El 17 de enero del mismo año en que se renovó el Triuvirato en
Tarento (38 a .C),
Octavio siguió por primera vez en su vida los dictados de su corazón y, a pesar
de las dificultades, contrajo matrimonio con la que sería su tercera y
definitiva esposa, la hermosa Livia Drusila.
Livia Drusila. Siglo I a.C. Madrid. Museo Arqueológico Nacional
El mismo día que nació su hija Julia, el futuro Augusto se
divorció de su esposa Escribonia alegando
“que no podía soportar más su manera de molestarlo” (Suetonio. Vida
de Augusto, 62, 2). Sin embargo, la verdadera razón residía en que se había
enamorado perdidamente de una joven patricia romana 5 años menor que él: Livia.
El inconveniente era que ella no sólo estaba casada con su primo Tiberio
Claudio Nerón con el que ya tenía un hijo (el futuro emperador Tiberio), sino
que además estaba nuevamente embarazada.
Sin importarle el escándalo que suponía llevar a cabo tal enlace,
el virtuoso Octavio no escatimó esfuerzos para conquistar a Livia y llevarlo a buen
termino, pues la joven no sólo le permitiría un matrimonio por amor, sino también
le proporcionaría una alianza con la gens Claudia, uno de los clanes más
poderosos de Roma; a pesar de los orígenes dudosos del triunviro, a Livia el
matrimonio también le reportaría beneficios pues además de conseguir un marido
riquísimo más joven y atractivo que le daría estabilidad y seguridad, por
encima de todo, le facilitaría el acceso al poder político que él detentaba en
esos momentos junto a Marco Antonio.
Augusto, Livia y Nerón. Siglo I d.c.
El primer esposo de Livia, Tiberio Claudio Nerón había luchado
en Filipos contra los triunviros; no obstante, tras la derrota de Bruto y Casio
se unió a la causa de Marco Antonio. Por este motivo se encontraba en Perugia
con el hermano de aquel, Lucio Antonio, cuando Octavio asedió la ciudad. Tras
la victoria de éste, Tiberio Claudio huyó con su mujer e hijo, lo que condenó a
la familia a años de huidas y privaciones, hasta el punto que Livia y el
pequeño Tiberio estuvieron a punto de perder la vida en más de una ocasión.
La suerte cambió para la joven patricia cuando el destino cruzó
su vida con la de Octavio; éste prometió una amnistía al marido si se
divorciaba de la muchacha, algo a lo que Tiberio Claudio accedió sin vacilar.
Incluso no tuvo problemas en asistir a la boda pues ninguna mujer, por muy
hermosa que fuera, era tan importante como vivir en paz.
Augusto y Livia en una moneda
Superado este obstáculo, aún quedaba
el escollo del avanzado estado de gestación de Livia por lo que la pareja se
tomó un tiempo antes de convertir el compromiso en matrimonio. Respetuoso como
era Octavio con las leyes, consultó la circunstancia al Colegio de Pontífices,
que no dudó en dar su consentimiento. A pesar de ello, la boda se celebró
algunos días después del nacimiento del pequeño Druso, que vendría al mundo el
14 de enero de 38 a .C;
nada más nacer fue enviado junto con su hermano Tiberio de 3 años a casa de su
padre. Livia se hizo cargo de sus hijos a partir de la muerte del que fuera su
primer esposo acaecida en el año 33
a .C.
