domingo, 30 de septiembre de 2018

Colonia Claudia Ara Aggrippinensium


Colonia Claudia Ara Aggrippinensium. Recreación

Ubicada en a la orilla del Rin, la actual Colonia fue fundada como campamento militar por Druso el Mayor durante los años 16-13 a.C. Recibió el nombre de Oppidum Ubiorum. En él se encontraba Germánico a la muerte de Augusto (14 d.C) cuando se produjo el motín de las legiones que pretendía nombrarlo emperador; permaneció en el campamento hasta el año 17, de ahí que su hija Agripina la menor naciera allí.
Fue ésta quien en el año 50 d.C. convenció al emperador Claudio para que le otorgara el estatus de ciudad, pasando a ser la capital administrativa de la Germania Inferior y a llamarse Colonia Claudia Ara Agrippinensium.
A partir de este momento alcanzó un gran auge, convirtiéndose en uno de los fundamentales centros de producción y comercio del Imperio Romano. En sus inmediaciones Adriano entregó a Trajano el decreto que nombraba emperador a éste último.
Colonia conserva muchos vestigios de su época romana, tales como algunos tramos de la muralla con su puerta norte, el praetorium o casa del gobernador y algunos vestigios de acueductos y de los conductos de canalización de las aguas.

Puerta Norte, junto a la Catedral de Colonia

Restos de la muralla romana

El praetorium (siglo I- IV d.C) , que contaba con un ala de 90 m2 , era de grandes dimensiones; en él se encontraron numerosos objetos. Importante también es la Römerturm, torre redonda de la muralla datada en el siglo I en la que llaman la atención los frisos realizados con piedras de diferentes colores.

Römerturm

En el área de de Rathausplatz se encuentra el monumento Ubido, el más antiguo de la ciudad (año 4 d.C.). De 6 metros de altura era una torre del primitivo Oppidum Ubiorum. Su función no está clara: podía tratarse de una torre vigía o un faro (dada su ubicación a la entrada del puerto fluvial).

domingo, 23 de septiembre de 2018

Agripina o el precio de la ambición. 2ª Parte


Agripina coronando a Nerón. Siglo I d.C. Afrodisias, Museo

Durante los primeros momentos del Principado de Nerón, Agripina acumuló tal cantidad de poder y de prerrogativas que escandalizaron al propio Séneca; hasta el punto que en una embajada con representantes de Armenia pretendía recibirlos junto a su hijo. Nerón, convencido por su preceptor de lo inapropiado del gesto, con tacto, la condujo a otro lado de la sala cuando su madre llegó.
El joven César escuchaba a su madre, pero las exigencias de ésta eran cada vez más desorbitadas: se acuñaron monedas en los que aparecían los dos al mismo nivel, llevaba el doble de lictores que Livia al enviudar, se mandaron esculpir estatuas en los que Agripina coronaba a su hijo…además, no cesaba de recordarle que el Imperio se lo debía a ella.


Nerón y Agripina en una moneda

Los problemas entre madre e hijo se incrementaron cuando Nerón se enamoró de una liberta, Actea, relación a la que Agripina se oponía. Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Nerón, que no soportó bien la intromisión de que su madre en su vida privada. Se aprovechó de ello el círculo de amigos del joven César que  poco a poco fueron poniéndolo en contra de su madre.
Por otro lado, la rivalidad entre Agripina y Séneca por controlar al emperador fue en aumento, lo que cansaba cada vez más a Nerón, aunque éste era consciente que la debilidad de su posición le impedía prescindir de ambos por el momento. Séneca fue ganando la partida.
Cada vez más denigrada por su hijo, Agripina decidió recordarle con contundencia a quien debía su posición por lo que comenzó a acercarse a Británico;  al poco tiempo el joven murió. Nerón fue acusado por todos los historiadores antiguos de haberlo envenenado.
Entonces, Agripina fue expulsada del palacio imperial y cada vez más arrinconada fue perdiendo todos sus privilegios: se le retiraron los guardaespaldas y su rostro dejó de aparecer en las monedas y esculturas. Había cometido el error de subestimar a Nerón.


