domingo, 15 de diciembre de 2019

Feliz Navidad y Año 2020

Una vez más nos disponemos a despedir otro año. Tengo que reconocer que 2019 me ha dejado más frustraciones a nivel artístico que satisfacciones. La primera de ellas, es que no se ha materializado la tan anhelada reapertura del Mausoleo de Augusto, por la que hay que seguir esperando posiblemente algún añito más. Aun así, quiero pensar que el mejor regalo que nos hará Roma en el año 2020 será mostrar al mundo la tumba del Pater Patriae perpetuo, más imponente que nunca.
No obstante, los dos momentos más impactantes del año que han afectado al Patrimonio, han sido la visión esperpéntica de la destrucción en directo de la Catedral de Notre Dame de París a causa del fuego o más recientemente la imagen de Venecia ahogada por su propia marea mostrándonos la cripta de San Marco inundada. Ambas desgracias me han arrancado lágrimas de impotencia.
A pesar de ello, 2019 nos ha  permitido algún momento dulce, como ver la reapertura de la Domus Transitoria de Nerón o de los Foros Imperiales así como nuevos descubrimientos cada día en Pompeya.
Esperemos que el 2020 nos traiga toda la esperanza de un mundo mejor en todos los aspectos: un mundo en el que Notre Dame comience a resurgir de sus cenizas y Venecia siga resistiendo el embiste del tiempo, porque el pasado nos trae la memoria de los que hemos sido y sólo siendo consciente de ello podremos avanzar hacia el futuro.


La rebelión de Julio Víndex


       A pesar del regreso de Nerón a Italia, el ambiente en la zona occidental del imperio continuaba revuelto. Sus últimos años de gobierno presentaban síntomas claros de estar convirtiéndose en algo muy cercano a las monarquías helenísticas, basado en el apoyo del pueblo y los pretorianos junto a un gran control sobre los senadores.

Nerón. Siglo I D.C., Munich, Gliptoteca
Fuente: De User:Bibi Saint-Pol, own work, 2007-02-08, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1814923

En marzo del año 68, Julio Víndex gobernador de la Galia Lugdunenesis se reveló contra la política fiscal de Nerón; incluso ordenó acuñar una moneda que mostraba dos dagas y un píleo (especie de gorra que portaban los esclavos a los que se les concedía la libertad). Lo significativo del hecho es que Marco Junio Bruto había emitido una moneda similar unos 100 años antes tras asesinar a César. De nuevo estábamos en marzo.
El día 19 del mismo mes (fecha del aniversario de la muerte de su madre, elegida también a propósito por Víndex), éste envió una provocadora misiva al emperador en el que se dirigía a él como Enobarbo (en alusión al cognomen de su padre biológico y que llevó hasta su adopción por Claudio). Nerón “se enteró en Nápoles de la revuelta de las Galias precisamente el día en el que había matado a su madre, y recibió la noticia con tanta calma y aplomo, que provocó incluso la sospecha de que se alegraba, como si se le hubiera presentado la ocasión de saquear, por derecho de guerra, unas provincias tan ricas” (Suetonio. Vida de Nerón, 40, 4). Continúa Suetonio diciendo que Nerón siguió practicando sus aficiones habituales sin prestar demasiada atención al asunto, mas “alarmado por fin por los edictos ultrajantes que Víndex no dejaba de publicar, envió una carta al Senado en la que le exhortaba a vengarle a él y al Estado […]. Pero como no dejaban de llegarle noticias apremiantes, regresó a Roma presa del pánico; sólo se reanimó un poco durante el trayecto por un presagio insignificante; sobre un monumento percibió la imagen esculpida de un soldado galo abatido por un caballero romano que lo arrastraba por los cabellos; al verlo saltó de gozo y dio gracias al cielo” (Suetonio. Vida de Nerón, 41).


Denario de Galba que menciona a Víndex

Estos párrafos de Suetonio dejan entrever la inestabilidad emocional que padecía Nerón desde la adolescencia y que con el devenir de los años se le había acrecentado. Su indiferencia inicial se debe más a su deseo de no responder a su enemigo cómo éste esperaba. Por ello, envió un contingente de legiones a la frontera con la Galia al frente de Petronio Turpiliano al mismo tiempo que le indicaba a Virginio Rufo, general de los ejércitos del Rin, que marchara al encuentro de Víndex, que había pedido auxilio a Servio Sulpicio Galba (Gobernador de Tarraconense en Hispania), el cual fue declarado enemigo público. Los rebeldes fueron aplastados cerca de Vesontio y Víndex se suicidó. Nerón había recuperado el control militar del Imperio, pero  lo quedaban unos escasos dos meses de vida.

