domingo, 20 de diciembre de 2020

Reabre el Mausoleo de Augusto

 


Nos vamos acercando lentamente al final de un año aciago en el que la pandemia que ha devastado nuestra forma de vida y mentalidad, ha supuesto también un parón en muchas excavaciones arqueológicas y restauraciones de monumentos; no obstante, 2020 acaba con la mejor de las noticias: después de 14 años y un gran número de vicisitudes, el 18 de diciembre la alcaldesa de Roma Virginia Raggi ha anunciado a los pies del Ara Pacis Augustae que el 1 de marzo de 2021 se reabrirá al público el Mausoleo de Augusto como “un regalo que devolvemos a Roma, a Italia y al mundo entero”.

Las obras, que comenzaron en 2017, gracias a la colaboración entre el sector público y Tim Italia, permitirán las visitas al que aún hoy es el monumento funerario circular más grande del mundo, lugar de enterramiento de Augusto y muchos miembros de la familia imperial. Estas visitas serán previa reserva, que podrán ya efectuarse a partir del próximo lunes 21 de diciembre a través de la web www.mausoleodiaugusto.it. Desde su apertura hasta el 21 de abril (día del nacimiento de Roma) la visita será gratuita, algo que continuará así para los residentes en Roma durante todo el año 2021.




Aunque la rehabilitación ha sido a veces cuestionada por el uso de materiales modernos, supone el inicio de la recuperación de una zona de Roma bastante abandonada desde hace años, pues lleva implícita la de la Piazza Augusto Imperatore que lo rodea. El Ayuntamiento romano prevé modernizar con jardines y un nuevo diseño urbanístico toda el área y exponer los restos hallados; incluso se pretende permitir el acceso a una cavidad con ábsides recientemente localizada. La restauración de la plaza está prevista que finalice a finales de 2024, 2010 años después que fuese sepultado el fundador del Imperio y Padre de la Patria.

Después de la primera fase de conservación del monumento se pasó a la fase de valorización con la restauración del complejo. Y no sólo eso, sino también se ha realizado una completa musealización del edificio a partir de contenidos digitales que harán hincapié en la historia e importancia histórica del Mausoleo.

Precisamente el 16 de diciembre de 2013 hace ya 7 años publiqué mi primera entrada de este blog dedicado a Augusto y su obra con el único objetivo de conmemorar el bimilenario de su muerte, que tendría lugar el 19 de agosto del año 2014. En el puente de la Inmaculada de ese año 2013, me desplacé hasta Roma para visitar la gran exposición que se organizó en honor del primer emperador romano, viaje que aproveché en exclusiva para explorar en profundidad la Roma de Augusto. Aún recuerdo como en silencio ante un Mausoleo en total abandono reflexioné unos instantes sobre la obra del Príncipe y sobre el anhelo de poder volver a rendirle pleitesía en su lugar de último reposo como ya hice en el año 2005. Hoy ese sueño es una realidad y cuando la pandemia me lo permita volveré a Roma y al Mausoleo con la plena satisfacción de saber que toda la obra de Augusto está a salvo y que él sigue siendo el amo de Roma, su segundo fundador, pues aún hoy es imposible desligar los nombres de Augusto y Roma, pues ambos caminan juntos en la eternidad.

Fuentewww.lavanguardia.com

Fuentewww.artribune.com


Augusto de Prima Porta, Siglo I d.C., Roma, Museos Vaticanos

Con la imagen victoriosa e inmortal de Augusto quiero desear una Feliz Navidad y un Próspero año 2021 a todos los lectores de este blog. Esperemos que el año nuevo suponga el final de la pandemia y que podamos recuperar nuestra normalidad. Igual que el Príncipe, a pesar de todos los sinsabores de su vida dejó el legado más impresionante que ha podido dejar un gobernante, nosotros también saldremos de ésta más fuertes y con más ganas de disfrutar cada momento que la vida nos brinde.




miércoles, 16 de diciembre de 2020

Tito y Domiciano

 

Moneda que muestra a Vespasiano en el anverso y a Tito y Domiciano en el reverso

La relación de Tito y Domiciano viene en gran parte marcada por la diferencia de edad entre los dos. Cuando el segundo nació, Tito tenía 12 años y había asumido la toga virilis dejando atrás su infancia. Por lo que tanto Vespasiano como Tito, volcados en el Cursus Honorum del Pater Familiae, no dedicaron mucho tiempo a la educación del pequeño, que se crio en una relativa pobreza, lejos de cualquier autoridad paterna. Huérfano de madre a muy tierna edad y alejado de sus familiares más cercanos, Domiciano quedó al cuidado de su tío paterno Tito Flavio Sabino, que también se hallaba muy ocupado ayudando a la carrera política de su hermano.

