A la muerte de Druso se unieron poco
después (en 8 a .C.),
el fallecimiento de Mecenas y de Horacio, dos de los más grandes amigos y
consejeros del emperador. Augusto cada vez se iba quedando más sólo; de sus
años de juventud sólo permanecía con vida Livia. No obstante, la pesada carga
de gobernar el imperio no le permitía dejarse vencer por el dolor de las
ausencias. Aunque si bien es cierto que a partir de entonces, el Príncipe se
mostró más severo a la hora de tomar decisiones.
Una vez pasado el duelo de Druso, enseguida envío a
Tiberio a Germania para evitar posibles sublevaciones en la zona. En esos
momentos el hijo de Livia tenía 34 años y se había convertido en el único
adulto con experiencia con el cual Augusto podía contar para las tareas de
gobierno, mientras él se volcaba en la educación de los herederos, que en esa
época contaban sólo con 12 años (Cayo) y 9 (Lucio). Augusto se trasladó a la Galia con Cayo para vigilar
de cerca las operaciones y aprovechó la ocasión para que el pequeño participara
por primera vez en algunos ejercicios militares. Incluso ordenó la emisión de
monedas en su honor para pagar al ejército.
Moneda con el rostro del pequeño Cayo César
Tiberio, que estaba
demostrando ser un excelente general, logró apagar los focos de rebelión en
Germania y construyó fortalezas, siguiendo el ejemplo de Druso, hasta el Elba.
Al mismo tiempo deportó a más de 40.000 germanos hacia territorios de la Galia para así tenerlos más
controlados.
A pesar de que en época
de Augusto, Germania nunca fue pacificada por completo, pues continuamente surgían
conflictos con las tribus, a Tiberio se le concedió un triunfo en 7 a .C., el primero que se
otorgaba desde que estas celebraciones habían pasado a ser prerrogativa
imperial. El triunfo fue la culminación de las campañas de los últimos años en
Germania y en los Balcanes que supusieron la incorporación de nuevas provincias
en Panonia, en el Danubio y al este del Rin en Germania. Augusto declinó el que
el Senado le había ofrecido a él mismo, aunque sí aceptó el honor de que el mes
de sextilis se denominara a partir de
entonces Augusto.
Tiberio coronado de laurel. Siglo I d.C. Museos Vaticanos. Roma 20418
El Príncipe que estaba
de visita en las provincias no restó protagonismo a su yerno en los festejos de
su triunfo. Después de la celebración del mismo, en el que Tiberio tuvo siempre
muy presente la memoria de su hermano Druso, el hijo de Livia presidió una
fiesta para los senadores en el Capitolio, mientras que la emperatriz ofreció otra
a las principales damas de Roma. Juntos, madre e hijo dedicaron el Pórtico que Augusto había construido en honor de Livia en la colina del Esquilino. Es
reseñable que en estos momentos la relación entre madre e hijo era muy cercana y cordial; en cambio las fuentes ignoran la presencia de Julia, esposa de
Tiberio, en las celebraciones, lo que pone de manifiesto el mal momento que
atravesaba el matrimonio.
Triunfo de Tiberio en una copa del Tesoro de Boscoreale. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre
Fuente: http://algargosarte.lacoctelera.net/post/2013/07/26/el-tesoro-boscoreale-vajilla-plata-vasos-de-2
Para culminar su buen
año, Tiberio fue nombrado cónsul por segunda vez. En su primer discurso anunció
que en nombre de su hermano y suyo, restauraría los Templos de la Concordia y de Cástor y
Pólux en el Foro Romano. Especialmente a Tiberio le gustaba asociar a los Dioscuros o Gemelos celestiales con su
persona y la del desaparecido Druso. Como ellos, los hermanos de Helena de
Troya se amaron tanto que cuando uno murió, el otro compartió la vida con él,
de modo que ambos estuvieran vivos y muertos en días alternos. Si Tiberio
hubiera podido, hubiera hecho lo mismo pues en los festejos del año fue
evidente lo mucho que echaba de menos a su querido hermano.
Las tres columnas más hermosas de Roma son las que restan del templo de Cástor y Pólux en el Foro Romano.Siglo I a.C. Roma 2013
A pesar de la gran
labor realizada por Tiberio en estos días, Augusto no le reconoció el papel de
igual que había otorgado a Agripa. Con estas actitudes ya se percibe el reparo
que el Príncipe siempre experimentó hacia su hijastro mayor, por quien nunca sintió
un gran afecto.
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