martes, 3 de diciembre de 2019

Nerón en Grecia


Nerón 

Meses después de la muerte de Popea, Nerón huyendo de su dolor, partió hacia Grecia para participar en los Juegos Ístmicos, famoso festival de composiciones artísticas y deportivas que tenía lugar cada dos años en la ciudad de Corinto. Ese sólo sería el inicio de una larga gira pues el emperador pretendía concursar en todos los festivales que se celebraran ese año; así, a petición suya, se pospusieron incluso los Juegos Olímpicos por primera vez en su historia y se reprogramaron otros festivales para hacer factible su sueño. Después continuaría en un viaje hacia Oriente. Su llegada causó una gran expectación en el país heleno. En Roma, en cambio, sus planes causaron un gran desagrado en las élites superiores.
Nerón excluyó a la mayoría del cuerpo senatorial de la comitiva que lo acompañaba, en los que sí tenían cabida Vitinio (un exzapatero cuyo abuelo había sido cobrador de deudas) y Vespasiano (militar experimentado pero de un linaje no del todo noble), además de un gran número de músicos, profesores de canto y entrenadores personales.



Antigua Olimpìa

Según Suetonio “apenas puede creerse, la enorme inquietud y ansiedad con que participaba en el certamen, el empeño que ponía en derrotar a sus adversarios y el miedo que le inspiraban los jueces […]. Antes de comenzar su actuación se dirigía a los jueces con el máximo respeto y les decía que él había hecho todo lo posible, pero que el resultado estaba en manos de la Fortuna; y que ellos debían como hombres sabios y eruditos que eran, dejar a un lado los caprichos del azar; cuando éstos le exhortaban entonces a cobrar confianza, se retiraba algo más tranquilo, pero ni aun así totalmente libre de inquietud, atribuyendo el silencio y la timidez de algunos de ellos a un ánimo hostil y malevolente” (Suetonio, Vida de Nerón, 23, 2-3). Toda esta ansiedad no le impidió obtener las coronas de vencedor en todos los festivales, incluso si cometía errores.
También participó en las carreras de cuadrigas celebradas en Olimpia. Aunque fue arrojado del carro, insistió en volver a subirse a él magullado y dolorido; si bien no consiguió completar la carrera obtuvo el título de vencedor por su valentía y determinación.
Tan satisfecho quedó el emperador de su periplo griego que el 28 de noviembre del año 67 Nerón, durante una magnífica ceremonia en Corinto, concedió la libertad a Grecia, además de algunos beneficios fiscales. También intentó construir un canal para unir el Golfo de Corinto con el mar Egeo, algo que ya había sido ideado por Julio César, pero su sucesor Galba canceló el proyecto por ser demasiado costoso, y  ya no pudo materializarse hasta el siglo XIX. Y todo lo hizo el César sin consultar al Senado Romano.



Ruinas de la antigua Corinto

Durante su estancia en Grecia, Nerón disfrutó bastante pues los griegos eran mucho más permisivos que los romanos, que desaprobaban en general sus gustos por las interpretaciones artísticas, pues Roma era más partidaria de las luchas en el anfiteatro que del teatro y la música. Y sobre todo, los más moralistas desaprobaban categóricamente que el emperador participara en dichos espectáculos.
No obstante, no todo podía ser diversión para el dueño del mundo. Durante este período, en el año 66, se produjo una revuelta en Judea derivada de la creciente tensión entre griegos y judíos. Nerón envió a Vespasiano para que la aplacara, algo que no consiguió por completo hasta el año 70 (un año después de la muerte del emperador).
Pero el ambiente era mucho más pesimista en Occidente. En la Galia, Hispania y áfrica las tensiones iban en aumento por la presión de los agentes del emperador que se mostraban crueles y adoptaban la mayoría de las veces conductas opresivas. Asimismo, Nerón era continuamente objeto de mofa por su comportamiento. Los gobernadores preferían no adoptar ninguna postura ante las rebeliones que se cocían por doquier. Al final, el liberto que Nerón había nombrado para administrar Roma en su ausencia se desplazó a Grecia para rogarle que volviera. Nerón accedió no sin pesar, pero aun así aprovechó el momento para entrar en Roma con toda la pompa triunfal, incluso montando el carro que Augusto usaba en sus triunfos. El pueblo se rindió a sus pies, demostrando que aún estaba con él.