Así, que mientras Tito y Vespasiano triunfaban en Judea, Domiciano intentaba sobrevivir en Roma esquivando a los enemigos de su padre. Y cuando Vespasiano asumió la púrpura, a pesar de que éste nombró Césares a los dos, Tito actuaba de co-emperador mientras que a Domiciano, debido a su juventud, sólo se le otorgaron cargos nominales, con ninguna función importante detrás, aunque le sirvieron para adquirir experiencia en política y en las relaciones con el Senado.


Domiciano. Siglo XVII-XVII, Madrid, Museo del Prado

Las fuentes antiguas ponen de manifiesto una gran animadversión de Domiciano hacia Tito, que le llevó incluso a conspirar contra él, a pesar de que Tito se empeñaba en proteger y demostrar afecto a su hermano pequeño. “[Tito] a pesar de que su hermano no cesaba de conspirar contra él e incluso, casi sin disimulo, soliviantaba a los ejércitos y preparaba la huida, no fue capaz de matarle ni relegarle, ni tan siquiera de rebajar sus honores, sino que, como había hecho desde el primer día de su Imperio, continuó declarándole compañero y sucesor suyo, pidiéndole a veces, cuando se hallaban solos, entre súplicas y lágrimas, que consintiera al fin en corresponder a su afecto” (Suetonio. Vida del divino Tito, 9, 3).

Dión Casio recoge que tras la muerte de Tito (que algunos historiadores clásicos atribuyen a Domiciano por omisión de socorro o participación activa) el nuevo emperador se empeñó en boicotear todo lo que era cercano a Tito: persiguió y llevó a la ruina a sus amigos y a los de Vespasiano. “Él [Domiciano] los odiaba porque no le habían concedido todos sus numerosas e irrazonables exigencias, así como haber ostentado algún honor, pues consideraba enemigo suyo a cualquiera que hubiera disfrutado de algún aprecio fuera de lo común de su padre o de su hermano” (Historia Romana, LXVII, 2). También continúa Dión Casio diciendo que Domciano aunque proclamaba entre lágrimas su amor por su hermano y lloraba su muerte, abolió las carreras de caballos que conmemoraban el cumpleaños de Tito e incluso planeó la muerte de su esposa (supuesta amante de Tito).

De los escritos de estos mismos escritores se deduce que Tito protegía a su hermano y deseaba a toda costa ganarse el afecto de Domiciano. Suetonio señala nuevamente que de los seis consulados que ejerció Domiciano, “sólo uno fue ordinario, y eso porque su hermano se lo cedió y le prestó su apoyo” (Vida de Domiciano, 2,1).

Así, tanto Suetonio como Dión Casio reflejan que mientras que Tito quería y protegía a su hermano pequeño, por el que sentía cierta debilidad debido a su dura infancia (de la que puede intuirse que de alguna manera sentía cierta culpabilidad), Domiciano se movía por la envidia y los celos hacia su hermano mayor, habiendo sido partícipe de una u otra forma de su muerte. De todas maneras estos dos historiadores junto con Plinio el joven eran totalmente hostiles a Domiciano, por lo que es difícil de separar la verdad de la exageración.


Tito, Siglo I d.C, Roma, Museos Vaticano

Es cierto que entre los dos hermanos no podía haber un amor fraternal intenso ni una gran confianza pues apenas se conocían ni habían compartido experiencias juntos, pero otra lectura diferente nos la dan los vestigios arqueológicos. Éstos nos dicen (igual que las fuentes escritas) que una de las primeras intervenciones de Domiciano como emperador fue nombrar dios a Tito. En este caso no necesitaba reforzar su imagen como hermano de un dios pues ya era hijo de un dios.

