La batalla definitiva contra los asesinos de
César se libró en dos combates llevados a cabo los días 3 y 23 de octubre de 42 a .C. en Filipos
(Macedonia). En las cercanías de esa
ciudad de la costa del Egeo (denominada así en honor al padre de Alejandro), 19
legiones lideradas por los triunviros Octavio y Antonio derrotaron a las 17 del
ejército republicano bajo el mando de Bruto y Casio, los cabecillas de los Idus
de marzo. Se enfrentaron dos de los ejércitos romanos más grandes de la
historia que aglomeraban unos 200.000 hombres. El tercer triunvro, Lépido
permaneció en Roma a cargo del gobierno de la ciudad.
Al ser Antonio el triunviro con más
experiencia militar, fue él quien planteó la campaña. Octavio no intervino en
un principio porque se encontraba enfermo y tuvo que quedarse atrás con su
ejército. Se desconoce a ciencia cierta el tipo de enfermedad que le aquejó
pero lo que sí sabemos es que el más joven de los triunviros, de delicada
salud, empeoraba en momentos de gran tensión, y especialmente ante la
inminencia de batallas, debido a su escasa preparación en ese terreno; su
enfermedad puede haber sido psicosomática. Sin embargo, éste hecho sirvió para
que sus enemigos lo tacharan en adelante de cobarde.
Cuando Octavio llegó junto a Antonio (que en
ese intervalo había fracasado en la organización de una emboscada) se instaló
en el mismo campamento junto con sus hombres. A principios de octubre, ante la
situación de inactividad de los dos bandos, Antonio, con la finalidad de
desbloquear la situación, lideró personalmente el ataque y, siguiendo una
estrategia totalmente cesariana, atacó el campamento de Casio. Las fuerzas
republicanas se vieron obligadas a retroceder a la vez que la caballería huyó
en dirección al mar.
Tapiz de la Batalla de Filipos. Palma de Mallorca. Palacio de la Almudaima
Por su parte Bruto, asaltó el campamento de
los triunviros; en él había permanecido Octavio, quien habría muerto, si él a causa de su enfermedad no se hubiera ocultado en las marismas cercanas. Según la mayoría de los
historiadores antiguos relatan que fue advertido en sueños que tuviera cuidado
ese día; sin embargo, es más probable que ante la inminencia de la batalla, al
encontrarse aún muy debilitado optara por abandonar el campamento antes de que
ésta se iniciara, evitando así una muerte segura. Tres estandartes de sus
legiones fueron capturados por los hombres de Bruto y las legiones del hijo de
César huyeron en desbandada. No obstante, se reorganizaron rápidamente y
volvieron a contraatacar.
La contienda hubiera acabado en empate si no
hubiera sido porque la inmensa nube de polvo que cubría la llanura de Filipos
impedía discernir el resultado de la misma; por este motivo, Casio creyendo que
las legiones de Bruto habían sufrido una estrepitosa derrota y que aquel había
caído, se suicidó. Este hecho desestabilizó mucho a Bruto, hombre de letras más
que de armas, que se sintió profundamente desorientado.
Bruto (Tobias Menzies) se abraza al cadáver de Casio (Guy Henry). Fotograma de la serie Roma
Ambos ejércitos se encontraban bastante maltrechos; aún así Bruto presentó batalla el 23 de octubre. En esta ocasión las tropas de Octavio lucharon con valentía hasta que las legiones republicanas emprendieron la retirada. Antonio lideró la persecución mientras que Octavio, débil y exhausto, permaneció defendiendo el campamento. Probablemente Agripa se hiciera cargo de la situación. Bruto, escondido en unas colinas boscosas y abandonado por muchos de sus soldados se suicidó. Fue el final de un hombre atormentado toda su vida por una tremenda lucha interior que le llevó a considerar el asesinato de aquel que lo amaba como un hijo como un sacrificio más que como un acto político. Más de 40.000 romanos tuvieron que morir para que quedara claro a la causa republicana, agonizante en Filipos, que la muerte de César había sido un sinsentido.
Y fue en este momento cuando la gran ira que
había acumulado Octavio desde el asesinato de su padre adoptivo, acrecentada
durante las vicisitudes de la contienda, estalló con toda su virulencia. Frente
a las muestras de clemencia hacia las personalidades ilustres vencidas por
parte de Antonio (el verdadero vencedor de Filipos), el joven, que acababa de
cumplir 22 años y, que en los últimos dos, había soportado una carga insoportable
para sus jovencísimos hombros, se mostró
implacable. El apogeo de su cólera se desató ante el cadáver de Bruto: Antonio
lo cubrió con su manto púrpura y pretendió rendirle honores; sin embargo, Octavio
ordenó cortarle la cabeza y enviarla a Roma para que fuera arrojada a los pies
de la escultura de César. Por fin se había cumplido su venganza. En un futuro
el Foro de Augusto lo recordaría a la posteridad.
Sin embargo, algunos personajes fueron
perdonados por Octavio, como es el caso de Horacio, que luchó en el bando republicano; por mediación de
Mecenas se convertiría en uno de los poetas más fieles del Principado. Horacio,
a partir de su experiencia, aborreció la guerra durante toda su vida e incluso
escribió un poema sobre su cobardía y sobre la inutilidad del valor si éste
conduce a la muerte.
“Una vez nos batimos juntos en retirada,
en el campo de Filipos
cuando solté mi pobre escudo.
Y el coraje se esfumo,
y de los hombres fuertes que fruncían el ceño
los más valientes cayeron;
sus mentones sobre la tierra pantanosa”
Serie Roma. Versión romántica de la Batalla de Filipos
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=qlIZT4lCrVA
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=qlIZT4lCrVA
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