miércoles, 27 de septiembre de 2017

Enfermedad y conspiración

En otoño del año 37 cuando sólo llevaba algunos meses rigiendo la suerte del Imperio más poderoso de la antigüedad, Calígula cayó gravemente enfermo. Ya hemos analizado en una reseña anterior que ni los historiadores antiguos ni los modernos han sabido diagnosticar con certeza la naturaleza de dicha enfermedad. Para Filón de Alejandría, ésta había sido la consecuencia de la transformación brusca que sufrió la vida de Calígula, desde una existencia relativamente tranquila a una vida de excesos en todos los niveles. Encefalitis, enfermedad venérea, hipertiroidismo, epilepsia….fuese lo que fuese lo que originó su mal, lo cierto es que el emperador estuvo a las puertas de la muerte.


Busto de Calígula. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

Hasta tal punto lo creía él mismo que nombró heredera de todos sus bienes y del Imperio a su querida hermana Drusila, en una decisión sin precedentes en la historia de Roma. Una gran multitud, de día y de noche, rodeaba el palacio imperial orando por la recuperación del César, y hubo hasta quien hizo voto de donar su vida por la de Calígula o combatir como gladiador si el emperador sanaba.
Calígula no era un soldado curtido en las batallas, de ahí que siempre tuviera su lado al hombre que le había ayudado a sentarse en el trono imperial, el prefecto de la guardia pretoriana, Nevio Sutorio Macrón. También se contaba entre sus más íntimos asesores, el padre de su difunta primera esposa, Junio Silano, un importante senador. Ambos al ver a Calígula moribundo sintieron muy cerca la amenaza que eso suponía para su situación privilegiada. Por eso, comenzaron a tantear al adolescente Tiberio Gemelo, nieto del difunto emperador, que contaba en esa época con 18 años.
Pero Calígula no murió, sino que se recuperó por completo aunque sus facultades mentales quedaron seriamente dañadas. De ahí que Suetonio apuntara en este punto de su relato sobre el emperador “hasta aquí hemos hablado de Calígula como de un Príncipe, réstanos referirnos a él como un monstruo” (Vida de Calígula, 22,1).
El primero que padeció su ira fue el desdichado Gemelo quien fue acusado de traición y obligado a suicidarse. Cuenta Suetonio que excusó esta decisión diciendo que joven pretendía envenenarlo pues “su aliento le  había olido a un antídoto que debía haber tomado para precaverse contra venenos”. Suetonio continúa narrando que el pobre chaval sólo “había tomado un medicamento a causa de una tos pertinaz que le aquejaba y que iban en aumento” (Vida de Calígula, 23, 3).


Tiberio Gemelo. Siglo I d.C. Luni (Liguria). Museo Arqueológico Nacional

Le siguieron Macrón y Silano. Al primero lo honró con el cargo de gobernador de Egipto, y luego, antes de que partiera, le obligó a suicidarse, junto con su esposa Nevia, antaño amante de Calígula. Silano también fue obligado a cortarse la garganta con una cuchilla. El descubrimiento de la facilidad con la que se había quitado de en medio a sus dos poderosos aliados, lo incitaba a probar hasta dónde llegaban sus límites.
A aquellas personas que habían ofrecido su vida por la suya durante su enfermedad les recordó que cumplieran su juramento. A Atanio Secundo, un ecuestre que había prometido luchar como gladiador, lo envío a la arena. Allí el desgraciado duró poco. Esto demostraba que nadie, independientemente de su estatus estaba libre del alcance de la mano del nuevo Calígula.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Augusto...2080 años después


Cartel del Bimilenario. Detalle del Augusto de Prima Porta. Siglo I d.C. Roma. Museos Vaticanos
Fuente: Takashi Okamura. www.amazon.es

