“Cuando regresé de Hispania y la Galia , durante el consulado de Tiberio Nerón y
Publio Quintilio (13 a .C),
tras haber llevado a cabo con todo éxito lo necesario en esas provincias, el
Senado, para honrar mi vuelta, hizo consagrar, en el Campo de Marte, un altar
dedicado a la Pax Augusta
y encargó a los magistrados, Pretores y Vírgenes Vestales que llevasen a cabo
en él un sacrificio en cada aniversario”.
Augusto. Res Gestae Divi Augusti, 12
Ara Pacis Augustae. Roma. 2013
Con estas palabras, el
mismísimo Augusto relata el momento en que el Senado decretó la construcción
más exquisita de su principado: el Ara Pacis Augustae. Una verdadera obra
maestra que no sólo se convertiría en el
culmen del arte relivario romano sino
que inmortalizaría la instauración de la Pax Romana ,
el mayor logro del gobierno de Augusto.
El monumento, cuya ejecución
fue aprobada el 4 de julio del 13
a .C., se consagró el 30 de enero del 9 a .C. Estaba situado en sus
orígenes junto a la Via Lata (último
tramo de la Via Flaminia ),
y no se trasladó a su ubicación actual junto al Mausoleo de Augusto hasta 1938.
Está realizado en mármol de Carrara.
Reconstrucción del Ara Pacis
De estructura
rectangular (mide 11,65 x 10,62
metros ), el verdadero altar donde cada año se realizaban
los sacrificios se encuentra en su interior, cuyas paredes están decoradas con
guirnaldas y bucráneos (cráneos de bueyes). A él se accede a través dos puertas
que se abren en el centro de los lados más estrechos, la delantera por donde entraban
los sacerdotes oficiantes a través de una escalera, mientras que la trasera se
utilizaba para introducir los animales. El altar propiamente dicho aparece
decorado con personificaciones de provincias conquistadas en la parte inferior y
una procesión de vestales acompañada por ayudantes de sacrificio en la parte
superior. Se corona con volutas y cabezas de león.
Sin embargo, lo
verdaderamente relevante en el Ara Pacis es la decoración escultórica de las
paredes externas. Estructuradas en 2 frisos, el inferior lo cubre una exuberante
ornamentación a base de ramas de acanto en la que se intercalan aves y pequeños
reptiles como lagartijas y serpientes. Esta vegetación está tallada con tal
elegancia y delicadeza que desvela su evidente ascendencia helénica. En el
friso superior, por su parte, se distribuyen escenas mitológicas en los lados
más cortos y la famosa procesión de sacerdotes, senadores y familiares de
Augusto en los laterales.
Las escenas mitológicas trasmiten
un gran significado político que enlaza perfectamente con la propaganda augustea.
La primera de ellas, situada en el nivel superior de la parte frontal del altar,
a la izquierda de la puerta, representa al Luperco, es decir, la cueva donde
según la leyenda Rómulo y Remo fueron amamantados por la loba. A la derecha, se
coloca la escena de Eneas ofreciendo un sacrificio a los dioses penates. El
mensaje es claro: vincular el linaje de Augusto con el de Eneas y con los
mismísimos fundadores de Roma, subrayando una vez más el origen divino de la
gens Julia.
Interior del altar. Roma 2018
Interior del altar. Roma 2018
Detalle de la decoración vegetal. Roma 2013
Detalle de animales entrelazados en la decoración vegetal. Roma 2018
Dealle. Escena del Luperco
Detalle. Eneas haciendo un sacrificio a los dioses Penates
En la parte trasera, en
la zona derecha aparece la diosa Roma vestida de amazona sentada sobre sus
armas en un panel del que apenas quedan restos. A la izquierda, la diosa Tellus
(Tierra) ejemplificando una alegoría de la Pax , aparece representada como una figura
exuberante y maternal con dos bebés en el regazo, rodeada de una elegante
vegetación y figuras de animales domésticos. La flanquean los genios del Aires (sobre
un cisne) y del Agua (sobre un monstruo marino). Esta escena está íntimamente
vinculada con la política demográfica de Augusto en las que se exalta el
matrimonio y la maternidad, a la vez que pone de manifiesto los frutos de la
prosperidad alcanzada gracias a la Paz.
Detalle. La Diosa Roma
Detlalle la Diosa Tellus. Roma 2013
Detalle de Tellus. Roma 2018
Detalle Friso meridional en el que aparece Augusto. Roma 2013
Familia imperial en el friso meridional. Roma 2013
Por su parte, en
el friso septentrional (peor conservado pues muchas de las cabezas fueron
rehechas en el siglo XVI) aparece una representación de sacerdotes y
senadores junto a otros miembros de la familia imperial, entre
los que destacan la hermana y la esposa de Príncipe, o lo que es lo mismo
Octavia y Livia; ésta última lleva de la mano a Lucio César, el segundo
nieto de Augusto de apenas 5 años, ataviado también con vestidura troyana como
su hermano Cayo.
