domingo, 23 de septiembre de 2018

Agripina o el precio de la ambición. 2ª Parte


Agripina coronando a Nerón. Siglo I d.C. Afrodisias, Museo

Durante los primeros momentos del Principado de Nerón, Agripina acumuló tal cantidad de poder y de prerrogativas que escandalizaron al propio Séneca; hasta el punto que en una embajada con representantes de Armenia pretendía recibirlos junto a su hijo. Nerón, convencido por su preceptor de lo inapropiado del gesto, con tacto, la condujo a otro lado de la sala cuando su madre llegó.
El joven César escuchaba a su madre, pero las exigencias de ésta eran cada vez más desorbitadas: se acuñaron monedas en los que aparecían los dos al mismo nivel, llevaba el doble de lictores que Livia al enviudar, se mandaron esculpir estatuas en los que Agripina coronaba a su hijo…además, no cesaba de recordarle que el Imperio se lo debía a ella.


Nerón y Agripina en una moneda

Los problemas entre madre e hijo se incrementaron cuando Nerón se enamoró de una liberta, Actea, relación a la que Agripina se oponía. Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Nerón, que no soportó bien la intromisión de que su madre en su vida privada. Se aprovechó de ello el círculo de amigos del joven César que  poco a poco fueron poniéndolo en contra de su madre.
Por otro lado, la rivalidad entre Agripina y Séneca por controlar al emperador fue en aumento, lo que cansaba cada vez más a Nerón, aunque éste era consciente que la debilidad de su posición le impedía prescindir de ambos por el momento. Séneca fue ganando la partida.
Cada vez más denigrada por su hijo, Agripina decidió recordarle con contundencia a quien debía su posición por lo que comenzó a acercarse a Británico;  al poco tiempo el joven murió. Nerón fue acusado por todos los historiadores antiguos de haberlo envenenado.
Entonces, Agripina fue expulsada del palacio imperial y cada vez más arrinconada fue perdiendo todos sus privilegios: se le retiraron los guardaespaldas y su rostro dejó de aparecer en las monedas y esculturas. Había cometido el error de subestimar a Nerón.


Busto de Agripina la menor. Siglo I d.C, Warsaw- National Museum
Fuente: By Anonymous (Rome) - Own work (BurgererSF), CC0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=20389789

En el año 59 éste, enamorado de Popea Sabina (relación a la que su madre también se oponía) y presionado por ella, cada vez se alejó más de su madre. En esta época es cuando empezaron a difundirse los rumores de incesto entre madre e hijo, pues se decía que Agripina estaba tan desesperada por recuperar a Nerón que incluso intentó seducirlo, aprovechando el carácter lascivo del joven.
No obstante, meses después las relaciones entre ambos parecieron mejorar;  de hecho en marzo Nerón invitó a su madre a pasar las vacaciones con él en Bayas. Primero, la recibió en Anzio en persona y le regaló un lujoso yate para que ella se adelantara por mar hacia el sur de Italia. La última noche que Agripina pasó con su hijo, él estuvo muy cariñoso: le concedió el lugar de honor a su lado, habló con ella hasta la madrugada y la acompañó hasta el barco. Allí se despidió de ella con un abrazo y un beso susurrándole que nunca olvidaba que por ella vino al mundo y que gracias a ella gobernaba. Agripina no sospechó en ningún momento que el yate era una trampa mortal pues estaba preparado para que el tejado cediera y se hundiera simulando un accidente. La madre de Nerón cayó al mar y, al comprobar horrorizada que una de sus sirvientas al exclamar que era Agripina esperando ser salvada fue asesinada a golpes con los remos, se alejó  nadando hacia la costa.


Agripina. Siglo I d.C. Roma, Centrale Montemartini
Fuente: Di sconosciuto - Opera propria, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2224854

Aun en shock ante la perspectiva de que Nerón había querido asesinarla, tuvo la sangre fría de enviarle un mensaje contándole lo que había sucedió y que ella estaba a salvo.
No le dio tiempo a celebrarlo pues a los pocos días soldados pretorianos rodearon la villa donde se alojaba para acabar con su vida. Agripina, con gran dignidad, se descubrió el vientre y ordenó que la hirieran allí donde había llevado a Nerón. Así murió la última hija viva de Germánico a los 44 años de edad. Su cadáver se incineró rápidamente y sus cenizas fueron enterradas en un promontorio junto al mar.


Nerón ante el cadáver de su madre. Arturo Montero y Calvo. 1887. Madrid, Museo del Prado

A pesar de todo lo que se ha escrito, Nerón no superó nunca el asesinato de su madre. Cuenta Dión Casio en su Historia Romana que se decía que antes de incinerarla mandó desnudar su cadáver y lo inspeccionó detalladamente exclamando que no sabía que tenía una madre tan bella. A partir de ese momento tuvo frecuentes pesadillas con el fantasma de su madre de protagonista, que acompañado de las furias lo perseguían y atormentaban. Estos acontecimiento no ayudaron a la estabilidad emocional del emperador.


Remordimientos de Nerón tras la muerte de su madre. J. William Waterhouse. 1878
Fuente: Di John William Waterhouse - sconosciuta, Pubblico dominio, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1170898

En cuanto a la apariencia y personalidad de Agripina todos los historiadores antiguos coinciden en que era una mujer de gran belleza y, sobre todo, determinación. Los acontecimientos de su vida demuestran que nunca se rindió, siendo capaz de resurgir de sus cenizas cuando lo había perdido todo.  Su mayor defecto fue su ciega ambición que la llevó a no pararse ante nada que supusiera un obstáculo para alcanzar aquello que deseaba, y que finalmente fue la causa de su ruina. Sin ser una virtuosa matrona romana Tácito dice de ella que “en sus asuntos privados siempre fue muy honesta, excepto cuando le convenía para mandar” (Anales, XII, 7). Es decir, cuando cometió infidelidades fueron exclusivamente con la finalidad de acercase al poder, no dominada por la pasión.
Consciente de que era la última descendiente directa de Augusto y Germánico, como tal ejercía pues “en lo público se mostraba severa y muchas veces soberbia, y se hacía servir y obedecer como si fuera un varón” (Anales, XII, 7). Su carácter altanero y orgulloso no le hizo granjearse el cariño de sus contemporáneos aunque sí el temor.

2 comentarios:

  1. .... y sabía nadar en mar abierto.....Ohhhh!!!!

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    1. Imagino que el barco iba navegando cerca de la costa. Probablemente Agripina aprendiera a nadar durante su exilio en la isla de Pandataria

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