miércoles, 28 de enero de 2015

Nimes (Nemausus)


Moneda con Augusto y Agripa en el anverso y el cocodrilo y la palmera (símbolos de Nimes) en el anverso

     Si hay una ciudad romana equiparable a Mérida en cuanto a la gran riqueza y majestuosidad de su patrimonio romano esa no es otra que Nimes. Ambas resumen como ninguna otra la filosofía de un pueblo romano que se impuso no sólo por la fuerza de la conquista, sino también por la expansión de un modelo de civilización que se plasma sobre todo en la ciudad, reflejo de la propia Roma en su urbanismo y arquitectura lo que dejó una huella profunda sobre el mundo occidental.
En 1996, de camino a Italia, en el que sería un viaje mítico al ser el primero a mi adorado país transalpino, paré en Nimes apenas unas horas, que aproveché para contemplar uno de los templos romanos mejor conservados del mundo: la Maison Carrée, que si bien por aquellos años hoy ya tan lejanos mostraba su preciosos mármoles oscurecidos por la contaminación y por los estragos del tiempo, me impresionó enormemente. También pude admirar el gran anfiteatro, un coliseo a pequeña escala en perfecto estado de conservación, aunque no me dio tiempo de visitar su interior.


Maison Carrée. Nimes 1996

Colonia de origen galo, Nimes se convirtió en provincia romana en 50 a.C. conservando su nombre galo: Nemausus. Un siglo antes, en el 118 a.C., Cneo Domicio Ahenobarbo diseñó la Via Domitia, la más antigua de Francia, que unía el sur del país galo con los Alpes italianos. Esta calzada supuso un revulsivo para la economía pues facilitó el comercio entre Roma y las colonias galas, lo que fue determinante en el despuntar de Nimes, pues la via pasaba delante de sus murallas.
En su estancia en la Galia en el año 27 a.C., Augusto organizó la colonia, situada en las proximidades de la capital de la Galia Narbonensis, Narbona. Ya había presencia romana estable pues allí estaban acantonados muchos de los veteranos de César, que inició la costumbre seguida por su hijo adoptivo de premiar a los soldados eméritos con ricas tierras fuera de la península itálica donde éstas escaseaban. En años sucesivos, Agripa se encargaría de darle un urbanismo romano, dotándola de todos los edificios emblemas de las ciudades romanas y que en la actualidad podemos admirar gracias una vez más a su inmensa generosidad.
La ciudad romana fue diseñada siguiendo el típico trazado  hipodámico, cruzada por un cardo máximo y un decumano máximo. En su centro se colocaría el foro en torno al cual se situarían los edificios públicos más representativos.

  • Murallas romanas

Restos de las murallas romanas de Nimes

Augusto mandó construir entre los años 16 y 15 a.C. una muralla de sillares de piedra en la que despuntaban 14 impresionantes torres. Tenía una longitud de 7 km y una altura de 9 metros. De ésta grandiosa construcción sólo quedan en pie algunos tramos y dos de las puertas de entrada a la ciudad. Una de ellas era la Puerta de Augusto, compuesta de dos grandes vanos que permitían el acceso de los carros flanqueados por dos más pequeños destinados al paso de los peatones; aún conserva la inscripción “El emperador Augusto, hijo del dios, siendo cónsul por undécima vez, ostentando la potestad tribunicia por octava vez, ofrece estos muros y sus puertas a la ciudad”. Bajo ella pasaba la Via Domitia. La otra era la Puerta de Francia que constaba de un solo vano en forma de arco de medio punto coronado con una galería ciega.


Grabado de la Puerta de Augusto. 1804-1868

Puerta de Augusto 

Puerta de Francia

  • Maison Carrée

Reconstrucción del Foro de Nimes presidido por la Maison Carrée

Edificado entre los años 16 y 12 a.C, fue dedicado por Agripa a Cayo y Lucio, sus hijos y herederos imperiales, al propio emperador Augusto y a Livia. De exquisita elegancia y pureza de líneas, sigue el esquema tradicional del templo romano. Se eleva sobre un alto podio que frontalmente muestra una escalinata que mirando al foro daba entrada al templo. Éste mide 14 metros de ancho por 28 de largo. Construido tomando como ejemplo los grandiosos templos de Apolo Palatino y de Marte Vengador erigidos por el Príncipe en la capital del Imperio nos permite hacernos a la idea de cómo debieron ser aquellos magníficos edificios religiosos de los que apenas quedan restos.


