Aprovechando mi reseña
anterior sobre las acusaciones vertidas por Suetonio acerca de la supuesta depravación
sexual de Tiberio en su retiro de Capri, voy a escribir unas líneas sobre el
amor y la sexualidad en un pueblo romano imbuido siempre de una gran sensualidad
y erotismo, elementos que jugaron un papel fundamental desde los tiempos
más remotos. La misma palabra Roma es un anagrama que leído al revés tanto en
español como en latín encierra el secreto de ese sentimiento conocido como
Amor.
Venus, Anquises y
Eneas.. Andrea Caracci. 1597. Roma. Fresco de la bóveda del Palacio Farnesio
Ya en sus legendarios orígenes
nos encontramos con varios episodios en los que las relaciones amorosas sellarían
el destino de la vaticinada a ser la ciudad más poderosa de la tierra. En
primer lugar, Eneas, que huyó de Troya buscando la costa de Italia para fundar
una nueva ciudad, es el fruto del amor apasionado entre la diosa Venus y el
mortal Anquises (por ello, los Julios decían tener sangre divina al descender
de Iulo, hijo de Eneas y a la vez de
la diosa del amor). Siglos después Rómulo y Remo fueron concebidos tras la
violación de la sacerdotisa Rea Silvia (hija del rey de Alba Longa) por parte del
dios Marte. Algunas interpretaciones afirman que la loba que amamantó a los
gemelos abandonados a la orilla del río, era en realidad una prostituta,
jugando con la segunda interpretación del término lupa que ya en latín tenía el
doble sentido que en la actualidad atribuimos a esa palabra. Con posterioridad
los romanos raptaron y violaron a las mujeres sabinas que después convertirían en
sus castas esposas para sellar la paz con los padres y hermanos de las
muchachas. De ahí procede el fingido rapto que tiene lugar en las bodas romanas
cuando el marido arranca a la esposa de los brazos de sus padres. Del mismo
modo de las sabinas surgió la figura de la matrona romana virtuosa y
respetable, cuyos valores en época de Augusto encarnaron a la perfección tanto
la emperatriz Livia como su hermana Octavia.
Rapto de las Sabinas.
Giambologna. 1582. Florencia. Piazza della Signoria, Loggia dei Lanzi. 2012
Del matrimonio romano
llama la atención que el amor, salvo excepciones, se considera algo secundario.
Para ellos, la unión legal entre hombres y mujeres libres no es más que un
deber civil y social con la finalidad de engendrar hijos educados para hacer
grande a Roma. A estas consideraciones se unían los grandes beneficios y
alianzas que obtenían las familias a través de un buen matrimonio de sus hijos.
Augusto y Livia fueron uno de los pocos matrimonios llevados a cabo por amor,
pues por ella puso el Príncipe por primera y última vez en su vida su interés
personal por encima del de Roma, al elegir no divorciarse de Livia a pesar de
que la emperatriz no pudo darle hijos, tan necesarios para asegurar su
sucesión.
Matrimonio entre dos ciudadanos romanos. Museo de Capodimonte
Debido a que estas
uniones estaban concebidas para la procreación, el erotismo entre los esposos
era algo impensable. La sociedad romana, eminentemente machista, se regía por leyes
que imponían a la mujer fidelidad y castidad absoluta mientras que el marido
podía entablar fácilmente relaciones fuera del matrimonio. Eso no fue óbice
para que muchas féminas llevaran una vida desenfrenada a espaldas de sus
maridos, como es el caso de Julia, la hija de Augusto, que pagó con el
destierro su vida licenciosa.
Sin embargo, para el
hombre romano también había limitaciones, pues las relaciones extraconyugales
debían ser con personas de rango inferior para evitar en caso de embarazo que
la criatura pudiera reclamarle nada, de ahí que la prostitución y el
concubinato de esclavas fueran la mejor alternativa. Entre las prostitutas
había esclavas, mujeres libres carentes de recursos y también cortesanas de
lujo con buena posición aunque sin un prestigio social real a pesar de que
todas debían estar registradas y pagar un impuesto.
Para pagar a las
prostitutas en los burdeles se crearon las sprintia,
especie de monedas o fichas que no tenían valor legal pero que sustituían al
idioma para indicar lo que deseaba el cliente. Algunas teorías que apoyan la
imagen de la vida lujuriosa de Tiberio en Capri afirman que fueron creadas por
él, pues sólo se usaron durante los siglos I y II d.C.