Por otro lado, el lugar que ha inmortalizado la memoria de Tito, más que ningún otro, sigue en pie en el Foro romano recordando las gestas del malogrado emperador y no es otro que el arco que lleva su nombre. Aunque quizás se empezará a construir durante el Principado de Tito fue culminado e inaugurado por Domiciano. La inscripción va completamente dedicada a Tito: “El Senado y el pueblo de Roma al divino Tito, hijo del Divino Vespasiano, Vespasiano Augusto”. No aparece en ella ninguna referencia a Domiciano, que podía haberla llevado porque él la ordenó y era muy común en la antigüedad que los gobernantes borraran la memoria de sus antecesores o se quisieran atribuir gestas de otros. Asimismo, el Templo que se estaba construyendo en el Foro para honrar a su padre, fue dedicado a los divinos Vespasiano y Tito.


Arco de Tito, 81 d.C., Roma, 2018

Según mi opinión, estos dos últimos testimonios hablan más alto que cualquier opinión subjetiva de algún escritor, e indican que a pesar de que Domiciano no sintiera por Tito un gran amor,  honró su muerte y su obra como un buen hermano. Al mismo tiempo, quitan peso a los rumores de su participación en la muerte de Tito, que los mismos historiadores antiguos no son capaces de confirmar, al igual que la supuesta relación ilícita entre Tito y su cuñada que el mismo Suetonio pone en duda diciendo que “Domicia juraba por lo más sagrado que no había tenido ninguna relación con él; y no la habría negado, caso de haber existido, antes bien, se habría jactado de ella, como solía hacer sin el menor reparo en todos los escándalos que protagonizaba” (Vida del divino Tito, 10, 2).


Detalle de la inscripción del Arco de Tito, Roma, 2011

domingo, 6 de diciembre de 2020

La muerte de Tito

             “Murió en la misma casa de campo que su padre, en los idus de septiembre, dos años, dos meses y veinte días, después de haberlo sucedido a los 42 años de edad. Cuando se divulgó la noticia, todo el mundo se lamentó públicamente como habría hecho en caso de haber perdido un familiar, el Senado corrió a la curia sin esperar a ser convocado por un edicto, y, mientras las puertas estaban aún cerradas, y luego cuando fueron abiertas, tributó al difunto tantas muestras de gratitud y lo colmó de tantas alabanzas como nunca le había dedicado estando vivo y en su presencia”.

Suetonio. Vida del Divino Tito, 11

 

Tito, siglo I d.C., Munich, Gliptoteca
Fuente: De Desconocido - User:Bibi Saint-Pol, own work, 2007-02-08, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1888196

Al finalizar los juegos de inauguración del Coliseo, Tito dedicó el Anfiteatro junto con unas termas que llevaban su nombre al pueblo romano. Acto seguido partió de viaje, alojándose en la misma villa donde murió su padre en Reate. Cayó enfermo durante la travesía por lo que hubo de ser trasladado en litera hasta la casa de campo, y a los pocos días murió a causa de unas fiebres. Era el 13 de septiembre del año 81 d.C., y contaba sólo con 42 años de edad.

A pesar de que casi todo el mundo acepta la muerte de Tito debida a causas naturales, los historiadores no han dejado de especular sobre la causa de la enfermedad que contrajo y sobre el hecho de si su hermano Domiciano estuvo implicado de alguna manera en la muerte. Algún escritor antiguo sugiere que fue envenenado por Domiciano, mientras que otros como Dión y Suetonio lo único que afirman es que Domiciano no prestó el auxilio médico que necesitaba su hermano, dejándolo morir.