Busto de Agripina la menor. Siglo I d.C, Warsaw- National Museum
Fuente: By Anonymous (Rome) - Own work (BurgererSF), CC0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=20389789

En el año 59 éste, enamorado de Popea Sabina (relación a la que su madre también se oponía) y presionado por ella, cada vez se alejó más de su madre. En esta época es cuando empezaron a difundirse los rumores de incesto entre madre e hijo, pues se decía que Agripina estaba tan desesperada por recuperar a Nerón que incluso intentó seducirlo, aprovechando el carácter lascivo del joven.
No obstante, meses después las relaciones entre ambos parecieron mejorar;  de hecho en marzo Nerón invitó a su madre a pasar las vacaciones con él en Bayas. Primero, la recibió en Anzio en persona y le regaló un lujoso yate para que ella se adelantara por mar hacia el sur de Italia. La última noche que Agripina pasó con su hijo, él estuvo muy cariñoso: le concedió el lugar de honor a su lado, habló con ella hasta la madrugada y la acompañó hasta el barco. Allí se despidió de ella con un abrazo y un beso susurrándole que nunca olvidaba que por ella vino al mundo y que gracias a ella gobernaba. Agripina no sospechó en ningún momento que el yate era una trampa mortal pues estaba preparado para que el tejado cediera y se hundiera simulando un accidente. La madre de Nerón cayó al mar y, al comprobar horrorizada que una de sus sirvientas al exclamar que era Agripina esperando ser salvada fue asesinada a golpes con los remos, se alejó  nadando hacia la costa.


Agripina. Siglo I d.C. Roma, Centrale Montemartini
Fuente: Di sconosciuto - Opera propria, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2224854

Aun en shock ante la perspectiva de que Nerón había querido asesinarla, tuvo la sangre fría de enviarle un mensaje contándole lo que había sucedió y que ella estaba a salvo.
No le dio tiempo a celebrarlo pues a los pocos días soldados pretorianos rodearon la villa donde se alojaba para acabar con su vida. Agripina, con gran dignidad, se descubrió el vientre y ordenó que la hirieran allí donde había llevado a Nerón. Así murió la última hija viva de Germánico a los 44 años de edad. Su cadáver se incineró rápidamente y sus cenizas fueron enterradas en un promontorio junto al mar.


Nerón ante el cadáver de su madre. Arturo Montero y Calvo. 1887. Madrid, Museo del Prado

A pesar de todo lo que se ha escrito, Nerón no superó nunca el asesinato de su madre. Cuenta Dión Casio en su Historia Romana que se decía que antes de incinerarla mandó desnudar su cadáver y lo inspeccionó detalladamente exclamando que no sabía que tenía una madre tan bella. A partir de ese momento tuvo frecuentes pesadillas con el fantasma de su madre de protagonista, que acompañado de las furias lo perseguían y atormentaban. Estos acontecimiento no ayudaron a la estabilidad emocional del emperador.


Remordimientos de Nerón tras la muerte de su madre. J. William Waterhouse. 1878
Fuente: Di John William Waterhouse - sconosciuta, Pubblico dominio, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1170898

En cuanto a la apariencia y personalidad de Agripina todos los historiadores antiguos coinciden en que era una mujer de gran belleza y, sobre todo, determinación. Los acontecimientos de su vida demuestran que nunca se rindió, siendo capaz de resurgir de sus cenizas cuando lo había perdido todo.  Su mayor defecto fue su ciega ambición que la llevó a no pararse ante nada que supusiera un obstáculo para alcanzar aquello que deseaba, y que finalmente fue la causa de su ruina. Sin ser una virtuosa matrona romana Tácito dice de ella que “en sus asuntos privados siempre fue muy honesta, excepto cuando le convenía para mandar” (Anales, XII, 7). Es decir, cuando cometió infidelidades fueron exclusivamente con la finalidad de acercase al poder, no dominada por la pasión.
Consciente de que era la última descendiente directa de Augusto y Germánico, como tal ejercía pues “en lo público se mostraba severa y muchas veces soberbia, y se hacía servir y obedecer como si fuera un varón” (Anales, XII, 7). Su carácter altanero y orgulloso no le hizo granjearse el cariño de sus contemporáneos aunque sí el temor.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Agripina o el precio de la ambición. 1ª Parte


