domingo, 8 de abril de 2018

Claudio y Calígula


Calígula (John Hurt) y Claudio (Dereck Jacobi) en un fotograma de la serie Yo, Claudio, 1976

Cuando Calígula se convirtió en emperador, Claudio pasó a estar en la primera línea en la política romana, más por un deseo de Calígula de burlar a las instituciones romanas que tanto despreciaba que por un verdadero deseo de honrar a su tío, tal y como después pusieron de manifiesto las continuas burlas y humillaciones a los que lo sometió. 
La primera medida de Calígula fue nombrarle senador y su colega en el consulado durante el año 37; a punto estuvo de costarle el cargo el hecho de que no estuvieran en la fecha estipulada unas esculturas que Calígula le ordenó erigir de sus hermanos Druso y Nerón. Tres años después volvió a ser designado cónsul por segunda vez.
No obstante, padeció múltiples ultrajes por parte de su sobrino. “Si llegaba a cenar un poco más tarde de la hora señalada, no se le hacía sitio sino a regañadientes y sólo después de haberlo hecho recorrer el comedor, y cada vez que se adormilaba después de la comida, cosa que le sucedía con frecuencia, le incordiaban tirándole huesos de aceitunas o de dátiles, y a veces los bufones lo tomaban por objeto de sus bromas despertándole con la palmeta o con el látigo. Solían también ponerle chinelas en la manos mientras roncaba, para que al despertarse de repente, se frotara la cara con ellas” (Suetonio. Vida de Claudio, 8).

Busto de Calígula. Siglo I d.C. Copenhage. New Carlsberg Glyptotek. Fotografia propiedad de S. Sosnovski

Al mismo tiempo su vida estuvo en peligro en varias ocasiones, por ejemplo cuando el senado envió una embajada, presidida por Claudio, para felicitar a Calígula que se encontraba en Germania por su éxito en la represión de la conspiración de Getúlico. El emperador se indignó tanto, de que se le hubiera tomado por un niño al que su tío debía supervisar, que incluso se dice que lo arrojó al río Rin. Este incidente empeoró mucho  la situación de Claudio en la corte.
Continúa Suetonio diciendo que “a partir de entonces, fue siempre el último de los exconsules en manifestar su opinión en el Senado, pues se le consultaba después de todos para humillarle. Se aceptó incluso un proceso por falsificación de un testamento en el que también él había estampado su sello. Por último, se vio obligado a pagar 8 millones de sestercios por ingresar en un nuevo sacerdocio, quedando de tal manera arruinado, que al no poder cumplir el compromiso contraído con el fisco, bajo el edicto de los prefectos sus bienes fueron puestos a la venta sin condiciones, como establece la ley hipotecaria” (Vida de Claudio, 9, 2).
Añade Dión Casio, que durante esta época Claudio enfermó y adelgazó mucho a causa del estrés y el miedo que lo tenían paralizados.
Ya lo comenté en otra ocasión que, aunque se ha especulado, es muy poco probable la participación de Claudio en el complot que acabó con la vida de Calígula, pues nadie lo consideraba inteligente como para hacerle partícipe de un plan tan arriesgado.


Busto de Claudio. Siglo I d.C. Roma, Museos Vaticano

A pesar de todo, Claudio logró sobrevivir a todos sus ilustres parientes, incluido su cruel sobrino, obteniendo  sin buscarlo algo que todos anhelaban menos él: la púrpura imperial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario