miércoles, 27 de marzo de 2019

Nerón y Agripina


Nerón y Agripina en una moneda


         La relación entre Nerón y Agripina siempre fue tumultuosa y oscilante entre el amor y el odio, ambos sentimientos llevados a sus máximos extremos.
Nerón apenas recordaba a su madre cuando en el año 41 (tras el asesinato de su tío Calígula), se reencontró con ella a la vuelta del exilio. El niño tenía en aquel momento 4 años. Entonces vio cómo su vida cambiaba enormemente pues, de habitar con su tía Domicia en una ambiente humilde se trasladó a vivir con Agripina y su nuevo esposo, uno de los hombres más ricos de Roma.
Desde que nació, Nerón había sido la única obsesión de su madre ¿lo quería verdaderamente o era simple ambición lo que la ataba a su pequeño?. A pesar de los grandes proyectos que Agripina planeaba para su hijo (único descendiente de Germánico y tataranieto de Augusto), que fueron evidentes desde el primer momento al solicitar a Calígula que le pusiera nombre (con la esperanza que lo adoptara y lo designara sucesor), pienso que Agripina quería a su hijo. Su pasión por él nace de la soledad de la mujer, huérfana de padres desde su más tierna infancia y obligada a contraer matrimonio con un marido despreciable siendo apenas una adolescente que no le profesaba el más mínimo cariño. ¿Cómo no iba a querer en estas circunstancias al fruto de su vientre?. No es extraño que se volcara en él pues el bebé era lo único enteramente suyo, el único ser que podía inspirar amor en una mujer con corazón pétreo, consecuencias de una vida carente de afectos.

Agripina coronando a Nerón. Siglo I d.C. Afrodisias, Museo


          Cuando se convirtió en emperatriz, Agripina ya no tuvo reparos en preparar el camino de su hijo al trono, algo que ella consideraba legítimo pues Claudio sólo era sobrino nieto de Augusto, mientras que ella era su biznieta e hija de Germánico. En Nerón confluían las sangres Julia y Claudia en mayor medida que en la descendencia legítima de Claudio.
En esta época, ninguna fisura hay en la relación entre madre e hijo. Ella lo mima hasta la saciedad y lo cubre de honores, que Claudio tolera. Él, consciente de su papel decisivo en su acceso al trono imperial, la complace en todo: su primer santo y seña fue dedicado a ella, “la mejor de las madres”, permite esculturas en las que Agripina corona sus sienes y monedas en las que ambos están al mismo tamaño. Nunca una madre fue más honrada por un hijo. No hay ningún indicio de que el amor entre ellos no sea sincero en estos momentos, incluso excesivo en una sociedad que no toleraba las muestras públicas de afecto.
De ahí los rumores de incesto entre ambos que los persiguió desde siempre, aunque ninguna fuente antigua los confirman. Incluso existen divergencias entre ellas, mientras Tácito afirma que “Agripina, en su pasión por conservar el poder llegó hasta tal punto que en pleno día, a horas en que Nerón se hallaba excitado por el vino y el banquete, se ofreció varias veces a su hijo borracho, muy arreglada y dispuesta al incesto” (Anales, XIV, 2), Suetonio señala que fue Nerón quien “deseó incluso tener trato carnal con su madre” (Vida de Nerón, 28, 2). Lo que sí coinciden ambas fuentes es que nada llegó a ocurrir entre ellos. Por tanto, pienso que esa historia fue una treta más de Agripina para desprestigiar a su hijo, y que si en la época se dio veracidad fue por el carácter extremo de la relación entre ambos.                                                                                                                                      
Moneda que representa a Agripina junto a Nerón
   
¿Cuándo empezaron los problemas entre ellos? Claramente, cuando Nerón empezó a convertirse en un hombre y a no soportar la absoluta posesión que Agripina pretendía ejercer sobre él. 
Varios episodios que ya hemos ido desgranando evidenciaron el distanciamiento entre ellos: la pretensión de Agripina de ocupar un sitial junto a Nerón para recibir a los embajadores abortada por el emperador en el último momento (en Roma ninguna mujer podía sentarse junto el Príncipe en actos de gobierno), la voluntad de la otrora emperatriz de interferir en la vida privada de su hijo (por ejemplo sus protestas airadas ante la relación de éste con la liberta Acté) y, por último, cuando fue consciente de que Nerón reaccionaba a sus presiones alejándose cada vez más de ella, sus amenazas de elevar a Británico al trono. A partir de aquí la ruptura fue total.