Maison Carrée

Maison Carrée. Fachada posterior

Maison Carrée. Planta y  corte transversal


    Hexástilo y pseudoperíptero (parte de las columnas que lo rodean están adosadas al muro de la cella); sus esbeltas columnas acanaladas están coronadas por refinados capiteles de orden corintio, lo que unido a la decoración vegetal del friso clara y de gran finura le imprimen un carácter puramente vitruviano.


Detalle del Pórtico


Capitels y decoración vegetal

  • Pont du Gard

Diseñado por Agripa en 19 a.C., es una de las obras más espectaculares de la ingeniería romana. Realmente es un acueducto de 300 metros de largo compuesto de 52 arcos de diferente tamaño distribuidos en tres plantas que se alza a 50 metros sobre el curso del río Gardon. Construido con grandes bloques de piedra sin argamasa, armoniza la ciencia del ingeniero y el arte del arquitecto, dando lugar a un monumento de gran practicidad, pues abastecía de agua a la ciudad de Nimes a la vez que desprendía una genuina belleza. Su inclinación es mínima (0,25 y 0,5 %) por lo que sigue asombrando a los ingenieros del siglo XXI.



  • Torre Magna
Levantada en 15 a.C,  era la torre más alta de la muralla (32 metros) desde la que podía verse cualquier punto de Nimes. Era una especie de faro y punto de referencia de la ciudad. Hoy en día se ubica en el interior de los jardines de la Fontaine. Aunque originariamente tenía tres niveles, sólo se han conservado dos.

  • Ninfeo de Nemausus
            Ubicado en el jardín de la Fontaine, está consagrado a la gloria de Augusto. Esta fuente sagrada, restaurada entre 1739 y 1753, tenía tres estanques: el de la fuente propiamente dicha (del que se conserva dos exedras romanas), el del centro (donde había un gran altar en forma de isla rectangular con columnas  en cada ángulo, coronado probablemente por una escultura de Augusto) y finalmente el estanque, desde donde las aguas eran canalizadas hacia el centro de la ciudad. Al norte, estaba flanqueada por una colina a cuyos pies brotaba la fuente. En la actualidad el resto de los lados están circundados por pórticos de época de Adriano.
            No analizaré el magnífico anfiteatro al no ser de época augustea, sino que al igual que el Coliseo está datado a fines del siglo I d.C., en tiempos de la dinastía Flavia. 

miércoles, 21 de enero de 2015

Augusto parte hacia la Galia


Augusto con corona cívica. Siglo I a.C. París. Museo del Louvre

Tras asentar su posición política en Roma, Augusto inició una gira por las provincias en lo que sería una tónica habitual en su principado pues alternaba estancias en la capital con otras en las regiones de su vasto imperio, en especial las provincias bajo su tutela. El Príncipe quería conocer de primera mano la realidad de cada uno de los rincones bajo su mando, supervisar el trabajo de sus legados para evitar injusticias e intentar dar solución a los problemas que se encontrara en cada una de ellas. Esto supone una innovación pues Augusto fue un gobernante muy cercano y accesible que escuchaba a cualquiera que se acercara a él a formularle una petición, independientemente de la condición social ya fuera en delegación oficial o a pie de calle.
Así en 27 a.C, dejando en Roma a Agripa y Mecenas a cargo de los asuntos de la ciudad, partió en un viaje que duraría casi tres años en dirección a la Galia donde realizaría su primera parada. Iba acompañado de Livia, algo muy poco usual entre las esposas de los altos oficiales romanos. Nuevamente la emperatriz fue pionera en esto pues se sabe que acompañó a su marido en la mayoría de sus viajes lo que a la vez le permitía inspeccionar las propiedades que había ido acumulando por todo el Mediterráneo y que ella misma gestionaba. Por ejemplo en la Galia poseía una mina de cobre. Del mismo modo llevó con él a su sobrino Marcelo al que tomó bajo su directa tutela al igual que César había hecho con él mismo poniendo especial atención en su educación  y a su hijastro Tiberio, al que siempre mantuvo en un segundo plano al no ser de su linaje, con la intención de que los dos adolescentes fueran aprendiendo a servir al Estado.
La Galia había sido conquistada por Julio César en el año 51 a.C., sin embargo la inesperada muerte del Dictador 7 años después impidió una completa pacificación de la región. La situación de inestabilidad se vio agravada por las guerras civiles. En 40 a.C, tras la guerra de Perugia, el entonces Octavio pasó allí una temporada analizando la situación en la zona tras lo cual nombró gobernador a Agripa (39-38 a.C.) que tuvo que hacer frente con éxito a una sublevación de los aquitanos (por tal gesta a Agripa le fue concedido un triunfo que él rechazó en deferencia a Augusto, en aquellos días recién derrotado por Sexto Pompeyo).

