tan bella. A partir
de ese momento tuvo frecuentes pesadillas con el fantasma de su madre de protagonista, que acompañado de las furias lo perseguían y atormentaban. Estos
acontecimiento no ayudaron a la estabilidad emocional del emperador.
Remordimientos de Nerón tras la muerte de su madre. J. William Waterhouse. 1878
Fuente: Di John William Waterhouse - sconosciuta, Pubblico dominio, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1170898
En cuanto a la
apariencia y personalidad de Agripina todos los historiadores antiguos
coinciden en que era una mujer de gran belleza y, sobre todo, determinación.
Los acontecimientos de su vida demuestran que nunca se rindió, siendo capaz de
resurgir de sus cenizas cuando lo había perdido todo. Su mayor defecto fue su ciega ambición que la
llevó a no pararse ante nada que supusiera un obstáculo para alcanzar aquello
que deseaba, y que finalmente fue la causa de su ruina. Sin ser una virtuosa
matrona romana Tácito dice de ella que “en
sus asuntos privados siempre fue muy honesta, excepto cuando le convenía para
mandar” (Anales, XII, 7). Es
decir, cuando cometió infidelidades fueron exclusivamente con la finalidad de
acercase al poder, no dominada por la pasión.
Consciente de que era la
última descendiente directa de Augusto y Germánico, como tal ejercía pues “en lo público se mostraba severa y muchas veces soberbia, y se hacía
servir y obedecer como si fuera un varón” (Anales, XII, 7). Su carácter altanero y orgulloso no le hizo
granjearse el cariño de sus contemporáneos aunque sí el temor.
.... y sabía nadar en mar abierto.....Ohhhh!!!!
ResponderEliminarImagino que el barco iba navegando cerca de la costa. Probablemente Agripina aprendiera a nadar durante su exilio en la isla de Pandataria
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