viernes, 15 de marzo de 2019

La muerte de Británico


Británico y Nerón. Siglo I d.C. Afrodisias (Turquia)

        Las amenazas de Agripina empezaron a poner nervioso a Nerón, de carácter inseguro por naturaleza, lo que provocó que aumentaran sus reservas en relación a Británico. Agripina insistía que se “declaraba dispuesta a marchar con él [Británico] a los cuarteles; pedía que se oyera, por una parte, a la hija de Germánico, por otra a Burro, un inválido, y a Séneca, un desterrado, reclamando el uno con su mano truncada y el otro con su lengua de profesor el gobierno del género humano” (Tácito, Anales, XIV, 3).
         El siguiente episodio que alteró al emperador fue durante la fiesta de las Saturnalia; en un banquete organizado por él mismo jugaron entre los jóvenes a un juego que designaba a que persona participante tocaría reinar. La suerte recayó sobre Nerón, que como dictaba el juego podía trasladar al comensal que decidiera una orden. Éste eligió a Británico pidiéndole que cantara un poema (con la esperanza de ridiculizarlo). El adolescente en cambió  “entonó un canto en el que daba a entender que había sido derribado del trono de su padre y del supremo poder” (Tácito, Anales, XV, 2). Esto provocó una gran compasión de todos los presentes hacia el hijo de Claudio. Nerón se mostró consternado ante la idea de que Británico levantara tanta simpatía.


Britanico. Siglo I d.C.

          En este ambiente, a mediados de febrero del año 55, Nerón organizó otro banquete en el que invitó a toda la familia: a su madre, a su esposa Octavia y a Británico. Durante la comida Británico empezó a ahogarse, mientras intentaba respirar sin lograrlo. Múltiples espasmos sacudieron su cuerpo ante la mirada angustiada de los que lo rodeaban, que no pudieron hacer nada para salvar la vida del joven. Desde ese primer momento todas las miradas recayeron sobre Nerón, que indicó que la muerte la había provocado un ataque de epilepsia. Agripina no tardó en expandir la versión de que el emperador había asesinado a Británico.
Los tres historiadores antiguos más críticos con Nerón: Tácito, Suetonio y Dión Casio lo admitieron sin reservas. Sin embargo, otros como Plutarco (que detalla pormenorizadamente en su obra los crímenes del emperador) o Flavio Josefo (contemporáneo a aquel) no mencionan en su obra algo tan relevante si hubiera sido cierto. Algunos autores actuales como el italiano Massimo Fini sostienen la inocencia de Nerón y sus argumentos tienen sentido según mi opinión. He resumido los que considero más interesantes.
En primer lugar, Nerón de ninguna manera era un usurpador pues como tataranieto de Augusto tenía derecho legítimo al trono imperial. Hay que recordar que Augusto cuando adoptó a Tiberio obligó a éste a que adoptara a Germánico, casado con Agripina la mayor, nieta del primer emperador. Por tanto, si Germánico no hubiera muerto prematuramente y teniendo en cuenta que fue su único nieto, hubiera sido el heredero legítimo del Imperio. Británico en cambio sólo era descendiente de Augusto a través de sus padres, ambos hijos de los sobrinos nietos del primer emperador. Además en Roma la adopción tenía una gran importancia pues el hijo adoptivo tenía los mismos derechos que un hijo natural.


Nerón. Siglo I d.C. Roma. Antiquario del Palatino

En segundo lugar, el joven Británico sufría de epilepsia como algunos miembros de la dinastía julio Claudio con anterioridad. Por otro lado, algunos investigadores han demostrado que no existían venenos tan fulminantes en la antigua Roma. Incluso Claudio sufrió una gran agonía durante bastantes horas antes de morir.
En tercer lugar, si Nerón vivía en el mismo palacio que su hermanastro ¿tenía necesidad de envenenarlo públicamente delante de todo el mundo señalándose como el principal incitador?. La idea parece un tanto descabellada.
Finalmente, cabe reseñar que el futuro emperador Tito fue gran amigo de Británico y nunca acusó a Nerón  de haberlo asesinado.
Massimo Fini concluye diciendo que probablemente Británico murió a causa de un aneurisma provocado por el ataque epiléptico.
Aunque no considero descabelladas las teorías de Fini, tengo que reconocer que a Nerón le vino muy bien la desaparición de Británico no sólo porque eliminaba a un rival directo, que siempre podía agrupar en sí a personas contrarias a su Principado, sino que fue un gran golpe para Agripina, que se quedó sin argumentos ante la lucha de poder que había iniciado contra su  hijo.