Vercingetorix rindiéndose a César en Alesia. Lionel Royer. 1899. Musée CROZATIER du Puy-en-Velay

 La presencia de Augusto en la provincia gala suscitó el rumor sobre la culminación de la tarea que su padre adoptivo había dejado inconclusa: la conquista de Britania. No obstante, desde el 54 a.C. las tribus principales del sureste de la isla pagaban tributos a Roma y circulaban mercancías entre los  romanos y los habitantes de la isla. El Príncipe, y a pesar de que los romanos aguardaban grandes conquistas, tenía claro que su labor prioritaria era gobernar, dar estabilidad y prosperidad al territorio ya conquistado antes que empeñarse en empresas grandiosas que trajeran más muerte y desolación al mundo romano. Sólo haría la guerra contra aquellos que desafiaran al poder de Roma y pusieran en peligro el equilibrio que pretendía alcanzar. Y ese no era el caso de Britania que incluso le proporcionaba ingresos sin necesidad de conquista.
Aprovechando su estancia en la Galia, Augusto dividió la región en cuatro para una mejor organización administrativa: la Galia Narbonensis (con capital en Narbona), la Galia Lugdunensis (con capital en Lyon), la Galia Aquitania (con capital en Saints) y la Galia Bélgica (con capital en Reims). Asimismo realizó un censo, algo muy habitual durante su principado; éste se realizaba a través de los gobernadores y magistrados locales con la finalidad de catalogar los recursos humanos y materiales, organizar la ciudad y establecer los derechos y deberes de los ciudadanos (fiscales, militares y políticos). Estos censos permitían establecer un sistema impositivo adecuado y justo acorde con las posibilidades de cada zona.  

Mapa de la Galia en el siglo I d.C.

La visita fue breve y no dio para mucho más pues a finales de ese mismo año Augusto estaba en Tarraco (actual Tarragona) para intentar poner fin a una serie de disturbios que se estaban produciendo en el noroeste de Hispania.

jueves, 15 de enero de 2015

La Tumba de Cecilia Metela

Tumba de Cecilia Metela

          Más allá de las murallas aurelianas, aún se alza dominando la Via Appia la tumba de Cecilia Metela, dama romana de la que apenas se conservan referencias históricas. Sabemos que pertenecía a la ilustre familia de los Cecilio Metelo siendo hija probablemente de Quinto Cecilio Metelo Crético y esposa de Marco Licinio Craso, heredero de aquel del mismo hombre que compartió el primer triunvirato con Pompeyo y César. La tumba estaba destinada a glorificar a esta gens romana.
Datada en el 50-40 a.C, la tumba constaba de dos plantas, la inferior cuadrada y la superior circular con un diámetro de 30 metros y 11 de altura; ésta última, revestida de mármol travertino, estaba destinada a acoger la urna con las cenizas de la difunta Cecilia Metela y presumiblemente se culminaba con una cúpula, hoy desaparecida. A ella se accede a través de un estrecho pasillo. Exteriormente, la parte de arriba estaba decorada con un friso en el que se alternaban guirnaldas de flores con cabezas de buey.


Detalle. Roma 2013

Interior de la cámara funeraria

     Este tipo de sepultura circular tiene influencias de los mausoleos helenísticos o de las más cercanas tumbas etruscas y encontraría su máximo exponente en el Mausoleo de Augusto, iniciado en el año 28 a.C.
La tumba de Cecilia Metela fue incluida durante el siglo XIII por el Papa Bonificacio VIII entre los muros del castillo de los Caetaeni, perteneciente a su familia, usándola como torre de homenaje. Su revestimiento se usó, como ocurrió con otros monumentos antiguos, para la construcción de otras obras posteriores.

Restos del Castillo de los Caetani anexos a la tumba. Roma 2013

Grabado de Giorgio Sommer.1870

jueves, 8 de enero de 2015

El amanecer de un Imperio


Imperio romano en tiempos de Augusto. 30 a.C. 6 d.C.

