domingo, 31 de enero de 2016

Razón de Estado


Augusto (Brian Blessed) contempla con pesar los bustos de Cayo y Lucio ya fallecidos en un fotograma de la serie Yo, Claudio, 1976

A pesar del profundo golpe que le supuso la muerte de Cayo y con ella el hundimiento de sus planes dinásticos, Augusto encontró aún fuerzas para reorganizar la familia y buscar una alternativa satisfactoria que solventara el dilema de la sucesión.
Con el convencimiento claro que no era lo que él hubiera deseado para regir el destino de su amada Roma, buscó la solución que permitiera una mayor continuidad. Y así, el 26 de mayo del 4 d.C. Augusto adoptó a Tiberio, que con 45 años se convirtió en Tiberio Julio César. Ciertamente era el miembro de su familia con más experiencia de gobierno y un competente militar, aunque tuvo que ser difícil para el Príncipe anteponer sus cualidades a la animadversión que sentía hacia su hijastro. De hecho no dudó en afirmar que su decisión obedecía a “razón de Estado” (Suetonio. Vida de Tiberio, 21,3). Por eso, previamente, había obligado al hijo de Livia a adoptar al hijo mayor de su hermano Druso, Germánico (de 19 años), digno heredero de las virtudes de su padre y al que Augusto adoraba tanto como a su malogrado progenitor. Esto lo hizo a pesar de que Tiberio tenía un hijo propio, Druso menor (nacido de su matrimonio con Vipsania). Éste último contraería matrimonio con Livila (la otra hija de su tío Druso y viuda de Cayo César). Augusto, a pesar de la circunstancias, confiaba en que el trono imperial acabara siendo ocupado por su propia descendencia pues al año siguiente casaría a Germánico con su nieta Agripina la Mayor (cuarta hija de Agripa y Julia).


Cayo Julio César Germánico. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

Al mismo tiempo adoptó al hijo pequeño de Agripa y Julia, Agripa Póstumo, para no irritar a la facción Juliana. No sabemos los motivos por lo que Augusto nunca trató a Póstumo del mismo modo que a sus hermanos mayores. Incluso en este momento tan delicado no intentó acelerar su carrera pública. Nada dicen las fuentes sobre la actitud del emperador hacia su nieto menor, que hubiera debido ser el primero en la línea sucesoria tras la muerte de sus hermanos, tan venerados por Augusto desde su nacimiento.


Tiberio César. Siglo I d.C. Copenhage. Gliptoteca

Tiberio recibió la tribunicia potestas por diez años elevándolo a la posición que sólo había gozado Agripa. Igualmente recibió imperium para emprender una campaña militar en Germania, hacía donde partió enseguida. Aunque la estabilidad de la zona seguía siendo importante, hay quien dice que Augusto alejó a Tiberio para evitar de algún modo tener que tratarlo cotidianamente. No obstante, Tiberio visitaba Roma con frecuencia pues según Dión Casio “temía que se aprovechase de su ausencia para mostrar su preferencia por otro” (Historia Romana. 55, 27, 5). A pesar de que las cartas que se conservan de estos años entre Augusto y Tiberio son cordiales, la desconfianza entre ambos era palpable. 

domingo, 24 de enero de 2016

Cayo César

Cayo César. Siglo I d.C. Roma. Fondazione Sorgente Group

          Nacido en el año 20 a.C. como Cayo Vipsanio Agripa, fue el primogénito de Julia (hija del emperador Augusto) y de Marco Vipsanio Agripa. Cuando en 17 a.C. fue adoptado por su abuelo junto a su hermano recién nacido Lucio, pasó a llamarse Cayo Julio César.


