Augusto
reorganizó la administración financiera del imperio Romano. En las Res Gestae Divi Augusti aporta abundante
información sobre cuánto gastó en fines públicos, puntualizando que en muchas
ocasiones usó su propio dinero para ello. En su autobiografía asegura que
además de los numerossos edificios que mandó construir, de los juegos que
patrocinó y de las donaciones realizadas para ayudar a ciudades que habían sido
devastadas por el fuego o terremotos, gastó 2.400 millones de sestercios (unos
3.000 millones de euros) en la plebe romana, en el licenciamiento de soldados y
en ingresos al tesoro. Hay que recordar que su inmensa riqueza personal
provenía de lo heredado de la gens Octavia junto a la de su padre adoptivo,
César. A ello se suman los cuantiosos legados y herencias donados a su nombre
por hombres ricos. Del mismo modo creó el ficus
Caesaris (un tesoro público controlado exclusivamente por el emperador.
Augusto como magistrado. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre
Sus Reformas
económicas tuvieron una gran influencia sobre el éxito posterior del Imperio. Además
de fijar un sueldo estable para los soldados asignó igualmente un salario para
los senadores y también para el resto de magistrados, creando de alguna manera
una administración pública dependiente del Estado.
Hizo que una gran
parte del territorio del Imperio romano pasase a estar bajo control e
imposición directa de Roma. La medida aumentó considerablemente los ingresos
que Roma percibía de los territorios conquistados regularizando el flujo entre la
capital y las provincias. Por otro lado pretendía que las riquezas fueran
equitativamente repartidas con las provincias, para que éstas pudieran sentirse
parte del Imperio y no población sometida.
Por otro lado, abolió
los antiguos impuestos: el stipendium (contribución fija y arbitraria), el
diezmo y los derechos de pastoreo. Creo otros nuevos como el aerarium militare
(para afrontar el licenciamiento de los soldados).
Los tributos en época de Augusto iban en
función del censo de población, con cuotas fijas para cada provincia en función
del número de habitantes. Los ciudadanos de Roma e Italia pagaban impuestos
indirectos, mientras que las provincias pagaban impuestos directos. Había dos
impuestos: el tributum capitis (pagado en algunas provincias por todos los
adultos, y otras sólo por los varones) y el tributus soli (impuesto sobre las
tierras y otros bienes materiales).
Otra reforma
importante fue la abolición del sistema privado de recolección de impuestos que
ejercían los publicanos (contratistas privados que habían llegado a acumular
suficiente poder para influir en política) que sería reemplazado por un sistema
público de carácter funcionarial de recaudadores de impuestos. Los publicanos
se quedaban con todo lo que pudieran recaudar por encima de lo establecido, por
lo que al eliminarlos Augusto creó un sistema más justo y regularizado, aunque
siguieron existiendo otros impuestos como los derechos de aduana, más
imprevisibles.
A su vez, en las
provincias adjudicó un sueldo fijo a los gobernadores para evitar los abusos.
Rutas
comerciales en la Antigua Roma
Del mismo modo, promovió el renacimiento del comercio y de la industria a través de la unificación del área mediterránea, acabando por completo con la piratería y mejorando la seguridad a lo largo de las fronteras y en las provincias. A ello contribuyó también la creación de una red viaria con un gran nivel de manutención pues su cuidado era llevado a cabo por generales que debían restaurarla con la plata de su botín, lo que dio lugar al origen de los curatores viarum, repartidos por Italia y en las provincias.
Asimismo, instauró nuevos puertos comerciales y novedosas infraestructuras en los mismo como faros, muelles, etc. Financió también excavación de canales y exploraciones a tierras lejanas, a veces de carácter militar y otras veces comercial.
Igualmente, entre los años 23 y 15 a.C. reorganizó el sistema monetario, fijando la distribución de la moneda áurea en 25 denarios de plata y en 100 sestercios, lo que permaneció casi inalterable durante dos siglos.
Áureo
de época de Augusto
Resulta incierto confirmar si Augusto rendía cuentas de las asignaciones recibidas. Constitucionalmente no tenía obligación de hacerlo, pero si damos fe a las palabras de Suetonio probablemente lo haría: "Cayo (Calígula) publicaba las cuentas que Augusto solía hacer públicas, pero que Tiberio dejó de hacer conocer" (Vida de Calígula, 16,1).
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