La
muerte de Livia supuso un cambio radical en la política de Sejano mientras que
Tiberio prolongaba su retiro en Capri, despreocupado de las tareas de gobierno.
El Prefecto del Pretorio inició entonces una serie de juicios amañados contra
senadores y ricos caballeros, a los que proscribía y les confiscaba sus bienes
que iban a parar a las arcas del Estado y a la suya propia.
La mayoría de
ellos fueron acusados de laesa maiestas u ofensa a la majestad
imperial por la elaboración de versos difamatorios o por haber realizado
comentarios subversivos que delataban oposición al gobierno de Tiberio. Muchas
de las víctimas optaban por el suicidio para conservar su patrimonio para sus
hijos
Este
estrato social empezó a vivir un infierno pues nadie sabía de qué o cuándo le
iban a acusar de algo. Lo más afectados fueron especialmente aquellos cercanos
al círculo de Agripina, viuda de Germánico. La intención de Sejano no era otra
que eliminar a todos los posibles rivales que se interpusieran en su camino
hacia el trono imperial, por lo que la familia del añorado general se convirtió
en el principal escollo a salvar.
Agripina la
Mayor. Siglo I d.C. Roma. Museos Capitolinos
La popularidad de Agripina
y sus hijos no dejó de aumentar desde la muerte de Germánico, a quien el pueblo
romano había amado más que a ningún otro general. El hijo mayor, Nerón, había
vestido la toga viril en el año 23 d.C., un año antes que su hermano Druso.
Poco tiempo antes, Tiberio recomendó a Nerón ante el Senado pidiendo que se le
permitiera acceder a la cuestura cinco años antes de la edad legal. Así,
consiguió alcanzar el pontificado en el año 20 d.C. Narra Tácito que “el primer día en que Nerón hizo su
entrada en el Foro se repartieron donativos al pueblo,
alegre de ver ya crecido a uno de los hijos de Germánico” (Anales. III, 29, 3).
A la muerte de Druso, hijo del
emperador en el año 23, Tiberio tomó a los adolescentes Nerón y Druso de la
mano y dirigiéndose al Senado exclamó: “Padres Conscriptos, cuando estos niños se
quedaron sin padre, los entregué a su tío y le rogué, aunque tenía su propia
descendencia, que los cuidara como a su propia sangre y los ayudara, y que los
hiciera semejantes a sí mismo para bien de la posteridad. Una vez que nos ha
sido arrebatado Druso, a vosotros vuelvo mis ruegos y en presencia de la patria
y de los dioses os emplazo: a estos biznietos de Augusto, nacidos de los más
esclarecidos antepasados, acogedlos, guiadlos, cumplid vuestro deber y el mío.
Éstos ocuparán, Nerón y Druso, el lugar de vuestros padres. Habéis nacido en
tal condición que vuestros bienes y vuestros males trascienden al Estado” (Tácito.
Anales. IV, 8,4). El pueblo estaba
encantado pues toda la veneración que sentían por Germánico la habían
trasladado a sus hijos, en especial a Nerón, favorito de Agripina y el que más
se asemejaba a su padre en físico y actitud, aunque tenía una personalidad más
débil que aquel.
Tiberio (George
Baker) y Sejano (Patrick Stewart) en un fotograma de la serie Yo, Claudio, 1976
Tiberio y Agripina la mayor. Pedro Pablo Rubens. 1614. Washington. National Gallery of Art
Fuente: https://latunicadeneso.wordpress.com/2014/11/17/agripina-la-mayor-la-orgullosa-nieta-de-augusto/
Uno
de los candidatos que Agripina barajaba como su futuro esposo era Cayo Asinio
Galo. Esta proposición supuso la ruina del senador pues Tiberio lo odiaba al
haber estado casado con su amada Vipsania (ya fallecida), tras su obligado
divorcio. Fue encarcelado sin un juicio previo y se le dosificaba la comida a
fin de mantenerlo con vida pero con las justas fuerzas, pues Tiberio deseaba
para él el mayor sufrimiento.
