“Germánico viendo próximo su fin habló a los amigos que lo rodeaban en
estos términos: si yo muriera por disposición del hado, tendría derecho a
dolerme incluso frente a los dioses, por arrebatarme a mis padres, a mis hijos,
a mi patria, en plena juventud con una muerte tan prematura. Pues bien, ahora,
detenido en mi carrera por el crimen de Pisón y Plancina, confío mis últimos
ruegos a vuestros pechos: que hagáis saber a mi padre y a mi hermano por qué
crueldades desgarrado, por qué asechanzas rodeado he terminado mi desdichada
vida con la peor de las muertes. Si a algunos movían hacía mí en vida mis
esperanzas, si a alguno la comunidad de sangre, si a alguno incluso la envidia,
llorarán el que yo, antaño floreciente y tras haber sobrevivido a tantas
guerras, haya caído víctima del dolo de una mujer. Tendréis ocasión de quejaros
ante el Senado, de invocar las leyes. No es la principal obligación de los
amigos el acompañar al que muere con una inútil lamentación, sino el recordar
su voluntad y cumplimentar sus mandados. Llorarán a Germánico incluso los
desconocidos, lo vengaréis vosotros, si erais amigos míos más que de mi
fortuna. Mostrad al pueblo romano a la que es nieta del divino Augusto y esposa
mía, contadle mis seis hijos: la misericordia se pondrá del lado de los
acusadores, y a los que traten de fingir órdenes criminales, o no los creerán
los hombres o no se lo perdonarán. Juraron los amigos estrechando la diestra
del moribundo, perder antes la vida que la venganza”.
Tácito.
Anales. Libro II, 71.
La muerte de Germánico. Nicolás Poussin. 1627. Mineápolis. Mineápolis Institute of Art
El año 19 d.C. Germánico murió en extrañas
circunstancias en Siria. El gobernador de Siria, Marco Calpurnio Pisón, fue desde
el primer momento el principal sospechoso de su muerte debido a la rivalidad
entre ambos y entre sus esposas. Enterado en Cos de la noticia del
fallecimiento del hijo adoptivo de Tiberio acudió a los templos mostrando una
gran alegría y ofreciendo sacrificios en acción de gracia a los dioses. Su
mujer, Plancina, incluso abandonó el luto que llevaba por una hermana.
Por su parte, la viuda
Agripina, fue recibida en Roma con gran solidaridad por parte de todos,
incluidos los dos hermanos de Germánico: el adoptivo Druso el Menor y el futuro
emperador Claudio. El pueblo romano y las legiones lloraron al joven como nunca
antes había llorado a nadie. Sólo Tiberio y Livia faltaron al igual que su
madre Antonia, rota de dolor. Hasta tales extremos llegó el duelo por Germánico
que Tiberio irritado publicó un edicto poniendo punto y final al mismo en que
decía que “muchos ilustres romanos habían
muerto por la República, y que ninguno había sido honrado con tanto
sentimiento; que eso era un honor para su persona y para todos, pero siempre
que hubiera un sentido de la mesura. Es cierto, decía, no eran unas mismas
actitudes las que estaban bien a los príncipes y al pueblo imperial que las que
cuadraban a las casas o naciones modestas. El luto había sido adecuado al
reciente dolor, y bien estaba buscar solaz en la pena; pero era ya hora de
hacer volver el ánimo a la firmeza, al igual que antaño el divino Julio al
perder a su única hija, al igual que el divino Augusto cuando le fueron arrebatados
sus nietos, habían ahogado su tristeza. No había por qué recurrir a ejemplos
más antiguos, de cuántas veces el pueblo romano había sobrellevado con entereza
los desastres de sus ejércitos, las muertes de
sus caudillos, la desaparición total de nobles familias. Los príncipes
eran mortales, la República eterna. Por tanto, debían volver a sus ocupaciones
habituales y, ya que se acercaba el tiempo de los Juegos Megalenses, también a
las diversiones” (Tácito. Anales.
Libro III, 6).
Agripina desembarca en Brindisi con las cenizas de Germánico. Gavin Hamilton. 1765-72
Desde ese momento se
abandonó el luto pero Agripina, que había jurado vengar la muerte de su marido,
movilizó a las masas y a los numerosos amigos de Germánico, para que Pisón y Plancina fuera juzgados oficialmente
por su asesinato. La Familia del gobernador de Siria había sido partidaria de
los Claudio desde siempre, de ahí que las sospechas recayeran también sobre
Tiberio, quien de hecho había mandado
vigilar a su hijo adoptivo en Oriente.