Agripina la Menor, Siglo I d.C, Copenhage, New Carlsberg Glyptotek

Julia Agripina (también conocida como Agripina la menor) fue la hija mayor de Germánico y Agripina la mayor. Nació el año 15 d.C. en Oppidum Ubiorum (actual Colonia), por tanto era tres años más pequeña que su hermano Calígula. Sin embargo, a pesar de su ilustre linaje, ha pasado a la historia principalmente por ser la madre de Nerón, con quien tuvo una relación tan convulsa que la encumbró como la más famosa emperatriz romana.
Su infancia estuvo marcada por la dramática muerte de su padre y la caída en desgracia de su madre y hermanos mayores. Tras la desaparición de éstos, vivió junto con sus hermanas Drusila y Livila en casa de su abuela Antonia la menor.
En la domus de la estricta Antonia las tres niñas se educaron en las labores propias de las matronas romanas (como la lana y el telar), pero también recibieron lecciones de retórica, latín y griego.
En el año 28 d.C, con tan sólo trece años, se casó por imposición del emperador Tiberio (también su tío abuelo) con su primo segundo Cneo Domicio Enobarbo, 32 años mayor que ella. Según las fuentes antiguas, Domicio era un hombre despreciable, disoluto y cruel además de mujeriego y corrupto. De hecho fue acusado por Tiberio de lesa majestad, adulterio e incesto con su hermana Lépida, pero la muerte del emperador le libró de la condena. En definitiva, una pésima influencia para la adolescente Agripina.
Del matrimonio nació el único hijo de la pareja, Lucio Domicio (futuro emperador Nerón) el 15 de diciembre del año 37 d.C. Según Suetonio, “al recibir [Domicio] las felicitaciones de sus amigos, exclamó que nada podía nacer de Agripina y de él que no fuera detestable y para desgracia pública” (Vida de Nerón, 6,1-2).
No obstante, Lucio Domicio se convirtió en el centro de la existencia de su madre. Desde el primer instante que lo acunó entre sus brazos albergó para él grandes planes; lo primero que hizo fue proponerle a su hermano Calígula (ya emperador) que pusiera nombre al pequeño con la esperanza que lo adoptara (hay que recordar que Calígula no tenía herederos). Calígula, con sorna, le sugirió el nombre del tío de ambos, Claudio, al que todos consideraban idiota. Agripina lo rechazó con desprecio.


Moneda con Calígula en el anverso y sus hermanas en el reverso
Fuente: De Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=29068141

En los inicios del Principado de su hermano gozó de grandes privilegios, pero tras la grave enfermedad que sufrió éste, quedó claro que su predilecta era Drusila en detrimento de las otras dos hermanas. Tras la muerte de aquella, Calígula perdió el interés por Livila y Agripina. Ésta última, dominada desde siempre por una ciega ambición, no lo digirió bien.
Tres años después enviudó al morir Enobarbo. Agripina contaba con 25 años. Sin embargo, no pudo disfrutar mucho de su libertad pues meses después fue desterrada a la isla de Pandataria por orden de Calígula, acusada junto con su otra hermana Livila de conspirar para matar al emperador. Sufrió también la humillación de tener que portar hasta Roma a pie las cenizas de su amante Emilio Lépido (amigo del emperador y acusado igualmente de estar implicado en la conjura). Agripina asumió su destino sin bajar la cabeza, pero su corazón sufrió un gran revés al tener que separarse de su hijo y verse obligada a ceder su tutela a Domicia Lépida, hermana y supuesta amante de Domicio.
Tras la muerte de Calígula, el nuevo emperador Claudio llamó del exilio a sus dos sobrinas. Al contrario de su hermana Livila (mandada ejecutar al poco tiempo bajo las intrigas de Mesalina), Agripina se alejó de la vida de la corte. Volvió a contraer matrimonio con Cayo Salustio Pasieno Crispo, que al morir en el año 47 le dejó una gran fortuna. Hubo rumores de que éste había sido envenenado.

