En otoño del año 37
cuando sólo llevaba algunos meses rigiendo la suerte del Imperio más poderoso
de la antigüedad, Calígula cayó gravemente enfermo. Ya hemos analizado en una reseña anterior que ni los historiadores antiguos ni los modernos han sabido
diagnosticar con certeza la naturaleza de dicha enfermedad. Para Filón de
Alejandría, ésta había sido la consecuencia de la transformación brusca que sufrió
la vida de Calígula, desde una existencia relativamente tranquila a una vida de
excesos en todos los niveles. Encefalitis, enfermedad venérea, hipertiroidismo,
epilepsia….fuese lo que fuese lo que originó su mal, lo cierto es que el
emperador estuvo a las puertas de la muerte.
Busto de Calígula. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre
Hasta tal punto lo creía
él mismo que nombró heredera de todos sus bienes y del Imperio a su querida
hermana Drusila, en una decisión sin precedentes en la historia de Roma. Una
gran multitud, de día y de noche, rodeaba el palacio imperial orando por la
recuperación del César, y hubo hasta quien hizo voto de donar su vida por la de
Calígula o combatir como gladiador si el emperador sanaba.
Calígula no era un
soldado curtido en las batallas, de ahí que siempre tuviera su lado al hombre
que le había ayudado a sentarse en el trono imperial, el prefecto de la guardia
pretoriana, Nevio Sutorio Macrón. También se contaba entre sus más íntimos
asesores, el padre de su difunta primera esposa, Junio Silano, un importante
senador. Ambos al ver a Calígula moribundo sintieron muy cerca la amenaza que
eso suponía para su situación privilegiada. Por eso, comenzaron a tantear al
adolescente Tiberio Gemelo, nieto del difunto emperador, que contaba en esa
época con 18 años.
Pero Calígula no murió,
sino que se recuperó por completo aunque sus facultades mentales quedaron
seriamente dañadas. De ahí que Suetonio apuntara en este punto de su relato
sobre el emperador “hasta aquí hemos
hablado de Calígula como de un Príncipe, réstanos referirnos a él como un
monstruo” (Vida de Calígula,
22,1).
El primero que padeció
su ira fue el desdichado Gemelo quien fue acusado de traición y obligado a
suicidarse. Cuenta Suetonio que excusó esta decisión diciendo que joven
pretendía envenenarlo pues “su aliento
le había olido a un antídoto que debía
haber tomado para precaverse contra venenos”. Suetonio continúa narrando
que el pobre chaval sólo “había tomado un
medicamento a causa de una tos pertinaz que le aquejaba y que iban en aumento”
(Vida de Calígula, 23, 3).
Tiberio Gemelo. Siglo I d.C.
Luni (Liguria). Museo Arqueológico Nacional
Le siguieron Macrón y
Silano. Al primero lo honró con el cargo de gobernador de Egipto, y luego,
antes de que partiera, le obligó a suicidarse, junto con su esposa Nevia,
antaño amante de Calígula. Silano también fue obligado a cortarse la garganta
con una cuchilla. El descubrimiento de la facilidad con la que se había quitado
de en medio a sus dos poderosos aliados, lo incitaba a probar hasta dónde
llegaban sus límites.
A aquellas personas que
habían ofrecido su vida por la suya durante su enfermedad les recordó que
cumplieran su juramento. A Atanio Secundo, un ecuestre que había prometido
luchar como gladiador, lo envío a la arena. Allí el desgraciado duró poco. Esto
demostraba que nadie, independientemente de su estatus estaba libre del alcance
de la mano del nuevo Calígula.
Hola:
ResponderEliminarIncreíble la vida de los Césares
¿Obligados a suicidarse? Estaba con su paranoia pero no se dice por qué cayeron en desgracia. ¿no podían haber huido o los mataron y dijeron que se habían suicidado?
Se supone que cayeron en desgracia por intentar poner a Gemelo como emperador, si Calígula moría. Al sobrevivir, éste se sintió amenazado. Lo del obligar a suicidarse supuestamente era un "gesto amable" en el mundo romano pues así dejaba a la víctima morir con honor. Para los romanos la "dignitas" incluso a la hora de morir era vital. Un saludo
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