viernes, 27 de marzo de 2015

Res Gestae Divi Augusti

“Entre las disposiciones que (Augusto) dejó en poder de las Vírgenes Vestales, había una relación de sus hechos, en la que manifestaba el deseo de que fuera grabada en dos tablas que debían colocarse delante de su mausoleo”
Suetonio. Vida de Augusto. 101

Texto original de las Res Gestae Divi Augusti hallado en Ankara

Una faceta de Augusto no muy conocida es la de escritor. Al primer emperador romano le gustaba escribir tanto en prosa como en verso. Su estilo era directo pues su intención era transmitir un mensaje claro e inteligible. Según Suetonio “tenía un estilo oratorio elegante y moderado, evitando las estupideces y el artificio de las frases hechas y como él decía “los hedores de las palabras anticuadas”. Ante todo le preocupaba expresar sus ideas con la mayor claridad posible. Para conseguirlo con mayor facilidad y para que nada perturbase o petrificase al lector o al oyente, nunca vaciló en poner preposiciones ante los nombres de ciudades y en hacer frecuente uso de conjunciones que cuando se omiten oscurecen algo la frase pero aumentan su encanto” (Suetonio. Vida de Augusto. 86).
Durante su estancia obligada en Tarragona, a causa de su enfermedad, para entretenerse escribió una biografía narrada en 13 libros que alcanzaba hasta el final de las Guerras Cántabras en el año 25 a.C., De vita sua; desgraciadamente tanto la obra como los comentarios que escribió Asinio Polión sobre ella se han perdido. Tampoco han llegado hasta nosotros otras obras suyas aunque se tienen referencias de varios poemas y un texto contestando al Catón de Marco Junio Bruto. Una anécdota curiosa es que comenzó a escribir con gran entusiasmo una tragedia pero como su realización no acabada de gustarle, la destruyó. Cuando le preguntaban por su Áyax (protagonista de su obra) les respondió con gran sentido del humor que se había arrojado sobre la esponja (Suetonio. Vida de Augusto. 85).
Solamente se han conservado completas las Res Gestae Divi Augusti, testamento político que el Príncipe hizo grabar en bronce a las puertas de su mausoleo y cuyas copias se reprodujeron por varias ciudades del Imperio. La versión que ha llegado hasta nuestros días es la hallada en un monumento en Ankara  a mediados del siglo XVI, escrita en griego y latín, por lo que una permitió eliminar las lagunas que existían en la otra. En Antioquía y Apolonia han aparecido otras transcripciones idénticas por lo que corrobora la teoría de que se trata de las memorias oficiales de Augusto escritas por él e impuesta como modelo único para uso público y propagandístico. El propio emperador nos indica su fecha de realización al final del texto "cuando escribí estos hechos estaba en el septuagésimo sexto  año de mi vida" (Capítulo 35) o sea en el año 13 d.C., un año antes de su muerte.

Monumento Ancyranum en Ankara

El relato, dividido en cuatro partes, consta de 35 capítulos, además de una breve introducción y una conclusión final añadida tras su muerte en tercera persona, a diferencia de lo escrito por Augusto que narra sucesivamente los distintos aspectos de la tarea de su gobierno, siempre en primera persona.
En la primera parte (Capítulos 2-14) se resume la carrera política de Augusto junto con las magistraturas que ostentó. La segunda (Capítulos 15-24) la dedica a enumerar las donaciones que realizó a expensas de su fortuna personal tanto en dinero como en tierras a sus legiones y a los ciudadanos de Italia así, como las grandes inversiones que destinó a obras públicas y a juegos y espectáculos de gladiadores. La tercera parte (Capítulos 25-33) se centra en las guerras y alianzas con otros pueblos que llevó a cabo. Para terminar, la cuarta parte (Capítulos 34-35) recuerda los honores que le fueron concedidos por el Senado, el ejército y el pueblo de Roma.
El apéndice en tercera persona plasma que los gastos invertidos por el Príncipe para salvar al Estado que ascenderían a 2.400.000 sestercios (lo que equivaldría a unos 3.192.000 € pues un sestercio sería más o menos 1,33 €) al mismo tiempo que refiere la imposibilidad de cuantificar el montante que gastó en restauración de edificios.
Por supuesto, las Res Gestae (como denominó Augusto el texto, el resto del título fue obra de Livia y Tiberio) no son una narración objetiva porque su finalidad era sobre todo propagandística siendo en esto una obra maestra. En el exterior del nuevo edificio que protege el Ara Pacis desde el año 2006 se puede ver una copia del texto augusteo. 