Cayo Cesar en el Ara Pacis Augustae. 13-9 a.C. Roma 2013

Desde ese momento ambos niños se trasladaron a vivir con su abuelo al Palatino donde fueron educados para ser sus herederos, estando expuestos desde la cuna a la vida pública. Con tan sólo 7 años (en 13 a.C.) participó en los juegos troyanos que tuvieron lugar en la ceremonia de inauguración del Teatro Marcelo. En esa ocasión el niño fue recibido con una gran ovación que irritó mucho a Augusto. A ello colaboró Tiberio cediéndole el sitio de honor junto a su abuelo, lo que le supuso una dura reprimenda por parte del emperador que no quería que adularan en exceso a sus nietos.
      Tras la muerte de Agripa y de Druso, Cayo fue participando más activamente en tareas de gobierno junto a Augusto, quien incluso lo llevaba con él en sus viajes para que recibiera adiestramiento militar. En el 7 a.C. presidió junto a su hermano los juegos funerarios en honor de su padre Agripa en los que se inauguró el Diribitorium, obra magna proyectada por el gran general. 


Cayo César niño. Copia de busto en mármol. Museo del Ara Pacis. Roma 2013

En el año 6 a.C. sin ni siquiera ser aún un hombre legalmente ni ser candidato, Cayo fue elegido como cónsul para el año siguiente. Augusto se negó rotundamente a tal nombramiento pues sólo aceptaba elogios para sus hijos adoptivos añadiendo la condición “siempre que se merezcan este honor” (Suetonio. Vida de Augusto. 56.2), algo que en este caso era claramente desmesurado. No obstante, aceptó que Cayo ocupara el cargo en el año 1 d.C., a la edad de 20 años. Por el momento le concedió un sacerdocio, le permitió asistir a las sesiones del Senado y sentarse en los asientos reservados a los senadores en actos públicos.
En 5 a.C., Cayo César asumió la toga virilis, convirtiéndose en un hombre de pleno derecho. Por ello recibió un nombramiento que no tenía precedentes, el de Príncipe de la Juventus que equivalía a ser miembro honorario del orden ecuestre. En el 1 a.C. contrajo matrimonio con Livila (hija de Druso y Antonia Menor y, por tanto, nieta de la emperatriz Livia) de este modo la herencia imperial recalaría tanto en la gens Julia como en la Claudia.
     Ese mismo año fue enviado a Armenia con poderes proconsulares superiores a los de los gobernadores de las provincias orientales para sofocar las complicaciones que habían surgido en ese país, donde tanto Roma como Partia querían imponer un candidato al trono. Augusto buscaba una solución diplomática al conflicto pues no pretendía iniciar una guerra. Al lado de Cayo, partió Cayo Lolio que acumulaba experiencia en asuntos orientales.


Moneda con Augusto y Cayo César. Siglo I a.C.
Fuente: http://www.tesorillo.com/altoimperio/cayo_lucio/cayo_lucio.htm 

Camino de Oriente, Cayo levantó su campamento en la isla de Samos, donde recibió la visita de Tiberio, al que trató con frialdad. Con posterioridad se dirigió hacia el sur para examinar el terreno encabezando algunas escaramuzas que llevaron al rey parto, Fraates V a negociar, pues tampoco deseaba una guerra abierta con Roma.
En 2 d.C. Cayo y Fraates se reunieron intercambiando promesas y banquetes. Los partos reconocieron la influencia romana sobre Armenia mientras que Roma volvió a fijar el Eufrates como límite entre ambos imperios.
No obstante, la felicidad por el éxito de Cayo se vio empañada por las noticias que le llegaron acusando a Cayo Lolio de haber aceptado sobornos de los reyes orientales. El nieto de Augusto destituyó a Lolio y lo alejó de su círculo. Éste se suicidó como vía para salvar sus bienes.