Un día como hoy, hace 2080 años, en una casa ubicada en la ladera del Palatino vino al mundo un niño, en una familia muy rica pero de origen oscuro. Cuando su padre lo recogió del suelo, reconociéndolo así como hijo suyo, recibió el relativamente modesto nombre de Cayo Octavio. Sin embargo, el precioso bebé de ojos grises azulados y cabello dorado, era nada más y nada menos que el sobrino nieto del hombre más poderoso de la tierra: Cayo Julio César, y por ese motivo, desde que abrió los ojos al mundo se supo que estaba predestinado a la más grande de las gestas: seguir la estela de Rómulo para hacer inmortal el bien más preciado que aquel legó al mundo: Roma y su cultura.
En estos días, diversas circunstancias me han llevado a pensar mucho en Augusto y a reflexionar sobre la inmensa mediocridad de la mayoría de los que hoy en día detentan el poder, ya sea a nivel local o en las más altas esferas de los gobiernos; por eso, observando las turbulencias que en la actualidad sacuden cada día al solar que otrora fue su Imperio, la grandeza del Príncipe permanece intacta, aún después de más de dos milenios de su paso por este mundo. Pues él, a pesar de los errores que su naturaleza humana le llevó a cometer, sigue siendo el más grande político, porque al mismo tiempo fue el más incansable trabajador, pues infatigablemente estuvo al pie del cañón como el más humilde de sus ciudadanos, hasta el último día de su vida, a fin de garantizar la paz y prosperidad a su pueblo, para mayor gloria de Roma.


Restos de la Casa natal de Augusto en el Palatino. Roma
     Una Roma que sabe que sigue siendo la ciudad de la antigüedad que mejor ha envejecido gracias a los sólidos pilares que para sostenerla construyó su hijo predilecto. Por eso, se vuelca cada día en la conservación de su legado. Así, la Ciudad Eterna espera con gran expectación la finalización de las obras que le devolverá el lugar de descanso de su eterno Padre de la Patria.
Para hacer más corta la espera diversas iniciativas se están encargando de que el monumento esté presente cada día. Una de ellas es la publicación de unas fotos, de gran valor histórico, que recogen la historia del monumento durante este siglo XX. 

Giuseppe Garibaldi en 1875en un banquete en su honor dentro el Mausoleo cuando se usaba de anfiteatro

El mismo banquete de 1875

Vista del interior en 1936. Al fondo la cúpula de la Basílica de los Santos Ambrosio y Carlos

1936: Demolición del teatro construido sobre las ruinas del Mausoleo

Las fotografía son propiedad de Roma Ieri e Oggi.

martes, 19 de septiembre de 2017

Calígula y sus hermanas

Calígula no manifestó en su vida grandes afectos por casi nadie. Se deduce del estudio de las fuentes que debió estar muy unido a su padre. Con Germánico pasó los primeros años de su vida en campamentos militares mientras sus hermanos se educaban en Roma y, con él, se encontraba en Antioquía cuando murió en el año 19 d.C. Meses antes habían visitado juntos Egipto, en viaje privado, para conocer las riquezas del país del Nilo. La cultura egipcia fascinó desde ese momento al pequeño Cayo Calígula (que contaba con 7 años).


Drusila, la predilecta de Calígula. Siglo I d.C. Munich. Glyptothek
Fuente: Por © José Luiz Bernardes Ribeiro /, CC BY-SA 4.0,

Una de las cosas que más llamó la atención de Calígula de la costumbres del Antiguo Egipto fue la tendencia de los faraones a casarse con sus hermanas. Aunque nunca manifestó cariño alguno hacia sus hermanos varones, sin embargo, sí se sentía muy unido a sus tres hermanas: Agripina, Drusila y Livila, con las que vivió en casa de su abuela Antonia tras la muerte de sus padres.
Cuando Calígula se convirtió en emperador ellas estaban ya casadas, Agripina con Lucio Domicio Ahenobarbo, Drusila con Cayo Casio Longino y la más pequeña, Livila con Marco Vinicio. Las niñas habían compartido la misma infancia turbulenta de su hermano, que ahora siendo el dueño del mundo las colmó de todos los privilegios que a la emperatriz Livia le había costado conseguir toda una vida.
Según Suetonio “ordenó que se añadieran en todos los juramentos la fórmula siguiente: “no me tendré ni a mí mismo ni a mis hijos en mayor estima que a Cayo y, después de él, a sus hermanas”; e, igualmente en las propuestas de los cónsules: “¡por el bien y la felicidad de Cayo César y de sus hermanas!” (Vida de Calígula, 15, 3). Incluso emitió monedas con la imagen de las tres en el reverso.