Sin
embargo, mientras Livia vivió ni Tiberio ni Sejano se atrevieron a tocar a la
progenie de Germánico, pues aquella los protegía. Pero en el año 30, sólo meses
después del fallecimiento de la emperatriz, Sejano urdió una trama para acabar con
Agripina y sus dos hijos varones mayores. Convenció a Tiberio de que la nieta
de Augusto y Nerón estaban conspirando contra él, a través de engaños y falsos
confidentes. Tiberio envió entonces al Senado una carta contra ambos en la que
acusaba a Nerón de amores viciosos con muchachos. Contra Agripina sólo alegaba
lo arrogante de su gesto y su carácter rebelde. En ese momento, el pueblo, afín
desde siempre a Germánico, rodeó la Curia portando imágenes de Agripina y
Nerón. Esta situación paralizó por un tiempo la sentencia. No obstante, Sejano
se quejó de que Roma estaba al borde del golpe de estado así que Tiberio volvió
a arremeter contra ellos y los juzgó personalmente sin la intervención del
Senado. Así Agripina fue desterrada a la Isla de Pandataria (la misma en que
murió su madre Julia) y Nerón a Pontia. Antes de partir Agripina perdió un ojo
a causa de una disputa con un centurión.
Moneda con
Tiberio en el anverso y Nerón y Druso en el reverso
El segundogénito Druso, de carácter más violento, se
salvó por el momento pues, envidioso de la preferencia que su madre otorgaba a
su hermano, no dudó en testificar contra él engatusado por Sejano. Sin embargo,
sólo un año después fue acusado igualmente de traición y fue encarcelado. Quizás
Tiberio prefería tenerlo cerca por si tenía que aplacar al pueblo.
El año 31, Nerón fue
mandado asesinar por Sejano, quien puso en conocimiento de Agripina el final de
su hijo predilecto. Ella misma, obligada a comer por Tiberio, se dejó morir de
hambre en el año 33, el mismo en que murió de inanición Druso al quien
encontraron en su celda muerto habiendo intentado devorar la lana de su
colchón. Un muy triste final para los pocos descendientes que quedaban de
Augusto. Un último destello del odio de Tiberio por Agripina se trasluce del
hecho que sólo muerta ésta, ordenó a matar a Plancina (la mujer de Pisón,
presunto autor del envenenamiento de Germánico) que era una protegida de Livia. Mientras que la nieta de Augusto
vivió no quiso darle esa satisfacción.
En este momento de los
hijos varones de Germánico sólo quedaba Cayo César, al que todos llamaban
Calígula, que contaba en esta época,18 años. Éste, que había vivido con
Livia, pasó a vivir con su abuela Antonia a la muerte de aquella. En el año 31,
viendo el peligro inminente sobre su cabeza se trasladó a vivir con Tiberio a
Capri logrando reconciliarse con él; algo que no es de extrañar pues Calígula
era un maestro del fingimiento, y pocas personas en la historia han logrado
superar su vileza, incluso a tan corta edad. “(Calígula) ocultaba
un ánimo feroz bajo una engañosa modestia, sin que hubiera alterado el tono de
su voz la condena de su madre ni el exterminio de sus hermanos; según tuviera
el día Tiberio, él adoptaba un aire igual, y con palabras no muy distintas a
las suyas. De ahí el agudo y tan divulgado dicho del orador Pasieno de que “nunca
fue mejor el esclavo ni peor el amo” (Tácito. Anales. VI, 20, 1).
Cayo César Calígula. Siglo I d.C. New York. Metropolitan Museum of Art. Foto de Bill Storage, Laura Maish, John Pollini y Nick Stravrinides
UUUfff!!!!!!!!!!! Estos romanos son de película de terror.
ResponderEliminarDesde luego que sí...y queda aún lo peor de lo peor que es Calígula. Ya te decía yo cuando recelabas de Augusto, que él era lo mejorcito que te ibas a encontrar. Saludos
ResponderEliminarCon todo lo malo que haya hecho Augusto no se compara a lo que hicieron estos personajes de Tiberio y Caligula, el Cesar actuaba en funcion de su gran imperio, pero los otros parece lo hacian por puro sadismo.
ResponderEliminarEvidentemente Augusto era un hombre de un tiempo, en el que el bien y el mal se medía de una forma muy diferente al nuestro. Cometió errores, pero para mí es uno de los mejores políticos que ha existido que dedicó hasta el último día de su vida al bienestar de su pueblo y a la mayor gloria de Roma. Saludos
EliminarCurioso: Livia protegía a la viuda e hijos de Germánico, pero en el juicio que hubo por su muerte, se puso de lado de Plancina, esposa del supuesto asesino de Germánico ¿?
ResponderEliminarEsa es la versión de Robert Graves que no tiene base histórica. Un saludo
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