sábado, 9 de marzo de 2019

Nerón se distancia de Agripina


Nerón y Agripina en una moneda

Nerón cada vez más hastiado de las luchas por controlar su voluntad entre su madre y Séneca comenzó a alejarse progresivamente de los dos. Contribuyó a ello la entrada en la vida del joven de nuevos amigos, siendo el más importante Marco Salvio Otón, que le animaba a una vida más mundana, alejada de la estricta doctrina de Séneca, que le recordaba continuamente cuáles eran sus obligaciones.
Así, el emperador empezó a frecuentar los barrios menos recomendables de Roma en los que encontraba cada vez nuevos estímulos y experiencias. El momento álgido de este tipo de vida se produjo cuando Nerón se enamoró profundamente por primera vez en su vida. El problema es que su amada era una liberta llamada Acté.
Nerón estaba casado desde hacía años con la hija de Claudio, Octavia, una joven matrona virtuosa que como la hermana de Augusto del mismo nombre era muy amada y respetada por el pueblo. Teniendo en cuenta el gusto por la extravagancia de Nerón, hacía tiempo que la dulce Octavia lo aburría enormemente.


Supuesto retrato de Claudia Octavia. Siglo I d.C. Museo de las Termas. Roma 2018

Desde el momento que Agripina se enteró de la relación de su hijo con una ex -esclava, montó en cólera. De este modo Nerón (para evitar conflictos con su progenitora) veía a su amante a escondidas con la ayuda de Séneca, que aunque tampoco veía la unión con buenos ojos, lo disimulaba mejor; al mismo el tiempo, el filósofo veía una oportunidad de separar al joven César de la influencia de su madre. Poco a poco Nerón fue relajándose y desafió a su madre cuando manifestó su deseo de divorciarse de su esposa para contraer matrimonio con Acté.
Eso fue la gota de la paciencia de Agripina que enfurecida comenzó a recordarle a Nerón que sólo a ella debía el Imperio. No obstante, cuanto más rabiosa se mostraba la hija de Germánico más rebeldía causaba en su hijo, “Agripina, con una reacción típicamente mujeril, bramaba que tenía como rival a una liberta, como nuera a una sierva, y otras cosas por el estilo; no esperaba al arrepentimiento o la saciedad de su hijo, y cuanto más deshonrosamente lo increpaba, más hacía arder su pasión, hasta el punto de que dominado por la fuerza del amor, abandonó toda consideración para con su madre y se puso en manos de Séneca” (Tácito. Anales. Libro XIII,1).
Continúa Tácito contando que entonces Agripina cambió de táctica y empezó a mostrarse zalamera con el joven, ofreciéndole incluso su alcoba para sus encuentros íntimos con su amante. Pero los nuevos amigos de Nerón lo instaban a no dejarse engañar por la falsedad de la mujer. Otro incidente entre ellos se produjo cuando Nerón decidió hacer un espléndido regalo a Agripina para aliviar la tensión entre ellos, “casualmente por aquellos días el César, tras examinar los atavíos con que habían resplandecido las esposas y las madres de los príncipes, eligió un vestido y unas piedras y la envió como regalo a su madre, sin escatimar nada y adelantándose a ofrecerle lo mejor y lo que las demás mujeres ambicionaban. Pero Agripina exclama que con aquello no se enriquecía su ajuar, sino que se la privaba del resto, y que su hijo repartía lo que, en su totalidad, poseía gracias a ella” (Tácito. Anales. Libro XIII,4).
Muy irritado por el incidente, Nerón se vengó despidiendo al liberto Palas (el más firme aliado de Agripina, quien apostó por ella para que Claudio la tomara en matrimonio). Así, la otrora emperatriz perdía su más importante fuente de información cercana de Nerón.




