domingo, 17 de abril de 2016

Agripina la mayor

Agripina la mayor. Siglo I d.C. Roma. Museos Capitolinos

Vipsania Agripina nació en Atenas en el año 14 a.C. Era la cuarta hija de Agripa y de Julia la mayor, por tanto nieta de Augusto.
La niña fue educada, al igual que su hermana Julia, bajo la estricta supervisión del emperador y de su esposa Livia. Se la instruyó en todas las disciplinas tanto como en las actividades propias de las matronas romanas como las labores de la lana; de hecho Augusto sólo vestía prendas tejidas por las mujeres de su casa.
A pesar de vivir con muy corta edad la deshonra y el exilio tanto de su madre como de sus hermanos (Julia Menor y Póstumo), ordenados por el emperador, Agripina siempre estuvo muy unida a su abuelo, que la consideraba su nieta favorita.
        Con 18 años, se casó con Germánico, el nieto de Livia y de su tía abuela Octavia, con quien se había criado y de quien siempre estuvo enamorada. Ese mismo año su marido fue adoptado por Tiberio mediante orden de Augusto, por lo que el joven matrimonio se convirtió en serio candidato al trono imperial en un futuro. Ese era el gran anhelo de Augusto, frustrado por el cruel destino en varias ocasiones: que sólo su descendencia heredara su legado.
De la unión, nacieron 9 hijos, tres de los cuales murieron en la más tierna infancia. Sobrevivieron 6: Nerón, Druso, Cayo (Calígula), Agripina, Drusila y Livila.

Germánico: Siglo I d.C. París. Museo del Louvre

Mujer de gran carácter, acompañó siempre a su marido en todas sus campañas militares, siendo protagonista en alguna ocasión de algún hecho heroico más propio de soldados. Por ejemplo durante el motín de las legiones de Germania bajo el mando de su esposo, Agripina, que estaba embarazada, se vio obligada a abandonar el campamento romano por motivos de seguridad en dirección a la Galia. Estando en el campamento galo de los treviros corrió el rumor que una expedición romana había sido derrotada por los germanos y que éstos se disponían a invadir la Galia. La noticia era falsa pero los legionarios estaban dispuestos a cortar el puente sobre el Rin que unía las dos orillas. Agripina con gran valentía impidió que se llevara a cabo la acción de destruir el puente y recibió a los soldados que regresaban dedicándole halagos. Habíase esparcido tanto la fama del ejército sitiado, y que los germanos iban con el suyo sobre las Galias, que si Agripina no hubiera prohibido romper el puente sobre el Rin, no faltara quien de puro miedo se hubiera atrevido a tal vileza; mas aquella generosa mujer, haciendo aquellos días oficio de capitán, dio a los soldados, según que se hallaban desnudos o heridos, vestidos o medicamentos. Refiere Cayo Plinio, escritor de las guerras de Germania, que se puso a la entrada del puente, y que allí alababa y engrandecía el valor de las legiones cuando a su vuelta iban pasando”. (Tácito. Anales. I, 69, 1).

Agripina la mayor. Siglo I d.C. Roma. Busto encontrado en el Foro de Trajano

Este tipo de comportamiento por parte de una mujer irritaba mucho al nuevo emperador Tiberio que era muy conservador. Penetraron estas cosas más vivamente el ánimo de Tiberio, pareciéndole que no se tomaban aquellos cuidados con sencillez, y que no era posible que Agripina procurase el favor de los soldados para servirse de ellos contra extranjeros. ¿Por ventura -decía- quédale algo que hacer al emperador, si una mujer reconoce los manípulos, visita las banderas, ofrece donativos, como si no le bastase para prueba de su ambición el traer consigo al hijo del general en hábito de soldado, haciéndole llamar César Calígula? Que tenía ya Agripina más poder y autoridad en los ejércitos que los legados y que los generales, pues ella sola había quietado la sedición, a quien no pudo resistir el nombre y la autoridad del príncipe. Agravaba y acriminaba estas cosas Seyano, y conociendo el natural de Tiberio encendía a lo largo los odios para que, reteniéndolos en sí, los pudiese desfogar después a su tiempo más gravemente” (Tácito. Anales. I, 69, 1).
Sin embargo, Germánico y Agripina eran adorados por un pueblo romano que detestaba a Tiberio. Sin embargo, ellos eran leales al emperador y se movían lo más discretamente posible para no alentar al pueblo.

Camafeo conmemorativo de la boda entre Claudio y Agripina la menor con Germánico y Agripina la mayor Siglo I d.C. Viena. Kunsthistorisches Museum.

Pero Tiberio no podía vivir tranquilo con Germánico tan cerca, por eso tras ordenarle el regreso de Germanía para apagar sus ansias de gloria, lo envío a Oriente bajo la supervisión de un hombre de su confianza, Cneo Calpurnio Pisón. Enseguida surgió la rivalidad entre ellos y entre Agripina y la mujer de Pisón, Plancina. En octubre del año 19 d.C., Germánico murió en extrañas circunstancias, convencido de que había sido envenenado por Pisón y Plancina. Agripina en su inmenso dolor expuso el cuerpo de su marido en el Foro de Antioquía para que todos constataran las señales de envenenamiento sobre él. Una vez incinerado volvió a Roma acompañado de sus hijos para depositar las cenizas de Germánico en el Mausoleo de Augusto.

