En estos días, como nuestros antepasados romanos hacían en las
Saturnales hace más de 2.000 años, celebraremos la Navidad y el Año Nuevo. Como
ellos aunque en un entorno diferente, disfrutaremos de las fiestas más entrañables y familiares del año derrochando como entonces alegría,
intercambiando regalos y organizando banquetes en compañía de nuestros seres
más allegados.
Por este motivo, en mi
último artículo del año quiero rendir un pequeño homenaje a aquellos que no
podrán celebrar la Navidad con el espíritu festivo que las acompaña y, en
especial, a las víctimas de los terremotos que han sacudido la península
italiana desde el pasado 24 de agosto y que han hecho temblar con intensidad incluso los cimientos de la ciudad que Augusto nos legó, causando daños en 1500 de sus edificios. Sin embargo, como una vez leí, Roma es la favorita de los dioses y sobrevivirá, más allá incluso del tiempo, pero en muchos lugares del centro de Italia este 24 de diciembre numerosas personas, no sólo no podrán
sentarse a cenar con los familiares y amigos que perdieron durante esos aciagos días, sino que ni siquiera tendrán un hogar propio en el que cobijarse. En
Amatrice, Norcia y el resto de poblaciones arrasadas, no habrá árboles de
Navidad, decoración en los locales comerciales ni luces de colores iluminando en
las que fueron sus preciosas calles. Con todo mi cariño, he escrito este poema
para ellos, porque los llevo en mi mente y en mi corazón, con la esperanza
certera de que un día no muy lejano volverán a poder celebrar una Nochebuena entre los muros reconstruidos de su adorada tierra, al calor de una
llama prendida por los que ya no volverán.
Lágrimas al viento,
caricias saladas
para una tierra herida,
otrora palpitante,
hoy tan sólo un despojo
por el que escapa la vida.
Y en torno a ella…sólo silencio
En un segundo,
el rugido inclemente
de las entrañas del Averno,
siembra destrucción y muerte,
pintando de una lluvia gris
el inmenso firmamento,
que agoniza en una niebla sin fin.
El alma se desgarra
al contemplar de rodillas
la patria que te acunó,
hoy reducida a cenizas,
devorado en un clamor amargo,
la esencia de sus raíces,
las huellas de su pasado.
Más no morirás, no,
si el sol que te vio nacer
te envuelve en su resplandor
y, acarician tus orillas
el mismo mar, el mismo cielo,
herencia de mil siglos,
hogar de tus ancestros.
Mientras mil labios te nombren
jamás perecerás.
Tu fuerza vencerá al cruel hado
y un día volverá a palpitar,
entre laderas y
montes,
tu silueta incomparable
dominando el horizonte.
Fuente Belén: http://www.radiorute.com/novedadescamapana/
Fuente Pergamino: https://es.pinterest.com/explore/fondo-pergamino/
Lacrime al vento,
carezze salate
per una terra ferita,
un giorno palpitante
oggi, solo uno
spoglio,
per dove scappa la
vita.
E intorno a
lei....soltanto silenzio.
In un attimo,
il ruggito inclemente
del centro
dell’Averno,
semina distruzione e
morte
dipingendo di grigia
pioggia
l’inmenso firmamento
che agonizza tra la
densa nebbia.
L’anima si lacera
al vedere in
ginocchio
la patria che ti
allatò,
ora ridotta a cenere,
divorato in un
clamore amaro
l’essenza delle sue
radici
l’impronta del suo
passato.
Ma non moriai, no,
se il sole che ti
vide nascere
ti avvolge nel suo bagliore,
e carezzano le tue
rive
lo stesso mare, lo
stesso cielo,
erede di mille secoli
dimora dei tuoi avi.
Se batti nei nostri
cuori
mai scomparirai.
La tua forza ti farà
vincere,
e un giorno tornerà a
palpitare
tra i colli e il monte
il tuo contorno inmortale
dominando
l’orizzonte.