Cayo adulto. Siglo I d.C. Roma. Fondazione Sorgente Group

       La paz con Partia volvió a sufrir un revés al fallecer el rey de Armenia, por lo que tuvo lugar una nueva sublevación. En 3 d.C. durante el asedio de una ciudad, Cayo se acercó imprudentemente a sus murallas para negociar con el gobernador enemigo de la misma. Éste, traicioneramente atacó al joven príncipe con su espada, causándole una profunda herida. El gobernador fue asesinado y la ciudad tomada, pero Cayo César vería perjudicado su ánimo a raíz de una lenta convalecencia pues aunque la herida sanaba, lo hacía con mucha lentitud debilitando su salud, hecho que lo sumió en una depresión profunda. Por este motivo, en el año 4 d.C. escribió una carta a Augusto en la que le anunciaba que quería retirarse de la vida pública y establecerse en algún lugar de Siria. Aún hoy son una incógnita los motivos que propiciaron la decisión de Cayo. Probablemente no se sentía a la altura de las grandes ambiciones que su abuelo había puesto sobre sus hombros, ahora más frágiles sin el apoyo de su hermano Lucio, ya fallecido. Realmente tanto Cayo como Lucio habían vivido desde su  nacimiento muy presionados por  el brillante destino que Augusto había trazado para ellos. Del mismo modo, el emperador siempre los había sobreprotegido por lo que les había dejado poco margen a sobrevivir por ellos mismos.
La carta de Cayo causó una gran amargura en el emperador. Inmediatamente informó al Senado de los deseos de su hijo adoptivo al mismo tiempo que instó al joven a que volviese a Italia para que allí meditase su decisión. Augusto confiaba que en el calor de su hogar, nuevamente bajo su amparo, recapacitara y cambiara de opinión. Cayo dimitió de todos sus cargos y viajó por el Mediterráneo teniendo que desembarcar en Licia (al sur de la actual Turquía) por un agravamiento de su enfermedad. El 21 de febrero de 4 d.C. falleció dejando a Augusto y al Imperio romano en la desolación más absoluta.


Cayo (en primer plano) junto a Lucio, ambos heroizados, flanquean a Augusto, que parece contemplar sus sueños rotos. Siglo I d.C. Corinto. Museo Archeologico

     Un devastado Príncipe descargó su furia sobre los tutores y compañeros de Cayo, pues le habían llegado noticias que durante la enfermedad del joven se habían comportado con arrogancia con él del mismo modo que se encargaron de difundir sus defectos. Dicen que Augusto ordenó que los tirasen a un río con pesos atados al cuello.
Poco más recogen las fuentes sobre la reacción de Augusto ante la muerte de Cayo, que siguió a su hermano sólo dos años después. En esos momentos contaba con 66 años y estaba cansado por la edad y la enfermedad. Debió de ser un golpe del que nunca se recuperaría pues los niños habían estado con él toda su vida. Fe de este dolor es el propio testamento del emperador que comienza diciendo que sólo designaba a Tiberio como heredero “puesto que la cruel fortuna me ha arrebato a mis hijos Cayo y Lucio” (Suetonio. Vida de Tiberio. 23).
El pueblo romano y muchas comunidades del Imperio se unieron a Augusto en el duelo público, siéndoles concedidos a los dos jóvenes los honores más grandes jamás otorgados. Ambos fueron enterrados en el Mausoleo del emperador, que una vez más abría sus puertas para acoger todas las esperanzas de Roma.


La emperatriz Livia. Siglo I d.C. Roma. Museos Capitolinos

       Algunos autores como Tácito vieron la mano negra de Livia en la desaparición de los jóvenes “Una vez que Agripa partió de esta vida, que a Lucio cuando marchaba a los ejércitos de Hispania, y a Cayo que volvía de Armenia gravemente herido se los arrebató una muerte fatalmente prematura o tal vez una maniobra de su madrastra Livia” (Anales. Libro I. 2-3). Estas insinuaciones dieron pie a Robert Graves para crear el personaje de Livia en la novela Yo, Claudio que tanto daño ha causado a la imagen de la emperatriz. Como ya argumenté en mi reseña sobre ella, considero estas acusaciones infundadas pues entre otras cosas ningún otro historiador se hace eco de las mismas. Más bien son el fruto de historiadores misóginos que no aceptaban la independencia y el gran poder ostentado por una mujer.