Agripina desembarca en Brindisi con las cenizas de Germánico.  Gavin Hamilton. 1765-72

El dolor de las provincias y sobre todo del pueblo romano fue desgarrador. Las masas apoyaron a Agripina desde el primer momento. El hecho de que Tiberio no acudiera al funeral (escudado en su gran pena) encendió aún más los ánimos del populacho dando lugar incluso a un conato de rebelión aplacada por la guardia pretoriana. El día que las cenizas (de Germánico) se enterraron en el sepulcro de Augusto parecía Roma, ora un desierto por el silencio, ora un infierno por los llantos. Las calles ocupadas, el campo de Marte lleno de hachas encendidas, los soldados armados, los magistrados sin sus insignias ordinarias, el pueblo, dividido en sus tribus, gritando que era llegada la ruina de la República y que ya no les quedaba esperanza; y esto tan pronta y descubiertamente como si del todo se hubieran olvidado de que tenían un emperador. Pero ninguna cosa penetró más el corazón de Tiberio que el aplauso de la gente en general para con Agripina, a quien llamaban honra de la patria, única descendiente de sangre de Augusto, único ejemplo de la antigüedad; y vueltos al cielo rogaban salud para su descendencia y que viviese más que los ruines”. (Tácito. Anales. III,4,2).
      Agripina, cegada por sus ansias de venganza, puso a Tiberio contra las cuerdas obligándole a juzgar y a condenar a Pisón y a Plancina por traición. El primero, se vio obligado a suicidarse mientras que  la mujer quedó absuelta. De todas maneras la actitud de Tiberio durante el proceso ratificó la sensación de que él mismo hubiera ordenado a Pisón la muerte de su sobrino, quizás sólo debida a pura mala suerte.
A raíz de todo esto la relación entre Tiberio y Agripìna quedó seriamente dañada, incrementándose  el odio del emperador por la gran veneración que sentía el pueblo hacia la única nieta de Augusto.

Tiberio y Agripina la mayor. Pedro Pablo Rubens. 1614. Washington. National Gallery of Art

Varios incidentes acrecentaron las diferencias entre ellos. En una ocasión invitada a comer por Tiberio, Agripina no probó la comida, lo que le valió la acusación del emperador de tacharlo de envenenador. Otra vez, Agripina amargada ante la persecución a sus amigos y conocidos, le recriminó que hiciera sacrificios ante el dios Augusto mientras perseguía a sus descendientes; Tiberio le contestó haciendo suyos los famosos versos de la Iliada: ¿Y tú porque te ofendes? ¿Por qué no eres reina?. “Agripina, mal sufrida siempre, se va a Tiberio, y hallándolo que sacrificaba a su abuelo, tomando de aquí ocasión para desfogar su enojo: ¿Qué sentido -dijo- tiene el adorar a Augusto mientras se persigue a sus descendientes? Aquel divino espíritu no se ha transportado a las estatuas mudas; mas su verdadera imagen, nacida de la sangre celeste, siente bien mis peligros y participa de mis miserias. Sin justicia es proceder contra Pulcra (amiga de Agripina), siendo todos sus delitos haber tenido amor a Agripina, si ya no lo es la imprudencia con que se ha olvidado del reciente ejemplo de Sosia (Otra de sus amigas), afligida por la misma causa. Sacaron estas razones de aquel pecho hondo y escondido unas claras y descubiertas palabras, pocas veces dichas por él; y reprendiéndola ásperamente, la amonestó con un verso griego, que dice: ¿Por qué te das por ofendida; por qué no reinas? (Tácito. Anales. IV,52).

Escultura sedente de Agripina la mayor. Siglo I d.C. Nápoles. Museo Arqueológico

Agripina temía por la vida de sus hijos varones (únicos descendientes de Augusto) a quien Tiberio ya había presentado ante el Senado. Buscando protección, rogó al emperador que le concediese un nuevo marido, algo a lo que éste se negó, por temor a que algún varón noble pudiera hacer suyas las reivindicaciones de Agripina. La nieta de Augusto no se equivocaba, pues a partir del año 29 d.C. la muerte de la emperatriz Livia (que aunque apartada por su hijo, inspiraba aún gran temor en él) desencadenó la ira de Tiberio sobre Agripina y sus hijos, a los que Livia protegía.
Instigado por Sejano, su mano derecha y amante de la viuda del hijo de Tiberio, Druso el menor (a quien la pareja había asesinado años antes para despejarse el camino hacia el trono), Agripina fue acusada de traición junto a su hijo mayor Nerón ante el Senado, quien rechazó los cargos. Pero Tiberio reaccionó reclamando el juicio para sí mismo y condenó a ambos al destierro: a Agripina a la isla de Pandataria, donde pasó los primeros año de exilio su madre Julia, y a Nerón a Pontia. Antes de partir un nuevo enfrentamiento con el emperador le supuso la pérdida de un ojo a manos de un centurión.

Calígula. Siglo I d.C. Napoles. Museo Arqueológico Nacional.

 El año 31 Nerón fue mandado asesinar por Sejano quien puso en conocimiento de Agripina las circunstancias de la muerte de su hijo predilecto. Idéntica suerte corrió el segundo de sus hijos, Druso, confinado en una celda hasta que murió de hambre. Sólo Calígula consiguió sobrevivir de los hijos de Germánico, la historia demostraría por qué.
           Agripina, obligada a comer por Tiberio durante un tiempo, se dejó morir de hambre en el año 33 d.C. Sus restos fueron rescatados por su hijo Calígula  a la muerte de Tiberio en el 37 d.C. y depositados en el Mausoleo de Augusto.