Domiciano, siglo I d.C., Roma, Museos Capitolinos

Ambos historiadores confirman que la única frase que pronunció Tito al morir fue “sólo he cometido un error”. Mientras Suetonio divaga sobre si se refiere a la posible infidelidad del emperador con la esposa de su hermano, Domicia, Dión señala que aludía a que debía haber mandado asesinar a Domiciano cuando descubrió la conjura que preparaba contra él. “Mientras aún respiraba y todavía tenía posibilidad de recuperarse, Domiciano para acelerar su final, lo habría puesto en un baúl lleno de nieve, haciendo creer quizá que la enfermedad requería de la administración de frío. En cualquier caso, entró en Roma a caballo mientras Tito aún estaba vivo, fue al campamento [de la guardia pretoriana], y allí recibió el título y la autoridad de emperador, tras dar a los soldados todo cuanto su hermano les había dado. Tito, al expirar, dijo: “sólo he cometido un error”. No aclaró cuál fue ni nadie más supo identificarlo con certeza. Se han conjeturado una y otras cosas. El punto de vista predominante es el de los que dicen que se refería a haber seducido a la esposa de su hermano, Domicia. Otros- y son estos a los que yo me inclino a seguir- dicen que lo que quiso señalar como su error fue el no haber matado a Domiciano cuando le descubrió conspirando abiertamente contra él, sino haber elegido por el contrario cumplir su destino a manos de su rival, y haber entregado así el Imperio de los romanos a un hombre como Domiciano". (Dión Casio, Historia Romana, Libro LXVI, 26).

Según el Talmud (obra judía) Tito murió a causa de un mosquito que se le introdujo por la nariz y anidó en su cerebro causándole grandes dolores como venganza divina por la toma de Jerusalén. Esta teoría tampoco está comprobada, y es probablemente fruto del odio que sentían los escritores judíos hacia el emperador que había destruido el Templo de Jerusalén.


El triunfo de Tito. Alma Tadema.1885. 
En primer plano aparece Vespasiano como Pontifex Maximus, seguido por Domiciano y su esposa Domicia Longina que dirige su mirada a Tito que  les sigue vestido con atavío religioso.
Fuente: De Lawrence Alma-Tadema - http://www.artrenewal.org/asp/database/image.asp?id=108, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2334600

Así Tito murió sin que su Principado dejara nada digno de mención salvo varios desastres naturales de gran entidad y la inauguración del Coliseo. Uno de los primeros actos de Domiciano como emperador fue deificar a su hermano, algo aceptado por unanimidad pues Tito era muy querido por todos, incluido los historiadores romanos que han dejado una visión muy favorable de él.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Gladiadores de Roma

 


Aunque el origen de los juegos de gladiadores es incierto, algunos escritores antiguos remontan esta práctica a ritos funerarios etruscos. Por su parte, Tito Livio escribió que luchas entre hombre armados se celebraron por primera vez en el año 310 a.C. para festejar una victoria de los campanos contra los samnitas, algo que corroboran unas pinturas del siglo IV a.C., halladas en la ciudad campana de Paestum, que escenifican combates entre luchadores. No obstante, el mismo Livio sitúa la celebración de los primeros juegos de gladiadores como tales durante la primera guerra púnica contra Cartago, cuando Decimus Iunios Brutus Scaeva para honrar a su difunto padre, hizo que tres parejas de gladiadores lucharan a muerte en el Foro Boario de Roma. De ahí que este tipo de luchas tomen el nombre de munera (deber de honrar los manes de un antepasado muerto). El desarrollo de la munera y los tipos de gladiadores viene determinado por el apoyo de Samnio a Anibal, que provocó una dura campaña de Roma contra sus antiguos aliados campanos. Por este motivo, el tipo de gladiador más antiguo es el samnita.


Mosaico de Zliten, Siglo II d. C, Leptis Magna (Libia)
Fuente: De Desconocido - Livius.org, Dominio público, 


La mayoría de los gladiadores eran esclavos, pero a veces su fama en la arena era tal que suscitaban la admiración y el reconocimiento popular (incluso muchas mujeres nobles perdían la cabeza por yacer con ellos). El comercio de gladiadores se desarrollaba en todo el Imperio y estaba sujeto a supervisión oficial. Muchos de los prisioneros de guerra eran vendidos como tales. También eran reclutados como gladiadores los criminales, los condenados a trabajos forzosos y los voluntarios remunerados. Para los pobres y los no ciudadanos ingresar en una escuela de gladiadores suponía obtener un oficio, comida, alojamiento y era además una forma de adquirir fama y forjarse una fortuna, pues se quedaban con el dinero de los premios y los regalos que recibían. Además, cobraban un sueldo por combatir. Cada grupo era tatuado de una manera diferente, por ejemplo, los condenados en la cara mientras los soldados eran marcados en la mano.