Res Gestae en el exterior del Ara Pacis Augustae

jueves, 19 de marzo de 2015

El Mausoleo de Augusto

“El más notable entre los monumentos es el conocido como Mausoleo (de Augusto), gran túmulo que surge sobre una alta base de mármol en las cercanías del río (Tíber), cubierto por todos lados, desde la cima, por árboles de hoja perenne. En la cúspide se encuentra una escultura en bronce de César Augusto, mientras bajo el túmulo está la tumba del mismo emperador, de sus parientes y de sus amigos más íntimos. Detrás hay un gran bosque sagrado que permite espléndidos paseos. En medio del campo hay un recinto de mármol blanco, construido en torno a la tumba de Augusto, que tiene una balaustrada circular de hierro cuyo interior está cubierto de álamos”.
Estrabón. Geografía. V.3.8.


Mausoleo de Augusto. Roma 1998

Lo que más impresionó a Augusto de la cultura egipcia fue su eterna búsqueda de la vida después de la muerte; por ello, a pesar de que los romanos en general, prácticos como eran,  no esperaban encontrar nada tras la existencia terrena, al volver a Roma en el 29 a.C. tras los suicidios de Marco Antonio y Cleopatra acaecidos después de la batalla de Accio comenzó a construir en el Campo de Marte, el que sería el mayor Mausoleo de todo el Mediterráneo, para albergar sus cenizas y la de los miembros de su familia. De alguna manera, como los grandes faraones, Augusto anhelaba alcanzar la inmortalidad más allá de esta vida.

Reconstrucción del Mausoleo según grabado de Luigi Canina. 1851

La gran tumba circular medía 87 metros de diámetro y 40 de alta seguía modelos helenísticos (inspirados en la tumba de Alejandro) y etruscos. Se apoyaba en un gran basamento de travertino quizás rematado con un friso dórico adornado con metopas y triglifos sobre el cual se elevaba el imponente edificio compuesto por siete anillos concéntricos unidos entre ellos mediante de muros radiales.



Reconstrucción y planta

La parte interior estaba formada por cinco estructuras concéntricas que se iban elevando progresivamente a medida que se acercaban al centro, donde un gran pilar contenía una estancia cuadrada donde probablemente estaría la sepultura de Augusto. Ésta aparecía rodeaba de tres nichos donde se depositaron las urnas funerarias del resto de sus familiares. La zona superior cubierta por vegetación se coronada por una escultura colosal de Augusto en bronce que quedaba justamente encima de la urna con las cenizas del príncipe. A la cámara funeraria se accedía a través de un gran pasillo abovedado.

Interior

La puerta, situada al sur del edificio, estaba enmarcada por dos obeliscos que aún se alzan en las Plazas del Quirinale y Esquilino. En sus laterales exhibía en dos placas de bronce las Res Gestae divi Augusti, biografía oficial de Augusto.
Todo el monumento estaba rodeado de grandes jardines que por deseo de Augusto estaban abiertos al público.

Reconstrucción 


     Se tiene constancia que aquí fueron enterrados además del mismo emperador: su sobrino Marcelo, su  madre Atia, Agripa, su hermana Octavia, su  hijastro Druso, sus nietos Cayo y Lucio, su sobrino nieto Germánico, su nieta Agripina junto sus hijos Nerón, Druso, Livila y Drusila, el hijo de Tiberio, Druso el menor, y la emperatriz Livia; entre los sucesivos emperadores también fueron sepultados en el Mausoleo Tiberio, Calígula (de noche y a escondidas), Nerva y quizás Claudio; las que no fueron enterradas junto a la familia imperial fueron las dos Julia, hija y nieta de Augusto como él mismo estipuló en su testamento, ni el emperador Nerón al cual se le negó este derecho. En el siglo II d.C. fue enterrada allí Julia Domna, esposa de Antonino Pío, descendiente de la ilustre gens.
El monumento que en la actualidad está cerrado al público y se encuentra en un deplorable estado de abandono ha experimentado muchos cambios a lo largo de los siglos. Una vez saqueado  y expoliado fue convertido en una fortaleza medieval en el siglo XII por parte de la familia Colonna, después fue un jardín renacentista, un anfiteatro, un Auditorium para representaciones teatrales (con una capacidad entre 3000 y  3500 espectadores) e incluso una plaza de toros en el siglo XVIII. Entre 1936-1938, Benito Mussolini ordenó demoler todos los edificios que rodeaban la imponente tumba para intentar devolverle su estructura original.