Calígula trasladando las cenizas de su madre. Eustache Le Seur. 1647. Londres. Collección Real del Castillo de Windsor.
Fuente: De Eustache Le Sueur - Web Gallery of Art:   Image  Info about artwork, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15462540

Como hemos venido esbozando Agripina, digna heredera de la belleza de los Julio, era una mujer muy temperamental que nunca temió decir lo que pensaba. Dice Tácito, “tenía un carácter más bien excitable aunque era virtuosa, y por amor a su marido procuraba contener su natural indómito” (Anales. I, 33). Honrada y sincera, no sólo Tiberio sino también muchos historiadores de la época le reprocharon las atribuciones que se tomaba siendo sólo una mujer. Esposa amante y leal, dio su vida por vengar la muerte de su amado Germánico. Del mismo modo, adoraba a sus hijos, si bien la falta de autoridad paterna la llevo a consentirlos en exceso, en especial a Calígula. A pesar de ello, Agripina, todo un ejemplo de matrona romana fue una de las grandes mujeres de su tiempo.

Lápida funeraria de Agripina. Siglo I d.C. Roma. Museos Capitolino

domingo, 10 de abril de 2016

Germánico, la última esperanza de Roma


Busto de Germanico. Siglo I d.C, París, Museo del Louvre

Julio César Germánico nació el 24 de mayo del año 15 a.C. siendo llamado con el nombre de Nerón Claudio Druso Germánico. Era el primogénito del matrimonio formado por Druso el mayor y Antonia la menor, por tanto era sobrino nieto de Augusto, nieto de Livia y sobrino de Tiberio.
Germánico quedó huérfano de padre cuando sólo contaba 6 años. Desde ese momento junto con su madre y sus hermanos (Livila de 4 años y el futuro emperador Claudio de 1 año) se trasladaron con su abuela Livia a su casa del Palatino. Allí, los niños recibieron la misma educación que los nietos y nietas de Augusto, el cual siempre sintió una especial predilección por Germánico, al igual que antes la había sentido por su padre Druso, pues el pequeño era la viva imagen de su progenitor y el digno heredero de sus virtudes. Siempre fue también el preferido de su madre Antonia.

El pequeño Germánico entre sus padres en el Ara Pacis. 13-9 a.C. Roma 2013

No obstante, sólo a la muerte de sus nietos Cayo y Lucio consideró Augusto a Germánico como futuro heredero al trono imperial, poniéndolo por delante de su nieto Póstumo.  Por ello, en el año 4 d.C., al mismo tiempo que adoptó a Tiberio, obligó a éste último a adoptar a Germánico, aún cuando Tiberio ya tenía un hijo de más o menos la misma edad: Druso el menor.
Para dejar constancia de sus expectativas, al año siguiente el emperador casó a Germánico con su nieta favorita, Agripina la mayor, esperando que tras el paréntesis de Tiberio, su legado pasara a su propia descendencia, es decir, a los hijos nacidos de esta unión.

Agripina la mayor. Siglo I d.C. Roma, Museos Capitolinos

A pesar de ser un matrimonio por motivos políticos, Germánico y Agripina se habían criado juntos y estaban enamorados desde siempre, convirtiéndose en una de las parejas más sólidas del momento, hasta el punto que Augusto siempre los ponía de ejemplo de verdaderos romanos en el cumplimiento de sus leyes sobre el matrimonio. Tuvieron 9 hijos, de los que sobrevivieron 6: Nerón, Druso, Calígula, Agripina la menor, Drusila y Livila. “Como aun así, el estamento ecuestre, durante un espectáculo público, reclamaba insistentemente la abolición (de la leyes matrimoniales), Augusto mandó a buscar a los hijos de Germánico y, situados unos a su lado, otros en el regazo de su padre, los mostró ostentosamente, dando a entender a los caballeros, con su gesto y su expresión que no rehusaran imitar el ejemplo del joven” (Suetonio. Vida de Augusto. 34,2).
La adopción de Germánico supuso una aceleración de su cursus honorum y de su instrucción militar, campo en el que siguiendo la estela de su padre, comenzó pronto a sobresalir. Por ello, cuando contaba con sólo 22 años, en 7 d.C., Augusto lo envío a Panonia para que ayudara a su padre adoptivo Tiberio en una rápida resolución del conflicto que había estallado en aquel territorio. El hijo de Livia no pudo disimular su disgusto ante lo que él consideró una nueva falta de confianza por parte de Augusto hacia su persona, comenzando a sentir cierta animadversión hacia su sobrino. Así y todo, Germánico, siempre humilde, acataba sus órdenes al tiempo que realizó una buena campaña por la que se le condecoró con ornamentos triunfales frente al triunfo con el que se obsequió a Tiberio.

Germánico. Siglo I d.C. Roma. Fondazione Sorgente Group

Sin embargo, las campañas que encumbraron a Germánico fueron las dos que llevó a cabo en Germania; el objetivo de las mismas fue recuperar el control de la provincia (tras el desastre que supuso la pérdida de 15.000 legionarios romanos en la batalla del bosque de Teutoburgo acaecida en el 9 a.C.)
La primera de ellas emprendida junto a Tiberio se desarrolló entre los años 10 y 13 d.C. En ella Tiberio, demostrando nuevamente su genialidad en el campo de batalla, sofocó la gravísima situación que se había originado en Germania.
En el año 12 d.C., Germánico regresó a Roma, donde fue nombrado cónsul con 28 años, 5 años antes de la edad legal. En el 13 fue nombrado como comandante en jefe de las legiones del Rhin, partiendo nuevamente a Germania acompañado por su mujer Agripina y del pequeño Cayo (nacido en 12 d.C), que con sólo 1 año se paseaba por el campamento vestido con su uniforme de soldado y sus pequeñas caligae (sandalias militares), de ahí que fuera adoptado por las tropas como su talismán, su muñequito, siendo apodado por ellas con el nombre por el que sería conocido desde entonces: Calígula.
El año 14 estando en Germania, el joven general recibió la noticia de la muerte de Augusto y el nombramiento de Tiberio como nuevo emperador; éste concedió a Germanico imperio proconsular dándole autonomía plena en sus intervenciones en la provincia. Por su parte, el hijo de Druso prestó juramento de fidelidad a Tiberio.

