“Le
has hecho tan poderoso que (Agripa) debe convertirse en tu yerno o ser
asesinado”
Consejo de Mecenas a Augusto. Dión Casio.
Historia Romana. 54, 6-5
Tal cúmulo de acontecimientos
negativos acaecidos en tan poco espacio temporal motivaron que Augusto, ansioso
de recuperar su estabilidad tanto personal como política, reclamara a Agripa
(que se encontraba en Oriente desde hacía un par de años). Siguiendo el consejo
de Mecenas, el Príncipe le ofreció en matrimonio a su hija Julia, una vez
finalizado el período de luto estipulado tras la muerte de su primer esposo,
Marcelo. Esta opción también fue promovida por una desolada Octavia (aunque
supuso el divorcio de su hija Marcela casada con Agripa) pues amargada por la
muerte de Marcelo y resentida con Livia (que siempre había puesto impedimentos
a la promoción de aquel) deseaba evitar a toda costa que fuera el hijo de la
emperatriz, Tiberio, el elegido para sustituir al desventurado joven. Fue la
última intervención en política de Octavia, pues a continuación se retiró de la
vida pública para vivir su luto en soledad hasta su muerte.
Agripa y Julia junto a su hijo Cayo ocupan un lugar preeminente en el Ara Pacis Augustae. 9 a.C.
Roma 2013
Agripa aceptó encantado tan grande honor que no sólo le suponía entrar de lleno en la familia imperial sino que materializaba por parte de un plebeyo una aspiración imposible en cualquier otra
circunstancia: tener como esposa a un miembro de una de los linajes más
antiguos y poderosos de Roma, descendiente del divino Julio y de la mismísima
diosa Venus. La ceremonia se celebró el año 21 a .C. y como regalo de
bodas, la mano derecha del Príncipe obsequió a su flamante esposa con una villa
a orillas del Tíber, cuyas preciosas pinturas murales aún se conservan en el
Museo de las Termas de la capital italiana.
Villa de Agripa y Julia conocida como Casa de la Farnesina. 21 a.C.
Museo de las Termas. Roma 2011
No sabemos, en cambio,
cómo puedo haber reaccionado la joven de 18 años obligada a casarse con un
hombre de la edad de su padre, o sea, 24 años mayor que ella; aparentemente no mostró rechazo, no obstante el hecho
de que el comportamiento licencioso de Julia, que marcaría su vida y destino,
comenzara a manifestarse desde su segundo matrimonio es indicativo de que no
debió digerirlo muy bien, no tanto por la diferencia de edad (algo muy habitual
en la antigua Roma) sino a causa de la baja estirpe de su esposo (algo que
aborrecían también algunos de sus descendientes como su nieto Calígula). Así
y todo, de esta unión nacieron 5 hijos, el germen de la famosísima dinastía
julio-claudia: Cayo, Lucio, Agripina (madre de Calígula y abuela de Nerón),
Julia la Menor
y Agripa Póstumo.
El primero de ellos,
Cayo, vino al mundo en el año 20
a .C., regalando a Augusto uno de los momentos más
felices de su vida. El pequeño, (al que el Príncipe apodaba cariñosamente como su burrito) ocupó con facilidad el gran
vacío que había dejado Marcelo en su corazón y desde el primer momento su
cariño por él fue infinito. Tres años después nació Lucio, momento que
aprovechó Augusto para adoptar a los dos niños, lo que equivalía a nombrarlos sus herederos. Al vivir sus padres
se celebró una curiosa ceremonia que implicaba una compra simbólica: Augusto
golpeaba tres veces una balanza con una moneda de poco valor en presencia de un
pretor. El Príncipe volvía a vivir sereno sintiendo asegurado el futuro de Roma.
Cayo César niño. Copia de busto en mármol. Museo del Ara Pacis. Roma 2013
Por ello, y a pesar del
profundo desprecio que muchos de los nobles profesaban a Agripa, debido a sus
orígenes, su suegro lo colmó de los máximos honores, por lo que su estatus
sobrepasaba con diferencia a la de cualquier senador: entre estos destacan que
en 18 a .C.
se le concedió un proconsulado de cinco años que se transformaría en maius (mayor de los de cualquier
gobernador) al mismo tiempo que se le concedió la tribunicia potestad por cinco
años, algo que sólo Augusto (éste con carácter permanente) había poseído. Como
yerno de aquel y padre de los príncipes, ocupaba el segundo puesto del Estado
por lo que en el caso de que el emperador falleciera, Agripa habría ocupado su
lugar como regente de sus hijos.
¿Agripa pidió casarse con Julia o el propio Augusto le ofreció su mano?
ResponderEliminarAunque hay cosas que nunca sabremos, dudo que Agripa con su carácter y humildad hubiera pedido algo a Augusto. Un saludo
ResponderEliminarSin Agripa a su lado, Octaviano no hubiera sido nunca César Augusto. Agripa fue general extraordinario, que suplió lus deficiencias como militar.
ResponderEliminarA pesar de la importancia de Agripa en el Principado de Augusto, éste tenía madera de líder natural y su olfato político no lo tenía ninguno de sus contemporáneos. Grandes militares ha habido muchos, pero Augusto sólo ha habido uno. Y uno de sus grandes logros fue precisamente ese: escoger a los mejores. Un saludo
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