La primera escuela de gladiadores fue probablemente la de Aurelius Scaurus en Capua, uno de los únicos lanistas cuyo nombre se conoce. El lanista era quien dirigía la escuela y tenía poder sobre la vida o muerte de todos sus gladiadores. Todos ellos, ya fueran voluntarios o condenados, estaban obligados a cumplir un juramento sagrado (sacramentum). Los novatos se entrenaban con maestros, probablemente gladiadores ya retirados. En la escuela se usaban armas de madera sin filo. Los entrenamientos podían extenderse durante nueve horas diarias, los seis días de la semana.


Reconstrucción de la Escuela de gladiadores de Carnutum (Austria)


Sus condiciones de vida eran duras, pero vivían mejor que la mayoría de la población. Se alojaban en celdas, en diferentes secciones dependiendo de su status, que se ubicaban alrededor del campo de entrenamiento. Había varios cuerpos: primus palus, secundus palus  o rudiarii según la categoría del luchador. La disciplina era férrea, incluso letal a veces, pues se han encontrado celdas de castigo tan pequeñas que era imposible estar de pie o sentado. A pesar de ello estaban bien alimentados y cuidados pues para el lanista perder alguno suponía grandes pérdidas económicas. Recibían masajes con regularidad y revisión médica continua y recibían una buena alimentación basada principalmente en cereales y leguminosas, con poca carne

Los combates como tales no eran encuentros salvajes en lo que todo valía, sino que existían unas reglas bien definidas y en la mayoría de los casos los luchadores tenían más posibilidades de salir con vida que de morir. Las luchas más sangrientas que acababan en muerte eran sobre todo las que enfrentaban a los condenados a muerte. El resto de gladiadores muchas veces sobrevivían a los combates pues ni al lanista ni al organizador de los juegos, el editor (que pagaba por el alquiler de gladiadores) le interesaba que muriesen. Ni siquiera el público quería la mayoría de las veces la muerte de un gladiador si luchaba bien y demostraba valor en el combate. Incluso si perdían, en ocasiones el público era favorable a perdonarle la vida pues Roma valoraba el valor en la lucha más que nada en este mundo.

Muchas veces los combates no eran a muerte, sino que duraban hasta que uno de los combatientes perdía sus armas o se rendía. Esto se indicaba alzando el brazo izquierdo con el dedo índice extendido, soltando el escudo o colocándose la espada tras la espalda. En este momento correspondía decidir la suerte del vencido, aunque influido por la reacción del público. A pesar del mito extendido, el veredicto no se hacía generalmente con el puño cerrado y el pulgar extendido hacia arriba o hacia abajo. El gesto existía, y sobre todo lo llevaba cabo el editor, aunque lo más común era que se hiciera con palabras: mite (liberalo) o iugula (dególlalo). La mortalidad de gladiadores oscilaba entre el 10 y el 20%, bastante menor que en otros espectáculos como las carreras de caballos. Aunque hay que decir que un gladiador sólo luchaba entre dos y cinco veces al año, siendo menos frecuentes los juegos gladiatorios que las carreras de cuadrigas en el Circo Máximo. Otro de los mitos,  la famosa frase Ave Caesar morituri te saluntant, tampoco está confirmado que se usara pues sólo la recoge Suetonio y en un contexto diferente.


Pollice verso, Jean Leon Gerome, 1872, Phoenix Art Gallery


Los gladiadores podían conseguir su libertad de dos maneras: comprándola con lo que hubieran podido ahorrar o conquistándola en la arena como premio extraordinario junto a una espada de madera denominada rudis.

En cuanto a los tipos eran variados:

  • Samnita: como indicamos arriba era el más antiguo. Iban armados con casco, yelmo, un escudo grande rectangular, espada corta y brazo derecho y pierna izquierda protegidos.
  • Reciario: llevaba una red en la mano derecha, un tridente y un puñal, además de un protector en el brazo izquierdo. Su táctica era mantener alejado al rival para apresarlo con la red.

  • Secutor: también conocido como contraretiarius. Portaba una espada corta un casco liso, escudo grande rectangular y protecciones en el brazo y pierna derechos.
  • Mirmillón: armado con espada, un casco en forma de pez, escudo de grandes dimensiones y protecciones en el brazo derecho y pierna izquierda.

