Claudio. Siglo I d.C. Roma. Museos Vaticano
A pesar de la opinión
negativa que sus contemporáneos tenían de Claudio, tal y como ponen de
manifiesto las principales fuentes antiguas, la historiografía moderna no duda
en considerarlo, independientemente de sus errores, como un buen emperador, corriente
a la que me adscribo. Según mi opinión, el desprecio que sentían por él la
mayoría de sus coetáneos nacía de la incapacidad de digerir que los gobernara
alguien a quien consideraban inferior debido a sus problemas físicos: cojera,
tartamudez, etc.
En primer lugar, Claudio
demostró ser más sabio que muchos de sus iguales al haber conseguido sobrevivir
a los sangrientos reinados de Tiberio y Calígula, en los que tantos hombres y
mujeres que se consideraban más inteligentes que él, perecieron.
Por otro lado, según las
fuentes antiguas fue autor de una vasta producción literaria, tanto en latín
como en griego, siendo definido por las mismas como culto y erudito. Éstas
inciden en que solía citar con frecuencia versos de Homero, algo de lo que no podían
jactarse la mayoría de personas de su época.
Asimismo, amplió las
fronteras del imperio con la conquista de Britania y realizó importantes obras
de ingeniería para paliar las hambrunas que asolaban a la población muy frecuentemente; entre éstas destacan la ampliación del Puerto de Ostia, que pretendía favorecer el abastecimiento de grano, y las obras de desecación del lago Fucino que permitieron un mayor aprovechamiento de
las tierras aptas para el cultivo.
A quienes lo acusaban de
débil y fácilmente influenciable por sus libertos y mujeres, les respondió dividiendo las funciones
administrativas entre varias personas, con el deseo de mermar la influencia del
liberto imperial Calixto, tan poderoso durante el Principado de Calígula y, al
principio, no prescindible debido a su eficaz control de la maquinaria de la Administración.
Cuando alguno cambió no afectó a la dirección política lo que deja claro que
las decisiones las tomaba el emperador.
Emperador Claudio. Siglo I d.C. Nápoles. Museo Archeologico Nazionale
También influyó Claudio en
conceder la ciudadanía romana a muchos más habitantes del Imperio que sus
predecesores; él era consciente de que los territorios más allá de Italia no
sólo estaban para soportar una gran carga impositiva sino que también debían
beneficiarse de las ventajas de ser ciudadanos.
En cuanto a sus mujeres,
mostró debilidad sobre todo por Mesalina, aunque no dudó en ejecutarla cuando
se sintió traicionado. Sin embargo en su relación con Agripina y su preferencia
por Nerón primó por encima de todo el deseo de dejar un heredero de la gens
julia y fuerte a su muerte, que él presentía cercana debido a sus grandes
problemas de salud. Su mayor preocupación en sus últimos años era dejar una
Roma estable, sin correr riesgos de nuevas guerras civiles. De hecho cuando Británico
estaba a punto de alcanzar la mayoría de edad, el emperador dio muestras de
querer favorecerlo a él y prescindir de su mujer e hijastro, algo que no le
permitieron.
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