domingo, 17 de enero de 2016

Tiberio regresa de Rodas

            
Busto de Tiberio. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre
Fuente: "Tiberius bust". Con licenza CC BY-SA 3.0 tramite Wikimedia Commons - https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Tiberius_bust.jpg#/media/File:Tiberius_bust.jpg

               En el año 1 a.C. habían expirado los poderes de tribuno y el imperium maius que ostentaba Tiberio (y que no fueron revocados cuando se exilió) por lo que a partir de ese momento el hijo de Livia dejó de ocupar cargo público alguno.
            En ese momento (con Julia ya en el exilio y legalmente divorciado) envío una carta a Augusto solicitando permiso para volver a Italia como un privado para visitar a su madre y a su hijo Druso el Menor a quienes echaba mucho de menos. La petición fue duramente rechazada por el emperador que le espetó “debes abandonar toda esperanza de visitar a la familia de la que estuviste tan deseoso en desertar”. (Suetonio. Vida de Tiberio. 11-12). Tan tajante respuesta puso de manifiesto el rencor de Augusto hacia su exyerno, a quien no había perdonado su abandono ni la desgracia de Julia ya que en su fuero interno lo consideraba responsable de la misma debido a la frialdad con la que siempre trató a su hija. Ni siquiera cedió el Príncipe ante los ruegos de Livia, que desde que Julia marchó hacia Pandataria imploraba por el regreso de su hijo.


Lucio César. Siglo I a.C. Cuenca. Museo

            No obstante, el duro golpe que supuso para Augusto la repentina muerte de Lucio César (acaecida el 2 d.C.) le hizo replantearse la situación de Tiberio y le permitió regresar a Roma como un privado. Este cambio de opinión obedeció en gran parte al temor que le producía el hecho de que la herencia imperial recayeran exclusivamente sobre los frágiles hombros de  Cayo César, aún tan joven e inexperto. Aunque de momento no contaría con Tiberio para ningún trabajo oficial, tener un hombre de su experiencia y valía cerca para caso de emergencia le inspiraba cierta tranquilidad a un emperador que contaba en esas fechas con 64 años (una edad muy avanzada para la época).
           Previamente Tiberio, al conocer el fallecimiento de su hijastro Lucio, había enviado a Augusto una sentida condolencia repleta de elogios hacia el desventurado joven.
            Cuando regresó a Roma, Tiberio se alejó del centro de la vida pública y se trasladó a vivir a la villa que había sido de Mecenas en el Esquilino. Incluso cuando acompañó a su hijo Druso a asumir la toga virilis al templo de Marte Vengador lo hizo con absoluta discreción para no llamar la atención ni irritar al emperador.


Auditorium de Mecenas. Restos de la Villa donde vivió Tiberio. Siglo I a.C.
Fuente: Con licenza CC BY-SA 3.0

             Sólo el amor de Augusto hacia Roma y su inseguridad ante su futuro cuando él no estuviera consiguieron vencer a su orgullo. Una vez más el emperador demostró que para él la eternidad de su ciudad de mármol estaba por encima de todo, incluso de cualquier sentimiento o emoción.

sábado, 9 de enero de 2016

Lucio César


Copia de busto de Lucio César

          Lucio Vipsanio Agripa era el segundo hijo varón del matrimonio entre Marco Vipsanio Agripa y Julia la Mayor, hija del emperador Augusto. Vino al mundo el año 17 a.C. siendo adoptado por su abuelo en ese mismo momento junto con su hermano de 3 años, Cayo. En ese momento paso a llamarse Lucio Julio César.


Lucio César niño. Copia de busto en mármol. Museo del Ara Pacis. Roma 2013

           En ese momento los niños, a pesar de que vivían sus padres, pasaron a vivir con Augusto y Livia en su casa del Palatino donde recibieron una educación encaminada a convertirlos en los herederos del emperador, empeñado como estaba en legar la salvaguarda del Imperio romano a algún descendiente de su sangre.
Desde muy tierna edad, junto con su hermano Cayo participó en actos oficiales estando expuestos siempre a la opinión pública.