Moneda con Calígula en el anverso y sus hermanas en el reverso
Fuente: De Classical Numismatic Group, Inc. http://www.cngcoins.com, CC BY-SA 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=29068141

Esta relación tan cercana ha dado mucho que hablar pues Suetonio no duda en afirmar que mantuvo relaciones incestuosas con las tres y que en los banquetes las sentaba por turnos a su derecha mientras que a su esposa oficial la sentaba a la izquierda. Dión Casio también hace alusiones al tema en la misma línea. Ambos también añaden que las obligaba a prostituirse. Sin embargo, los contemporáneos del emperador, Filón y Séneca (que tanto lo aborrecía) no mencionan nada al respecto.
Lo que sí es cierto es la predilección que Calígula sentía por Drusila, a la que incluso nombró su heredera universal durante su grave enfermedad. Esto provocó el resentimiento de las otras dos, especialmente de la ambiciosa Agripina. Ésta, cuando dio a luz a su hijo (el futuro emperador Nerón), ante la falta de descendencia de su hermano le sugirió que le pusiera él mismo nombre, con la esperanza que lo adoptara. Calígula se mofó respondiéndole que le pusiera Claudio en honor a su tío al que todos despreciaban. Agripina lo rechazó con gran desdén. Igualmente Agripina tuvo que soportar a la muerte de su marido Domicio Ahenobarbo que Calígula se apoderará de la mayoría de los bienes que tenía que heredar su hijo.


Agripina la menor. Siglo I d.C. Milán. Museo Arqueológico
Fuente: Di Giovanni Dall'Orto - Opera propria, Attribution,

 Cuando Drusila murió inesperadamente con sólo 22 años en el año 38, la relación de Calígula con Agripina y Livila se deterioró por completo, hasta tal punto que fueron acusadas de formar parte de una conspiración, la de Getúlico en el año 39, siendo ambas deportadas a una isla.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Primeros meses de gobierno de Calígula

Según Filón de Alejandría los primeros siete meses del gobierno de Calígula fueron los más felices que había experimentado el Imperio durante mucho tiempo.
Tras su entrada triunfal en Roma, Calígula aceptó todos los poderes que el Senado puso en sus manos, en detrimento de Tiberio Gemelo, a quien adoptó cuando éste asumió la toga viril.
Para ganarse el apoyo del ejército colmó con importantes dádivas a la Guardia Pretoriana y al resto de las tropas así como a la plebe. A ello se añadió que pagó todos los legados del testamento de Tiberio e incluso los de Livia que su hijo había retenido. En definitiva, no escatimó esfuerzos para cultivar las simpatías de la gente intentando agradar a todos.

Calígula trasladando las cenizas de su madre. Eustache Le Seur. 1647. Londres. Collección Real del Castillo de Windsor.
Fuente: De Eustache Le Sueur - Web Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15462540

Su primer gran golpe de efecto fue que a pesar del mal tiempo partió apresuradamente hacia las islas de Pandataria y Poncia para traer las cenizas de su madre y de su hermano. Cuenta Suetonio que “se acercó a ellas con el máximo respeto y las guardó en unas urnas con sus propias manos; con la misma pompa las transportó a Ostia, llevando una bandera colocada en la popa del birreme, y de allí, por el Tíber a Roma, donde los miembros más ilustres del orden ecuestre las llevaron sobre dos andas al Mausoleo (de Augusto), a mediodía cuando mayor era la animación” (Vida de Calígula, 15, 1).
Colmó de honores a sus padres para gran regocijo del pueblo: instituyó en memoria de su madre unos juegos en el circo anuales y una carroza para llevar su imagen en la procesión y para recordar a su amado padre llamó Germánico al mes de septiembre. Por su parte a su abuela Antonia le concedió todas las distinciones que otrora ostentara la emperatriz Livia y a su tío Claudio, que siempre había estado apartado de la vida pública debido a sus problemas de salud, lo nombró como colega suyo de consulado. Esta medida no se sabe a ciencia cierta si fue una burla pues siempre había despreciado al hermano tartamudo de su padre.