Tiberio. Siglo I d.C. Museos Vaticano. Roma 2018

 No obstante, la muerte de Augusto sumió al Imperio en un período de incertidumbre. En Germania se sucedieron una serie de motines de las legiones allí acantonadas. Germánico que se encontraba en la Galia partió de inmediato hacía allí. Los soldados le exigían el licenciamiento de los veteranos y un mayor sueldo para los jóvenes. Germánico se dirigió a ellos sin temor, desde la primera línea. Los legionarios entregados ante su discurso le ofrecieron el Imperio si él quería; él contestó que prefería darse muerte antes que faltar a su juramento de fidelidad hacia Tiberio. Como no lo dejaban retirarse a deliberar, pues le exigían que aceptara marchar hacia Roma para hacerse con el trono imperial, Germánico se colocó su espada en el corazón y amenazó atravesarse el pecho con ella hasta que le permitieron retirarse a su tienda.
Al no cesar la oleada de violencia, el general ordenó a su mujer Agripina y al pequeño Calígula que marchasen hacia lugares más seguros. Las tropas se reunieron entonces en torno a ellos implorando que no dejaran marchar a los descendientes del entonces divino Augusto, y sobre todo al pequeño, adorado por las legiones. Finalmente en nombre de Tiberio, Germánico concedió el licenciamiento a los soldados que llevaran más de 20 años de servicio y dobló el sueldo a quienes lo reclamaban. Tiberio refrendó esta decisión. Aunque Agripina partió (al encontrarse en avanzado estado de gestación), Calígula permaneció con las legiones a condición de que entregaran a los precursores de la sedición para que fueran debidamente castigados.

Agripina  la mayor y Calígula. Detalle del Gran Camafeo de Francia. 19 d.C. París. Gabinete de Medallas

Una vez retornada la calma, Germánico preparó la ofensiva contra Arminio (el líder querusco que había dirigido la sublevación de las tribus germánicas que había concluido con la clamorosa derrota romana de Teutoburgo). Llegó al mismísimo lugar de la masacre con sus legiones y allí dio sepultura a los restos esparcidos de los casi 15.000 legionarios que habían perdido la vida 6 años antes.
En el año 16 por fin se enfrentó a Arminio en la batalla de Idistaviso donde consiguió derrotarlo pero no matarlo ni apresarlo. Sin embargo, menoscabó tanto su influencia sobre las tribus germánicas que ellos mismos acabaron dándole muerte algunos años después. Germánico apresó a la mujer de Arminio y recuperó dos de las tres águilas perdidas en el desastre de Varo. Al mismo tiempo devolvió el orden en toda la zona pero no consiguió recuperar los territorios arrebatados pues Tiberio, no sabemos si por celos hacia el joven (a quien creía perfectamente capaz de llegar nuevamente hasta el Elba para su mayor gloria) o por deseo de seguir las indicaciones de Augusto de dejar las fronteras del Imperio en el Rhin, le ordenó volver a Roma donde se le honró con un triunfo, en el que se hizo patente la veneración no sólo de las legiones sino de todo el pueblo romano hacia Germánico.


Arminio lucha en la Batalla del Bosque de Teutoburgo

Por ello, Tiberio prefirió alejarlo de Roma y lo envío a Oriente el año 17. Allí decidió ponerle un hombre de su absoluta confianza para que controlara a Germánico: Cneo Calpurnio Pisón, pues el emperador temía que debido a las dotes militares de su sobrino y a la fascinación que provocaba en todos fuera tentado de querer emular a Alejandro Magno, a quien también le unía cierto parecido físico.
Germánio solucionó con rapidez todos los problemas que hacían temer cualquier rebelión en las provincias orientales: puso un nuevo rey en Armenia al mismo tiempo que convirtió Capadocia en provincia romana, mientras que Cilicia la dejó bajo influencia siria. El invierno decidió pasarlo en Egipto junto a Agripina y sus hijos que lo acompañaban como siempre. De regreso a Siria en el 19 entró en graves conflictos con Pisón que había anulado todas las disposiciones aprobadas por él. Así, Pisón decidió abandonar la provincia y marchar hacia Roma.



Moneda con el perfil de Germánico

Nada más partir Pisón, Germánico comenzó a sentirse indispuesto muriendo el 10 de octubre de ese mismo año. En el lecho de muerte el general confesó a Agripina y a sus amigos su convicción de que Pisón lo había mandado envenenar y les suplicó que vengaran su muerte. Convencida de ello, la nieta de Augusto ordenó que el cuerpo sin vida de su marido fuera expuesto en el Foro de Antioquía para que todos pudieran ver las extrañas manchas de su cuerpo. Sin embargo, no quedó claro si presentaba señales de envenenamiento. El dolor de todos fue inmenso “(La muerte de Germánico) causó gran duelo en la provincia y en los pueblos cercanos. Lo lloraron las naciones y reyes extranjeros; tanta había sido su benevolencia con los enemigos” (Tácito. Anales. Libro II. 72-2).

