Moneda de Mesalina
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Si buscamos en el
diccionario de la Real Academia Española la definición del término mesalina encontramos
que se refiere a una “mujer poderosa o
aristócrata y de costumbres disolutas”. En el resto de lenguas significa
más o menos lo mismo. Así quedó retratada para la posteridad la tercera esposa
del emperador Claudio.
Valeria Mesalina era
hija de Domicia Lépida y de Marco Valerio Mesala Barbarto. Por línea materna descendía
de Octavia (hermana de Augusto) a través de la primogénita de aquella y Marco
Antonio, Antonia la mayor. A pesar de tan insigne origen, su rama familiar
estaba empobrecida y no gozaba de la preponderancia en la corte que tenía la
descendencia de la otra hija de Octavia, Antonia la menor.
Ara Pacis Augustae. 13-9 a.C. Roma 2018
Nacida en el año 25
d.C., desde su más tierna infancia Mesalina destacó por su belleza y gracia, lo
que la llevó siendo casi una niña a entrar en el círculo de su primo segundo
Calígula, entonces emperador de Roma, famoso por sus costumbres depravadas.
Éste, la ofreció en matrimonio a su tío Claudio en un intento de burla pues el promeso
esposo no sólo tenía 49 años sino que era considerado el bufón de la corte,
mientras que la joven sólo contaba 14 años. El enlace se celebró
aproximadamente durante el año 39 d.C. Domicia Lépida consideró, sin embargo,
esta unión muy conveniente para su hija, pues no poseía una gran dote para
conseguirle un marido ilustre, y nadie podía dudar de la nobleza de la sangre
de Claudio. Mesalina le prometió un gran amor, lo que fue suficiente para que
el nieto de Livia la aceptara como esposa.
Mesalina (Sheila White) y Claudio (Drek Jacobi) en un fotograma de la serie Yo, Claudio
La suerte sonrío a la
ambiciosa joven pues dos años después de su matrimonio, Mesalina se convirtió
en la emperatriz de Roma, hecho que se vio reforzado por el nacimiento del hijo
varón de la pareja pocos meses después de su ascenso al trono imperial: Tiberio
Claudio César, después conocido como Británico. Claudio celebró con gran fasto la
llegada de su heredero (hay que recordar que de anteriores matrimonios sólo
sobrevivía su hija Antonia). Poco antes, en el 39 o 40 d.C. había nacido
Claudia Octavia, la otra hija de ambos.
Según las fuentes
antiguas Mesalina se aprovechaba del amor que Claudio le profesaba para
participar en las decisiones de poder, tal como años antes había hecho la
emperatriz Livia. La diferencia entre las dos mujeres es que a Mesalina no le
interesaba gobernar, sólo ambicionaba el poder para usarlo en la consecución de
sus caprichos y fines.
Mesalina y Británico. Siglo I d.C. Londres. Museo Británico
Estos iban sobre todo
destinados a satisfacer su enorme lujuria con hombres de todas las edades y
estrato social. Solía ser muy generosa con aquellos que cedían ante sus deseos
mientras que no tenía escrúpulos en eliminar a los que la rechazaban.
Enamorada platónicamente
de Apio Junio Silano (que nunca le había correspondido), convenció a Claudio de
llamarlo a Roma desde Hispania, donde era el gobernador, para casarlo con su
madre Domicia y así tenerlo cerca. Aún así, su ahora padrastro no cedió antes
sus encantos por lo que tramó una conspiración que acabó con la vida de Silano.
Igualmente, encaprichada de los jardines de Lúculo, propiedad de Valerio
Asiático, consiguió acabar con él para apropiarse de los mismos. Asimismo,
celosa del interés que despertaba en Claudio su sobrina Livila (traída del
exilio junto con su hermana Agripina) la acusó de adulterio con Séneca por la
que ambos fueron desterrados. La joven al poco tiempo encontró la muerte.