Calígula (John Hurt) y Claudio (Derek Jacobi) en un fotograma de la serie Yo, Claudio, 1976

No obstante, a quienes favoreció por encima de todos fue a sus hermanas por las que sentía una especial debilidad, sobre todo por Drusila. Pero a ello le dedicaré una reseña en exclusiva
Durante los meses sucesivos del año 37 quemó en el Foro todos los documentos que contenían nombres de acusados de traición en época de Tiberio y los relacionados con los casos de su madre y hermanos. Todos los exiliados pudieron regresar a Roma. Asimismo ayudó a los afectados por el sistema imperial de impuestos, desterró a los delincuentes sexuales y celebró grandiosos juegos de gladiadores, espectáculos circenses y representaciones teatrales
Por otro lado retomó algunas prácticas habituales durante la época de Augusto y que habían sido relegadas por Tiberio, tales como la publicación de los registros del Imperio así como la continuación de obras que éste último había dejado inacabadas. Inicio otras de gran envergadura como el Acqua Claudia.
Así, fue ganándose el amor incondicional de todos los estratos de la sociedad romana, al que se unió también una gran simpatía por parte de los pueblos de Italia y del resto del Imperio.
Para agradecerle tanta generosidad se le decretaron varios honores: se le dedicó un escudo de oro que una vez al año, en una fecha determinada de cada anualidad, sería llevado en procesión al Capitolio escoltado por los senadores mientras un coro le seguía cantando las virtudes del emperador; por otra parte, se decretó que el día que asumió el poder fuera llamado Parilia como regocijo de que Roma había sido fundada por segunda vez. La Parilia era una fiesta que se celebraba el 21 de abril  para conmemorar la fundación de Roma, en honor a Pales (divinidad pastoril arcaica protectora del Palatino).

Calígula. Siglo I d.C. Nueva YorK. Museo Metropolitano. 
Fotografía propiedad de Bill Storage, Laura Maish, John Pollini y Nick Stravrinides

La historiografía moderna analiza el comportamiento político de Calígula, en estos primeros momentos, de una forma particularmente favorable indicando que el joven emperador tenía un buen planteamiento y que estaba rodeado de consejeros válidos. Su gran defecto fue, no obstante, seguir un modelo político poco apropiado para regir la mentalidad romana, influenciado en cierta manera por el programa que su bisabuelo Marco Antonio había trazado para Oriente, asumiendo poderes cercanos a este tipo de monarquías. Igualmente marcó el fin de este buen período su juventud e inexperiencia política unidos a su desequilibrio psicológico, que tras su enfermedad se manifestó en toda su virulencia.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Calígula, perfil de un psicópata

           "En mi opinión la naturaleza lo ha creado para demostrar cuán lejos puede llegarse al combinar un vicio incontenible con un poder ilimitado". 
Séneca

Busto de Calígula. Siglo I d.C. Nueva York. Museo Metropolitano
Fuente: https://hinocinte.blogspot.com.es/2016/10/los-excesos-del-emperador.html

Calígula es una figura con una personalidad sumamente compleja. A ello contribuye el hecho de que contemos con pocas fuentes antiguas fiables que nos hablen de él. Sólo han llegado hasta nuestros días la obra de dos autores contemporáneos al emperador: la de Filón de Alejandría que ofrece algunos detalles de los primeros momentos de su gobierno y algunas obras de Séneca. Éste último, sí proporciona algunos datos sobre la personalidad del sucesor de Tiberio, pero no pueden ser considerados objetivos pues sabemos que el filósofo cordobés fue acusado de formar parte de una conspiración contra la vida de Calígula y que por ello estuvo a punto de ser ejecutado en el año 39. El resto de obras coetáneas al emperador, juzgadas como muy críticas o excesivamente aduladoras, se han perdido. Así y todo sirvieron de base de inspiración a otros escritores en años posteriores.
De este modo, la mayor parte de los datos sobre la vida de Calígula que conocemos proceden de Suetonio y Dión Casio que vivieron 80 y 180 años después que aquel, respectivamente. La objetividad de éstos también se considera dudosa al ser ambos patricios que habían perdido mucho poder con la consolidación del sistema imperial. Desgraciadamente, los capítulos de los Anales de Tácito dedicados al gobierno de Calígula no se han conservado. Una verdadera lástima pues se trata del más justo de los historiadores clásicos. Sí se han conservado en esta obra en cambio los datos sobre el emperador durante el gobierno de Tiberio. Algunos fragmentos parciales sobre Calígula también los encontramos en obras de Flavio Josefo o Plinio el Viejo, pero ninguno de ellos da una visión favorable del tercer César.
Aunque está claro que Calígula no fue precisamente un modelo de buen gobernante, ¿hasta qué punto se han exagerado los hechos de su vida y los actos de crueldad a él atribuidos?. Intentaré con los datos de los que dispongo trazar un perfil de su personalidad lo más ecuánime posible.

