lunes, 31 de marzo de 2014

Mecenas o el poder de las artes

Cayo Cilnio Mecenas

Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la palabra mecenas la definición  que encontramos es la siguiente: “persona que patrocina las letras o las artes”. Dicho término alude a Cayo Cilnio Mecenas, el otro fiel consejero del emperador Augusto que destacó precisamente por su labor de protección de las artes y la literatura y, que poniéndolas al servicio del principado, creó un vehículo de propaganda sin precedentes en la historia. En los tiempos actuales se equipararía a un Ministro de Cultura.
Perteneciente a una rica familia noble de origen etrusco afincada en Arezzo, Mecenas nació en el año 70 a.C. Las primeras noticias que tenemos de él es cuando, por recomendación de Julio César, se une al círculo que acompaña a su sobrino nieto Octavio a Apolonia. Junto con Agripa, a pesar de las diferencias entre ambos, los tres jóvenes desde el primer momento establecieron unos fuertes vínculos que los mantendrían unidos durante toda su vida.

Agripa, Augusto y Mecenas

Frente al liderazgo militar de Agripa, Mecenas, si bien participó en alguna campaña militar, desempeñó sobre todo un papel decisivo como consejero y confidente de Augusto que reconoció que nunca había recibido mejores consejos de nadie. Incluso leía y corregía sus discursos. Intervino también como mediador en numerosas ocasiones como en el Tratado de Brindisi (40 a.C) que reconciliaría a los triunviros y que se refrendaría con la boda entre Marco Antonio y la dulce Octavia (hermana del futuro emperador) o en aquel con Sexto Pompeyo que culminó con la boda de Octavio y Escribonia, pariente de Sexto. También están sus consejos detrás de la estructura del Estado romano creada por Augusto en  la que las instituciones tradicionales sobrevivían despojadas de poder. En múltiples ocasiones se quedó al cargo de Roma en ausencia del Príncipe  (en 30 a.C. desbarató una conjura para matar a Augusto encabezada por el hijo del ex-triunviro Lépido). Todos los historiadores coinciden que gracias a la influencia de Mecenas, Augusto se dulcificó y humanizó su política.
Sin embargo, su mayor aportación al principado fue el descubrimiento y protección de jóvenes talentos literarios como Horacio (al cual regaló una villa en los Montes Sabinos) y por encima de todos al mejor poeta latino, Publio Virgilio Marón, quien le dedicó sus Geórgicas. Otros poetas a los que favoreció fueron: Propercio, Lucio Varo Rufo, Plocio Tucca, Cayo Valgio Rufo o Domicio Marso. Así elevó el tono de la vida literaria y cultural en la Era de Augusto y puso a todos los poetas de su círculo al servicio del régimen. El ejemplo más claro es La Eneida de Virgilio, una oda a la Gens Julia y a las virtudes de Augusto. 

Mecenas presentado las Artes Liberales al Emperador Augusto.
Giovanni Battista Tiepolo. 1745. San Petesburgo. Museo del Hermitage

Frente a la sencillez y seriedad de Agripa, Mecenas era un personaje bastante pintoresco, un sibarita de maneras exóticas y afeminadas. Llamaba la atención  su forma de llevar la túnica ceñida sobre las rodillas por lo que le pendía suelta hasta los pies igual que las mujeres o el modo de cubrirse la cabeza con el manto. Amaba la ostentación y el lujo, a la vez que sentía debilidad por las sedas, las joyas y la opulencia en los banquetes (puso de moda en las mesas más refinadas la carne de mono joven e incluso construyó la primera piscina climatizada de Roma). Veleyo Paterculo lo define como “Insomne en la vigilancia y en las emergencias del Estado, clarividente en sus reacciones, pero en los momentos de ocio era más suntuoso y afeminado que cualquier mujer”.