La muerte de Germánico. Nicolás Poussin. 1627. Mineápolis. Mineápolis Institute of Art

 Después de la incineración, Agripina partió hacia Roma con las cenizas de su marido acompañada de sus hijos. “A todos producía pena ver a aquella mujer, la primera por su alcurnia y que hasta ese momento viviera un maravilloso matrimonio, a quien siempre se había visto rodeada de veneración y gratitud, marchar entonces llevando en su seno aquellos fúnebres despojos” (Tácito. Anales. Libro II. 75, 1-2). La urna con las cenizas de Germánico fueron depositadas en el Mausoleo de Augusto. Su funeral, a pesar de que no tuvo la solemnidad de los entierros pues se celebró sin máscaras funerarias ni grandes pompas, fue memorable por la entrega del pueblo.

Agripina con las cenizas de Germánico. Benjamín West. 1768. Yale. Museo de de la Universidad
Fuente: De Benjamin West - The Yorck Project: 10.000 Meisterwerke der Malerei. DVD-ROM, 2002. ISBN3936122202. Distributed by DIRECTMEDIA Publishing GmbH., Dominio público,

La consternación de la Ciudad Eterna no tenía límites. “En Roma, desde que se multiplicaron las noticias de la enfermedad de Germánico, y a causa de la distancia todo se exageraba para mal, reinaban el dolor, la ira y estallaban las lamentaciones. Para eso, se decía, se lo había relegado al extremo del mundo; […]. Bien habían dicho los viejos a propósito de Druso (padre de Germánico): a los que reinan les molesta que sus hijos tengan temperamento liberal; Druso y Germánico habían sido interceptados en su carrera sólo porque pretendían organizar al pueblo romano en igualdad de derechos devolviéndole la libertad. El ambiente de estas conversaciones del vulgo se incendió de tal manera con la noticia de la muerte que, acordado el duelo antes del edicto de los magistrados y antes del decreto del Senado, quedaron desiertos los foros y se cerraron las casas. Por todas partes silencio y llanto, sin nada de amañada ostentación, y aunque no se abstenían de las muestras externas de duelo, más profundo era el dolor de los ánimos” (Tácito. Anales. Libro II. 1-4).
Toda esta amargura y rabia se volvió hacia Tiberio (quien ni siquiera participó en las exequias de su hijo adoptivo escudándose en su propia pena); lo acusaban de haber dado la orden a Pisón de eliminar al joven de 34 años. Agripina, sostenida por las masas, no cesó en sus ansias de venganza hasta que Pisón fue llevado a los tribunales y obligado a quitarse la vida, lo que generó un odio atroz de Tiberio hacia ella. A partir de entonces, fuera cierta o no la implicación de Tiberio en la muerte de Germánico, el emperador se volvió enormemente impopular.
Ya he ido apuntando algunas ideas sobre la personalidad de Germánico. Físicamente era muy parecido a su padre y poseía la belleza de la gens Julia, heredada de su madre Antonia. Tácito (quien a pesar de vivir años después que él sentía veneración hacia el hijo de Druso) lo definió como “un joven de talante liberal, de una admirable bondad, tan diferente en el modo de hablar y de mirar de Tiberio, arrogante y sombrío” (Tácito. Anales. Libro I. 33, 2-3). Igualmente dice de él que “verlo y oírlo inspiraba pura veneración, pues conservando la grandeza y gravedad de la suma fortuna, huía de los motivos de envidia y arrogancia” (Tácito. Anales. Libro II. 72-2). Era bondadoso, dulce, un marido virtuoso y un padre excelente. Sólo su pronta desaparición puede explicar la degeneración en la que se educaron sus hijos, que se convirtieron bajo el amparo de Tiberio en lo peor de la dinastía. La alegría del pueblo romano cuando un hijo de Germánico (Caligula) accedió al trono imperial corroboran las opiniones de Tácito.

Germánico. Siglo I d.C. Copenhague. NY Carlsberg Gliptoteca

“Había quienes asimilaban su figura, su edad, el género de su muerte, incluso la cercanía de los lugares donde pereció, al destino de Alejandro Magno. Pues ni uno ni otro, bellos en lo físico y de linaje insigne, habían sobrepasado en mucho los 30 años, y habían muerto por asechanzas de los suyos entre gentes extrañas. Sin embargo Germánico, amable para con los amigos, moderado en los placeres, fiel a una sola esposa, con sólo hijos legítimos, no había sido menos guerrero, aunque no tenía la temeridad de Alejandro, y se le había impedido someter a servidumbre las Germanias abatidas en tantas victorias. Y si hubiera sido el único árbitro del Estado, si hubiera tenido derecho y título de rey, hubiera obtenido la gloria militar tanto antes que Alejandro cuanto lo sobrepasaba en clemencia, templanza y demás buenas cualidades” (Tácito. Anales. Libro II, 1-2).
Con la muerte prematura de Germánico una vez más se puso de manifiesto que la Roma Imperial era un lugar extremadamente peligroso para las buenas personas, pues muy distinto hubiera sido el devenir de la dinastía Julio-Claudia si Druso y Germánico no hubieran desaparecido en la flor de la vida.

martes, 29 de marzo de 2016

Teutoburgo

“Cuando recibió la noticia de esta derrota, Augusto fijó guardias por toda la ciudad, para prevenir cualquier tumulto, y prolongó su mandato a los gobernadores de las provincias para que pudieran contener a los aliados al ser personas expertas en el trato con ellos. Hizo también voto a Júpiter Óptimo Máximo de unos grandes juegos si la situación política cambiaba para mejor, como se había hecho en la guerra de los cimbros y en la de los marsos. Cuentan, por último, que quedó tan consternado que durante varios meses se dejó crecer la barba y los cabellos; que se golpeaba a veces la cabeza contra las puertas gritando: “Quintilio Varo, devuélveme mis legiones!”, y que consideró cada año el día de la derrota como día de dolor y de luto”.
Suetonio. Vida de Augusto. Libro II, 23, 1-2