El Juicio fue muy
desagradable. Tiberio en su discurso evitó ponerse a favor o en contra del
acusado lo que aún confirmó aún más las dudas sobre su participación en el
crimen. “El día en que el Senado se
reunió el César pronunció un discurso estudiadamente moderado. Recordó que
Pisón había sido legado y amigo de su padre, y que él mismo se lo había puesto
a Germánico como ayudante para la administración de Oriente. Si allí con su
rebeldía o su enemistad había amargado al muchacho y se había alegrado con su
muerte, o si además la había causado de manera criminal, había que juzgarlo con
ánimo íntegro”. Así se manifestó “pues
si un legado se ha saltado los límites de su deber y la subordinación que debe
a su general, y se ha alegrado con su
muerte y con mi luto, lo odiaré y lo alejaré de mi casa, pero no vengaré con la
fuerza del príncipe mis enemistades privadas; ahora bien, si se descubre un
crimen punible en caso de que hubiera perecido cualquier mortal, vosotros
debéis dar a los hijos de Germánico y a nosotros sus parientes a los justos
consuelos. Examinad también estos otros puntos: si Pisón se condujo con el
ejército en términos de turbulencia o sedición, si se buscó por medios ilícitos
la adhesión de los soldados, si trató de volver a entrar en las provincias por
las armas, o bien si todo esto son exageraciones divulgadas por sus acusadores.
Yo, en verdad, no puedo por menos que censurar el celo excesivo de éstos. Pues
¿a qué venía desnudar el cuerpo de Germánico, y el exponerlo al manoseo de los
ojos del vulgo, y el esparcir incluso entre los extranjeros en el sentido de
que había sido envenenado, si se trata de cuestiones todavía inciertas y por
investigar?. Cierto que lloro a mi hijo y que lo lloraré siempre, pero no le
impido al acusado todo cuando pueda apoyar su inocencia e incluso, si hubo
injuria por parte de Germánico, hacer a éste culpable; y a vosotros os ruego
que no porque la causa esté ligada a mi dolor toméis las acusaciones que se le
imputan como cosa probada. Si los vínculos de sangre o su crédito han
proporcionado a Pisón defensores, en la medida de vuestra elocuencia y celo
ayudad todos al que está en peligro. A la misma tarea, a la misma firmeza
exhorto a los acusadores. Sólo ese privilegio habremos concedido a Germánico.
que la investigación sobre su muerte se haga en la curia en lugar de en el
Foro, ante el Senado en lugar de ante los jueces; en lo demás debe haber la
misma mesura. Que nadie mire a las lágrimas de Druso (el Menor), nadie a mi
tristeza y tampoco a lo que se pueda inventar sobre nosotros” (Tácito. Anales. Libro III, 12).
El Senado, independientemente de la postura de Tiberio, enseguida empezó a acorralar a Pisón, que en algún momento del Juicio amenazó con presentar alguna correspondencia que implicaba al emperador en el crimen, aunque esta historia el mismo Tácito la considera incierta. Lo cierto es que Pisón se suicidó arrojándose sobre su espada. Su mujer Plancina, que poco a poco fue apartándose de su causa por consejos de Livia, fue absuelta.
Tiberio César. Siglo I d.C, París. Museo del Louvre
El Senado, independientemente de la postura de Tiberio, enseguida empezó a acorralar a Pisón, que en algún momento del Juicio amenazó con presentar alguna correspondencia que implicaba al emperador en el crimen, aunque esta historia el mismo Tácito la considera incierta. Lo cierto es que Pisón se suicidó arrojándose sobre su espada. Su mujer Plancina, que poco a poco fue apartándose de su causa por consejos de Livia, fue absuelta.
Varias fueron las
consecuencias del proceso contra Pisón: en primer lugar, Tiberio nunca pudo quitarse
de encima la sospecha de que él había sido quien había dado la orden de
asesinar a Germánico y, como consecuencia de ello, su impopularidad se
acrecentó sin límite. Por otro lado, Tiberio empezó a nutrir un odio sin límite
hacia la viuda y nieta de Augusto, Agripina, que tuvo funestas consecuencias
para ésta y sus hijos mayores en años sucesivos. Por último, la muerte de
Germánico abrió el camino de la sucesión a Druso el menor, que a pesar de ser
el hijo natural de Tiberio hasta ese momento se mantuvo en un segundo plano,
pues como la mayoría del mundo romano, era incapaz de sentir ningún mal
sentimiento hacia Germánico, con quien prefirió colaborar en lugar de provocar
enfrentamientos.
¿Cuando dice que Pisón fue legado y amigo de su padre, se refería a Augusto o a su padre biológico?
ResponderEliminarAugusto no adoptó a Germánico, lo adoptó Tiberio, así que se refiere a Tiberio. Un saludo
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