                 
Lucio César niño. Siglo I a.C. Roma. Fondazione Sorgente Group

En 2 a.C. asumió la toga virilis. Esta ceremonia típica de la antigua Roma simbolizaba el paso de la infancia a la adolescencia. Como cualquier otro padre, Augusto que era cónsul por decimotercera vez, acompañó al joven de 15 años hasta el Tabularium para que fuera inscrito en el registro. Acto seguido se dirigieron al Foro donde se le despojó de la toga praetexta (blanca con banda púrpura que portaban los niños) y se le vistió con la toga virilis (totalmente blanca). A partir de este año esta ceremonia comenzó a llevarse a cabo en el Templo de Marte Vengador. A continuación subieron al Monte Capitolino para hacer una ofrenda a Júpiter Optimo Máximo. Concluyó la ceremonia con la consagración de los juguetes del Lucio, su bulla (colgante que llevaban los niños varones para protegerlos de los malos espíritus) y su toga praetexta a los dioses Lares, protectores de su casa familiar y con un gran banquete en el que participaron la familia y los allegados. Desde ese momento Lucio César se convirtió en ciudadano romano de pleno derecho, pudiendo acceder a cualquier magistratura. Por ello, fue nombrado Príncipe de la Juventud al igual que su hermano Cayo.
En 2 d.C. fue enviado a Hispania para afianzar su adiestramiento militar en un lugar pacificado donde no corriera riesgos innecesarios. En la Galia Narbonense, hizo una parada en Massilia (actual Marsella) donde recibió en nombre de Augusto a las embajadas que querían hacerle llegar peticiones. Estando allí enfermó, muriendo el 20 de agosto con tan sólo 19 años. Una vida fugaz, que supuso un duro varapalo para el Príncipe que veía peligrar seriamente sus planes dinásticos. Poco más dicen las fuentes sobre la reacción de Augusto, pero su desasosiego debió ser inmenso hasta el punto de que el temor por el futuro del Principado le llevó a consentir la vuelta de Tiberio del exilio.


Lucio César heroizado. Siglo I d.C, Corinto. Museo Archeologico

  Los retratos que han llegado hasta nosotros de Lucio, así como sus representaciones en las monedas, nos muestran a un joven de facciones marcadamente julianas con gran parecido fisonómico a su abuelo Augusto. Muy guapo y de aspecto delicado.
           En cuanto a su carácter, poco revelan las fuentes, salvo que tanto él como su hermano estaban muy consentidos por lo que a veces podían ser altivos y engreídos. Aún así ambos tenían un carácter abierto y alegre, por lo que conectaban muy estrechamente con el pueblo.

viernes, 1 de enero de 2016

Aosta (Augusta Praetoria)

La vieja Aosta de cesáreas murallas envolventes, que en el pasillo alpino eleva sobre los bárbaros modales el Arco de Augusto”
Giousuè Carducci. Piamonte. 17-20. Siglo XIX


En mi fabuloso viaje por el Norte de Italia de agosto de 2014, visité por primera vez Aosta, otra de las ciudades que lleva el nombre de mi emperador, con las modificaciones que el tiempo le ha imprimido. Llamada originariamente Augusta Praetoria Salassorum, surgió alrededor de 25 a.C. como fortaleza militar siendo uno de los bastiones romanos más importantes al norte de los Alpes.


