sábado, 9 de marzo de 2019

Nerón se distancia de Agripina


Nerón y Agripina en una moneda

Nerón cada vez más hastiado de las luchas por controlar su voluntad entre su madre y Séneca comenzó a alejarse progresivamente de los dos. Contribuyó a ello la entrada en la vida del joven de nuevos amigos, siendo el más importante Marco Salvio Otón, que le animaba a una vida más mundana, alejada de la estricta doctrina de Séneca, que le recordaba continuamente cuáles eran sus obligaciones.
Así, el emperador empezó a frecuentar los barrios menos recomendables de Roma en los que encontraba cada vez nuevos estímulos y experiencias. El momento álgido de este tipo de vida se produjo cuando Nerón se enamoró profundamente por primera vez en su vida. El problema es que su amada era una liberta llamada Acté.
Nerón estaba casado desde hacía años con la hija de Claudio, Octavia, una joven matrona virtuosa que como la hermana de Augusto del mismo nombre era muy amada y respetada por el pueblo. Teniendo en cuenta el gusto por la extravagancia de Nerón, hacía tiempo que la dulce Octavia lo aburría enormemente.


Supuesto retrato de Claudia Octavia. Siglo I d.C. Museo de las Termas. Roma 2018

Desde el momento que Agripina se enteró de la relación de su hijo con una ex -esclava, montó en cólera. De este modo Nerón (para evitar conflictos con su progenitora) veía a su amante a escondidas con la ayuda de Séneca, que aunque tampoco veía la unión con buenos ojos, lo disimulaba mejor; al mismo el tiempo, el filósofo veía una oportunidad de separar al joven César de la influencia de su madre. Poco a poco Nerón fue relajándose y desafió a su madre cuando manifestó su deseo de divorciarse de su esposa para contraer matrimonio con Acté.
Eso fue la gota de la paciencia de Agripina que enfurecida comenzó a recordarle a Nerón que sólo a ella debía el Imperio. No obstante, cuanto más rabiosa se mostraba la hija de Germánico más rebeldía causaba en su hijo, “Agripina, con una reacción típicamente mujeril, bramaba que tenía como rival a una liberta, como nuera a una sierva, y otras cosas por el estilo; no esperaba al arrepentimiento o la saciedad de su hijo, y cuanto más deshonrosamente lo increpaba, más hacía arder su pasión, hasta el punto de que dominado por la fuerza del amor, abandonó toda consideración para con su madre y se puso en manos de Séneca” (Tácito. Anales. Libro XIII,1).
Continúa Tácito contando que entonces Agripina cambió de táctica y empezó a mostrarse zalamera con el joven, ofreciéndole incluso su alcoba para sus encuentros íntimos con su amante. Pero los nuevos amigos de Nerón lo instaban a no dejarse engañar por la falsedad de la mujer. Otro incidente entre ellos se produjo cuando Nerón decidió hacer un espléndido regalo a Agripina para aliviar la tensión entre ellos, “casualmente por aquellos días el César, tras examinar los atavíos con que habían resplandecido las esposas y las madres de los príncipes, eligió un vestido y unas piedras y la envió como regalo a su madre, sin escatimar nada y adelantándose a ofrecerle lo mejor y lo que las demás mujeres ambicionaban. Pero Agripina exclama que con aquello no se enriquecía su ajuar, sino que se la privaba del resto, y que su hijo repartía lo que, en su totalidad, poseía gracias a ella” (Tácito. Anales. Libro XIII,4).
Muy irritado por el incidente, Nerón se vengó despidiendo al liberto Palas (el más firme aliado de Agripina, quien apostó por ella para que Claudio la tomara en matrimonio). Así, la otrora emperatriz perdía su más importante fuente de información cercana de Nerón.




Supuesto busto de Británico. Siglo I d.-C. Roma, Museos Vaticano

 Por ello, Agripina se atrevió a usar su última, y más peligrosa baza: Británico. El hijo de Claudio tenía ya 14 años, y hasta ese momento vivía marginado en la corte. La madre del emperador comenzó a amenazarlo con usar sus influencias para promover a Británico como legítimo heredero al trono imperial “Agripina, perdiendo el control, se lanzó a asustarlo y a amenazarlo [a Nerón], sin recatarse de proclamar ante los oídos del príncipe que Británico ya había crecido, que era estirpe verdadera y digna de recibir el imperio, ejercido por un advenedizo adoptado, y en medio de agravios a su madre” (Tácito. Anales. Libro XIV,2).
Después de esto, las relaciones entre madre e hijo quedaron completamente rotas, a pesar que durante un tiempo ambos se molestaron en guardar las apariencias.

2 comentarios:

  1. Se nota la tensión entre los dos.

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  2. Sí, progresivamente la relación entre madre e hijo se va deteriorando de manera irreversible. Un saludo

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