Busto de Germánico: Siglo I d.C. París. Museo del Louvre. Fotografia proiedad de Obra de  Marie_Lan Nguyen

Como ya he ido apuntando en anteriores reseñas, Calígula fue el tercer hijo varón del matrimonio formado por Germánico (nieto de Livia) y Agripina la mayor (nieta de Augusto), mujer pasional y de fuerte carácter que acompañaba a su marido en todas las expediciones. Por este motivo, mientras sus hermanos mayores se educaban en Roma, el pequeño Cayo César se crió entre las legiones de su padre, convirtiéndose en la mascota de las mismas. Con sólo 1 año, su madre lo vestía con traje de soldado y con unas minúsculas cáligas idénticas a las que calzaban los militares, de ahí que los legionarios lo apodaran tiernamente Calígula, o sea pequeña cáliga, botitas. Tan encariñado estaban los rudos soldados con el crio que cuando tras la muerte de Augusto las legiones de Germania se amotinaron, Germánico para protegerlo lo envío a la Galia junto con su madre embarazada. Las tropas aceptaron entregar a los promotores del motín a cambio de que Calígula permaneciera con ellos, algo a lo que Germánico accedió. “[Los soldados] respondieron a su discurso [de Germánico] confesando que sus reproches eran justos, y suplicando que castigaran a los culpables, perdonara a los extraviados y los guiara contra el enemigo; que hiciera volver a su esposa, que retornara aquel niño criado por las legiones, y no fuera entregado como un rehén a los galos. El regresó de Agripina lo excusó por la inminencia de su parto y del invierno; vendría su hijo, y el resto sería cometido de ellos mismos” (Tácito. Anales, 44, 1). Tengo que señalar que ya adulto, el hijo de Germánico aborrecía que lo llamaran Calígula.

Agripina la mayor y Calígula. Detalle del Gran Camafeo de Francia.19 d.C. París. Gabinete de Medallas 

No sólo la legión sino las masas populares adoraban al encantador chiquillo por lo que era aclamado cada vez que pisaba las calles de Roma o de cualquier lugar donde se encontrara con su padre. En estos hechos, según mi opinión, está el origen del carácter caprichoso y narcisista de Calígula pues desde su infancia fue excesivamente mimado y adulado, más allá de lo que un niño de tan tierna edad podía comprender. No encontramos en las fuentes indicios de que Germánico o Agripina pusieran freno a la inmensa popularidad de su hijo.
A medida que fue creciendo y que las desgracias de sus familiares más cercanos acabaron con su idílica vida, conduciendo los últimos años de su infancia y su adolescencia hacia una existencia desequilibrada, su carácter fue volviéndose cada vez más enigmático. Aparentemente no le afectó la muerte de su padre (acaecida en trágicas circunstancias cuando sólo contaba 7 años) ni la de su madre y hermanos (condenados por Tiberio). Calígula incluso después de tanto sufrimiento se comportaba de manera dócil y cortés. Esto se acentuó durante la etapa en la que fue llevado a vivir a Capri con Tiberio. Cuenta Suetonio que durante estos años no expresó jamás queja alguna, ni demostró que le afectara en lo más mínimo el infortunio de sus familiares. Incluso cuando Tiberio lo ponía a prueba era con él sumamente servicial. Ello dio lugar a que se dijera de él que nunca hubo esclavo mejor para peor amo, y que, desde entonces, fuera considerado un maestro en las artes del disimulo. Pero Tiberio conocía la verdadera naturaleza de su carácter.