Villa de Mecenas en Tívoli. Jakob Philipp Hackert.1783. San Petesburgo. Museo del Hermitage

Mecenas también era escritor, sin embargo, la calidad de su prosa estaba muy alejada de la de sus protegidos. El propio Augusto se mofaba de él en tono cariñoso por su estilo y el uso de palabras raras.
A pesar de tener múltiples amantes de ambos sexos, estuvo casado con Terencia con la que pasó media vida discutiendo aunque siempre acababan reconciliándose. Y aquí aparece el motivo por el que las relaciones con Augusto se enfriaron hacia 23 a.C. Parece ser que Terencia mantuvo un affaire con el Príncipe, lo que no molestaba a Mecenas; el problema surgió a causa de la indiscreción que cometió el consejero al comentar asuntos de Estado con su esposa (una conspiración contra el principado en la que estaba implicado el hermano de Terencia, Aulo Terencio Varrón Murena y a la que ella advirtió de correr peligro). Este asunto irritó mucho a Augusto. El propio Suetonio lo comenta en su Vida de Augusto “Echó en falta discreción en Mecenas pues había revelado a su mujer Terencia el secreto en que se tenía el descubrimiento de la conjura de Murena”. Siguieron relacionándose con cierta cordialidad y Augusto continúo recurriendo a él de vez en cuando en busca de consejo pero el emperador lo excluyó de su círculo íntimo de máxima confianza.
Así y todo, Mecenas lo nombró su heredero cuando murió en el septiembre del 8 a.C. Mecenas era hipocondriaco y temía mucho a la muerte. Para tranquilizarlo Horacio le dedicó una oda bellísima (Oda 2, 17, 8-12) en la que le prometía seguirle en la muerte, promesa que cumplió, pues murió dos meses después que su patrón:

“El mismo día
tirarán tierra sobre los dos:
Presto el juramento del soldado:
tú diriges e iremos los dos juntos,
preparados para pisar el camino
que pone fin a todos los caminos,
como amigos inseparables”

El comportamiento de Mecenas fue imitado por muchos a través de los siglos. El caso más significativo es el de Los Medici en Florencia que reunieron en su torno a sí los más grandes talentos de su tiempo.

martes, 25 de marzo de 2014

Retratos de Augusto

A excepción del busto de la Gliptoteca de Munich (mi favorito entre los que se conservan del emperador) la Exposición ha logrado reunir los más importantes retratos de Augusto. Ya se han analizado los dos más imponentes: el Augusto de Prima Porta y el Pontifex Maximus. Ahora quiero hacer una recopilación de otros tantos interesantes en los que se refleja su evolución desde un joven triunviro ansioso de poder a la imagen serena de un príncipe perfecto de belleza apolínea acorde con las reformas de la moral y la dignitas que él mismo impulsó. 
  • Busto de Octaviano. 40 a.C. Roma. Museos Capitolinos


         Este modelo tan fidedigno, en el que se aprecian sin ninguna duda los rasgos del futuro Augusto, es el primer tipo de retrato oficial que se le conoce. Aquí el heredero de César (con tan sólo 23 años) se nos muestra en toda su plenitud; de rostro delgado y cabellos despeinados hacia un lado, su expresión tensa está llena de la ambición que habría de llevarlo a detentar el poder absoluto. El ceño fruncido concentra la fuerza expresiva en la mirada, de la cual emanaba ese ímpetu divino,  del que tanto hablan las fuentes.
Transmite la imagen de un hombre de acción, de un líder resolutivo que a pesar de su corta edad se enfrenta a la misión de reorganizar la República a través del apoyo del pueblo y de sus legiones a las que guía con absoluta seguridad. 

  • Estatua ecuestre del Mar Egeo. Último cuarto del Siglo I a.C. Atenas. Museo Arqueológico Nacional
         

        Este tipo ecuestre en bronce, único que se ha conservado de la Edad Augustea, fue encontrado en los años 70 en el Mar Egeo junto a la Isla de Eubea.
Puede datarse casi con toda seguridad con posterioridad a la Batalla de Accio, pero no mucho más por su parecido fisonómico al busto anterior, aún exento de un alto grado de idealización, aunque su rostro es más maduro. Muestra al Príncipe con la vestimenta militar propia de los equites senatoriales (una túnica con una tira púrpura denominada clavus purpurea) con una espada al lado y el manto de flecos de campaña cubriendo sus hombros atado sobre el brazo derecho por un broche lo que lleva a la interpretación de la escultura como un general victorioso que regresa de la campaña dotado de un imperium legítimo. Su mano derecha alzada en posición de saludo refuerza esta imagen.

  • Busto con corona cívica. 27 a.C. Roma. Museos Capitolinos
     

       En uno de sus bustos más bellos el príncipe ciñe sus sienes con una espectacular corona que según algunos es de mirto y para otros es una corona triunfal de oro enriquecida con tres grandes piedras preciosas. El rostro no difiere mucho del modelo Prima Porta (impuesto a partir del 27 a.C cuando recibe el título de Augusto) que lo idealiza y lo priva de toda expresión lo que incrementa la espiritualidad.