Como ya hemos indicado el poder de Augusto se cimentaba sobre todo en el control de ejército por lo que las primeras medidas de su gobierno fueron encaminadas a una reorganización de las fuerzas militares. Para ello, redujo las 60 legiones que existían en el 31 a.C. a 28, que aglomeraban a unos 150.000 hombres, todos ciudadanos romanos dando lugar a un ejército profesional romano, en el que los soldados se alistaban voluntariamente. Complementó estas legiones con el mismo número de tropas auxiliares, no ya de ciudadanos romanos, sino reclutados en todos los dominios bajo su mando que solían prestar servicio en las cercanías de su lugar de origen, por lo que las provincias podían intervenir en su propia defensa sintiéndose parte del Imperio y no territorio sometido. Al mismo tiempo creó dos flotas permanentes.
Para pagar al ejército Augusto estableció el aerarium militare, donando 170 millones de sestercios con el que se remuneraba tanto a los soldados activos como a los retirados; en esto de alguna forma el Príncipe fue un precursor de las pensiones. Asimismo, a los veteranos les regaló tierras dando lugar a la creación incluso de colonias para establecerlos como es el caso de Mérida (Emerita Augusta).

Guardia pretoriana. Relieves del arco de Claudio. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

En el 27 a.C. creó la Guardia Pretoriana que en origen era su guardia personal en el campo de batalla y que evolucionó hacia Guardia Imperial con un gran peso político pues alcanzó tal poder que podían nombrar y deponer emperadores. En principio se crearon 9 cohortes, cada una de ellas con unos 480 hombres más 100 jinetes. Su sueldo era más elevado que el de otros legionarios (a comienzos de la era imperial un pretoriano cobraba 3.000 sestercios frente a los 900 que ganaba un legionario). Esta guardia estaba al mando de dos prefectos de pretorio, que debían ser militares experimentados pertenecientes al orden de los caballeros.
Además, Augusto instauró un cuerpo de bomberos institucionalizado formado por un contingente humano que oscilaba entre los 500 y 1000 hombres que repartidos en 7 unidades cubrían los diferentes sectores en la ciudad. También introdujo tres cohortes urbanas para la defensa de la ciudad. Nombró a un Praefectus vigilum al mando directo de los cuerpos de vigilancia y antiincendios de Roma.

Cuartel de los cuerpos de vigilancia. Ostia Antica. 2013

Fundó también un sistema oficial de correos  con el establecimiento de una serie de postas gestionadas por el Praefectus vehiculorum. La mejora y ampliación de la red viaria facilitó la comunicación entre los ciudadanos del Imperio y una gran movilidad del ejército.
Por otro lado, Augusto redujo el número de senadores de 1000 a 800 en una primera restructuración  que hizo de la institución en el 28 a.C. En posteriores purgas en 18 y 11 a.C, consiguió reducir el número a 300; estas medidas le valieron gran animadversión.

Foro romano. Al fondo la Curia Julia. Roma 2013

Sin embargo, comprometido con los más desfavorecidos, en 29 a.C., el Príncipe pagó 400 sestercios por persona a un total de 250.000 ciudadanos.
Las Reformas económicas tuvieron un gran impacto sobre el éxito posterior del Imperio. Abolió los antiguos impuestos el stipendium (contribución fija y arbitraria), el diezmo y derechos de pastoreo. Hizo que una gran parte del terreno del Imperio romano pasase a estar bajo control e imposición directa de Roma. La medida aumentó considerablemente los ingresos que Roma percibía de los territorios conquistados regularizando el flujo entre Roma y las provincias. Los impuestos en época de Augusto iban en función del censo de población, con cuotas fijas para cada provincia dependiendo del número de habitantes. Los ciudadanos de Roma e Italia pagaban impuestos indirectos, mientras que las provincias pagaban impuestos directos. Había dos impuestos: el tributum capitis (pagado en algunas provincias por todos los adultos, y otras sólo por los varones) y el tributus soli (impuesto sobre las tierras y otros bienes materiales).

Augusto como magistrado. Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

Otra reforma importante fue la abolición del sistema privado de recolección de impuestos que ejercían los publicanos (contratistas privados que habían llegado a acumular suficiente poder para influir en política) que sería reemplazado por un sistema público de carácter funcionarial de recaudadores de impuestos. Los publicanos se quedaban con todo lo que pudieran recaudar por encima de lo establecido, por lo que al eliminarlos Augusto creó un sistema más justo y regularizado, aunque siguieron existiendo otros impuestos como los derechos de aduana, más imprevisibles.
A su vez, en las provincias adjudicó un sueldo fijo a los gobernadores para evitar los abusos.
Junto a todo este tipo de medidas, otra de las prioridades de Augusto era embellecer su amada Roma, obra que ya había comenzado durante el triunvirato pero que ahora su poder preeminente le permitiría culminar.

Templo de Saturno. Sede del Erario. Siglo IV a.C. Roma 2005