Agripina y Claudio

Y así, tras la ejecución de Mesalina, volvió a acercarse al emperador Claudio, a quien se dirigía con grandes muestras de cariño y adulación. Con 34 años se casó con él, a pesar de que eran tío y sobrina. Esa contrariedad la solucionó el Senado, que promulgó un decreto permitiendo este tipo de matrimonios. Agripina regresó por la puerta grande al centro del poder.
Desde ese momento, Claudio la cubrió de honores que ni siquiera Livia había recibido de Augusto. Por primera vez. una mujer lució el título de Augusta con un emperador vivo. Asimismo, se le dedicaron esculturas que la representaban como diosa y se acuñaron monedas con su rostro, que a diferencia de las de Mesalina, que siempre iban acompañadas en el reverso por gestas del emperador, la nueva emperatriz sólo las compartía con su hijo.
         La emperatriz había tenido siempre clara su prioridad: un futuro glorioso para Nerón, a quien consideraba el verdadero heredero de Augusto. De hecho cuando  consultó a unos astrólogos caldeos sobre el destino del pequeño “le respondieron que había de reinar y de matar a su madre; ella dijo: que la mate, con tal que reine” (Tácito. Anales, XIV, 9, 3).

Moneda que representa a Agripina junto a Nerón

         Ahora en su nuevo papel de emperatriz, Agripina vio cómo había llegado el momento de colocar a su hijo en la posición ideal para que heredara el trono imperial, pese a que Claudio ya tenía a su hijo Británico. Para conseguirlo, convenció al emperador que adoptara a Nerón en el año 50, cuando éste tenía 13 años y, posteriormente, consiguió que aceptara el matrimonio del joven con la hija de Mesalina, Octavia. Incluso le persuadió para nombrar como Prefecto del Pretorio a un hombre de su total  confianza: Sexto Afranio Burro; de esta forma Agripina se aseguraba la lealtad del hombre al mando del ejército que sustentaba el poder imperial. Para culminar su plan, mandó traer del exilio al filósofo Lucio Anneo Séneca para que ejerciera como tutor de Nerón.
El por qué accedió Claudio a elegir a Nerón por delante de su propio hijo ha suscitado siempre grandes dudas en la historiografía. En su época, el emperador fue menospreciado por muchos que lo acusaban de dejarse manipular nuevamente por una mujer. Sin embargo, teorías más actuales se inclinan por pensar que al sentirse enfermo y que su vida llegaba a su fin, Claudio no quería sumir al Imperio en una gran inestabilidad al dejar el poder en un niño de 9 años, que podía ser aprovechado por muchos para iniciar un nuevo período de guerras civiles. Nerón era 4 años mayor y por tanto, podía comenzar antes a ser instruido en las labores de gobierno.
 No obstante, Claudio seguía vivo cuando Británico cumplió 14 años lo que le hizo empezar a replantearse su apuesta por Nerón. Agripina no estaba dispuesta a perder lo que tanto esfuerzo le había costado conseguir. Aprovechando una ausencia del liberto Narciso (principal protector de Claudio), envenenó al emperador con un plato de setas. Esta teoría no está confirmada pero ningún historiador antiguo ni moderno la pone en duda. Era el año 54 d.C. y Nerón tenía 17 años. Conocedor del papel ejercido por su madre en su ascenso al trono, su primer santo y seña dado a los pretorianos fue “la mejor de las madres” (Suetonio. Vida de Nerón, 9).