  • Busto de Augusto de Meroe (Nubia). 29-20 a.C. Londres. Museo Británico


Es un retrato en bronce que sigue también la estela de Prima Porta; sin embargo difiere de éste en el vigoroso movimiento de la cabeza y en la boca semiabierta lo que le confiere una mayor expresividad, que se acentúa en la mirada en la que el excelente estado de conservación de la policromía hace recordar el “fulgor del sol” que atribuye Suetonio al rostro de Augusto.

  • Escultura de Augusto heroizado. siglo I d.C. Arlés. Musée departemental Arles Antique


 Esta escultura colosal (mide 2,30 metros) fue hallada en el teatro antiguo de Arlés (Francia). El modelo a seguir es nuevamente el de Prima Porta y el Doríforo de Policleto con sus formas plenas y geométricas. El cuerpo semidesnudo se cubre con unos ropajes en los que están conseguidos el estudio de los pliegues. En el rostro se identifican las dulces facciones del Príncipe aunque esculpidas de forma más rudimentaria lo que puede deberse a que sea una obra local no importada desde Roma. Aquí el emperador se identifica con Júpiter, padre de todos los dioses, en un tipo de representación que como ya he indicado en otra ocasión no le era muy grata.

jueves, 20 de marzo de 2014

El Foro de Augusto


     Foro de Augusto. Roma 2013

         La obra más colosal del Principado de Augusto es su propio Foro. Siguiendo el ejemplo del Foro César, Augusto levantó en terrenos de su propiedad y, perpendicular a aquel, un imponente complejo dominado por el templo de Marte Vengador. Su forma irregular se debe a que el primer emperador no quiso expropiar las viviendas colindantes y tuvo que adaptarlo a la orografía del terreno.
Comenzado en 30 a.C. e inaugurado en 2 a.C, tenía la misma finalidad que el Foro Julio: ampliar los espacios del Foro romano a la vez que glorificar a la gens Julia y al propio emperador.
La plaza porticada tenía forma rectangular y medía 125 x 118 metros. El pórtico, de columnas corintias, estaba dominado por un ático muy alto con escudos y cariátides copiadas del Erecteion de Atenas.

Reconstrucción del ático del Foro de Augusto
Fuente: Roma Capitale

Restos del ático del Foro de Augusto. Roma 2013

         La gran originalidad es que el conjunto del Foro estaba flanqueado por dos exedras semicirculares en las que Augusto colocó las estatuas de los más famosos Caudillos de las historia de Roma (entre las que sobresalía la de Julio César) y la República enlazándolos de alguna manera con su familia. En el centro de la plaza se instaló una cuadriga en bronce dedicada al Príncipe.

Reconstrucción del Foro de Augusto

Dominaba el conjunto el templo de Marte Vengador, el homenaje en piedra a la venganza obtenida sobre los asesinos de César y que el propio Augusto prometió en la víspera de la batalla de Filipos, en la que aquellos fueron aniquilados. Era octástilo y períptero, de grandes dimensiones. De orden corintio, se alzaba sobre un alto podio al modo romano. En el interior de la cella estaban dedicadas estatuas a Marte y Venus y se conservaba la espada de Julio César. Al su lado se hallaba la Sala del Coloso, destinada al culto imperial, donde  se exhibían importantes obras de arte junto a una escultura colosal de Augusto. Tenía un zócalo hasta la altura de la escultura (más o menos 11 metros) realizado a partir de mármoles de colores.

Reconstrucción del Templo de Marte Vengador


Restos del Templo de Marte Vengador. Roma 2013

Detalle de los capiteles del Templo de Marte Vengador. Roma 2013

Restos del Foro de Augusto. Roma 2013

Para proteger al Foro de la inmundicia de la Suburra (el barrio más pobre de Roma situado detrás de él y en el que se producían numerosos incendios), Augusto hizo levantar un muro de 33 metros de altura que separara al Foro de aquel lo que daba una sensación de espacio cerrado.