Augusto. Siglo I a.C. París. Museo del Louvre. Foto de Bill Storage y Laura Maish

           Poco duró la alegría en la familia imperial pues sólo 5 días después de la finalización de la revuelta Ilírica, en otoño del año 9 d.C., los ejércitos romanos asentados en Germania fueron duramente masacrados en la batalla del bosque de Teutoburgo y que sería la mayor derrota sufrida por Augusto durante su Principado. 
                En aquellos años, era gobernador de Germania Publio Quintilio Varo, casado con una sobrina nieta de Augusto. Aunque no era un brillante general había prestado buenos servicios en Siria donde había sofocado una rebelión judía. Su política era romanizar lo antes posible Germania y a la fuerza en caso necesario. Ese fue su gran error. "Los soldados romanos se encontraban en Germania invernando y fundando ciudades, mientras los bárbaros se adaptaban al nuevo tipo de vida, frecuentaban las plazas y se reunían pacíficamente [...] sin haber olvidado sus antiguas costumbres [...] iban progresivamente perdiéndolas [...], pero cuando Varo asumió el mando del ejército que se encontraba en Germania [...] los forzó a adecuarse a un cambio demasiado violento, imponiendo sus órdenes como si se dirigiese a esclavos y obligándolos a unos impuestos exagerados [...]. Los germanos no toleraron esta situación, por lo que sus líderes comenzaron a restablecer el antiguo y tradicional estado de cosas, mientras sus pueblos preferían los precedentes ordenamientos antes que el dominio de un pueblo extranjero. Pero aún no se rebelaron abiertamente".(Dión Casio. Historia Romana. LVI, 18).


Mapa de la Germania romana
Fuente: De Cristiano64 - Trabajo propio, CC BY-SA 3.0, 

            A esto se unía la incompetencia de Varo para entender la psicología del pueblo cuyo control se le había encomendado "[...] Varo creía que los germanos podían ser civilizados con el derecho y las leyes, aquel pueblo que no se había podido domar con las armas. Con esta convicción llegó a Germania donde esperaba encontrar hombres que gozaban de la serenidad de la paz y se pasaba el período estivo impartiendo justicia [...] delante de su tribunal [...] pero los germanos, muy astutos en su extrema ferocidad fingiendo haberse romanizado indugeron a Varo a una total desatención de los problemas reales. Varo pensaba que era un Pretor urbano impartiendo justicia en el Foro romano en lugar del comandante en jefe de un ejército en Germania". (Veleyo Paterculo. Historia Romana. II, 117).


Busto atribuido a Arminio.Siglo I a.C. Moscú. Puskin Museum


            Para consolidar su posición llevó a cabo una red de alianzas con algunos pueblos germanos, en especial con los queruscos, liderados por un tal Arminio, ciudadano romano de 25 años, miembro de los equites debido a que había luchado en el ejército romano. Algunos de los oficiales al mando de Varo trataron de prevenirle sobre Arminio, pero el gobernador no les prestó atención.
            Así en el año 9 d.C., Varo cruzó el Rin y estableció sus legiones en territorio querusco. Sólo dejó dos en la otra orilla del río. Alertado por Arminio de una presunta sublevación, un inmenso ejército formado por tres legiones (la XVII, la XVIII y la XIX), 6 cohortes auxiliares y 3 alas encabezadas por Varo se adentraron en el bosque de Teutoburgo. En un momento determinado Arminio se alejó con la excusa de organizar la fuerzas aliadas, uniéndose a los germanos que esperaban ocultos por la niebla y por la frondosidad del bosque. Al mismo tiempo habían construido una empalizada camuflada y excavada en la montaña, donde podían esperar al enemigo sin ser visto. Habían cortado árboles que dejaron caer al paso de las legiones romanas creando gran desconcierto, momento que aprovecharon los germanos para lanzar una lluvia de dardos. A continuación se produjo una lucha cuerpo a cuerpo en la que el pesado equipo de las legiones se volvió en su contra en un terreno como el de Teutoburgo. En un determinado punto los romanos comenzaron a huir y Varo fue herido. Temiendo ser capturado se suicidó. La mayoría de los altos oficiales siguieron su ejemplo.


Batalla del bosque de Teutoburgo. Otto Albert Koch. 1909
Fuente: De Otto Albert Koch - www.lwl.org, Dominio público,