Supuesto busto de Británico. Siglo I d.-C. Roma, Museos Vaticano

 Por ello, Agripina se atrevió a usar su última, y más peligrosa baza: Británico. El hijo de Claudio tenía ya 14 años, y hasta ese momento vivía marginado en la corte. La madre del emperador comenzó a amenazarlo con usar sus influencias para promover a Británico como legítimo heredero al trono imperial “Agripina, perdiendo el control, se lanzó a asustarlo y a amenazarlo [a Nerón], sin recatarse de proclamar ante los oídos del príncipe que Británico ya había crecido, que era estirpe verdadera y digna de recibir el imperio, ejercido por un advenedizo adoptado, y en medio de agravios a su madre” (Tácito. Anales. Libro XIV,2).
Después de esto, las relaciones entre madre e hijo quedaron completamente rotas, a pesar que durante un tiempo ambos se molestaron en guardar las apariencias.

viernes, 1 de marzo de 2019

Inicia el Principado de Nerón


Nerón. Siglo I d.C. Munich. Glyptotek

Los primeros años del Principado de Nerón, según coinciden todas las fuentes, fueron de gran prosperidad para el Imperio y de una buena administración por parte del joven emperador (recordemos que sucedió a Claudio con tan solo 16 años). En los meses iniciales de su gobierno cedió el control y la gestión de la mayoría de los asuntos a su madre a Agripina, pero quiso dejar claro que gobernaría siguiendo el modelo de Augusto.
Según Suetonio “hizo gala, en cuantas ocasiones se le presentaron, de liberalidad, de clemencia, e incluso de amabilidad. Abolió o disminuyó los impuestos demasiado gravosos. Redujo a la cuarta parte las recompensas establecidas para los delatores de las infracciones a la ley Papia. Repartió al pueblo 400 sestercios por cabeza; asignó a todos los senadores de ilustre abolengo, pero carentes de patrimonio, unos emolumentos anuales que ascendieron en algunos casos a quinientos mil sestercios, e igualmente a las cohortes pretorianas una distribución gratuita de trigo todos los meses” (Vida de Nerón, 10, 1).
No obstante, las influencias que ejercían sobre él su madre Agripina, su tutor Séneca y el Prefecto del Pretorio Afranio Burro empezaron a agobiar a Nerón a medida que aumentaba la rivalidad entre ellos para controlarlo.



Agripina la menor, Siglo I d.C. Roma, Centrale Monemartini

El primer encontronazo entre sus consejeros surgió cuando una embajada Armenia llegó a Roma para solucionar una serie de problemas que se habían originado en aquel territorio. Agripina dio por supuesto que ella debía sentarse junto a su hijo para recibirla. Séneca se escandalizó por lo que convenció al emperador para que cuando su madre entrara en la sala descendiera del trono, le saliera al encuentro y la invitase a colocarse en otro lado. Algo que irritó tremendamente a la enérgica Agripina, quien solía recordar continuamente a su hijo a quien le debía su actual posición de poder.
La crisis armena se resolvió con el envío de un veterano de las legiones de Germania para que pusiera orden. Mientras tanto en Roma, Nerón siguió gobernando de forma benévola: declaró que se habían terminado los juicios por traición, no aceptó honores desmesurados y actuó demostrando clemencia. La primera vez que le pusieron una sentencia a muerte para que la firmara afirmó que ojalá no supiera escribir.



Busto de Séneca. Siglo XVII. Madrid. Museo del Prado
Fuente: De Jean-Pol GRANDMONT - Fotografía propia, CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=27620840

A pesar de ello, la rivalidad creciente entre Agripina y Séneca angustiaban a Nerón cada vez más, pues los dos querían manipularlo para que hiciera su voluntad. Y a ambos los necesitaba: no podía prescindir ni de la red de aliados y experiencia de gobierno de su madre ni de la cercanía de su tutor al Senado. Pero cada día se cansaba más de los dos y más deseaba volar en solitario. Si bien no podía renunciar a ninguno, como hemos comprobado en el asunto de Armenia Nerón veía más beneficiosa la influencia de Séneca y determinados acontecimientos acabaron alejándolo cada vez más de su madre, cuya asfixiante presencia pretendía imponerse hasta en los asuntos más íntimos de la vida de su hijo. Y eso no podía agradar a Agripina.