Restos del muro que separaba el Foro de la Suburra. Roma 2013

            El Foro es la materialización de las ideas de un hombre que detentaba el poder absoluto aunque velado bajo la apariencia de apego a la tradición, lo que queda patente en el homenaje en las exedras a los héroes de la República.
          La funcionalidad del Foro era sobretodo la de crear espacios para impartir justicia. Otras ceremonias se instauraron en el Templo de Marte Vengador: la asunción de la toga virilis por lo jóvenes, los rituales previos de partir hacia una batalla, etc. Su altar se convirtió en el lugar de ofrendas del botín saqueado a los distintos enemigos vencidos.
       En el siglo I d.C. Tiberio erigió sendos arcos en dos de sus entradas, dedicados a sus hijos Druso y Germánico.
Precisamente el Foro de Augusto se convertirá a partir del 21 de abril (día en el que cumple el 2767 aniversario de la fundación de Roma) en el centro de las celebraciones del bimilenario. Hasta el 18 de septiembre un espectáculo de luces en 3D reconstruirá el Foro a partir de los restos que se conservan. Asimismo y a través de medios audiovisuales se contará la historia del Pater Patriae y de la metrópoli.


Reconstrucción de la fachada y el ático de los pórticos

Reconstrucción del Pórtico y las exedras

Reconstrucción de la Sala del Coloso

miércoles, 19 de marzo de 2014

Exposición Moi Auguste Empereur de Roma

          

        Con el nombre de “Moi, Auguste, Empereur de Rome”, hoy día 19 de marzo de 2014 ha abierto sus puertas en Les Galeries nacionales du Grand Palais de París la gran Exposición sobre Augusto.
En un  recorrido diferente y más amplio (frente a los 800 m2  de Roma aquí cuenta con un espacio de 1400 m2) se ha querido mostrar no sólo el desarrollo de los aspectos relativos a la ciudad de Roma sino también su reflejo en las provincias, entre las que la Galia destacaba en cuanto a fidelidad al régimen imperial.
Augusto no es tan conocido en la Galia como su predecesor César (el conquistador de los galos) sin embargo, él fue quien pacificó esta región por completo e inició su romanización
Con un fin eminentemente pedagógico se exponen 375 piezas (125 más que en la muestra romana) entre las que destaca por encima de todas la imponente figura de Augusto de Prima Porta que por primera vez ha salido de Roma acompañado de una fuerte escolta policial que lo ha custodiado hasta París.
En la capital italiana sobrevuela el ligero malestar de que la mayor parte del año dedicado al bimilenario de su muerte, Augusto va a estar más presente en otro lugar que en la propia ciudad Roma. Aunque las circunstancias económicas así lo han querido, Roma no va a dejar de honrarlo e intentará ofrecerle lo mejor de ella misma. Sin embargo, si Augusto pudiera opinar, el mayor homenaje que podría desear sería ver como su amada ciudad sigue siendo la capital de uno de los países más importantes del mundo, la única urbe de la antigüedad que ha logrado mantener intacto su prestigio y esplendor, la única que siempre será eterna, en la que lo mármoles con los que él la cubrió siguen resplandeciendo bajo la luz de sol. 

domingo, 16 de marzo de 2014

Agripa, la sombra del Príncipe. 2ª Parte


Monumento a Agripa. Mérida 2014

Me ha sido imposible condensar en una única reseña una figura tan inmensa como la de Agripa. Por este motivo voy a dedicar una segunda a las otros campos en los que destacó.
En primer lugar quiero referirme a la faceta de Agripa como cartógrafo. Los romanos creían que el mundo era más o menos circular englobado únicamente por Europa, África y Asia y rodeado de agua. Casi todo ese vasto territorio estaba bajo la égida de Roma. Los mapas eran muy raros en el mundo antiguo. El mapa que Augusto encargó a Agripa, el orbis terrarum, reflejaba en él, de forma muy diferente a los mapas griegos,  un gran número de ciudades enlazadas por la red de calzadas de Roma. Agripa lo realizó a partir de informes que enviaban viajeros, generales y gobernadores romanos. Era bastante fiable. Tenía la finalidad de ayudar a los administradores imperiales, gobernadores provinciales y generales. Asimismo quería reflejar el poder del imperio romano. El mapa fue pintado en la pared del Pórtico Vipsania, aunque de él se hicieron muchas copias.