         El ejército romano fue masacrado produciéndose un gran número de bajas (se piensa que unos 18.000 hombres perdieron la vida). Así y todo hubo lugar para alguna heroicidad: el joven oficial Casio Querea (que años después se haría famoso por asesinar a Calígula) dirigió la huida de algunos legionarios, que fueron los encargados de difundir el desastre. Los germanos apresaron a unos 1500 prisioneros, de los que algunos fueron vendidos como esclavos y la mayoría fueron sacrificados en altares como ofrendas a sus dioses.
La cabeza de Varo fue enviada a Augusto, a quien la derrota lo alteró más que ninguna otra cosa en su vida. Ni siquiera la muerte ni la deshonra de sus seres más queridos lo llevaron a un estado de desolación tan grande, pues sólo ahora sintió que el logro de su vida estaba a punto de desvanecerse. El emperador, con 72 años, deportó a todos los germanos de su guarda personal así como a las comunidades gala y germanas que vivían en Roma. Nunca se recuperó del tremendo golpe. Se rasgó las vestiduras y llevó luto durante mucho tiempo sin afeitarse ni cortarse los cabellos. Cada aniversario del desastre lo vivió con hondo pesar.
A pesar de la angustia del Príncipe nunca hubo una amenaza real de invasión de Italia y el descalabro fue menos importante de lo que se ha venido considerando; no obstante el gran miedo psicológico que provocó en el pueblo romano la posibilidad de que se produjera una invasión bárbara resucitó el antiguo pánico que invadió a la población cuando Aníbal, algunos siglos antes, consiguió llegar hasta las puertas de Roma. Aunque sí es cierto que a partir de ahí, Roma no intentó más someter el norte de Germania pues era una zona muy conflictiva para los escasos beneficios que reportaba.  Las fronteras quedaron fijadas en el Rin y en el Danubio. Nunca más se usaron los números de las legiones masacradas para nominar otras nuevas.
En principio el Príncipe envió a Tiberio para restablecer el orden en la zona con un nuevo ejército formado con veteranos y libertos. El hijo adoptivo de Augusto demostró una vez más ser un excelente general, pues sin temor alguno, no se contentó con pacificar la zona, sino que organizó nuevos ataques, abriendo nuevos caminos y devastando todos los territorios por los que pasaba sin registrar pérdidas en su ejército. Ya en el año 13, el emperador envío a sustituirlo a Julio César Germánico, que con sólo 28 años llegó hasta el mismísimo bosque de Teutoburgo, donde aún se esparcían los restos de los legionarios derrotados. 


Bosque de Teutoburgo bajo la Niebla.
Fuente: De Nikater - Trabajo propio, GFDL, 

“Germánico avanzó hasta el confín extremo de los brúcteros, y fue devastado todo el territorio entre el Ems y el Lippe, no lejos del bosque de Teutoburgo, en el que se decía que estaban insepultos los restos de Varo y sus legiones. Por ello se apoderó de Germánico el deseo de rendir postreras honras a aquellos soldados y a su general; todos los militares presentes se movían a conmiseración al pensar en los allegados, en los amigos, en fin, en los reveses de la guerra y en la suerte humana. Tras enviar por delante a Cécina con la misión de explorar las partes escondidas de los bosques y de tender puentes y terraplenes sobre el suelo húmedo y poco seguro de los pantanos, penetran en aquellos tristes lugares de aspecto y memoria siniestros. El primer campamento de Varo, por lo amplio de su recinto y las medidas del puesto de mando, denotaba el trabajo de las tres legiones. Luego se veía que los restos ya diezmados del ejército se habían asentado en una fortificación que se hallaba medio derruida, con una trinchera de escasa profundidad. En mitad del llano, huesos blanquecinos, esparcidos o amontonados según hubieran huido o resistido. Al lado yacían trozos de armas y restos de caballos; también había cabezas clavadas en los troncos de los árboles. En los bosques cercanos estaban los altares de los bárbaros, ante los cuales habían sacrificado a los tribunos y a los centuriones de los primeros órdenes. Y los supervivientes de aquel desastre, que habían escapado del combate o del cautiverio, contaban cómo aquí habían caído los legados, allá les habían arrebatado las águilas; donde había recibido Varo su primera herida, donde había hallado la muerte por un golpe de su desdichada diestra; en que tribuna había pronunciado Arminio su arenga, cuántos eran los patíbulos para los cautivos, cuáles las fosas, y cómo habían hecho altanero escarnio de enseñas y águilas.
Así el ejército romano que allí había llegado, a los seis años del desastre, daba sepultura a los huesos de las tres legiones; nadie sabía si enterraba restos de extraños o de los suyos, mas procedían como si todos hubieran sido allegados y aun consanguíneos, acrecentada su ira contra el enemigo y a un tiempo tristes y llenos de odio. Germánico colocó el primer terrón para levantar el túmulo, en un gesto de piedad para con los muertos y asociándose al dolor de los presentes. Ello no le pareció bien a Tiberio, ya porque juzgara mal todo cuanto Germánico hacía, ya por creer que la visión de aquellos hombres muertos e insepultos menguaría los ánimos del ejército de cara al combate y ante un enemigo tan temible, y que un general en jefe, investido con el augurio y los más antiguos ritos, no debía haber puesto su mano sobre objetos fúnebres”. (Tácito. Anales. Libro I, 60-63).


Germanico. Siglo I d.C. Amelia Terni. Museo Archeologico
Fuente: Di Moreno Lupparelli - Opera propria, CC BY-SA 3.0,

Germánico no sólo demostró su inmensa calidad humana sino que también ahuyentó cualquier mal augurio; así, obligó a salir a Arminio, derrotándolo en la batalla de Idistaviso (en el año 16), donde se puso de manifiesto su genialidad militar, acabando con la sublevación y recuperando dos de los estandartes arrebatados a las legiones. La batalla se saldó con 15.000 bajas germanas frente a sólo 1000 romanas. A pesar de ello no logró capturar ni matar al líder querusco, aunque lo anuló casi por completo hasta el punto que acabó siendo asesinado por los suyos. Sí apresó en cambio a su esposa Thusnelda entregada al joven general por su propio padre al haberse casado con Arminio contra su voluntad. Thusnelda fue exhibida en el desfile triunfal de Germánico por las calles de Roma.


Arminio se despide de Thusnelda. Johannes Gehrts, 1884
Fuente: De Johannes Gehrts - http://www.lippische-wochenschau.de, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6381855

            En 1987, el arqueólogo británico Anthony Clunn descubrió el lugar exacto donde se había desarrollado la batalla, en Kalkriese en la Baja Sajonia. Actualmente un museo alberga en el lugar los hallazgos arqueológicos hallados en la zona.
A pesar de su derrota final, Arminio se convirtió en un símbolo para el nacionalismo alemán en la segunda mitad del siglo XIX. Por su parte, Germánico se consagró como uno de los mejores generales de la historia Roma y su popularidad ante el pueblo romano alcanzó tales extremos que suscitaría los celos de su padre adoptivo y tío, Tiberio.