  • Tracio: iba armado con una espada generalmente curva y llevaba un casco rematado con un grifo, escudo pequeño, grebas altas en las piernas y manica en el brazo derecho.
  • Hoplomaco: iba armado con lanza y puñal, un casco con visera adornado con plumas, grebas altas, manicas y escudo.

  • Provocator: portaba una espada, casco, armadura en el pecho adornada con la efigie de la Gorgona, escudo grande, grebas y protector en el brazo derecho. Sólo se enfrentaban entre ellos.
  • Equite: luchaba a caballo. Llevaba una espada larga, casco, escudo redondo y protección para las piernas.
  • Paegniarius: usaba como arma un bastón curvo por uno de sus extremos y vestía túnica y casco abierto.
  • Sagittario: usaba arco y flechas.
  • Dimachareus: portaba dos cuchillos, protegía tanto los brazos como las piernas porque no llevaba escudo. Se piensa que Espartaco pertenecía a este tipo.

  • Essedari: luchaba sobre un carro imitando a los guerreros bretones.
  • Andabatae: eran los obligados a combatir. Luchaban a ciegas porque sus cascos no tenían agujeros. Eran los condenados a morir en la arena que no habían pasado por ninguna escuela. Cuando acababa el combate se les machacaba la cabeza para asegurarse que moría.
  • Gladiatrix: eran mujeres gladiadoras, que existieron desde siempre y luchaban a muerte en la arena, aunque no eran muy frecuentes.

Fuente: http://lasarenasderoma.blogspot.com/2014/12/gladiatrix.html


En el año 73 a.C., 200 gladiadores se rebelaron contra Roma bajo el mando de Espartaco. Armados con utensilios de cocina huyeron de la Escuela de Capua. En su fuga asaltaron un convoy con armas y se atrincheraron en el Monte Vesubio, uniéndosele multitudes de esclavos hasta formar un ejército de 80.000 hombres. Durante 3 años mantuvieron en jaque a las legiones romanas, hasta que Cneo Pompeyo Magno y Licinio Lúculo se unieron con Craso (incapaz por si solo de sofocar la rebelión) para cercar al ejercito de esclavos. Murieron 60.000 de ellos. El cuerpo de Espartaco nunca apareció.


Espartaco (Kirk Douglas) al frente de su ejército en un fotograma de la película del mismo nombre dirigida por Stanley KubricK en 1960


viernes, 13 de noviembre de 2020

El Coliseo en la cultura popular

              

El Coliseo. Robert Hubert, 1738, Madrid, Museo Nacional del Prado

             El Coliseo es un icono de la cultura occidental y por eso desde siempre ha sido el protagonista en innumerables obras de arte, ya sea en literatura o pintura; al mismo tiempo su influencia sobre la arquitectura es inmensa. Charles Dickens, Chateubriand, Goethe, Stendhal, Mark Twain, Peter Brueghel, Velázquez o Palladio entre otros se sintieron cautivados por los restos del más grandioso edificio de la antigüedad.  Admirado por todos , fue el único monumento europeo elegido entre las sietes maravillas del mundo moderno, (concurso celebrado en el año 2007 por la empresa New Open World Corporation) y en el que votaron más de cien millones de personas. Ni la Acrópolis de Atenas ni la Torre Eiffel  ni siquiera la Capilla Sixtina pudieron seguir la estela del Anfiteatro Flavio, el edificio más mítico del mundo.


La Torre de Babel (inspirada en el Coliseo), Pieter Bruegel, 1563, Viena, Museo de Historia del Arte
Fuente: De Pieter Brueghel el Viejo - Levels adjusted from File:Pieter_Bruegel_the_Elder_-_The_Tower_of_Babel_(Vienna)_-_Google_Art_Project.jpg, originally from Google Art Project., Dominio público, 


En cuanto al cine, a pesar de las múltiples apariciones del anfiteatro Flavio en la gran pantalla (Vacaciones en Roma de 1953 entre otras) , la más lograda fue en la película Gladiator de Ridley Scott (2000), con una reproducción fiel del anfiteatro aunque los edificios que lo circundan nunca existieron.