Reconstrucción del Mausoleo como jardín

El Mausoleo ha sido la gran espina del bimilenario de Augusto pues no se pudieron empezar las obras de restauración, cuyo inicio están ahora previstos durante esta primavera. Cuando éstas concluyan (presumiblemente a lo largo del año 2016) junto a la rehabilitaciónde la Piazza Augusto Imperatore que lo precede, se reabrirá al publico. En muy pocas ocasiones se ha podido visitar, la última vez el mismo día del bimilenario, el pasado 19 de agosto, y desgraciadamente la apertura extraordinaria estuvo deslucida por la rotura de una tubería que propició que el Mausoleo se anegara.

Roma 2005

Roma 2005

Yo he tenido la suerte de poder visitarlo en el año 2005 al encontrarse el monumento abierto casualmente. La experiencia estuvo cargada de emotividad pues a la grandiosidad de las estructuras se une la certeza de estar rindiendo homenaje en su último lugar de reposo al más grande emperador romano. 

Roma 2013
Totalmente escondido, visto desde el Ara Pacis, única visión que se puede obtener en la actualidad


Ultima actualización restauración del Mausoleo de Augusto: 

jueves, 12 de marzo de 2015

Tú serás...Marcelo

“Y entonces Eneas, que a su lado marchar veía a un joven de hermoso aspecto y armas brillantes, mas con su frente ensombrecida y los ojos en un rostro abatido, preguntó ¿Quién padre, es aquel que así acompaña el caminar del héroe? ¡Qué estrépito forma su séquito! ¡Qué talla la suya! Pero una negra noche de triste sombra vuela en torno a su cabeza. A lo que el padre Anquises sin contener las lágrimas repuso:. ¡ay, hijo! No preguntes por el que será un gran duelo entre los tuyos; los hados lo mostrarán a las tierras solamente un instante y que más sea no habrán de consentir. ¡Pobre muchacho, ay! Si puedes quebrar un áspero sino, tú serás Marcelo. Dadme lirios a manos llenas, que  he de cubrirlo de flores”.
Eneida. Virgilio. Libro VI

Marco Claudio Marcelo. Siglo I a.C. Nápoles. Museo Arqueológico Nacional

Si había algo que irritaba enormemente a Livia en relación a Augusto era el excesivo favoritismo y devoción que siempre profesó a sus descendientes varones, primero a su sobrino Marcelo y después a sus nietos Cayo y Lucio.
Marco Claudio Marcelo fue el único hijo varón de Octavia, fruto de su primer matrimonio con Cayo Claudio Marcelo, descendiente del famoso general que destacó durante la Segunda Guerra Púnica; nació en el 43 a.C. y desde el primer momento que vino al mundo fue la debilidad de su madre y de su tío, el futuro Augusto, que a falta de un descendiente varón, volcó en él todas las atenciones a la vez que lo educó como un futuro heredero. Por las venas de Marcelo corría la sangre de dos de los linajes más antiguos y poderosos de Roma: la gens Claudia y la gens Julia; a ellas se unía la ascendencia Octavia, familia de origen plebeya pero inmensamente rica que lo ataba directamente al vínculo más importante de su vida, su tío Octavio.