Del mismo modo cuentan
las fuentes que, segura de su poder sobre el emperador, frecuentaba los
burdeles de Roma oculta bajo una peluca rubia, un maquillaje excesivo y una
capucha, ofreciéndose a gladiadores y marineros; se hacía llamar Lycisca. Su
gran hazaña fue, en ausencia de Claudio, lanzar un reto al gremio de
prostitutas. Éste envió a Palacio a su mejor representante, una siciliana
llamada Escila para que participara en una competición destinada a determinar
cuántos hombres podían poseerlas en una noche. Escila se rindió en el vigésimo
quinto hombre, superando Mesalina esa cifra antes del amanecer. La siciliana se
despidió diciendo “esta desgraciada tiene
las entrañas de acero” (Plinio el Viejo, 10, 172).
Mesalina en el burdel. Grabado de Agostino Caracci. Siglo XVI
Fuente: https://www.taringa.net/posts/offtopic/19765936/Mesalina-la-ninfomana-emperatriz-romana.html
Sin embargo, su pasión
por Cayo Silio acabó costándole le ruina. Éste repudió a su mujer y se convirtió
en amante de Mesalina. “Ardía de tal modo
por Cayo Silio, el más bello de los jóvenes romanos, que eliminó de su matrimonio
a Junia Silana, dama noble, para gozar en exclusiva de su amante. A Silio no se
le ocultaban ni el escándalo ni el peligro; pero si se negaba era segura su
perdición, y tenía cierta esperanza de pasar desapercibido; recibía además
grandes recompensas y se consolaba cerrando los ojos al futuro y gozando del
presente. Ella iba a menudo a su casa, no a escondidas, sino con gran
acompañamiento; lo seguía paso a paso y lo colmaba de riquezas y honores, y al
fin, como si hubiera ya cambiado la fortuna, los siervos, libertos y lujos del
príncipe se veían en casa del amante” (Tácito. Anales, XI, 12).
Ambos tramaron arrebatar
el trono a Claudio y aprovechando una visita de éste al Puerto de Ostia, se
casaron. Según Tácito, Mesalina sólo accedió por el deseo de hacer algo fuera
de la ley y como la culminación de quien ha hecho realidad todos los placeres
inimaginables. Según el historiador “temía
que Silio, tras alcanzarlo todo, acabara por desdeñar a la adúltera” (Anales, XI, 26).
El propio Tácito se
asombra que fueran tan ingenuos al pensar que en una ciudad como Roma pudiera
quedar en secreto algo tan sonoro en contra del emperador. “No ignoro que parecerá fabuloso el que haya habido mortales que, en
una ciudad que de todo se enteraba y nada callaba, llegaron a sentirse tan
seguros; nada digo ya de que un cónsul designado, en un día fijado de antemano,
se uniera con la esposa del príncipe, y ante testigos llamados para firmar,
como si se tratara de legimitizar a los hijos; de que ella escuchara las
palabras de los auspicios, tomará el velo nupcial, sacrificara ante los dioses,
que se sentaran entre los invitados en medio de besos y abrazos y, en fin, de
que pasaran la noche entregados a la licencia propia del matrimonio” (Anales, XI, 27).
Busto de Claudio. Siglo I d.C. Museos Vaticanos. Roma 2018
La facción leal a
Claudio, escandalizada, se desplazó a Ostia capitaneada por el liberto Narciso
y Calpurnia (cortesana que Claudio había tenido a su servicio antes de casarse
con Mesalina y por la que sentía gran cariño). Entre los dos le confesaron al
emperador la fechoría de su esposa y el peligro que corría si los nuevos
cónyuges conseguían importantes apoyos. Sin embargo, los amantes atemorizados
abandonaron el lugar donde celebraban una bacanal, Silio en dirección al Foro
para disimular y Mesalina en busca de Claudio, utilizando a sus hijos, “Mesalina, aunque lo adverso de su situación
le menguaba el raciocinio, decide sin vacilar salir al encuentro y presentarse
ante su marido, recurso al que había acudido con frecuencia y mandó avisar a
Británico y Octavia para que fueran a abrazar a su padre. Además, suplicó a
Vibidia, la más anciana de las Vírgenes Vestales, que se hicieran oír del
pontífice máximo, que implorara clemencia. Y entretanto, acompañada solamente
por tres personas-, en tal soledad se había quedado de repente-, tras recorrer
a pie toda la ciudad, en un carruaje de los que se usan para recoger los
desperdicios de los jardines toma el camino de Ostia, sin que nadie sintiera
por ella compasión alguna, porque se imponía sobre todo lo monstruoso de sus infamias”.