           
 
        Roma  y el Coliseo en Gladiator, 2000

En videojuegos (como Assassin’s Creed: Brotherhood o RYSE: Son of Rome) y películas animadas como Playmobil, la película (2009) el Coliseo es uno de los escenarios protagonistas.

Su gran fama hace que su nombre se siga usando para referirse a muchos edificios que en la actualidad están destinados al entretenimiento, especialmente en Estados Unidos. Incluso en una estrofa de una canción de Cole Porte llamada “You’re the top” se incluye el verso “You’re the top, you’re the Colosseum”.


El Coliseo y el Arco de Constantino, Giovanni Paolo Pannini, Siglo XVIII


En cuanto a su influencia en la historia del arte, tengo que decir que desde el momento de su inauguración, en todo el Imperio Romano se construyeron anfiteatros siguiendo el modelo arquitectónico del Coliseo así como en siglos posteriores, a partir del Renacimiento, la superposición de órdenes fue elemento común en innumerables edificios.


Anfiteatro de Pula, Croacia, Siglo I d.C.

Grabado del Anfiteatro de Djem, Túnez, 1843, Siglo II d.C.
Fuente: De Rouargue - http://www.antique-prints.de/shop/catalog.php?cat=KAT52&product=P005346, Dominio público, 

Superposición de órdenes en el patio del Palazzo Pitti, 1458, Florencia, 2012

       ¡Símbolo de la Roma antigua!¡Suntuoso relicario
                                            de sublimes contemplaciones legadas al
                                    tiempo por difuntos siglos de pompa y de poderío!.
                                            Al fin, después de tantos días de fatigante
                                        peregrinaje y de ardiente sed, sed de corrientes
                                                de la ciencia que yace en ti, yo, hombre
                                    transformado, me arrodillo humildemente entre
                                            tus sombras y bebo del fondo mismo de mi
                                             alma tu grandeza, tu tristeza y tu gloria”.

                                   Edgar Allan Poe, Fragmento de El Coliseo. 1833

El Coliseo, Giambattista Piranesi, Siglo XVIII


“Uno no puede pasar frente al Coliseo sin presentarle sus respetos"

Henry James, finales del siglo XIX

 

 “Me aproximo al fondo del Foro Romano, más allá de la colina del Palatino. Y aquí está el Coliseo, con sus alturas melladas por los mordiscos de los siglos, pero tan altivo aún, el gran monumento cuyo único igual no es otro que el Partenón de Atenas.¡Qué grandes eran los clásicos, qué ambición de eternidad la suya!”.

Un Otoño romano. Javier Reverte, 2014

 

“Se puede hacer a los romanos la misma objeción que a Napoleón. Fueron a veces criminales, pero jamás el hombre ha sido más grande”

Stendhal ante la contemplación del Coliseo, siglo XIX


“El amor es efímero, la pasión pasajera, la gloria tallada en mármol es eterna”

Colosseum, Sangre en la arena, Simone Sarasso, 2014


El Coliseo. Javier Guerra, 2013, propiedad de Livia Augusta


                                                 Camino bajo la lluvia,
                                                          en silencio,
                                                   sólo acompañada
                                               del eco de mis pisadas
                                          perdiéndose entre tus ruinas
                                                    …y mi soledad.
 
                                                A cada paso que doy
                                              me llueve tu inmensidad…
                                                 y el alma se quiebra
                                              ante los tenues susurros
                                                  de la sutil violencia
                                               que ocultan tus muros.
 
                                                Frente a ti me desnudo,
                                               y en mi continuo desvarío
                                             hallo el camino de la verdad
                                                   envuelta en el halo
                                                de tu imponente perfil,
                                                  vestido de despojos…
                                                       reflejos de mí.
 
                                                 Ante ti…soy sólo yo
                                        el yo que encuentra un sentido
                                                entre tanto sinsentido
                                                de una búsqueda vital,
                                             que nunca llega a la meta
                                                 que no cesa de vagar.
 
                                              Y es que sólo tú me enseñas,
                                                 entre caricias del viento
                                                que no existe amor eterno,
                                                ni nada que sea inmortal,
                                       salvo la perfección tallada en mármol
                                                desafiando a la eternidad.
   
                      “Una tarde del lluvía en el Coliseo”, Livia Augusta, 2020