Monumento a Arminio en Grotenburg en las cercanía de Teutoburgo. 1875
            

domingo, 20 de marzo de 2016

Pula (Iulia Pola)


Vista de Pula

         Situada en la Península de Istria (en el extremo noroccidental de Croacia), Pola fue una ciudad floreciente dotada de prestigiosas estructuras urbanas entre las que destacan un amplio foro, un arco triunfal, un teatro, un anfiteatro y varios templos.
La ciudad se unió a los asesinos de César en la lucha contra los triunviros, por lo que tras ser aquellos derrotados en Filipos, el entonces Octavio ordenó destruirla hasta sus cimientos. Años después, siendo ya Augusto, la reconstruyó más grande y monumental como Colonia Pietas Iulia Pola Pollentia Herculanea. A su Principado pertenecen la mayoría de los edificios de la ciudad.

  • Anfiteatro



Se empezó a construir en 27 a.C. siendo posteriormente ampliado por Vespasiano en 79 d.C, al mismo tiempo que en Roma comenzaban las obras del Coliseo, de ahí el gran parecido entre ambos.
Es enorme. Tiene tres pisos en un lado (el que da al mar) y dos en el otro. En su exterior se alzan 4 filas de torres que extienden unos metros más las arcadas del edificio; debieron servir para canalizar hacia fuera el agua de la lluvia pero quizás también como sostenes de algún tipo de toldo que protegiera al público del sol.



En excelente estado de conservación, hoy es la sede del Festival de Cine de la ciudad y del Festival de Verano.

  • Arco de los Sergios



Fue construido por esa familia local durante los años 29-27 a.C. en conmemoración del triunfo en la batalla de Accio donde participó algún miembro de esa familia.
Originariamente era una puerta de acceso a la ciudad. De pequeñas dimensiones tiene un solo vano flanqueado por parejas de columnas corintias. La decoración se completa con bajos relieves y victorias aladas.


Fuente: Por Orlovic - Obra do próprio, Domínio público,

Inspiró a muchos artistas, entre ellos a Miguel Ángel.

  • El templo de Roma y Augusto



Datado en entre el año 2 a.C. y el 14 d.C., al haberse consagrado en vida del emperador (aún no deificado) se le dedicó junto a la diosa Roma.
Reúne las características típicas del templo romano. Es tetráctilo y se eleva sobre un alto podio con columnas corintias. Su friso, ricamente decorado, es similar al de la Maison Carrée de Nimes.
Este templo fue estudiado por Andrea Palladio en el siglo XVI.

domingo, 13 de marzo de 2016

Rebelión en Panonia 6-10 d.C.


Tiberio con armadura militar. Siglo I d.C. Nápoles. Museo Archeologico Nazionale
Fotografía de Bill Storage y Laura Maish
En el año 6 d.C., Panonia volvió a levantarse en armas contra Roma a causa de los abusos de los gobernadores de sus provincias. La insurrección tuvo su origen en la zona sudoriental del Ilírico. Tiberio se desplazó hacia allí desde Germania para intentar pacificar la región lo antes posible.
Sin embargo, con la amenaza de otras rebeliones en varias partes del Imperio el reclutamiento de tropas fue complicado, por lo que Augusto tuvo que volver a imponer el servicio militar obligatorio y grabar a la población con nuevos impuestos para poder hacer frente a tal situación de emergencia.
Tiberio envió una avanzadilla con sus lugartenientes para que bloquearan los caminos en caso de que el enemigo decidiera marchar en dirección a Italia, algo que era realmente improbable. El hijo de Livia llegó al centro de los acontecimientos a final del año, cuando gran parte del territorio estaba en manos de los rebeldes.
      Era la guerra más importante desde Accio y en ella se luchó con mucha dureza. Se corría el riesgo de perder una provincia por lo que se reunió un ejército enorme formado por 10 legiones, 70 cohortes auxiliares, 14 alas de caballería auxiliar, 10.000 veteranos así como aliados como el rey de Tracia. En total eran unos 100.000 hombres.

Germánico. siglo I d.C. Museo de las Termas. Roma 2013

 Augusto, inquieto, como temía que Tiberio se demorase en la resolución del conflicto, en el año 7 envió a Germánico, el hijo de Druso el Mayor, algo que no sentó bien a su ahora hijo adoptivo, comenzando así su animadversión hacia su joven sobrino. El mismo emperador, aunque acababa de cumplir 70 años se desplazó hasta Ariminum (actual Rímini) en la frontera con Iliria para seguir de cerca las acciones militares. Tiberio entretanto reconstruía las fronteras infringiendo numerosas derrotas a los enemigos de Roma, restableciendo la hegemonía de la zona y consolidando lo reconquistado mediante la construcción de algunos fuertes.
En el año 8, pasado el invierno, Tiberio retomó las maniobras militares y derrotó en agosto a un nuevo ejército panonio. Del mismo modo, ya en el 9 continuó la campaña subdividiendo el ejército en tres columnas, poniéndose junto con Germánico al frente de una de ellas. Capturados los últimos líderes rebeldes se puso fin al conflicto 4 años después de haberse iniciado
A Tiberio, que una vez más demostró ser un extraordinario general se le concedió un triunfo mientras que a Germánico le correspondieron ornamentos triunfales.