viernes, 15 de febrero de 2019

Tras las huellas de Nerón (1ª Parte)


Pintura que representa a Nerón


           Nerón es uno de los emperadores más controvertidos no sólo por la complejidad de su carácter, sino también por la dudosa fiabilidad de las fuentes antiguas al referirse a él.
En primer lugar, no ha llegado hasta nosotros ningún escrito contemporáneo al emperador, y lo que se sabe de ellos, por otros autores posteriores, es que eran contrarios a Nerón. Coetáneo suyo y muy crítico con él fue Plinio el Viejo (tristemente fallecido en el año 79 d.C. durante la erupción del Vesubio) que consideró a Nerón en su Naturalis Historia como “enemigo de la humanidad” (XXXVI, III). Hay que decir que Plinio era muy cercano a Claudio y no digirió demasiado bien la sucesión del viejo emperador.
No obstante, la mayoría de autores que abordaron la figura de Nerón son posteriores a él como es el caso de Tácito y Suetonio que escribieron unos 50 años después de su muerte y Dión Casio que vivió 150 años después. Los tres pertenecían a la alta aristocracia (estatuto social al que Nerón azotó sin piedad) y entre ellos mismos se contradicen al narrar sucesos tan polémicos como el asesinato de Claudio, la muerte de Agripina y, principalmente, el que marcó a Nerón para siempre: el gran incendio de Roma del año 64.


Peter Ustinov en un fotograma de Quo Vadis? (1951)

Y es en la tradición cristiana posterior donde Nerón adquirió su peor leyenda, siendo considerado por algunos autores como el Anticristo. Hay que aclarar que en su época no había aún muchos cristianos en Roma (Nerón murió en el año 68 d.C, solo unos 30 después de la muerte de Jesús) y que fueron mucho más sangrientas las persecuciones de otros emperadores como Diocleciano. Incluso grandes emperadores como Trajano y Marco Aurelio ordenaron persecuciones a esta fe, algo que apenas es conocido. Así y todo, Tertuliano (que vivió en el siglo II d.C.), consideró a Nerón como “el primer perseguidor de cristianos”. Ni siquiera esta afirmación es cierta pues Claudio también decretó algunas medidas contra ellos.
En esta línea la novela de Henryk Sienkiewicz, Quo Vadis?, interpretada magistralmente en el cine por Peter Ustinov en 1951 fue la que cincelaría definitivamente la imagen de Nerón. De niña era mi película favorita; desde que empecé a investigar con seriedad  sobre la historia de Roma, no la he vuelto a ver más. Pues la imagen icónica de Nerón tocando el arpa mientras veía arder la ciudad fue narrada por Suetonio, no obstante Tácito pone incluso en duda la implicación del emperador en la catástrofe, pues hechos de este tipo eran muy frecuentes en la antigua Roma. Él mismo dice que hay historiadores de los que él ha consultado que apoyan una u otra versión. Tácito afirma que en ese momento Nerón está en Ancio y que volvió enseguida a la ciudad para abrir el Campo de Marte y los monumentos de Agripa para acoger al pueblo. Ordenó también levantar construcciones provisionales para albergar a la multitud. Igualmente bajó el precio del trigo. Este mismo autor afirma conocer el rumor de que subido al escenario que tenía en su casa Nerón cantó la destrucción de Troya. Pero dice que es sólo eso, un rumor, y lo hace tras contar que Nerón estaba en Ancio y que volvió a Roma cuando ya se había quemado su Palacio y todas sus posesiones (Anales, XV, 39). Por tanto, la historia se hace difícil de creer ante tanta contradicción. Si el palacio estaba destruido ¿cómo cantó desde allí?. Está claro que si un hecho tan atroz hubiera ocurrido, sólo cincuenta años después se sabría con absoluta certeza, no estaría sólo basado en rumores, por tanto me inclino a desconfiar de su fiabilidad.


El Incendio de Roma. Hubert Robert, 1787, Le Havre, Musee Andre Malraux

Y no sólo yo, pues a pesar de la mala fama, historiadores antiguos como Flavio Josefo y el propio Tácito (en general contrarios a Nerón) reconocen la aversión de la mayoría de escritores hacia él por lo que ellos mismos advierten de la dudosidad de sus escritos. “Omitiré una serie de discursos de los que han relatado la vida de Nerón; alguno de los cuales debido a que, por sus favores personales han tergiversado la verdad a su favor, y los de otros por venganza y por odio han mentido” (Flavio Josefo. Antigüedades de los judíos, XX, 8.3).
Pero no sólo hay que tener en cuenta las fuentes escritas para analizar una época o un personaje; existen otras igual de importantes, es decir, los vestigios arqueológicos, las monedas y epígrafes entre otros, que en muchas ocasiones nos cuentan otra historia diferente. Por lo que hay que encontrar el equilibrio entre todas para intentar sacar a la luz la versión más acertada de un hecho.
La historiografía actual se debate entre dos corrientes: por un lado, la mayoritaria engloba a aquellos autores que están intentando una revalorización más justa de la figura de Nerón, pues si bien es cierto, que llevó a cabo acciones que a nuestros ojos del siglo XXI consideramos atrocidades, no fueron de menor crueldad las que realizaron otros personajes de la antigüedad y, en concreto de la Roma imperial, como Constantino (que también mató a su primogénito, a su segunda esposa y a su suegro) pero como instauró el cristianismo como religión oficial su valoración es diferente. Por otro lado, están los autores que opinan que Nerón no puede aspirar a redención alguna. Yo, aunque sea sólo por las maravillosas sensaciones que me produjo visitar por primera vez en mayo la Domus Aurea, me alinearé con la primera tendencia. Porque quizás Nerón no fue un gran emperador, pero no fue mucho peor que la mayoría de sus sucesores, y desde luego no el peor de todos, pues el pueblo lo amó hasta mucho tiempo después de su muerte. Y en esa afirmación hasta las fuentes más hostiles se ponen de acuerdo.

2 comentarios:

  1. Pero...ya en su época tenía mala fama ¿no? por eso sepultaron su casa, derribaron sus estatuas, desecaron el lago, etc.
    Bueno, lo irás contando poco a poco.☺

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    1. Tenía mala fama entre los senadores y la alta aristocracia, entre el pueblo, no. Pero está claro que cuando el río corre, agua lleva. Y de Augusto o César nunca hablaron tan mal ninguna de las fuentes antiguas. Y las escribieron los mismos autores. El problema es que con Nerón se han cebado, y no es mucho peor que otros que no tienen tan pésima fama. Un saludo

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