Marcelo. 25-20 a.C. Roma. Fondazione Sorgente Group

Habituado a acompañar al futuro Príncipe en actos oficiales desde su tierna infancia, con tan sólo 14 años desfiló a caballo a su derecha en el triple triunfo que éste celebró tras la batalla de Accio por las calles de Roma; desde entonces fue aún más frecuente verlo junto a su tío, quien a finales de ese mismo año lo llevó con él en su viaje a la Galia e Hispania como tribuno militar para supervisar de cerca su educación militar durante el tiempo que permaneciera alejado de la capital del Imperio. En el viaje les acompañaba Tiberio, el hijo mayor de Livia, aunque Augusto siempre lo mantuvo en un segundo plano.
En 25 a.C., Augusto enfermo en Tarragona envío a los jóvenes de vuelta a Roma con la finalidad de que contrajeran matrimonio; una vez más quedó muy claro su apuesta por Marcelo, al casarlo con su única hija, Julia. De esta forma pretendía que Marcelo y los hijos que tuviera con Julia prosiguieran la obra de su vida cuando él ya no estuviera y asegurarse así que sólo su sangre rigiera los destinos de Roma. No obstante, al recaer de su enfermedad de regreso a la gran urbe, causó consternación en el joven y en los que lo rodeaban el hecho de que entregara su sello a Agripa, lo que equivalía entregar las llaves del Imperio a su colega más íntimo.


Busto de Marcelo. 29-25 a.C. Roma. Museos Capitolinos

En el año 24 a.C., con Agripa lejos de Roma (según algunos para evitar rivalidades con Marcelo), Augusto trató de compensar a su sobrino, colmándolo de honores. Lo primero que consiguió es que el Senado rebajara en 10, la edad legal de 37 años para acceder al Consulado; de este modo se aseguraba que Marcelo pudiera alcanzar la magistratura con 27 años. Igualmente lo propuso para el cargo de edil, lo que le permitiría encargarse de la celebración de juegos y de las construcciones en la ciudad. Gracias al apoyo de su tío, Marcelo consiguió el puesto con facilidad al mismo tiempo que contó con un presupuesto sin precedentes por lo que los juegos que organizó fueron de los más fastuosos que se recordaban en aquella época; por ejemplo fue muy aplaudido que cubriera el Foro romano durante el verano para celebrar luchas de gladiadores. La popularidad de Marcelo subió hasta límites insospechados.
A ello contribuyó también la personalidad y apariencia del joven pues a la belleza heredada de su madre y tío se unía un excelente físico; su carácter alegre y abierto tan diametralmente opuesto a la forma de ser de Tiberio hizo granjearse desde bien pronto las simpatías del pueblo de Roma. Pero inevitablemente ante tanta adulación era imposible que no fuera un poco arrogante y altanero, de ahí sus desavenencias con Agripa, al que en alguna ocasión pudo haber tratado con desdén.


Escultura heroica de Marcelo como Hermes. Siglo I a.C. París. Museo del Louve


Detalle

            Pero la gloria de Marcelo fue tan efímera como la de una estrella fugaz. A fines del año 23 a.C. Augusto recibió uno de los golpes más dolorosos de su vida al ver enfermar a su yerno; a pesar de que lo asistió el mismo médico que lo había atendido a él durante su más grave dolencia, Antonio Musa, no puedo hacer nada para salvar la vida de Marcelo que murió cuando apenas contaba 20 años dejando desolados a su tío, a su adolescente viuda Julia y, por encima de todos, a su madre Octavia, que jamás pudo reponerse del golpe y que a partir de entonces vivió recluida y alejada de la vida pública.
Desde el momento surgieron rumores de una posible funesta intervención de Livia para favorecer el ascenso de su hijo Tiberio tal y como apuntaban algunos historiadores como Tácito o Dión Casio, pero como ya expuse en mi reseña sobre la emperatriz, no es nada probable por lo que seguramente Marcelo fue una víctima desafortunada entre la tantas que sucumbieron ante la terrible epidemia que asoló Roma aquel año.

Epígrafe de Marcelo y Octavia

         Augusto le ofició un funeral de Estado en el que desfilaron todas las máscaras funerarias de la gens Julia, Claudia y Octavia, a excepción de la de César por estar deificado. El propio emperador pronunció el discurso funerario y colocó la urna con las cenizas de su sobrino en un nicho del colosal Mausoleo que se había construido en el Campo de Marte. Marcelo fue el primer miembro de la familia imperial enterrado allí. Todavía se conserva la lápida que cubría su sepultura en la que aparece en el epígrafe junto a su madre, fallecida y enterrada junto a él en el año 11 a.C.