Busto de Calígula. Siglo I d.C. Copenhage. Carsberg Glytotek Museum

Ya siendo emperador, las escasas fuentes de las que disponemos coinciden que en los inicios de su gobierno Calígula se comportó como un buen Príncipe. No obstante en el otoño de 37 d.C. a los pocos meses de su ascenso al trono sufrió una grave enfermedad que estuvo a  punto de costarle la vida. Aún hoy no está clara la naturaleza de la misma. Algunos autores afirman que sufrió una encefalitis, es decir una inflamación del cerebro causada por alguna infección. Otras hipótesis apuntan a alguna enfermedad venérea, hipertiroidismo o epilepsia.
Filón de Alejandría opina que fuese cual fuese la enfermedad que padeció Calígula se debió al cambio en los hábitos de su vida al ser aclamado emperador. Sostiene que pasó de una existencia relativamente tranquila y saludable a la práctica de todo tipo de excesos. “Había cambiado su alimentación no hacía mucho (cuando todavía vivía Tiberio era más ordinaria y por eso más sana, por una dieta de lujo; vino puro en abundancia, golosinas, apetito insaciable con el vientre lleno, baños calientes intempestivos, vómitos inmediatos seguidos de nuevas borracheras, glotonería renovada” (Legatio Ad Gaium. 14).
Lo cierto es que cuando se recuperó de la enfermedad empezó a experimentar desórdenes mentales que hasta ahora no se habían puesto de manifiesto, evidenciando un carácter violento desconocido para todos. El insomnio que padecía acrecentaban sus ataques de ira y crueldad, pues según Suetonio “no dormía más de tres horas, y éstas ni siquiera con un sueño tranquilo” (Vida de Calígula. 50, 3).

Busto de Calígula. Siglo I d.C. Copenhage. New Carlsberg Glyptotek. Fotografia propiedad de S. Sosnovskiy

Regis F. Martín en su obra Los doce Césares. Del Mito a la Realidad siguiendo una teoría del alemán J. Lucas se inclina más por afirmar que Calígula poseía el perfil de un psicópata pues según éste “Los psicópatas se caracterizan por una pérdida de la capacidad de autodeterminación, por movimientos instintivos violentos y  descoordinados, por una curiosa perversión o degeneración del principio moral (no conocen esa molesta angustia que impide las malas acciones), por problemas de temperamento, de costumbres y de sentimientos, en particular el sentimiento del amor; por último, por la ausencia de esfuerzos por integrarse socialmente y un desconocimiento del orden de los valores que presupone la vida en comunidad”. Continúa afirmando Martín que “la psicopatía explica también el gusto por lo desmesurado, la ausencia de límites claros entre el bien y el mal, la fuente tendencia al narcicismo y el marcado deseo de ser admirado por los demás”. Todas estas patologías se pueden apreciar en las descripciones sobre Calígula que han llegado hasta nosotros. Según Suetonio una de las frases favoritas del emperador era “No hay nada en mi naturaleza que exalte o apruebe más que mi adriaptesia” (desfachatez, falta de pudor o indiferencia por sus actos). (Vida de Calígula, 29,1). Por su parte Filón de Alejandría afirmó que Calígula “era un hombre carente de cualquier sentimiento humano, joven, innovador, provisto de un poder exento de controles. Y la juventud unida a un poder absoluto cuando sigue inclinaciones incontroladas es más difícil de combatir” (Legatio Ad Gaium. 190).
A ello se unía la promiscuidad sexual y la inmensa influencia que tenía sobre él la monarquía teocrática, caracterizada por la ausencia de límites, el autoritarismo y el gusto por hacerse ensalzar. Nuevamente Suetonio nos relata que “ante una amonestación de su abuela Antonia, como si no bastara con desobedecerla Calígula contestó: recuerda que todo me está permitido y con todas las personas” (Vida de Calígula, 29,1).
A todos estos rasgos del carácter del emperador hay que añadir que Calígula a pesar de ser tan osado era sumamente cobarde. Tenía mucho miedo a las tormentas y una obsesión casi paranoica por su seguridad pues temía que podía ser asesinado.
Martin no considera de ningún modo que Calígula estuviera loco o fuera un demente pues no hay constancia de que jamás perdiera la consciencia de la realidad.