(Anales, XI, 32).
Las fuentes difieren
sobre la reacción de Claudio: mientras que Suetonio afirma que la entregó al
verdugo sin contemplaciones, Tácito apunta que albergó sus dudas al respecto
debido a la corta edad de sus hijos, y que fue el liberto Narciso quien aceleró
la sentencia temiendo que Claudio la perdonara. Finalmente, Silio y sus
cómplices fueron mandados ejecutar.
A la emperatriz se le
dio la oportunidad de quitarse la vida, pero como era incapaz de clavarse el
puñal, el tribuno que portaba la sentencia la atravesó con una espada en los
Jardines de Lúculo donde estaba recluida. Corría el año 48 y Mesalina contaba sólo con 23 años. “Se
anunció a Claudio, el cual estaba a la mesa, que Mesalina había perecido, sin
aclararle si por su mano o por la ajena; tampoco él lo preguntó; pidió una copa
y continuó haciendo los honores acostumbrados al banquete. Ni siquiera en los
días siguientes dio señales de odio y alegría, de ira o de tristeza, en fin, de
afecto humano alguno; tampoco al ver a los acusadores felices o a sus hijos
doloridos” (Anales, XI, 38). Este
fragmento testimonia el estado de shock en el que quedó el emperador.
La muerte de Mesalina. Georges Antoine Rochegrosse. 1916. Colección Privada
Fuente: https://www.taringa.net/posts/offtopic/19765936/Mesalina-la-ninfomana-emperatriz-romana.html
El Senado decretó la damnatio memoriae de la emperatriz
borrando su nombre de todos los documentos así como de los edificios públicos y
privados, derribando al mismo tiempo todas sus efigies.
¿Pero qué hay de cierto en la promiscuidad de
Mesalina?. Todos los historiadores antiguos la confirman, por lo que no queda
duda sobre su veracidad. No obstante, esta libertad sexual era muy común en la
sociedad romana, incluso por parte de la mujer, a pesar de las leyes impulsadas
por Augusto para velar por la moralidad y la sacralidad del matrimonio. El caso
de Mesalina provocó tanto escándalo por tratarse de la emperatriz y, sobre
todo, por el intento de menoscabar el poder de
Claudio a través de una conspiración política.
Mesalina. Eugène Cyrille. Brunet. 1884. Rennes. Museum of Fine Arts
¿Por
qué te preocupas de una casa privada, de lo que hizo una Epia?
Vuelve
tu vista a los rivales de los dioses, escucha cuánto soportó Claudio.
Cuando
su mujer se percataba de que su marido dormía,
la
augusta meretriz osaba de tomar su capucha de noche y,
prefiriendo
la estera a la alcoba del Palatino,
lo
abandonaba, acompañada por no más de una esclava.
Así,
ocultando su pelo moreno con una peluca rubia
entraba en el caliente lupanar de gastadas
tapicerías,
en
la pequeña estancia vacía, reservada para ella; entonces se prostituía
con
sus áureos pechos al desnudo, usurpando el nombre de Licisca
y ofrece
el vientre de donde naciste, noble Británico.
Recibía
cariñosamente a los que entraban y les cobraba el precio
mientras
tumbada, absorbe los empujes de todos.
Luego,
cuando el dueño del burdel despedía a sus chicas,
se
marchaba triste, y hacía lo que podía: cerrar la última
la
habitación, todavía ardiendo con la erección de su tieso clítoris,
y
se retiraba, cansada de hombres pero aún no saciada,
con
las mejillas oscuras y sucias por el humo del cándil
lleva
el olor del lupanar al tálamo nupcial.
Juvenal.
Sátira VI.
La dinastía julio-claudia ha sido una continua fuente de inspiración para Hollywood. Las mismísima Juego de Tronos, sin ir más lejos, bebe en muchas ocasiones de la historia de los primeros Césares, incorporando mucho sucesos narrados por las fuentes antiguas. Lo cierto es que no hay nada que Roma no haya inventado, sea bueno o malo, jjj.
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