La Galia e Hispania pacificadas en ambos costados de la coraza del Príncipe
Detalle del Augusto de Prima porta. Museos Vaticanos. Roma 2011
A finales del 17 o comienzos del 16 a.C. varias tribus germanas
crucificaron a varios mercaderes romanos. A continuación realizaron una
incursión al otro lado del Rhin penetrando en la Galia romana. Para contener
su avance, el legado Marco Lolio reunió un gran contingente, siendo a pesar de
ello derrotado. Como consecuencia se perdió nuevamente un águila, el de la
Legio V Alaudade. Lolio y la mayoría del ejército sobrevivió pero la
pérdida del estandarte fue un duro revés.
Augusto abandonó inmediatamente Roma en dirección a la Galia (en la que sería su
cuarta visita) pero cuando llegó Lolio ya había restaurado el orden en la zona
y recuperado el águila. No obstante, el Príncipe aprovechó la ocasión para
visitar nuevamente las provincias occidentales. Como siempre le acompañaba
Livia y con posterioridad se les unió el hijo de ésta, Tiberio. Éste había sido
nombrado pretor en el año 16 cuando contaba con 25 años gracias a un decreto
senatorial que adelantaba la edad para presentarse a los cargos con 5 años de antelación.
Con esta medida se volvieron a ocupar los cargos públicos importantes con las
nuevas generaciones de las grandes familias romana devastadas durante las
guerras civiles. Así, no sólo Tiberio, sino también el hijo pequeño de Livia
(Druso) empezaron a tener una gran preeminencia en los asuntos de Estado.
Copia de busto de Tiberio. Ara Pacis Augustae. Roma 2018
Copia de busto de Druso. Ara Pacis Augustae. Roma 2018
La
Galia estaba
romanizada en casi su totalidad a excepción de algunos poblados de los Alpes
que se veían ayudados por las siempre rebeldes tribus germánicas. Augusto
encargó a sus hijastros la conquista completa de la zona. Druso comenzó las
operaciones en primavera del 15
a.C. avanzando desde Italia en varias columnas hasta el
valle del Inn. Por su parte Tiberio avanzó desde posiciones en la misma Galia.
Fue una campaña dura de escaramuzas y asaltos a fortificaciones. El 1 de agosto
ambos unificaron sus fuerzas y vencieron en una batalla a gran escala,
coincidiendo con el 15 aniversario de la batalla de Accio. En La Turbie
se erigió un monumento conmemorativo
donde se mencionan los 45 pueblos derrotados en la campaña, según
recogió Plinio el Viejo. Horacio dedicó sendos poemas a las gestas de Tiberio y
Druso, que permitieron mejorar las comunicaciones entre Italia y la Galia. “Como el águila portadora del rayo a quien Júpiter, rey de los dioses,
concedió el imperio sobre las demás aves por haber experimentado su fidelidad
en el rapto del rubio Ganímedes, en otro tiempo los bríos juveniles, el aliento
de sus padres y la inexperiencia de los
trabajos la hicieron abandonar el nido, y los vientos primaverales impulsaron en
un cielo sin nubes sus primeros y vacilantes esfuerzos; después con ímpetu
violento, se arroja como enemiga contra apriscos, y por último el afán ardoroso
de presas y combates la precipita contra las irritadas serpientes; como la
cabra que trisca en los alegres pastos contempla el cachorro que la roja leona
acaba de criar, quitándole la leche, y con terror se ve ya devorada por sus
finos y agudos dientes, así vieron los vindélicos al gran Druso mover la guerra
en los Alpes de Retia. No pretendo averiguar de donde tomaron estos pueblos la
costumbre de armar sus diestras con el hacha de las Amazonas, que no es lícito
saberlo todo; pero las falanges vencedoras en cien combates, vencidas a su vez
por el joven caudillo, probaron a su costa lo que puede una gran fortaleza, una
índole excelente adoctrinada por sabios consejos y la solicitud paternal de
Augusto en pro de los jóvenes Nerones (rama de la gens Claudia a la que
pertenecían los hijos de Livia por vía paterna). Los fuertes son hijos de los
fuertes y animosos. Los toros y caballos rebelan el esfuerzo de sus
progenitores, y nunca el águila feroz ha engendrado a la tímida paloma. Mas la
enseñanza perfecciona el buen natural, y el ejercicio de la virtud fortalece
los bríos”. (Odas. Libro IV. VI).
Maqueta reconstrucción del monumento de La Turbie obra de Zanner
Éstas, no fueron campañas vistosas pero sí muy ventajosas a la
hora de favorecer el proceso de romanización a pesar de los escasos beneficios
en botín que aportaban. Sólo alguien como Augusto dedicó tiempo a librarlas,
pues eran imprescindibles para conseguir un Imperioromano estable y pacificado.
Desde la Galia,
el emperador pasó a Hispania. Desde que Agripa acabó con las rebeliones en el
norte en 19 a.C.,
la península estaba en paz. En ese momento
transfirió la provincia de la
Bética al dominio senatorial,
quedándose él con el control de la
Lusitania y la Tarraconensis.
En este viaje fundó la colonia de Caesaraugusta (Zaragoza) a
orillas del Ebro. Del mismo modo mejoró la comunicación entre las diferentes
provincias con una amplia red de carreteras lo que permitió un gran
florecimiento del comercio dando lugar a grandes cambios económicos. Muchos de
los veteranos recibieron tierras aquí, como fue el caso de Emerita Augusta
(Mérida) que acogió a los licenciados de las guerras cántabras.
Los dos primeros párrafos los has repetido debajo de la foto del busto de Tiberio. Habrá sido por el sofocante calor que estamos padeciendo...☺ Interesante artículo, como siempre.
ResponderEliminarMuchas gracias!! Ya está corregido...efectivamente por aquí por el sur tenemos derretidos hasta el cerebro. Saludos
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