Sprintiae romanas
Las numerosas imágenes
eróticas que nos ha legado la antigua Roma nos desvelan que los romanos vivían fuera
del matrimonio una sexualidad más libre que nosotros como ponen de manifiesto
los abundantes objetos, relieves y pinturas eróticas encontradas sobre todo entre
las ruinas de la ciudad de Pompeya, que muestran como nuestros antepasados
conocían innumerables posturas sexuales. De hecho, sólo son excepcionales las
imágenes que plasman un cunnilungus
pues este tipo de sexo oral significaba el sometimiento del varón a la mujer,
algo que el hombre romano machista, viril y dominante no podía permitirse. Al mismo
tiempo era como mancillar la boca donde salían los discursos en el Senado para
salvaguarda del Estado. Lo mismo ocurre con la homosexualidad, tolerada en
Roma, siempre que el hombre romano libre asumiera el rol activo y el
acoplamiento fuera con sirvientes o esclavos. En el siglo I d.C. Séneca afirma “La pasividad sexual para un hombre libre es
un crimen, para un esclavo una obligación y para un liberto una necesidad”.
La copa Warren muestra escenas homoeróticas. Siglo I d.C.
Lóndres. Museo Británico
Fuente: http://sevilla.abc.es/cultura/libros/20150313/sevi-palabrotagia-ortega-sevilla-201503112109.html
Pintura erótica que representa un cunnilungus. Siglo I d.C. Termas Suburbanas. Pompeya
Fuente: De User:Fer.filol - Trabajo propio, Dominio público,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1351928
Ovidio en su Arte de Amar que tanto escandalizo a
Augusto dedica en su libro tercero un capítulo aconsejando a las mujeres
diferentes posiciones eróticas “Cada cual
se conozca bien a sí misma y preste a su cuerpo diversas actitudes: no conviene
a todas la misma postura. La que destaque por su rostro, muéstrelo en posición
supina, y la que tenga hermosa la espalda ofrézcala a los ojos de amante.
Milanio cargaba sobre sus hombros las piernas de Atalanta; si las tuyas son tan
hermosas lúcelas del mismo modo. La mujer pequeña cabalgue sobre su amigo de
tal manera que disimule la diferencia de altura. Andrómaca, que era altísima,
nunca se puso sobre los de su esposo Héctor. La que tenga el talle largo,
oprima con las rodillas el tálamo y deje caer un poco la cabeza; si sus
músculos incitan con la frescura juvenil y sus pechos carecen de máculas, que
el amante en pie la vea ligeramente inclinada en el lecho. No creas vergonzoso desatar,
como una bacante de Tesalia, los cabellos y dejarlos caer sobre los hombros, y
si Lúcina señaló tu vientre con las arrugas, pelea como el ágil parto volviendo
las espaldas. Venus se huelga de cien maneras distintas; la más sencilla y de
menos esfuerzo es acostarse tendida a medias sobre el costado derecho mientras
el amante la abraza por detrás”.
Cuando las excavaciones
de Pompeya y Herculano en el siglo XVIII sacaron a la luz múltiples piezas y
pinturas de índole eróticas fueron causa de gran asombro y consternación hasta el
punto que todas las obras de arte de este tipo fueron escondidas en 1819 en una sala
prohibida del Museo de Nápoles, conocida como Gabinete Secreto. Estas piezas
sólo podían visitarlas personas de moral reconocida y edad madura que gozaran
de un permiso especial. Hasta el año 2.000 no se han abierto al público en
general.
Pintura erótica de la Casa del Centenario. Siglo I d.C. Pompeya
Pintura erótica de las Termas suburbanas. Siglo I d.C. TErmas Suburbanas. Pompeya
Fuente: http://www.abc.es/cultura/arte/20140909/abci-reabren-termas-pompeya-erotismo-201409081958.html
Para concluir ¿qué hay
de cierto en las lujuriosas bacanales mostradas frecuentemente en el cine? De
origen griego, las bacanales tomaron en Roma un carácter más festivo en honor
del dios del vino, Baco. Pronto, esta celebración de origen religioso tomo un
cariz más erótico. En ellas participaban mayoritariamente hombres mientras las
mujeres que acudían eran las prostitutas y esclavas, pues en ellas se bebía
vino de forma desmedida y se sucedían los actos de carácter erótico y sexual
totalmente carentes de pudor. Fueron prohibidas en 186 d.C. por el Senado
Romano pues se convirtieron en un foco de conspiración política, aunque
siguieron celebrándose, sobre todo en el sur de Italia.
La Bacanal de los Andrios. Tiziano. 1526. Madrid. Museo del
Prado
¡Muchas gracias! Excelente artículo. Yo también tengo un blog. Pesquise en lo Google: Prof. Raphael.
ResponderEliminarMuy bonito tu blog. Lo visitaré de vez en cuando aunque no sé portugués, pero vivo cerquita de Portugal y algo lo entiendo. Gracias a ti por leerme! Saludos.
EliminarMe leí todo aunque solo venía por un párrafo
ResponderEliminarMe alegro que le haya resultado interesante. Un saludo
ResponderEliminarMuy interesante y bien ilustrado. Gracias ;)
ResponderEliminarGracias a ti por leerme
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