La
expedición de Calígula en Germania tuvo también otra consecuencia que afectó
gravemente a su inestable estado mental: el descubrimiento de una conspiración
para acabar con su vida en la que estaban involucrados altos miembros del
ejército y sus familiares más cercanos. Aunque ésta había fracasado, el golpe
que sufrió su confianza fue enorme.
Estandarte de una legión romana
Nada
más llegar a Germania, Calígula destituyó y mandó ejecutar a Cneo Cornelio
Léntulo Getúlico, general de las legiones allí acantonadas, gran profesional
veterano. Se rumoreaba que Getúlico había pronunciado alguna vez amenazas
veladas sobre el gran número de legiones que tenía bajo su mando y que sus hombres
lo obedecían a él, no al emperador. Acto seguido, Calígula mandó destituir a
los dos Cónsules. Empezó a tomar cuerpo la noticia que los tres hombres habían
participado en un complot para que los ejércitos del Rin derrocaran al César y
pusieran en su lugar a un nuevo emperador. A finales del otoño las noticias se
hicieron oficiales. La gran sorpresa era que el posible sustituto de Calígula
no era otro que su gran amigo y excuñado, Marco Emilio Lépido, amante actual de
su hermana Agripina. En la conspiración también habría formado parte la otra
hermana del emperador, Julia Livila. No es extraño que al salir de Roma el
emperador ya sospechara algo pues los tres habían viajado con él a Germania.
Calígula,
sumamente dolido ante la traición de tres de las personas más cercanas a él,
mandó ejecutar a Lépido. Y a sus hermanas las exilió a la isla de Pandataria
(donde también sufrió destierro la hija de Augusto). Agripina sufrió además la
gran humillación de tener que trasladar en una urna hasta Roma los restos de su
amante. Ésta, antes de partir al destierro, tuvo que sufrir además el más
grande dolor de su vida, pues su marido acababa de morir, y la única persona
que le importaba en la vida, su hijo Nerón, pasó al cuidado de la hermana de su
esposo, Domicia, enemiga declarada de Agripina; aquella aprovechó la ocasión
para ganarse el corazón de su sobrino y alejarlo para siempre de su madre. Consternada
la orgullosa hija de Germánico partió hacia la isla junto con Livila. Antes de
su partida, Calígula les recordó a ambas que “no sólo tenía islas, sino también espadas” (Suetonio. Vida de Calígula, 29). Hizo traer de Roma
todas las joyas y posesiones valiosas de sus hermanas para subastarlas en Lyon
a unos galos deseosos de poseer objetos de la familia imperial.
Agripina la menor. Siglo I d.C. Milán. Museo Arqueológico
Fuente: Por © José Luiz Bernardes Ribeiro /, CC BY-SA 3.0,
¿Qué
podría haber motivado el odio de sus
familiares más cercanos hacia el emperador? Está claro que tras la muerte de
Drusila todos habían perdido privilegios. Lépido además había tenido que
padecer la humillación constante que le suponía la desbordante obsesión de
Calígula hacia su esposa y hermana de aquél, Drusila. Por otro lado, Agripina y
Livila no debían haber visto con buen ojo la predilección de Calígula por ésta
ni la pérdida de interés por ellas tras la muerte de la joven. A Agripina la
empujaban también las grandes ambiciones que albergaba para su hijo, único
descendiente varón del emperador. Más difícil discernir lo que animaba a
Livila. Se rumorea que era amante de Séneca y que ésta había caído en desgracia
ante el César. Pero son sólo conjeturas. De una manera u otra, de la noche a la
mañana, Calígula se quedó sin familia, pues nunca mostró interés alguno por el
pequeño Nerón.
Aunque
la conspiración fracasó, Calígula reforzó la seguridad en torno a él, sufriendo
a partir de entonces un miedo atroz a ser asesinado. Su ánimo estaba tan
alterado que cuando el Senado envió una delegación encabezada por su tío
Claudio a felicitarlo por haber acabado con la conspiración, los trató con gran
desprecio, mandado a arrojar a Claudio al río. Tanto el Senado como su propia
familia lo habían traicionado y ya nadie estaría seguro cerca de él.
¿Claudio sabía nadar? Menos mal.☺
ResponderEliminarNo. Según dicen el pobre se salvó porque cayó cerca de la orilla.
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