Virgilio lee La Eneida a Augusto y Octavia.  Jean J. Taillasson. 1787. Lóndres, National Gallery

Para la perpetuidad quedan los bellísimos versos de Virgilio que provocaron el desmayo de Octavia cuando el poeta los leyó en privado a la familia imperial, la biblioteca que su madre patrocinó en su honor en el Pórtico de Octavia y, sobre todo, el magnífico teatro que le dedicó Augusto y que aún exhibe parte de la majestuosa fachada que serviría de inspiración a la obra más admirada de Roma, el Coliseo.


Teatro Marcelo. Roma 2013

miércoles, 4 de marzo de 2015

La policromía del Augusto de Prima Porta



Copia  del Augusto de Prima Porta de Tarragona. Pamplona. 2015
Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito

          Cada año, la ciudad de Tarragona celebra un festival cultural internacional dedicado a la divulgación de la cultura romana: el Festival de Tarraco Viva. Su última edición, la XVI, que tuvo lugar entre los días 5 y 25 de mayo de 2014, se centró en la  conmemoración del bimilenario de la muerte de Augusto, el primer emperador romano, que pasó una temporada en Tarragona durante el año 26 a.C. y que dejó un gran legado en la ciudad.
Para honrar a Augusto una de las actividades del festival fue reproducir a escala natural tanto el Ara Pacis Augustae, obra cumbre del Principado como su representación más famosa, el Augusto de Prima Porta. En Tarragona, junto a las murallas ya existe una réplica en bronce de la hermosa efigie hallada en 1863 en la Villa que la emperatriz Livia poseía a las afueras de Roma; sin embargo, la peculiaridad de la nueva copia es que se muestra con la vistosidad de sus colores originales, recreados a partir de los restos de policromía que aún luce la original en mármol que se conserva en los Museos Vaticanos de Roma.


Copia  del Augusto de Prima Porta de Tarragona. Pamplona. 2015
Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito

Los creadores de esta segunda copia de Tarragona, Emma Zahonero y Jesús Mendiola, han imitado el mármol a través de resina acrílica y han buscado recrear los colores partiendo de los análisis que los expertos de los Museos Vaticanos han realizado sobre el original intentando aplicar los procedimientos usados hace 2000 años. A pesar de que hoy en día contemplamos las obras clásicas sin policromía, la realidad era muy diferente pues el color bañaba los edificios y las obras escultóricas.
En el caso del Augusto de Prima Porta, se ha sacado a la luz el color de bronce de la impresionante coraza, los azules, y sobre todo, el púrpura, que simboliza como ningún otro color la dignidad imperial. El resultado salta a la vista.


Detalle de la coraza del Augusto de Prima Porta de Tarragona. Pamplona. 2015
Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito

Gracias al lector de este blog, Francisco Javier Díaz Benito (autor de las bellísimas fotografías que ilustran la reseña), he sabido que en el marco de la Feria Internacional de Navarra, NAVARTUR 2015, y con el  afán de seguir divulgando la cultura romana, la preciosa copia de Tarragona se exhibió el pasado mes de febrero en el Museo de Navarra donde se organizaron una serie de visitas a la réplica comentadas por Magì Seritjol, director del Festival Tarraco Viva, quien explicó como había sido el proceso de policromía de la escultura y las diferentes metodologías empleadas en su realización, comparándolas con las usadas para policromar la otra copia pintada de la celebérrima estatua que se encuentra también en los Museos Vaticanos. En concreto en ésta de Tarragona se ha aplicado el color mediante un mecanismo de capas de manera natural (se han usado 24 yemas de huevo).


Detalle de la coraza del Augusto de Prima Porta de Tarragona. Pamplona. 2015
Foto propiedad de Francisco Javier Díaz Benito

Según mi opinión esta copia es más bonita y está más lograda que la réplica de los  Museos Vaticanos, pero sin lugar a dudas, acostumbrada a la pureza del mármol, me resulta mucho más espiritual e imponente la original en mármol, tal y como la contemplamos hoy en día, sin policromía, toda una obra maestra del arte romano que refleja como ninguna otra imagen el poder del Imperio personificado en su gobernante de origen divino.