Augusta Praetoria


       La ciudad, a la que se accedía a través de 4 puertas, estaba acotada por una imponente muralla. Siguiendo el modelo Hipodámico, la cruzaban un Cardo Máximo y un Decúmano Máximo que articulaban las diferentes zonas en las que se construyeron los edificios típicos de las ciudades romanas de los que nos han llegado notables vestigios. 
  • Teatro

Teatro romano. Aosta 2014

             Con una capacidad para 4.000 espectadores fue erigido en tiempos de Augusto en el 25 a.C. aunque sufrió algunas remodelaciones en siglos posteriores.
        Constaba de los elementos típicos del teatro romano, de los que se pueden identificar claramente en la actualidad la  cavea, la orchestra (con un diámetro de 10 metros) y la fachada sur. Ésta última medía 22 metros de altura y se caracterizaba por una alternancia de contrafuertes y de arcadas aligeradas por tres niveles de ventanas de varios tamaños. La existencia de la misma hace pensar que el teatro estuviera cubierto. Del scenae frons (fachada escénica) sólo permanecen en pie los cimientos. Nada queda de las columnas corintias ni de las esculturas de mármol que lo adornaban.


Teatro romano. Cavea y fachada meridional.  Aosta 2014

            Me llamó la atención del teatro no sólo el enclave maravilloso en el que se ubica desde el que se divisan los Alpes en la lejanía, sino también la robustez de su aspecto y la sobriedad de los materiales usados para su construcción que contrastan diametralmente, por ejemplo, con el teatro de Mérida tan diáfano y luminoso, lo que evidencia la adaptación a la orografía del terreno y al clima de la arquitectura romana en las diferentes provincias del imperio.


Aosta 2014

Aosta 2014

Los Alpes a través de un arco del teatro. Aosta 2014

            Junto a él se ubicaba el anfiteatro de época de Claudio.
  •  Arco de Augusto

Grabado del Arco de Augusto por F. Corni

          Es sin duda el monumento romano más famoso de Aosta que conmemora la victoria sobre los salasi que poblaban la zona. Dedicado al fundador de la nueva colonia impresiona por su aspecto imponente y severo.
            Realizado en piedra conglomerada a eje con el Decumano Máximo y a pocos metros de la Porta Praetoria (entrada monumental de la ciudad) presenta un solo vano. Mezcla elementos de diversos órdenes arquitectónicos: mientras las columnas son corintias, arriba el entablamento presenta triglifos y metopas. El ático, donde se inscribían en letras de bronce la dedicatoria, desapareció hace tiempo.


Arco de Augusto. Aosta 2014

Arco de Augusto. Aosta 2014

  • Puente

Puente romano

           Originariamente bajo el río Buthier es el primer monumento romano que acoge a los visitantes. Cercano al Arco de Augusto se conserva en muy buen estado y aún se usa para el tránsito aunque el río, que cambió el curso de su corriente en la Edad Media ya no pase por debajo de la única arcada que forma su estructura. Con una largura de 6 metros fue construido durante la época de Augusto con bloques de piedra, siguiendo los modelos arquitectónicos romanos.
  • Criptopórtico del Foro

          Datado en época augustea, se ha discutido mucho sobre la función de esta estructura subterránea (que probablemente no tenía más finalidad que corregir el desnivel del terreno) a la que se dotó de una función político-litúrgica pues sobre él se alzaban los dos templos  más importantes de la ciudad: el consagrado a Augusto divinizado y el dedicado a la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva). Se articula en tres brazos divididos en dos naves abovedadas. Las galerías están iluminadas por una serie de ventanillas para permitir la ventilación.
              En la Edad Media fueron usados como almacenes.
  • Murallas


             El recinto murario de la antigua Aosta formaba un rectángulo de 724 x 572 metros. Estaba construida por un estrato interno de guijarros fluviales y mortero y uno externo a base de bloques de travertino. Algunos tramos son aún visibles perfectamente en el trazado de la ciudad actual así como algunas de las torres.
  • Puerta Praetoria


            Levantada igualmente en 25 a.C. era la puerta de ingreso oriental de Augusta Praetoria. Está construida con bloques de piedra fijados con pizarra triturada.
Compuesta de dos series de arcos, uno central de 7 metros para el paso de los carros y dos laterales de 2,65 metros para el paso de los peatones, presenta un excelente estado de conservación. Estas arcadas encierran una plaza de armas. Los tres vanos orientales tenían una cancela levadiza. Las dos torres han sido muy reformadas en el curso de los siglos.