Agripina coronando a Nerón. Siglo I d.C. Afrodisias, Museo
Fuente: De Carlos Delgado, CC BY-SA 3.0, 

domingo, 2 de septiembre de 2018

Un nuevo juicio de Paris para Claudio


Juicio de Paris. Pedro Pablo Rubens. 1638. Madrid. Museo del Prado
Fuente: De Peter Paul Rubens - http://www.museodelprado.es/en/the-collection/online-gallery/on-line-gallery/obra/the-judgement-of-paris-1/, Dominio público, 

Tras la ejecución de Mesalina, Claudio proclamó ante la Asamblea de Pretorianos su decisión de “permanecer célibe, puesto que los matrimonios le salían mal, y que si no lo cumplía, estaba dispuesto a aceptar la muerte de sus propias manos” (Suetonio. Vida de Claudio, 26, 2).
No obstante, sus intenciones le duraron poco tiempo. A los pocos meses de proclamar aquellas palabras pidió a sus colaboradores que le buscaran esposa. Así, comenzó una lucha encarnizada entre los tres libertos imperiales más influyentes con la finalidad de encontrar a la nueva emperatriz de Roma.
Narciso propuso a Elia Petina. Sus argumentos a favor de ésta se basaban en que ya había sido esposa de Claudio y tenían una hija en común. Ya se conocía que era de vida virtuosa por lo que no se llevaría sorpresas desagradables. Además, cuidaría bien de los hijos de Mesalina.
Calixto rechazó tajantemente esta opción alegando que si el emperador se divorció de ella sus motivos tendría. Darle una segunda oportunidad supondría su vuelta llena de gran soberbia. Él proponía a Lolia Paulina, que fue en tiempo esposa de Calígula y como tal ya tenía tablas como emperatriz. Mujer de excepcional belleza, no había tenido hijos por lo que sería una excelente madre para Británico y Octavia, ajena a rivalidades.



Camafeo de Claudio y Agripina. Siglo I d.C.

Palas rechazó a las dos y ofreció a Claudio a la mujer de más impecable linaje de Roma, la única que llevaba en sus venas la sangre Julia y que aportaba al matrimonio al tataranieto de Augusto y nieto de Germánico: Agripina la menor. Éste era su principal argumento. El segundo es que la sangre de los Césares de una mujer bella y fértil no se podía desperdiciar casándola con otra familia. Reconocida era también la gran virtud y castidad de la mujer.
A Claudio le entusiasmó esta última candidata. A ello le ayudó la propia Agripina que aprovechando la cercanía con su tío lo subyugó con abundantes muestras de cariño y zalamería. Claudio no tuvo dudas, cuan Paris entregó la manzana de la discordia a su sobrina, y al igual que aquel selló con su decisión el destino de Troya, el emperador precipitó el final de la gens Claudia.
El mayor problema era que la sociedad romana era muy susceptible al incesto y los nuevos futuros esposos eran tío y sobrina; por ello, el Senado aprobó un Decreto que diera legalidad a las bodas entre parientes de esa categoría. Asimismo, se declaró la boda de máximo interés para el Estado.

Claudio y Agripina la menor junto a Germánico y Agripina la mayor en la Gema Claudia. 
Siglo I d.C.  Viena. Kunsthistoriches Museum

De este modo, la última hija viva de Germánico se convirtió en emperatriz de Roma con 34 años, uno después de la muerte de Mesalina (en el 49 d.C.). Con ella, Palas que la había favorecido vio acrecentar su poder en detrimento de los otros dos libertos imperiales. Aportó al matrimonio su hijo Lucio Domicio (el futuro Nerón) que tenía 12 años, 4 más que su primo Británico.
A partir de ese momento comenzó el Principado de Agripina.