Orbis terrarum de Agripa. Copia de la Edad Media

Por otro lado, Agripa dedicó parte de su vida a escribir una autobiografía, que desgraciadamente se ha perdido.
Aunque también destacó inventando maquinaria de guerra, las grandes pasiones de Agripa fueron sin duda alguna la ingeniería y la arquitectura.
Como gran estratega militar, Agripa sabía que el éxito de una campaña no dependía únicamente del campo de batalla sino del dominio sobre el terreno. De ahí su primera obras de ingeniería: el Portus Iulius en la Bahía de Nápoles que se convirtió en un refugio estratégico en la lucha contra las naves pompeyanas derrotadas en Naulocos.

Portus Iulius

En Roma, lo primero que hizo durante su etapa de edil fue modernizar el circuito de circulación del agua a través de los acueductos. Se restauró el Aqua Marcia y se inició la construcción de dos nuevos acueductos: el Aqua Iulia y el Aqua Virgo. Asimismo creó un cuerpo de esclavos que se encargaran del mantenimiento y saneamiento de los mismos así como de la Cloaca Máxima. 

Agripa ordenando la construcción del Agua Virgo. Relieve de la Fontana de Trevi.  Nicola Salvi. 1629.  La famosa fontana se construyó en el lugar donde finalizaba el recorrido de ese Acueducto. Roma 2018

Se pavimentaron y cubrieron de mármol las calles y durante un período (27-24 a.C)  que se encargó del gobierno de Roma en ausencia de Augusto que se encontraba en Hispania, se dedicó a la construcción de grandes obras públicas en una gran área del Campo de Marte que comprendía:
  •      Las Termas de Agripa. Los primeros grandes baños públicos que se construyeron en la capital del Imperio.
  • Una Basílica. Dedicada al dios Neptuno.
  • La Saepta Iulia. Finalizó este proyecto iniciado por Julio César. Era el lugar para realizar las votaciones.
  • El Diribitorium: Era el lugar donde se recontaban los votos.
  • El Estanque de Agripa
  • Poniendo el broche de oro a todo el conjunto, el maravilloso Panteón, para glorificar a la gens Julia.
  • El estanque de Agripa.

Maqueta del área de Agripa en el Campo de Marte
Fuente: http://www.maquettes-historiques.net/P22.html

       En su etapa de Gobernador de la Galia construyó una red de calzadas y la Maison Carreè en Nimes dedicado al culto imperial, e inició los cuatro grandes acueductos franceses, entre los que destaca el famoso Pont du Gard.

Maison Carree. Nimes. 16 a.C.

Pont du Gard. Nimes. 19 a.C.
En Hispania, aunque se piensa que planificó el urbanismo de Zaragoza (Caesaraugusta) y de otras ciudades españolas, su legado más impresionante es la ciudad de Mérida (Emerita Augusta), donde diseñó los puentes, acueductos, el anfiteatro y el majestuoso teatro, uno de los mejor conservados del arte romano.

Teatro romano.16-15 a.C. Mérida 2005

Inscripción en el teatro donde se recoge el patronazgo de Agripa. Mérida 2014

Anfiteatro. 8 a.C. Mérida 2014

Puente romano. Siglo I a.C. Mérida 2014

No me he detenido en el comentario de ninguna de la obras porque la mayoría de ellas serán analizadas en meses sucesivos en la sesión Un paseo por la Roma de Augusto y en la nueva sesión que abriré más adelante que se llamará Augusto y las provincias.

viernes, 14 de marzo de 2014

Agripa, la sombra del Príncipe. 1ª Parte

Marco Vipsanio Agripa. Siglo I a.C. París. Museo del Louve

Me gusta creer que si Agripa hubiera vivido en el Renacimiento hubiera sido un genio comparable al mismísimo Miguel Ángel Buonarotti, quien conmocionado ante la cúpula del Panteón (obra cumbre diseñada por el romano y a la que dio forma Adriano en el siglo II d.C.), no pudo más que exclamar su famoso “angelico e non umano” (Obra de los ángeles y no de los hombres).