Busto de Calígula. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre.
 Fotografía propiedad de Bill Storage, Laura Maish, John Pollini y Nick Stravrinides

En cuanto a la apariencia física de Calígula hay igualmente una gran diferencia entre las descripciones que han llegado hasta nosotros realizadas por distintos autores y sus representaciones en esculturas y monedas. En la misma línea las descripciones de su físico son totalmente negativas. Dice Suetonio que “era de gran estatura, de tez muy pálida y cuerpo desproporcionado; tenía el cuello y las piernas excesivamente delgados, los ojos y las sienes hundidos, la frente ancha y ceñuda, y el cabello ralo, pero en la coronilla estaba totalmente calvo, aunque por lo demás era muy velludo” (Vida de Calígula, 50,1). Séneca cuenta por su parte que poseía “una tez pálida y repelente que dejaba ver la locura, ojos torvos emboscados bajo una frente de vieja  y un cráneo pequeño salpicados por algunos pelos mal puestos. Añadidle a esto una nuca enmarañada, la delgadez de sus piernas y el gran tamaño de sus pies” (Sobre la constancia del sabio, 18,1). Hay que tener en cuenta que Séneca odiaba fervientemente a Calígula y que Suetonio se basó en su testimonio. Algunos autores actuales basándose en el parecido que presenta la imagen del emperador retratada en las monedas con el de su madre Agripina (mujer de gran belleza) indican que se ha exagerado hasta lo grotesco la imagen de Calígula para ajustarla a su carácter. Algo a lo que también han hecho alusión algunas fuentes es a la fijeza de su mirada lo que incrementaba la sensación de crueldad de la misma.

Moneda con Calígula en el anverso y Agripina la Mayor en el reverso

Por otro lado, su forma de vestir, muy próxima al estilo oriental, también era motivo de escándalo pues seguramente había heredado ese gusto de su bisabuelo Marco Antonio “A menudo se mostraba en público con mantos cubiertos de adornos y de piedras preciosas, una túnica provista de mangas y luciendo brazaletes; en ocasiones vestido de sedas y ataviado con una cíclada (prohibida a los varones en 16 d.C.); y una veces en sandalia o conturnos, otras con las botas de los correos, y otras, en fin, con chinelas de mujer” (Vida de Calígula, 52,1).
Independientemente de todo lo que se ha escrito sobre el emperador, Calígula poseía grandes dotes intelectuales siendo un gran orador. No obstante, como era envidioso del talento de otros, gustaba desprestigiar a Homero, a Virgilio y sobre todo a Séneca de cuyos escritos decía que eran meros ejercicios de efecto, sólo arena sin sal.  No obstante su gran afición eran los juegos, sobre todo las carreras en el Circo. Le gustaba montar en carro y combatir con diferentes armas. Del mismo modo sentía una desmedida afición por el canto y el baile que practicaba en público con frecuencia. Estos hobbies estaban muy mal vistos por la nobleza.
Como en todos los actos de su vida, era muy visceral también en sus simpatías y escasos afectos. No dudaba en besar en público a su actor o auriga favorito al mismo tiempo que los cubría de oro. A ellos se unía el desmesurado amor que sentía por su caballo, el famosísimo Incitato o por encima de todos por su hermana Drusila. A pesar de que contrajo matrimonio 4 veces sólo sintió cierto afecto por la última de sus esposas, Milonia Cesonia, mujer de orígenes humildes, mayor que él y de escasa belleza. Con ella tuvo su única hija, llamada Julia Drusila como recuerdo a su difunta hermana.


Posible escultura de Calígula a lomos de Incitato. Siglo I d.C. Londres. Museo Británico