Friso septentrional. Roma 2011
Detalle del friso septentrional con el pequeño Lucio César de la mano de Livia
Fragmento del Ara Pacis Augustae. París. Museo del Louvre
Aunque con claras
reminiscencias del friso de las Panateneas (obra de Fidias que decoraba el
Partenón de Atenas), los del Ara Pacis inauguran una modalidad dentro de la
escultura completamente nueva y genuinamente romana: el relieve histórico, a la
vez que lo eleva a los más altos niveles. La calidad técnica de los mismos se
evidencia en detalles como la búsqueda de la profundidad a través de la alternancia
del alto, medio y bajo relieve o en el estudio de los pliegues unido a la
sublime belleza y delicadeza de los retratados. Igualmente, frente a la seriación
de algunas figuras en la obra maestra griega y la espiritualidad de los rostros,
bellísimos, pero que no transmiten emociones, los personajes del Ara Pacis se presentan
en diferentes posturas, relacionándose entre ellos y, algunos de ellos,
poniendo de manifiesto los sentimientos que los unen, aunque siempre dentro de la
contención y sobriedad romanas: preciosa es la escena que nos muestra el diálogo que mantienen con la mirada Antonia la menor y su esposo
Druso de los que se sabe estaban muy enamorados, y sobre todo, resultan muy entrañables aquellas que protagonizan niños, los cuales fruto de la inocencia de su edad, en un acto de tal
solemnidad, se esconden y agarran a las vestiduras de los adultos, como el
pequeño Lucio César que parece escapar quizás para correr hacia sus padres o las
manos que acarician las cabezas de Cayo César y Julia Menor buscando calmar su
inquietud infantil.
Jinetes del friso de las Panateneas. Fidias. Siglo V a.C. Lóndres. Museo Británico 2011
Antonia, Druso y Germánico. Roma 2013
Los niños del Ara Pacis: Cayo y Lucio junto a otro hijo de Agripa de un anterior matrimonio
Roma 2013
Detalle. Julia Menor
Cada año, el día del
aniversario de su dedicación y el 30 de marzo (onomástica de las divinidades
protectoras del Estado) una procesión encabezada por Augusto acudía al altar
para inmolar una víctima blanca, al tiempo que se pronunciaba la plegaria que
recoge Ovidio en sus Fastos: “Para que
viva eternamente con la paz, la casa que nos la garantiza. Rogad a los dioses
con píos votos para que nos sean propicios”.
El Ara Pacis fue abandonado
en la antigüedad quedando sepultado en el subsuelo romano. En 1568 empezaron a
salir a la luz los primeros fragmentos del mismo, que sin ser reconocidos,
fueron vendidos a diferentes coleccionistas de arte en Italia y en el
extranjero. En el siglo XIX, fueron descubiertos nuevos fragmentos que Von Duhn
asoció al altar augusteo del que hablaban las fuentes. Ya en los primeros años
del siglo XX, Benito Mussolini impulsó la excavación definitiva y reconstruyó
el monumento en su ubicación actual, protegido por pabellón, con los paneles
que pudo recuperar (no consignó los que habían acabado en París y Viena). Se
inauguró el 23 de septiembre de 1938, día del bimilenario del nacimiento de
Augusto.
En el año 2006 abrió
sus puertas el nuevo Museo del Ara Pacis, un edificio realizado en cristal,
acero, travertino y estuco, proyectado por el arquitecto estadounidense Richard
Meier que cubre en su totalidad el monumento y que ya entonces recibió
numerosas críticas. Críticas acertadas, pues el pasado mes de noviembre la
lluvia que abatió Roma con particular violencia se infiltró en el edificio
Meier alcanzando al Ara Pacis. Es indignante que un edificio que costó 17
millones de euros (5 más de lo que cuesta restaurar el Mausoleo de Augusto), no
sea capaz de cumplir su cometido principal, que no es precisamente lucirse sino
proteger la joya única que alberga en su interior. Esperemos que imágenes tan
penosas no vuelvan a repetirse.
Museo del Ara Pacis. Edificio Meier
Lluvía sobre el Ara Pacis
Fuente: http://www.ilmessaggero.it/roma/cronaca/ara_pacis_pioggia_augusto_nubifragio/notizie/366698.shtml
Un hecho curioso es que en 2009, el Ayuntamiento
de Roma organizó unas sesiones para mostrar el Ara Pacis con sus colores
originales a través de efectos especiales. Por unas jornadas, el Altar de la
paz pudo contemplarse como lo vieron el Príncipe y sus coetáneos.
Ara pacis con colores
He diseñado una ruta cultural que se llama "Tras los pasos de Augusto" y me he tomado la libertad de coger el verso que Vd. a puesto.No dude si viene a Cartagena recorrer conmigo "Tras los pasos de Augusto"
ResponderEliminarhttp://ramonaescarabajal.wordpress.com/2014/05/28/tras-los-pasos-de-augusto/