Interior del Panteón de Agripa. Siglo II d.C. Roma 2013

Uno de los máximos aciertos de la política de Augusto fue rodearse de hombres de su absoluta confianza, cuyas familias no pertenecían a la nobleza romana del más rancio abolengo y cuyo ascenso debían mayoritariamente a él, ganándose de este modo su lealtad incondicional. Válidos por sus méritos, no por la pureza de su sangre, entre ellos sobresale por encima de todos, Marco Vipsanio Agripa, que se convertiría en su amigo íntimo, consejero y valuarte de casi todas sus victorias militares gracias a su genialidad en el campo de batalla ya fuera por tierra o por mar. No sólo eso, ingeniero y arquitecto, Agripa dio forma a la Roma ideada por Augusto. Fue el perfecto segundo, siempre a la sombra del Príncipe, siempre trabajando para que él brillara. A las cualidades de Agripa se añaden también las de cartógrafo y escritor, o sea un perfecto humanista quince siglos antes.
Pertenecía a una familia de cierta riqueza del orden ecuestre afincada en las zonas rurales cercanas a Roma aunque no se sabe con certeza si procedía del Véneto. Ninguno de sus miembros había accedido nunca a ningún cargo público. Parece que su hermano luchó en la Guerra de África contra César y que fue perdonado por éste gracias a la intercesión de su sobrino Octavio. Este hecho sirve para corroborar el fuerte vínculo que unía a los dos jóvenes desde la más tierna adolescencia.
Debido al escaso talento militar de Octavio, desde el momento que los jóvenes conocieron la noticia del asesinato de César, delegó el control de las legiones en Salvidieno y Agripa. En el 40 a.C. la traición del primero dejó el mando de las mismas a Agripa, que las condujo victoriosas en las Batallas de Naulocos y Accio. Participó también en la Batalla de Munda bajo el mando de César, y ya junto a Octavio en Filipos, Módena y Perugia. Por su triunfo en Naulocos sobre los piratas liderados por Sexto Pompeyo (que tanto daño hacían a la población al impedir el suministro de trigo) se le condecoró con una corona naval, la corona rostrata; un hecho sin precedentes, pues ningún hombre en la historia la había recibido jamás ni volvería a concederse.



Moneda con Agripa en el anverso y Neptuno en el reverso

          Augusto lo colmó de todos los honores y gracias al patronazgo de su amigo, Agripa accedió a importantes cargos públicos llegando a ostentar la más alta magistratura del estado, el consulado, en tres ocasiones. Además, fue Tribuno de la Plebe, Pretor urbano, Gobernador de la Galia Transalpina y Edil, magistratura de carácter inferior con la que se sintió plenamente realizado pues en calidad de responsable de de las construcciones de Roma pudo dedicarse a su gran pasión: la arquitectura.
Contrajo matrimonio tres veces: en primeras nupcias con Cecilia Ática de la que tuvo una hija, Vipsania, que fue la primera esposa del futuro emperador Tiberio. Con posterioridad, se casó con Claudia Marcela, sobrina de Octavio con quien tuvo otra hija. Su matrimonio definitivo fue con Julia Mayor, la hija de Augusto, tras la muerte del primer marido de ésta, el joven Marcelo. El otro amigo de ambos, Mecenas, aconsejó a Augusto sobre Agripa del siguiente modo: “Le has hecho tan poderoso que debe convertirse en tu yerno o ser asesinado” (Historia de Roma.. Dión Casio).  Este matrimonio le supuso a Agripa el reconocimiento como heredero del Príncipe y a éste el malestar de su esposa Livia que aspiraba a casar con Julia a su hijo Tiberio. Agripa y Julia tuvieron cinco hijos: Cayo, Lucio (adoptados inmediatamente por Augusto) Agripina, Julia Menor y Agripa Póstumo.


Medallón con Augusto, Agripa y Julia. Siglo XVI
En cuanto a descripción física y psicológica, Agripa representaba el contrapunto de Augusto. De rasgos duros, era alto, musculoso y fuerte. Su físico imponente contrastaba con el perfil aniñado y menudo de su amigo. Respecto a su carácter lo que se puede extraer de las fuentes es que tenía la rudas maneras de un soldado, sin embargo, era generoso, leal, altruista, un hombre sencillo al que por ejemplo le gustaba el arte, pero como algo que debía disfrutar todo el mundo y no sólo unos cuantos privilegiados; por este motivo, gastó ingentes cantidades de dinero en  comprar cuadros pero los expuso en los baños que construyó para el pueblo de Roma. Otra anécdota que nos hace comprender su grandeza es que rechazó la celebración de los tres triunfos que se le ofrecieron por sus éxitos militares para no ensombrecer al Príncipe. Hombre práctico y muy romano, poseía una férrea voluntad que no admitía errores ni retraso en nada de lo que hacía. Era a todos los efectos el igual de Augusto, único hombre al que obedecía, pero siempre iba un paso por detrás de él en los desfiles.