Matrimonio entre dos ciudadanos romanos. Museo de Capodimonte
¿Fue un matrimonio por amor? Por
parte de Augusto indudablemente sí; así lo demuestran tanto las circunstancias
en que se celebró la boda como el hecho de que no se divorciara de ella al no
darle ningún hijo. Sólo en lo que respecta a Livia, antepuso Augusto sus
sentimientos a los intereses de Estado, lo que le ocasionó los más graves
conflictos de su gobierno, aquellos vinculados a la sucesión. Por su parte, no
sabemos lo que podría sentir Livia hacia uno de los hombres que
provocó la muerte de su padre (adversario en Filipos que se suicidó tras la
derrota) y que además había sido el causante de sus años de penalidades como
proscrita. Lo que está claro es que salió bastante favorecida con la unión. La bellísima escultura de Augusto encontrada en la villa que la emperatriz poseía en Prima Porta puede considerarse la más grande prueba del amor de Livia hacia su
esposo. Cuando enviudó, se retiró a esa villa en las afueras de Roma y llevó
con ella una copia de la más espectacular imagen del difunto emperador para
venerarlo hasta el final de sus días. Lo que es seguro es que pasado el ardor
de la juventud, Augusto y Livia se convirtieron en compañeros de vida, siendo su
matrimonio uno de los más sólidos de la antigüedad; y no sólo eso, sino que
Livia llegó a ser la mejor consejera y colaboradora del Príncipe en las tareas
de gobierno. Él consultaba la mayoría de sus decisiones con ella, que demostró
ser mucho más que un rostro bonito, una mujer inteligente, juiciosa y una
excelente administradora: la gran mujer que se esconde detrás de cada gran
hombre. Pero eso sí, la propaganda de Augusto nunca reconocería los méritos de
Livia. Muy tiernas las palabras que le dedicó Augusto en su lecho de muerte: “Livia, conserva mientras vivas el recuerdo
de nuestra unión”. (Suetonio. Vida de
Augusto, 99,1-2).
Augusto de Prima Porta. Detalle. Siglo I d.C. Museos Vaticanos. Roma 2018
Su matrimonio con Augusto duró 52 años, hasta la
muerte del Príncipe, que la quiso y respetó más de lo que nadie amó a
ninguna emperatriz; a pesar de la
influencia que ejercía sobre él, Augusto, nunca fue esclavo del sexo ni jamás
se sometió a la voluntad de ninguna mujer. De hecho como era normal en la época
no le fue fiel a Livia.
Esta es la primera de las reseñas
que dedicaré a la primera emperatriz de Roma en los próximos días, una mujer excepcional
maltratada sin piedad por algunas fuentes, la literatura y el cine.
Augusto amaba a Livia, pero, ¿Ella lo amaba a él?
ResponderEliminarEso es algo difícil de saber, pero como señalo en mi artículo yo creo que sí. Cómo no amar a un hombre que en el siglo I a.C., la convirtió en la mujer más poderosa del mundo, que le dejo ser independiente y administrar su propio patrimonio, vuelvo a puntualizar en una época que la mujer no contaba nada. Y que no se divorció de ella por no darle un heredero. El hecho de llevarse a Prima Porta la escultura de su marido es una prueba inequívoca de su amor. La Villa era de su propiedad, no de Augusto. Si yo fuera Livia lo tengo clarísimo, claro que lo hubiera amado. pero ¿Qué puede decir la autora del blog dedicado a él?, jjj. Saludos
EliminarA mí me resulta difícil que de parte de Livia surgiera amor hacia Augusto. Su padre se suicidó tras la batalla de Filipos (en la que luchó contra Augusto), se divorcio de su esposo a cambio de casarse con Augusto para perdonarle la vida, tuvo que abandonar a sus hijos durante un tiempo por orden de Augusto. En fin, saludos.
EliminarEs algo que nunca sabremos. Su padre se suicidó, Augusto no lo asesinó, en su libertad de elección toma esa alternativa. Horacio luchó en Filipos contra Augusto y luego fue muy amigo suyo. Su matrimonio con Tiberio Druso fue una tortura para Livia, así que no creo que le supusiera un dolor muy grande la separación. No fue Augusto quien ordenó separarse de sus hijos, es la ley romana la que dictaba que los hijos pertenecen al Pater Familiae. Aún así ella pasó con ellos mucho tiempo. Yo me reitero, si fuese Livia lo hubiese amado sin dudas, pero es algo muy subjetivo. También hay que tener en cuenta que nuestra mentalidad es muy diferente a la de ellos. Un saludo
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