domingo, 14 de octubre de 2018

La captura de Carataco

¿Cómo pueden ellos, teniendo tales posesiones, ambicionar nuestras pobres cabañas? Palabras de Carataco, líder britano, al contemplar Roma.
Dión Casio. Historia romana

Claudio. Siglo I d.C. Museos Vaticano. Roma 2018

En el año 51 d.C., Carataco (el principal líder britano que había conseguido escapar tras la conquista de la isla), nueve años después del inicio de las guerras britanas fue hecho prisionero por un caudillo rival, quien lo cargó de cadenas y lo envió a Roma.
Claudio aprovechó la ocasión para brindar a Roma un desfile en el que se mostraba al que otrora fuera rey de Britania caminando por sus calles encadenado, en un espectáculo que tanto placía al pueblo romano. En este caso la expectación fue máxima pues todos querían ver al que había escapado del yugo romano durante tanto tiempo. “En efecto, se convocó al pueblo como si se tratara de un espectáculo insigne; formaron armadas las cohortes pretorianas en el campo que se extiende ante sus cuarteles. Entonces pasaron los clientes del rey, se hicieron desfilar sus medallas, sus torques y cuantos trofeos había conquistado en guerras exteriores; después fueron exhibidos sus hermanos, su esposa y su hija y, al final, él en persona. Las súplicas de los demás, dictadas por el miedo no estuvieron a su propia altura; pero Carataco sin bajar los ojos y sin implorar misericordia, una vez que subió a la tribuna habló en los siguientes términos: si cuanta fue mi nobleza y fortuna tanta hubiera sido mi moderación en la prosperidad, hubiera venido a esta ciudad más como amigo que como cautivo, y no hubieras desdeñado acoger en paz y en alianza a un hombre nacido de esclarecidos mayores y que imperaba sobre tantos pueblos. Mi suerte presente es tan triste para mí como gloriosa para ti. He tenido caballos, armas, hombres, recursos: ¿qué hay de extraño en que los haya perdidos a mi pesar? pues si vosotros pretendéis imperar sobre todos ¿se sigue de ello que todos acepten la servidumbre? Si se me hubiera arrastrado aquí tras haberme entregado al  momento, no hubieran resplandecido ni mi fortuna ni tu gloria. Por otra parte, a mi suplicio le seguirá el olvido de mí; si en cambios, respetas mi vida, seré un ejemplo duradero de tu clemencia” (Tácito. Anales, XII, 37, 1-4).

Carataco ante el tribunal de Claudio. Henry Fuseli. Finales siglo XVIII
Fuente: De Andrew Birrell (fl. 1782–1809), after Henry Fuseli (1741–1825) - Library of Congress, Prints & Photographs Division, LC-DIG-pga-00226 (digital file from original print), uncompressed archival TIFF version (107 MB), level color (pick white point), face repaired, desaturated, cropped, and converted to JPEG (quality level 88) with the GIMP 2.6.1., Dominio público, 

 Claudio conmovido por la dignidad exhibida por el britano y su sentido discurso, le perdonó la vida a él y a su familia, lo que fue recibido con grandes aplausos por parte del pueblo y el Senado. Los britanos, liberados de las cadenas, se volvieron hacia Agripina (sentada en una tribuna cercana) y le dirigieron las mismas palabras de gratitud y alabanza que al César. Una vez más quedó clara la preponderancia de Agripina, pues nunca antes una mujer se había sentado ante los estandartes romanos. El Senado elogió a Claudio extensamente, poniéndolo al nivel de los grandes generales romanos que habían mostrado clemencia con sus enemigos, tales como Escipión el Africano.

4 comentarios:

  1. ¿ y qué fue de "Tacoface" después? ¿Volvió a Britania para vengarse del traidor, buscó un trabajo o vivió como agricultor y ganadero?

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  2. Hasta donde yo sé, no volvió a Britania, se quedó en Europa viviendo en el estado de bienestar del Imperio Romano.

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  3. Me hubiera gustado ver la reacción de Antonia la menor (madre de Claudio y Germánico y quién siempre prefirió a este último), al ver que logró algo que ni siquiera Julio César, con todas sus legiones y experiencia militar pudo lograr.

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  4. Nunca sabremos, ni si aún así, se hubiera sentido orgullosa de su hijo, aunque en su fuero interno seguro que sí. Un saludo

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