Una nueva etapa comenzó en
el Principado tras la desaparición de Agripa. Augusto, a pesar de su gran
pérdida, no podía permitirse el lujo de un duelo público prolongado pues la
estabilidad de tan vasto Imperio dependía de su lucidez a la hora de tomar decisiones.
No obstante, algo que le serenaba era saber que la sucesión estaba asegurada a
través de los hijos de Agripa, sus adorados nietos Cayo y Lucio César. Mientras
que estos crecían (a la muerte de su progenitor el primero tenía 8 años y el
pequeño, 5), a su lado contaba para llevar la pesada carga del gobierno con dos
jóvenes de gran talento, sus hijastros Tiberio y Druso. Ambos eran excelentes
generales y se hicieron cargo de los ejércitos imperiales sin problema alguno.
Escultura de Tiberio. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre
Fuente: «Tiberius Capri
Louvre Ma1248» de Marie-Lan Nguyen - Trabajo propio. Disponible bajo la
licencia Dominio público vía Wikimedia Commons https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Tiberius_Capri_Louvre_Ma1248.jpg#/media/File:Tiberius_Capri_Louvre_Ma1248.jpg
Tiberio fue enviado a los
Balcanes, donde las noticias sobre la muerte de Agripa habían provocado nuevos
disturbios en Panonia. Druso por su parte, se dirigió una vez más a la Galia. Desde la
distancia, Augusto supervisaba la actuación de sus hijastros. A partir de
ahora, el emperador cambiaría su estilo de vida basado en grandes giras por las
provincias alternadas con estancias en Roma; desde la muerte de Agripa, los
viajes fuera de la capital serían cortos para estar pendiente de las
operaciones por él planificadas. Es normal que acostumbrado a la eficacia de
Agripa quisiera vigilar de cerca las campañas de sus nuevos generales, más
inexpertos que su malogrado amigo.
No obstante pronto se
hicieron patentes las grandes dotes de sus hijastros. En
el mismo 12 a .C.
Druso llevo a cabo un censo en la
Galia con la finalidad de organizar la región, registrar las
propiedades y los impuestos y a la vez asegurar los suministros para las
siguientes campañas en el Rin, creando incluso una serie de bases militares
permanentes para tal fin. A partir de entonces, Druso se centró en frenar una
serie de incursiones de germanos en los territorios de Roma. Tales fueron sus
éxitos contra estas tribus que le valieron el sobrenombre de Germánico, que a
partir de entonces llevarían tanto el hijo de Livia como sus herederos. Por su
parte, Tiberio también triunfaba en los Balcanes.
Moneda acuñada por Claudio para honrar los éxitos de su padre Druso en Germania
Fuente: «DRUSUS RIC I 74-80000544» de Classical Numismatic Group, Inc.
http://www.cngcoins.com. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 2.5 vía Wikimedia
Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:DRUSUS_RIC_I_74-80000544.jpg#/media/File:DRUSUS_RIC_I_74-80000544.jpg
Ambos hermanos retornaron a
Roma en 11 a .C.
donde fueron premiados con una ovación con símbolos de triunfo. Augusto podía
respirar tranquilo al sentir que sus legiones estaban en buenas manos. Sólo le
quedaba un asunto para recuperar completamente el control de la situación:
buscar un nuevo esposo para su hija Julia, que con sólo 27 años, había
enviudado por segunda vez.
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