 
Agripa. Siglo I a.C. Museo Pushkin. Reconstrucción virtual de su rostro

Marco Vipsanio Agripa. Procesión del Ara Pacis Augustae. 13-9 a.C. Roma 2013

Era tal la conexión entre los dos amigos que nunca los separó celos ni envidias. Sólo en una ocasión Agripa pareció molestarse ante los excesivos honores que Augusto concedía a su jovencísimo sobrino Marcelo. Aún así en el 23 a.C. Augusto, gravemente enfermo, entregó su sello a Agripa, lo que suponía reconocerlo como su sucesor en detrimento de Marcelo. Sin embargo Agripa, antes de poner al Príncipe en una situación difícil, cuando aquel se recuperó se alejó de Roma durante dos años, volviendo ya como esposo de Julia, a la muerte del joven en el 21 a.C. Suetonio define su actitud ante esta situación como impaciente: “A veces echó en falta paciencia en Marco Agripa pues por una ligera sospecha de frialdad y, porque a su entender, se le posponía a Marcelo, lo había dejado todo y se había retirado a Mitilene” (Vida de Augusto. 66.3)


Augusto y Agripa (con corona rostrata)

De nuevo los dos amigos


         Murió en Campania a la edad de 51 años a la vuelta de Panonia en el 12 a.C., sin lograr regresar a Roma. Hasta allí se trasladó Augusto que no consiguió ver a su querido amigo por última vez con vida. Fue un gran golpe para el Príncipe que llevó luto por él durante un mes entero. Él mismo leyó el discurso en el funeral de Estado con que lo honró. Ordenó que lo enterraran en el Mausoleo imperial. En su testamento, Agripa legó a Augusto su fortuna y al pueblo de Roma sus baños y jardines lo que refleja la nobleza de su carácter. Es bellísimo el párrafo que le dedica Dion Casio en su Historia de Roma:
“Fue enterrado en el propio Mausoleo del emperador, aunque Agripa había preparado uno para sí mismo en el Campo de Marte. Este fue el final de Agripa, que en todos los sentidos se había mostrado claramente como el más noble de los hombres de su época y había utilizado su amistad con Augusto, con miras de ofrecer el mayor provecho tanto para el propio emperador como para el Imperio. El que superó a todos en excelencia, se mantuvo por su propia voluntad a las ordenes del emperador y al mismo tiempo dedicó toda su sabiduría y valentía a los más altos intereses de Augusto, y todos ellos prodigados y por el honor e influencia que recibió de él hacía el beneficio de los demás. 
Es por esto, en particular, que él nunca se convirtió en odiado por Augusto ni por sus conciudadanos, por el contrario, ayudó a Augusto para establecer la monarquía, como si fuera realmente un dedicado valedor del régimen autocrático. Y se ganó a la gente en su beneficio, como si fuera el más alto grado de un gobierno popular. 
En cualquier caso, incluso a su muerte dejó sus jardines y los baños que llevan su nombre para que en ellos puedan bañarse los ciudadanos sin pagar y, a tal fin dio a Augusto determinadas fincas. Y el emperador no sólo revirtió éstas al Estado, sino también distribuyó a la población cuatrocientos sestercios a cada uno, dando a entender que había sido Agripa quién así lo ordenara. De hecho Augusto había heredado la mayor parte de los bienes de Agripa, incluida la Chersonese en el Hellespont, que habían llegado de alguna manera u otra a ser propiedad de Agripa. 
Augusto sintió su pérdida durante mucho tiempo y, por tanto, propició que fuera honrado a los ojos del pueblo, y llamó al hijo póstumo nacido de él como Agripa”.
Y Roma ha reconocido su grandeza de la mejor manera: su joya más preciada, el Panteón, muestra en su friso a los millones de personas que al igual que Miguel Ángel contemplan extasiadas el cielo a través de su cúpula, el nombre del hombre excepcional que no sólo soñó un día atrapar en hormigón el firmamento sino que superó sus propios anhelos; pues si el cielo existe, no es posible que pueda deleitarnos con una visión más hermosa que la que se nos ofrece al elevar los ojos hacia lo alto cuando traspasamos el dintel que da acceso a su Pantheon.

El Panteón de Agripa. Siglo II d.C. Roma 2013 
"Marco Agripa, hijo de Lucio, lo construyó durante su tercer consulado"